Entrevista

Elodia Hernández: “En la Universidad Pablo de Olavide, el compromiso social es un eje estratégico y transversal”

La vicerrectora de Cultura y Compromiso Social ha representado a la UPO en Artifariti 2017 en los campamentos de refugiados de Tinduf, donde también ha tenido lugar la convocatoria de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales

Elodia Hernández en el campamento de refugiados de Tinduf
Elodia Hernández en el campamento de refugiados de Tinduf

La vicerrectora de Cultura y Compromiso Social, Elodia Hernández León, es profesora del Área de Antropología Social de la Universidad Pablo de Olavide y doctora por la Universidad de Sevilla, siendo docente de la Universidad de Córdoba antes de su incorporación a la UPO en el año 2000. Su trayectoria investigadora aborda las temáticas de fronteras, identidades socioculturales, patrimonios culturales, territorios y paisajes, recogiendo sus resultados en varias monografías, capítulos de libros y artículos en revistas. Desde su incorporación a la Universidad Pablo de Olavide, ha estado implicada en la gestión universitaria formando parte de distintos claustros y colaborando en comisiones. Ha sido vicedecana de Calidad y Alumnado de la Facultad de Ciencias Sociales entre los años 2008 y 2010 y directora de Formación del Personal Docente e Investigador desde julio de 2011 hasta la actualidad.

Elodia Hernández ha representado a la Universidad Pablo de Olavide en Artifariti 2017, XI Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sahara Occidental en la Escuela Saharaui de Artes (Wilaya de Bojador). En las mismas fechas, el campamento de refugiados de Tinduf ha acogido la Universidad Popular de los Movimientos Sociales.

Pregunta: ¿Por qué era importante que la Universidad Pablo de Olavide estuviese representada en Artifariti y en el encuentro de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS)?

Respuesta: Por una cuestión estratégica: estar allí donde se evidencia el compromiso social que la universidad tiene que desarrollar y contempla desde su propia esencia. En las actividades en pro de la justicia social, tiene que estar el conocimiento universitario, así como en todas las cuestiones que nos den cabida. En concreto, en el Sahara hemos cumplido con una invitación que la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui nos hacía todos los años –en el marco del convenio que tenemos firmado– para visitar y conocer Artifariti, que es la intervención y participación de artistas que se reúnen en la escuela de arte que la asociación ha promocionado allí. De esta forma, se trabaja en la reivindicación y el apoyo al movimiento saharaui con el instrumento artístico. Se trata de una forma de trabajar que en la UPO venimos poniendo en práctica desde hace seis años con el Proyecto Atalaya, que tiene como eje central Arte y Compromiso Social. Además, en esta ocasión coincidía con la convocatoria de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales. Esta es una organización que surge a partir del Foro Social Mundial de 2003, donde se reúnen todos los movimientos reivindicativos de igualdad y justicia social, trabajando el conocimiento universitario con otros saberes, con otras educaciones entendidas de una forma más global y más amplia.

P: El hecho de que este encuentro internacional de artistas se celebre en un campo de refugiados tiene un significado especial.

R: Por supuesto. Se trata de una intervención y una ayuda que se hace fundamental para los refugiados y refugiadas porque Artifariti visibiliza la situación social tan difícil que tienen estas personas. Además, la ayuda de cooperación es primordial para la supervivencia en estos campamentos.

P: ¿De qué manera el arte puede ser una herramienta para la reivindicación de los Derechos Humanos?

R: Desde la pura contemporaneidad en la que el campo de lo artístico abre sus puertas, rompe las barreras, trascendiendo los espacios en los que antes se confinaba. Entonces, los artistas piensan en clave social y colaboran con científicos sociales, beben de nuestros mismos teóricos, aquellos que están preocupados por lo que supone el arte para reivindicar el cambio y la justicia sociales. De esta forma, se transforma en un arte participativo en el que el espectador no se ve como mero público sino como alguien que construye el arte en un proceso sin fragmentaciones. Esto es así no solamente por las reflexiones de los artistas, sino porque ya hay muchas experiencias que ofrecen buenos resultados en intervención a través del arte, en grupos de exclusión social, en diversidad funcional, etcétera. El arte trabaja mucho las emociones y se puede llevar el aprendizaje a un plano de progreso personal, donde el conocimiento estándar no llega.

P: La UPO ha participado en un curso para la observación de los Derechos Humanos en el Sahara Occidental, en la Asociación de Juristas Andaluces por el Sahara, tiene un convenio con la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui, hay una implicación del profesorado con esta causa…

R: Desde luego. En Artifariti participa todos los años la profesora María Antonia Hidalgo, coordinadora del Máster en Arteterapia de la UPO. Nosotros promovemos estos programas porque pensamos que es un sentir general en nuestra universidad: la identidad social está en los genes de la Universidad Pablo de Olavide desde su creación. Se puede decir que la comunidad UPO está implicada, existe una masa crítica importante de personas que están preparándose para intervenir en la sociedad. Además, hay una capacitación y una especialización del conocimiento importante en este ámbito. Muchos docentes y estudiantes participan en cuestiones que tienen que ver con servicios sociales, con intervención social, contra la exclusión social, etcétera. Y tenemos muy buenos referentes en esta universidad a parte de una forma de ser general mayoritaria sensible a estos temas.

P: ¿Hasta dónde puede llegar el marco de actuación de este eje principal que constituye el compromiso social de la Universidad Pablo de Olavide?

R: Es un eje estratégico y transversal, un gran objetivo que tiene muchas líneas de actuación, así que su marco de actuación es ilimitado. Nos ofrece muchas posibilidades de conseguir transferencia del conocimiento a la sociedad desde una actitud que promueva el cambio y la justicia sociales. Podremos ir consiguiendo pequeñas cosas pero tenemos mucho trabajo por delante en muchos ámbitos. En cuanto a la participación social, contamos con nuestro voluntariado, que tiene unas cifras relevantes. Fuera se nos identifica como una universidad con muchos voluntarios y voluntarias en la calle y las entidades nos responden. Además, tenemos acreditación para voluntariado europeo que recibimos y enviamos. Por otra parte, hay mucho que hacer en Arte y Compromiso Social porque no solo tenemos que promocionar la cultura en la universidad, sino desde la perspectiva de qué es el arte hoy, dónde nos ubicamos y qué posibilidades nos ofrece. Aunque no tengamos títulos en arte, tenemos que trabajar por la cultura. También tratamos otros temas como la igualdad en relación con el género, la educación ambiental –que llevamos con el CEI CamBio-, o la residencia universitaria Flora Tristán, que fue la primera gran apuesta que definió desde los orígenes a esta universidad como entidad que buscaba el compromiso social.

P: Recientemente se ha aprobado el II Plan de Igualdad entre mujeres y hombres de la UPO. Su principal novedad radica en la transversalidad de la perspectiva de género en los presupuestos. ¿Es una forma de decir que la universidad va en serio con la igualdad de género?

R: Claro que vamos en serio, no solo a “cumplir el expediente”. Vamos a empezar a trabajar en cómo serían esos presupuestos con perspectiva de género. Es importante que señalemos la transversalidad del proyecto como su carácter innovador. La elaboración del plan ha sido un proceso participado fruto de las diferentes miradas y la búsqueda del consenso. Nos propusimos hacer un plan abordable, trabajando al detalle las cuestiones próximas que debemos mejorar y podemos cambiar. No depende sólo de los recursos económicos sino que tiene que ver con la actitud de las personas de la comunidad universitaria que están dispuestas a poner su granito de arena en la lucha contra la desigualdad. Creo que esto lo estamos consiguiendo en la Universidad Pablo de Olavide y lo vemos en cómo se ha dado la participación en la elaboración del II Plan de Igualdad.

P: La cita de este año con el 25N ha llegado acompañada por números terroríficos de mujeres asesinadas y maltratadas. ¿Le parece que esta lacra social tenga una solución a corto plazo?

R: Mi opinión es que mientras no participemos todos y todas de esta lucha contra la violencia de género, no conseguiremos nada. No es de recibo que esto siga ocurriendo. Aunque la cuestión sea compleja y difícil, no debemos escatimar esfuerzos en atajar esta lacra. En España y en Andalucía se han dado pasos en este sentido pero su erradicación necesita operar tanto en los ámbitos de seguridad y protección como en los de educación. Junto con el desarrollo de instrumentos, se tiene que dar una sociedad sensibilizada y reeducada o educada desde la igualdad. No es una cuestión de las mujeres contra los hombres sino que tiene que ver con que hombres y mujeres empecemos a cambiar las cosas ya.

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