Entrevista

«La manera de abordar la violencia de género es la prevención a través de la educación y la socialización»

Entrevista a Carmen Monreal Gimeno, profesora del Área de Psicología Social de la UPO

Carmen Monreal es profesora del Área de Psicología Social de la UPO
Carmen Monreal es profesora del Área de Psicología Social de la UPO

Profesora del Área de Psicología Social de la Universidad Pablo de Olavide y codirectora del Máster de Género e Igualdad de esta universidad, Carmen Monreal fue desde el año 2003 al 2008 directora del Aula de Género de la UPO. Psicóloga, pedagoga y experta en estereotipos de género, nos cuenta en esta entrevista la importancia de la educación en valores en la erradicación de la violencia contra las mujeres

 

Una de sus líneas de investigación se centra en la educación y los estereotipos ante la violencia de género.

La violencia de género es un problema complejo y acuciante, por ello me parece muy importante trabajar en la prevención. En este sentido, es importante tener en cuenta los estereotipos que nos rodean y atender a la educación en valores que podemos proporcionar a los niños y a las niñas, ya sea en el seno de la familia o en los centros educativos, siempre orientada hacia el respeto en igualdad. Para ello empleo mis conocimientos tanto de psicología como de pedagogía, ya que para mí ambas disciplinas están unidas puesto que las cursé simultáneamente, por lo que sus contenidos se entrelazaron.

En sus estudios usted afirma que socialmente la violencia de género no está tan rechazada como debiera.

La violencia de género se produce cuando se interiorizan los estereotipos de género y son llevados al extremo, hasta el punto que en esa concepción de la realidad la mujer está tan sometida al hombre que deja de ser persona y se convierte en un objeto que está a su servicio. Como estas creencias recogidas en los estereotipos de género están generalizadas en la sociedad, esta violencia encuentra una justificación en la misma, puesto que consiste en llevar un poco más allá lo que consideramos normal en las relaciones hombre y mujer, ya que continuamos atados a una serie de estereotipos históricos que nos dicen cómo nos tenemos que comportar.

¿A qué estereotipos se refiere?

El género ha señalado tradicionalmente que lo femenino se vincula a rasgos de expresividad, ternura, sumisión, y alta emocionalidad, y lo masculino a la racionalidad, agresividad, competencia y baja emocionalidad. Por tanto, según estos estereotipos, la mujer debe ser sumisa y el hombre cuanto más violento más hombre será.

¿De dónde provienen estos estereotipos?

El origen de estos estereotipos es antiguo, ya que corresponden a la distribución del trabajo dentro de la familia. El hombre se movería en el ámbito público, donde se trabaja y se consiguen todos los víveres para sobrevivir, mientras que la mujer permanecería al ámbito privado, cuidando a la prole y al hombre. En la Ilustración este modelo se consagró y se le dio un estatus racional por lo que ambos espacios se separaron totalmente.

¿A las diferencias físicas entre hombres y mujeres se añadieron pues, unas diferencias culturales?

Además de añadir esas diferencias culturales se pensó que esas diferencias culturales eran naturales. Y esto ha llegado a nuestros días. Sin embargo, tenemos que tener claro que ser hombre o mujer sí es un hecho biológico, mientras que ser masculino o femenino es un fenómeno cultural. La sociedad es pues la que otorga un papel a un género u a otro. La violencia de género ha tardado muchísimo en verse como un problema social, y esto ha ocurrido porque tenemos estos estereotipos muy arraigados. Por ejemplo, siempre se ha pensado que se trataba de un problema de pareja, en el que el hombre, por ejemplo, podía “corregir” a la mujer, castigándola. No hace mucho tiempo, lo que hoy llamamos violencia de género se consideraban crímenes pasionales.

Usted también afirma que las leyes han avanzado a un ritmo más rápido que la mentalidad de la sociedad.

Las leyes son muy claras y han avanzado mucho, el problema es la aplicación. Las personas encargadas de aplicar esas leyes siguen condicionadas por esos estereotipos ancestrales. Se trata por tanto de igualdad legal y de desigualdad real. Sin embargo, en los últimos años se han llevado a cabo avances importantísimos que hasta hace no mucho parecían imposibles.

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer ¿Qué soluciones propone para acabar con este problema social?

Considero que la manera correcta de abordar este problema es la prevención a través de la educación y la socialización. La familia, el sistema educativo y los medios de comunicación son los mejores agentes socializadores y, a su vez, los causantes de que se mantengan los estereotipos de género. Respecto a la familia hay que destacar que los niños y las niñas aprenden, además de por ensayo y error, a través del sistema de modelado, aprendizaje vicario. Es decir, los niños y las niñas a través de modelos escogen sus referentes y aprenden a comportarse. Por ello es tan importante que padres y madres eduquen a sus hijos en valores de igualdad. Estos valores también deben transmitirse en los centros educativos, donde además los niños y las niñas deberían reflexionar sobre los estereotipos presentes en la sociedad. En este sentido, la distribución de roles en los colegios, la revisión de los libros de texto, la organización de prácticas escolares como el deporte y la actitud del profesorado hacia el alumnado son el punto de partida para desmontar buena parte de los estereotipos que nos afectan.

Los medios de comunicación, por su parte, no tienen la función de educar, pero por lo menos podemos exigirles que no presenten como valores contravalores, es decir, que no deseduquen.

Ha comentado que los niños aprenden a través de los modelos que ven en su familia ¿Qué pasa entonces con los hijos de esas mujeres maltratadas?

Es necesario romper el círculo vicioso que les lleve a reproducir la violencia en su edad adulta y evitar así que los niños sean potenciales maltratadores y las niñas futuras maltratadas. Por ello hay que volcarse tanto en las madres maltratadas como en sus hijos e hijas, para inculcarles con más fuerza la educación en valores. Además de la prevención considero de vital importancia la formación de profesionales que puedan atender a estas víctimas y mostrarles otra realidad.

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