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«El Cuerpo Europeo de Solidaridad es una gran oportunidad para implicarte y conocer un proyecto social en otro país»

José Manuel Gómez Santos, Carmen González de León y Pablo Gordillo Pérez han vivido la experiencia de participar en el Cuerpo Europeo de Solidaridad durante la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 / La Oficina de Voluntariado y Solidaridad de la Universidad Pablo de Olavide está acreditada para el desarrollo de las acciones de este programa de la Unión Europea

Voluntariado
De izquierda a derecha, Pablo Gordillo, Carmen González y José Manuel Gómez.

Ofrecer opciones a los jóvenes para construir una sociedad más integradora, apoyar a personas vulnerables y responder a los retos de la sociedad actual, es el principal objetivo del Cuerpo Europeo de Solidaridad, una iniciativa de la Unión Europea en cuyo programa está acreditada para el desarrollo de sus acciones la Universidad Pablo de Olavide, a través de su Oficina de Voluntariado y Solidaridad, perteneciente al Vicerrectorado de Cultura y Compromiso Social.

Así, la UPO lleva desde el año 2009 acogiendo y enviando personas voluntarias europeas para participar en proyectos solidarios de diversas características. Este es el caso de José Manuel Gómez Santos, Carmen González de León y Pablo Gordillo Pérez, tres de los diez voluntarios que participaron durante el curso académico pasado en esta iniciativa, con la particularidad de que a estas tres personas les sorprendió el comienzo de la alerta sanitaria por el COVID-19 en los países donde estaban desarrollando sus labores de voluntariado.

José Manuel Gómez con sus compañeros de la Asociación Kommunity.

“Lo que más me movió al voluntariado fue un deseo de cambio y, por supuesto, descubrir y aprender cosas nuevas”, afirma José Manuel Gómez, graduado en Traducción e Interpretación por la UPO, quien estuvo trabajando durante siete meses en la Asociación Kommunity, en Tirol, Austria. “Mi trabajo era realmente variado. En algunos casos estaba en centros de ocio juvenil, también he estado cuidando a un grupo de niños que rondaban los dos años mientras sus madres aprendían alemán, he participado en la organización de eventos culturales o especiales en la ciudad. Me he movido en ambientes muy diversos que me han ofrecido retos y gran diversidad en mis labores”, explica este joven.

José Manuel decidió quedarse en Austria cuando se decretó el estado de alarma y continuar con su voluntariado en su país de destino. “Una vez que supimos manejarnos en toda esta confusión, pudimos volver al ritmo de antes adaptando nuestras labores a otros medios. De hecho, uno de los centros de ocio pudo seguir funcionando gracias a mi labor de entretenimiento online”, declara.

La misma decisión fue tomada por Pablo Gordillo, graduado en Derecho y Ciencias Políticas por la UPO. “Hasta el momento de la pandemia mi experiencia personal estaba siendo increíble, muy gratificante, lo cual hizo que quisiera quedarme con la esperanza de que el confinamiento terminara antes de tener que volver a España, y así seguir disfrutando de la experiencia y de la gente tan maravillosa que había conocido”, explica este joven, que desarrolló su labor de voluntariado durante diez meses en la Asociación Pistes Solidaires, en una ciudad llamada Pau, muy cerca del País Vasco francés. “Trabajaba como asistente de español en un colegio llamado Pierre Emmanuel, un centro educativo para niños de 11 a 15 años. Me encargaba de los alumnos que tenían más dificultades para seguir la clase, creé mi propio espacio en el aula y allí trabajaba de una manera personalizada”, declara Pablo, quien decidió afrontar el confinamiento de la mejor manera posible y sacar algo positivo. “Quería que estos meses confinados con mis compañeras de piso, de alguna manera, sumasen lo que ya venía siendo una experiencia preciosa. A nadie le gusta pasar situaciones así lejos de los suyos, pero mis compañeras hicieron fácil lo difícil”.

Carmen González junto a sus compañeras del proyecto JAVVA.

Carmen González de León, graduada en Periodismo por la Universidad de Sevilla, sí decidió volver a España y pudo pasar el confinamiento cerca de su familia y seguir llevando a cabo su proyecto de forma activa pese a la distancia. “A mediados de marzo, el equipo de JAVVA, el proyecto en el que colaboraba en Bruselas, se vio obligado a cerrar la oficina y hacer teletrabajo. España había anunciado el cierre de sus fronteras y todo apuntaba que Bélgica tomaría la misma decisión en los próximos días. Tras discutirlo con mis compañeros de trabajo, decidí comprar un vuelo en el último minuto y regresar a España, pensando que un mes más tarde todo volvería a la normalidad y podría retomar el proyecto in situ”, explica esta joven que colaboraba en un proyecto de inclusión social de demandantes de protección internacional en la sociedad belga. “Afortunadamente mi proyecto no se paralizó durante los tres meses que finalmente estuve confinada en España y, a partir de mi vuelta a mediados de junio, las actividades poco a poco volvieron a su curso”.

Experiencia enriquecedora a nivel personal y profesional

Los tres voluntarios coinciden en que vivieron una experiencia única y enriquecedora, reforzada aún más por la situación de la pandemia. “Formar parte del Cuerpo Europeo de Solidaridad es una grandísima oportunidad para implicarte y conocer desde dentro un proyecto social en otro país, aprender o mejorar un idioma, descubrir otras formas y estilos de vida… en definitiva, ¡para abrir la mente siendo a la vez solidario!”, argumenta Carmen González.

Pablo Gordillo junto a estudiantes del colegio Pierre Emmanuel.

Otro de los fines de este proyecto de la Unión Europea es la transición de los jóvenes desde el mundo académico al mercado laboral, un aspecto que también destacan estos tres voluntarios. “Este año de voluntariado me abrió una puerta y perdí el miedo a cualquier reto que se me presentara. De hecho, estoy trabajando en Austria en una empresa de transporte internacional y puedo aplicar lo que he estudiado en la universidad”, explica José Manuel Gómez, quien está convencido de que este voluntariado le ha permitido crecer tanto a nivel profesional como humano.

En la misma línea se expresa Carmen, quien llegó a Bruselas con la idea de quedarse e intentar buscar trabajo si se sentía a gusto. “Los tres meses de confinamiento en Sevilla me ayudaron a darme cuenta de que en un futuro me gustaría vivir en España, pero considero que mi tiempo en la capital belga aún no ha acabado. Además, durante este año he conocido bastantes asociaciones y pequeñas ONG belgas, así como colaboradores que las hacen funcionar. Esta pequeña red que me he creado además del rico sector asociativo que existe en Bruselas me incitan a pensar que tengo más oportunidades de encontrar un empleo aquí que en España”, explica esta joven.

Esta experiencia, como les ha ocurrido a José Manuel y Carmen, puede poner en tu camino un proyecto que concuerde con tu formación académica o profesional, pero también te puede abrir la puerta a otras posibilidades, como es el caso de Pablo. “Estudié Derecho y Ciencias Políticas y, sin embargo, me embarqué en un proyecto relacionado con la educación. La docencia me llamaba la atención desde hace un tiempo y esta experiencia me ha dado la oportunidad de conocerla un poco más desde dentro, asumiendo responsabilidades que me han hecho ganar competencias que no habría pensado que yo pudiera desarrollar”, afirma.

Ayudar, aprender y crecer

El Cuerpo Europeo de Solidaridad ofrece una experiencia estimulante y enriquecedora para los jóvenes, de entre 18 y 30 años, que deseen ayudar, aprender y crecer.

Los proyectos de voluntariado en los que participan benefician a comunidades y ciudadanos de toda Europa en planes relacionados con cualquier temática social, cultural, medioambiental o deportiva. Tienen una duración comprendida entre dos meses y un año, está financiado por la Comisión Europea y, por lo general se desarrollan dentro de los Estados miembros de la Unión Europea.

Más información:

Oficina de Voluntariado y Solidaridad de la UPO

Email:  voluntariado@upo.es

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