La industria del vino es de las más antiguas en España y existen estudios científicos que avalan que las primeras producciones de vino datan entre el 6000 y 5000 a.C. Tal es la importancia de este sector en nuestro país, que es líder mundial en superficie de viñedo, ocupa el tercer puesto como productor mundial de vino. “Tenemos que estar muy orgullosos porque el primer exportador de vino mundial es España, estando presentes nuestros vinos en 189 países”.
Así lo señala Manuela Domínguez Orta, profesora del Departamento de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Pablo de Olavide, quien dirige el seminario ‘Aprender a escuchar y entender un vino a través de los sentidos’, dentro del marco de los cursos de verano de Olavide en Carmona.
El impacto que tiene la industria del vino en nuestra economía es muy importante, puesto que, según estudios económicos, “esta actividad genera casi 24.000 millones de euros al año, su aportación económica a las arcas públicas es de casi 4.000 millones de euros anuales y crea más de 400.000 puestos de trabajo, suponiendo el 2,4% del empleo en España”, explica la profesora. Además, genera un efecto palanca en otras industrias, como la de la madera, el vidrio, el corcho o el enoturismo. “Todo ello, sin olvidar su contribución a la dinamización económica de las zonas rurales”, apunta Manuela Domínguez.
Por otro lado, según la directora del curso, es importante destacar la implicación del sector con la innovación y el desarrollo sostenible, desarrollando proyectos tanto para mejorar su producción como para luchar contra el cambio climático. “En este sentido, hay que señalar que España lidera el ranking mundial por superficie de viñedo de producción ecológica”, puntualiza.
El conocimiento del vino resulta imprescindible para las personas que trabajan o quieran trabajar en el ámbito de la restauración, así como para aquellos que estén pensando comenzar su carrera en el mundo de la sumillería. Por otro lado, cada vez son más los que se preocupan por conocer el origen de los alimentos y bebidas que consumimos, el vino entre ellas. Por ello, las conexiones para aprender a escuchar y entender un vino a través de los sentidos se han convertido en una experiencia cada vez más popular y enriquecedora.
Para poder apreciar un buen vino en toda su complejidad, es necesario dominar una serie de técnicas y conocimientos que permitan identificar los diferentes sabores, aromas, colores y texturas: “Los aromas hacen despertar nuestro sentido del olfato y cada tipo de vino cuenta con unas características de aroma propias. Puede que su olor nos recuerde a alguna fruta, flor, especias…”, según Manuela Domínguez.
Además, a través de la vista también se puede identificar la claridad o transparencia del vino, su intensidad y color. “Por supuesto, el sabor también nos aportará mucha información del vino. Todas las personas cuando prueban un vino son capaces de identificar algunos aspectos sobre su sabor, tales como si es dulce, ácido, si sabe a vainilla, a almendra, pan tostado… Por lo tanto, las catas de vinos se convierten en una experiencia sensorial única”, concluye la profesora.
Fuente: Fundación Universidad Pablo de Olavide