El especialista en Cuidados Intensivos y Medicina de Catástrofes Carlos Álvarez Leiva ha reclamado el binomio «paciente-familia» a la hora de «humanizar» y tratar a los pacientes. Ha reivindicado que esta forma de gestionar la salud es «necesaria» ya que vivimos un «tsunami tecnológico» en el que el paciente, y sobre todo su familia, con «mucha frecuencia» son lo último, y que hay que prestar «menos atención» a los ordenadores y más a las personas.
Así lo ha manifestado con motivo de su participación en el curso de verano ‘Humanizar la salud para mejorar la vida de las personas’, dirigido por el médico especialista en Urología del Hospital de Valme Juan Manuel Poyato Galán, que comenzó el pasado lunes en la sede de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona (Sevilla).
Ha expresado que la «humanización» en el contexto sanitario implica «estar más cerca del paciente» y que note la presencia del médico mientras le atiende, aunque ha recalcado que consiste también en tratar al entorno familiar, ya que «sufre con el paciente y al que muchas veces no se le presta la suficiente atención». Según su criterio, el «binomio paciente-familia» forma lo que significa «humanizar» la asistencia de los enfermos.
En este sentido, la ética juega un papel importante, aunque ha añadido que es «muy personal» y no es «sencillo» combinar los valores con la ciencia. «Proviene de uno mismo, del entorno en el que uno se ha criado, de la capacidad de gestionar tus propias emociones y de tu experiencia de vida, que implica un comportamiento concreto. Es una forma de vivir», ha relatado, por lo que el trato con el paciente será de una manera u otra dependiendo de este factor.
Sin embargo, ha mencionado que, por otro lado, se encuentra la «ética médica», que se diferencia de cualquier otro tipo de ética en que «existen aspectos de la vida de los pacientes que el médico tiene que combinar, como los momentos finales de su vida o situaciones complejas». En su opinión, conlleva que el profesional sea «más responsable en las decisiones que toma y que, a veces, no le trasmita a la familia las que son más duras o dolorosas» para que los familiares no se vean obligados a «tomar una decisión de un proceso que es irreversible», y así «quitarles ese dolor».
En relación a la toma de decisiones, ha reiterado que, aparte de informar al paciente sobre las decisiones legales que posee, a veces los médicos «tienen que tomar decisiones que son académicamente difíciles» y que no se «puede cargar a la familia con ese peso» porque, además, el médico tiene «más elementos de juicio» para decidir. Él «determina siempre una decisión muy acorde con la familia y el paciente» pero «libera a la familia cuando esa decisión es cruel, para que no se sienta responsable de un dolor inasumible», ha explicado.
En cuanto al trato de pacientes en cuidados intensivos, ha detallado que requiere tomar decisiones «muy rápidas e inmediatas» al ser enfermos que se debaten «entre la vida y la muerte» y que hay que ser «muy valiente y tomar riesgos» porque de eso depende la vida del paciente.
Ha comparado, también, las diferencias que existen entre tomar decisiones en cuidados críticos y en catástrofes. «En cuidados críticos no te faltan recursos, pero en una catástrofe sí», ha lamentado, y ha ejemplificado algunas de las situaciones a las que se tienen que enfrentar en dichas ocasiones, como decidir a quién se le administra oxígeno, porque a lo mejor solo tienes una botella, o elegir entre atender a un niño a una embarazada. «Son situaciones más extremas que requieren más experiencia, capacidad y confianza en lo que haces», ha señalado.
Para terminar, ha afirmado que «el Sistema Andaluz de Salud» es un sistema que trata de acercarse a los pacientes, pero que la humanización de la salud «no se encuentra en los sistemas, se encuentra en las personas». «Si los profesionales de la salud no lo viven con vocación, el sistema no puede hacer nada», ha concluido.