Entrevista

«Para superar la crisis debemos mejorar nuestro sistema educativo»

Entrevista a Antonio Villar, catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la UPO

Antonio Villar es catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la UPO
Antonio Villar es catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la UPO

Antonio Villar es doctor por la Universidad de Oxford y catedrático de Economía de la Universidad Pablo de Olavide. Ha sido catedrático de la Universidad de Alicante desde 1989, donde ha desarrollado su trabajo hasta 2005, año en el que se incorporó a la UPO como “investigador de reconocida valía”. Ha sido profesor visitante en las universidades de Stanford, Oxford, York y en el Instituto Universitario Europeo de Florencia. En el año 2010, recibió el Premio Andalucía de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades. Una parte sustancial de su actividad ha estado relacionada con labores de evaluación de la investigación, entre las que destacan su participación en la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva, la Comisión Nacional de Evaluación de la Actividad Investigadora y la puesta en marcha del Programa Consolider-Ingenio 2010. Recientemente ha sido nombrado miembro del Comité Asesor de Infraestructuras Singulares del Ministerio de Economía. El 15 de mayo presentó junto a la catedrática de la Universidad de Alicante Carmen Herrero el estudio “Desarrollo Humano y Pobreza en España”, de la Fundación Bancaja y el Ivie. 

 

Recientemente ha publicado el estudio “Desarrollo Humano y Pobreza en España” ¿Podría destacarme cuáles son las principales conclusiones de dicho estudio? 

Hay dos conclusiones centrales en este estudio. La primera, que el impacto de la crisis se hace notar fundamentalmente en las variables de renta y empleo, mientras que otras variables relacionadas con la salud y la educación no se han visto afectadas hasta ahora. La segunda, que el impacto que está teniendo la crisis sobre nuestra sociedad está siendo muy distinto en las diferentes comunidades autónomas. Las diferencias regionales se están agrandando considerablemente. 

¿Cuál ha sido la metodología aplicada para medir el Desarrollo Humano? 

Hemos usado la metodología convencional que utiliza Naciones Unidas para calcular este indicador. Se trata de combinar los logros en salud (medidos por la esperanza de vida al nacer), educación (años de estudio de la población) y bienestar material (renta per cápita). De este modo se obtiene una valoración del desarrollo que va más allá de la mera comparación de rentas al incorporar en el indicador dos aspectos esenciales del bienestar: la salud y la educación. 

En el estudio se distingue entre pobreza económica y pobreza en capital humano ¿Cuál es la diferencia entre ambas?

Así como el índice de desarrollo humano es una medida de los logros alcanzados, el indicador de pobreza es una medida de las insuficiencias. Hemos distinguido entre dos tipos de pobreza porque, en estos momentos de crisis, el comportamiento de ambas variables es muy distinto. Para medir la “pobreza económica” tomamos en cuenta la tasa de pobreza (porcentaje de población que no llega al 60 % de la mediana de la renta) y el paro de larga duración (que trata de aproximar la exclusión social). La “pobreza en capital humano” mide las carencias en salud (esperanza de vida menor de 60 años) y en educación (abandono temprano de los estudios). Mientras que la pobreza económica ha crecido mucho, la pobreza en capital humano se ha reducido. 

Su estudio apunta que Andalucía es la comunidad autónoma en la que la caída del desarrollo humano ha sido mayor ¿A qué puede deberse? 

Si uno mira los datos del estudio observa que las comunidades autónomas con mayor peso del sector de la construcción y del turismo son las que más han sufrido el peso de la crisis. Ocurre con Andalucía, pero también con Canarias, Baleares o la Comunidad Valenciana. Las razones son varias. Primera, porque el sector de la construcción tiene una enorme capacidad de generar empleo cuando crece y, simétricamente, de destruirlo cuando cae su actividad. Adviértase que a la caída en la construcción de viviendas se añade el frenazo a la construcción de infraestructuras. Segunda, porque el turismo es una actividad muy sensible al ciclo económico y está en parte ligada a la construcción. Y tercero, porque este tipo de especialización productiva va de la mano de un capital humano de cualificación relativamente baja, lo que hace que haya poca flexibilidad para readaptarse a situaciones cambiantes. 

¿Pueden llegar a consolidarse las diferencias entre las comunidades autónomas? 

Uno de los aspectos más destacados que hemos encontrado al realizar este estudio es que las diferencias que se aprecian entre las Comunidades Autónomas se han acrecentado notablemente en los años de la crisis. Después de un largo periodo de convergencia observamos ahora que las regiones están reaccionando con muy distintos grados de éxito frente a la crisis, dibujando un país donde norte y sur parecen distanciarse progresivamente. De nuevo aquí los datos sugieren que la especialización productiva y los niveles educativos de la población explican buena parte de estas diferencias en la capacidad de reacción. 

¿Qué receta considera que puede aplicarse para frenar el aumento de la pobreza en España? 

Me temo que no hay recetas milagrosas. A corto plazo habría que centrar la atención en mejorar la empleabilidad y proteger la vivienda. Para lo primero habría que repensar las políticas activas y poner en marcha algún mecanismo de activación del empleo de los jóvenes que evite la dualidad del mercado laboral. No parece que los actuales “cursos de formación” sean muy eficaces ni que la reforma laboral aprobada esté teniendo un impacto significativo sobre el estímulo al empleo. En cuanto a lo segundo habría que implementar la dación en pago con efectos retroactivos para la vivienda habitual y buscar esquemas de apoyo a las familias, quizás en la línea de las medidas que está poniendo en marcha la Junta de Andalucía.

A medio plazo la educación es la variable clave. Los datos nos muestras que las personas con niveles formativos más bajos son las que más están sufriendo el impacto de la crisis. Para ello debemos mejorar nuestro sistema educativo, en particular en la educación básica -la universitaria hace años que parece no interesar a ningún gobernante-. Aunque no parece que vayamos a mejorar mucho haciendo equiparable la religión con las matemáticas.