Rosa M. Rodríguez-Izquierdo, Universidad Pablo de Olavide y Mónica Torres Sánchez, Universidad de Málaga
La formación profesional y la formación profesional dual (en adelante, FPD) se han convertido en una preocupación social y política en los últimos años. La globalización, la sociedad de la información, los nuevos métodos de producción, la organización del trabajo y la creciente importancia del conocimiento han creado un nuevo contexto para la relación entre la educación y la vida laboral.
En España, las personas jóvenes siguen soportando mayores tasas de paro y menores tasas de empleo que la media europea comunitaria. Además, se ha identificado la baja proporción de jóvenes en programas de formación profesional en comparación con otros países europeos, al igual que un menor porcentaje de población activa con cualificaciones intermedias respecto de los países de nuestro entorno.
Por todo ello, se ha puesto el foco en la formación profesional como proveedora de muchos de los perfiles profesionales que se demandarán en los próximos años.
¿Qué es la formación profesional dual?
La FPD consiste en una modalidad formativa que implica una colaboración entre el sistema educativo y el sistema productivo. Según la última ordenación legislativa en España, la FPD se ofrece en dos modalidades: general y e intensiva, según el tiempo que el aprendiz pase en la empresa, la significación de la formación y el estatus de la persona en formación.
La general, que se asocia con la que antes era la modalidad tradicional de FP, supone una formación en la empresa entre el 25 % y el 35 % de la duración total de la formación ofertada; con una participación de la empresa en hasta un 20 % de los resultados de aprendizaje del currículo pero sin un contrato de formación en la empresa.
Por el contrario, la modalidad intensiva implica una formación en alternancia con una duración en la empresa de, al menos, el 35 % de la duración total de la formación; una participación de la empresa en más de un 30 % de los resultados de aprendizaje y la existencia de un contrato de formación con la empresa.
Algunas críticas
La implantación de la FPD no ha estado exenta de críticas. Algunos se han referido a la FPD como una política neoliberal y una puerta de entrada a estrategias de privatización de la educación e incluso de precarización laboral.
Otros apuntan a la dificultad para evaluar la calidad de aprendizaje que tiene lugar en los distintos lugares de trabajo, la diversidad de los sistemas a través de los cuales se realiza la experiencia laboral, así como la formación pedagógica de los tutores en el lugar de trabajo y la relación con los centros de FP.
Una apuesta europea
La Unión Europea recomienda reforzar el aprendizaje basado en el trabajo. Desde 2013, se ha intentado apoyar y fomentar la formación de aprendices en todos los países miembros, promoviendo la oferta y la calidad a través de la Alianza Europea para la Formación de Aprendices.
En 2018 se acuñó una definición de criterios de referencia en el ámbito comunitario para establecer principios rectores comunes en este ámbito.
Diez años de implantación desigual
Con motivo de los diez años desde la regulación de las bases de la FPD en España, implantada en Cataluña, Madrid, Murcia, Andalucía y Castilla y León, se ha publicado el informe La formación dual en España: situación y perspectivas.
Mientras que el alumnado de formación profesional que sigue este modelo es superior al 80 % en Alemania, Suiza y Países Bajos, y el 100 % en Dinamarca o Irlanda; en España apenas representa un 3,7 %.
Además, los datos también indican algunos obstáculos a superar, como el hecho de no contar con marco normativo único, lo que conlleva que las diferentes comunidades autónomas desarrollen distintos modelos con diferentes regulaciones.
Alcanzar el consenso político y administrativo en el ámbito estatal permitiría que en España, como en Alemania, podamos contar con un marco unitario de los reglamentos de formación y del diseño marco de los planes de enseñanza, en diálogo con los interlocutores sociales, tal y como se recomendó desde las instituciones europeas.
Este hecho, junto con el impacto de la covid-19, explica la falta de datos concluyentes sobre su impacto en la reducción del paro juvenil. Además, todavía hay poco alumnado de formación profesional básica (el itinerario más temprano en la etapa de educación obligatoria).
Claves pedagógicas
En este contexto, el proyecto de investigación que estamos desarrollando pretende analizar cuáles son las condiciones pedagógicas necesarias para garantizar un modelo de calidad del aprendizaje en la formación profesional y qué aporta realmente la modalidad dual teniendo en cuenta los principios rectores de calidad establecidos por la Unión Europea (conocida por sus siglas en inglés EFQEA).
De manera más concreta, estamos analizando los contextos y experiencias de aprendizaje desarrolladas tanto en los centros educativos como en las empresas dentro del ciclo formativo de grado superior de educación infantil en Andalucía.
Nuestra hipótesis de partida son que se requiere:
- Un mayor reconocimiento y atención con respecto al lugar de trabajo como lugar de aprendizaje.
- Un tejido empresarial fuerte.
Los resultados preliminares indican que los marcos legislativos en España, a diferencia de otros países europeos con una larga experiencia de implantación de este modelo (Alemania, Austria y Suiza, entre otros), especifican de una manera vaga lo que se entiende como “lugar de trabajo como contexto de aprendizaje” y que esta vaguedad influye en el aprendizaje basado en el trabajo.
En otras palabras, existen pocas pautas en cuanto a la organización del aprendizaje en el trabajo, la división de responsabilidades y no se menciona la naturaleza de los procesos de aprendizaje en el trabajo. Por otro lado, el substrato del tejido productivo empresarial en España, donde las grandes empresas no pasan del 2 % del total, dista mucho de configuración del sistema alemán basado en grandes compañías, lo que dificulta la implantación del modelo dual en España.
Modalidad dual también en la universidad
Los retos a los que nos enfrentamos sugieren que esta modalidad formativa se va a extender también en otros niveles educativos distintos de la FP. De ahí que, recientemente se haya incluido también la modalidad dual en el sistema universitario, a través de la regulación que establece la organización de las enseñanzas universitarias y del procedimiento de aseguramiento de su calidad, así que todo apunta a que se vea su desarrollo y su consolidación tras la recientemente aprobada Ley del Sistema Universitario.
No obstante, conviene recordar que el éxito de las reformas educativas no está garantizado exclusivamente por la aprobación de leyes o normas, sino que dependen de las condiciones de posibilidad que existen en un determinado contexto. En el caso concreto de la formación profesional a través de la implantación de la modalidad dual no garantiza per ser la calidad de los aprendizaje.
Rosa M. Rodríguez-Izquierdo, Profesora Titular Dpto. Educación y Psicología Social, Universidad Pablo de Olavide y Mónica Torres Sánchez, Profesora Titular en Teoría e Historia de la Educación, Universidad de Málaga
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.