Charla-Coloquio sobre tres traducciones literarias (alemán, francés e inglés) de obras escritas por mujeres

El acto tendrá lugar el próximo miércoles 8 de marzo en la Sala de Grados del Edificio 7 de 11h a 13h

Tres docentes del Departamento de Filología y Traducción de la Facultad de Humanidades discuten sobre lo que supone la traducción de la obra de una mujer en las respectivas lenguas donde imparten su docencia. La actividad está organizada por el Seminario Permanente de Investigación sobre Género y Estudios Culturales (SIGEC) y el programa de la charla-coloquio será el siguiente:

Presentacio?n del acto. Prof.a Dra. Mari?a Crego Go?mez (Directora del Departamento de Traduccio?n e Interpretacio?n) Prof.a Dra. Vero?nica Pacheco Costa (A?rea de Filologi?a Inglesa) El ganso de Hermo?genes de Ithel Colquhoun
Prof. Dr. Juan Cuartero Otal (A?rea de Filologi?a Alemana). El valle feliz de Anne Marie Schwarzenbach
Prof. Dr. Jordi Luengo Lo?pez (A?rea de Filologi?a Francesa). Teatro de Mujer de Jeanne Marni

Conclusiones finales

[LA ASISTENCIA AL ACTO SE ACREDITARA? CON UN CERTIFICADO]

Para más información consultar el cartel-programa al final de la noticia.

RESÚMENES DE LAS OBRAS TRADUCIDAS:

El Ganso de Hermógenes (1961) de Ithell Colquhoun

Traducción del inglés de la Prof.ª Dra Verónica Pacheco Costa

Ithell Colquhoun nos plantea en esta obra un viaje hacia una isla que no tiene nombre en la que la protagonista, también sin nombre, nos conduce por secretos pasadizos, historias ocultas y leyendas cargadas de misterio, esoterismo y magia. A través de sus capítulos nombrados como las cartas del Tarot, la protagonista se encuentra consigo misma y con un mundo surrealista que atrapa al lector. Al igual que hacía con sus pinturas, Ithell Colquhoun pinta con sus palabras maravillosos paisajes, animales fantásticos, poderes sobrenaturales, sentimientos, sensaciones y visiones con tal maestría que resulta difíficil sino imposible no transportarse a esa isla. Esta obra conforma una de las pocas obras surrealistas escritas en lengua inglesa y que se caracteriza por una prosa entrecortada, vertiginosa y siempre en continuo movimiento y fluida como el mar que rodea a la isla.

El valle feliz (1908) de Annemarie Schwarzenbach

Traducción del alemán del Prof. Dr. Juan Cuartero Otal
Annemarie Schwarzenbach tuvo una vida corta pero muy intensa: la caracterizaban su talento y su energía, su selecto círculo de amigos y su enorme creatividad pero también su mal-de-vivre, su difícil relación con su familia, su abuso del alcohol y las drogas, su homosexualidad y su constante huida hacia adelante en largos viajes por Oriente, Europa, Estados Unidos y África. La que fue gran amiga de Klaus y Erika Mann, compañera de viaje de Ella Maillart, interlocutora de André Malraux y gran amor de Carson McCullers, ofrece en El valle feliz su relato biográfico más íntimo y sincero: el verano de 1935, que pasó en el valle persa del río Lahr, le dio el material narrativo para iniciar un poema en prosa acerca de la soledad, el amor y la muerte, un crisol con recuerdo de sus tres viajes a Persia, que hacen de El valle feliz la obra que mejor desvela el drama interior de su autora.

Teatro de Mujer (1906) de Jeanne Marni

Traducción del francés del Prof. Dr. Jordi Luengo López

La vida de Jeanne Marni (1854-1910) fue la de una actriz de teatro, la de una periodista feminista y, la de una dramaturga y femme de lettres, la cual se desarrolló en la más absoluta entropía, donde, entre la intensa y caótica dinámica de su producción artística, supo encontrar la más perfecta armonía en la paz que reinaba en su espíritu y en la exacerbada, elegante y exquisita, empatía que siempre tuvo por las mujeres que le fueron contemporáneas y a las que defendió a través de su palabra, cuerpo y corazón. Théâtre de Madame es una obra que aparece en 1906, en plena madurez intelectual y vivencial de Marni, un compendio de diversas piezas teatrales donde resulta fácil entrever la influencia del feminismo. Aunque no se destacó por ser una acérrima militante del movimiento político, y pese a que estuvo trabajando en la insigne publicación feminista La Fronde (1897-1903) como cronista teatral, es innegable que la escritora nunca fue ajena al sufrimiento de las mujeres, ni desconocedora de la evidencia de que todo podía ir mejor desde unos parámetros de actuación y pensamiento mucho más justos e igualitarios. Sus contemporáneos, y muy especialmente los periodistas que se encargaban de dar difusión al tema, nunca quisieron ver, ni entender, que el feminismo iba más allá de las proclamas políticas y ciudadanas, que, si bien sumamente importantes y base ideológica constituyente del movimiento en sí, de él también se desprendían otras formas de reivindicación mucho más próximas a la cultura, la literatura y al arte, es decir, mucho más cercanas al sentido estético de la vida.