Formación Permanente

UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE

Especialistas abogan por el deporte como «terapia» para tratar los «trastornos mentales graves»

Los profesores del Departamento de Deporte e Informática de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) Javier Bueno Antequera y Álvaro López Moral han defendido el uso del deporte y la actividad física como «terapia» para mejorar los síntomas físicos y la calidad de vida de las personas que padecen «trastornos mentales graves». Han afirmado que tiene «un papel protector y preventivo muy grande» y que «no genera efectos secundarios, es accesible para todo el mundo, es barata y muy eficaz».

Así lo han manifestado en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de su participación en el curso de verano ‘Mejorando la salud de personas con trastorno mental grave: estrategias prácticas para el cuidado integral’, que también dirigen junto con el catedrático del mismo departamento, Diego Munguía Izquierdo, y que ha comenzado este jueves en la sede de la UPO en Carmona.

Han definido como ‘trastorno mental grave’ a las «enfermedades crónicas que afectan a gran parte de la población –una de cada cuatro personas–, que abarca un amplio rango de enfermedades, cada una con patologías diferentes según quien la padece, y que conllevan problemas de salud física en la población». Han añadido que, además, según algunas entidades, estos trastornos tienen «un impacto considerable en la persona a nivel social ya que les afecta en su día a día» y que este factor es «determinante» para saber si esa persona «sufre un trastorno grave o es pasajero».

En su experiencia, los perfiles que más se encuentran son personas «con esquizofrenia –sobre todo, hombres– y con trastorno bipolar», aunque han matizado que los trastornos mentales graves más comunes que se suelen dar en la población son «la depresión severa y la ansiedad». Han apuntado que estas enfermedades «deben de tener una duración en el tiempo» para ser diagnosticadas y que «no es lo mismo presentar solo algunos síntomas temporales que padecer esa enfermedad».

En cuanto a evaluar la salud de los pacientes en este ámbito, han asegurado que «está en manos de los psiquiatras y profesionales de la salud mental» y que son los que determinan «si esa persona cumple con un cuadro clínico u otro». Sin embargo, han mencionado otros métodos que pueden emplearse no para diagnosticar, sino como «indicador» de si esa persona puede tener algunas de estas enfermedades. Se basan en cuestionarios en lo que se puede deducir si la persona «tiene un alto nivel de un trastorno». Esto suele utilizarse como base para luego derivarla al psiquiatra y especialista.

Algunas de las terapias más frecuentes para tratar los trastornos mentales graves son la «psicoterapia, el apoyo social y la arteterapia» aparte de la «farmacología», de la que han opinado que a veces conlleva unas «implicaciones muy negativas en otros parámetros de salud de los pacientes». Por ello, han resaltado la alternativa de emplear «el ejercicio físico» como método para trata estas enfermedades. «Es una medicina que a veces no se prescribe pero que tiene una evidencia sólida y contrastada de su efectividad», han detallado.

A la hora de diseñar un programa de actividad física en centros de salud mental, han explicado que una de las claves para poder llevarlo a cabo es «el trabajo multidisciplinar, apoyándose en los profesionales del centro y en educadores físicos y deportivos», además de trabajar el «codiseño», que incluye la visión del profesional pero también la opinión del paciente. También han destacado la importancia de la «cohesión social» que se crea entre los pacientes y de establecer «un espacio seguro» para ellos.

Han reconocido que al implementar este tipo de planes, «se tiene que hacer frente a muchos problemas ya que la población a la que van dirigidos suele ser reticente a estas terapias», pero que su objetivo es «diseñar ejercicios adaptados a su condición física que les permitan progresar en el tiempo y que ellos mismos sean conscientes de los beneficios que les aporta».

Para terminar, han expuesto la necesidad de concienciar tanto a los profesionales de la salud como a la propia población clínica de la importancia de «los hábitos de vida, el impacto que tienen en la salud de las personas y de los problemas físicos que pueden conllevar estas enfermedades crónicas». «A través de redes sociales podemos llegar a muchas personas que quizás les dan vergüenza asistir a charlas sobre este tema y los testimonios pueden ayudar a empatizar con otras personas», han concluido.