Cerca de 4.000 millones de personas, el 50,2 por ciento de la población mundial, están llamados a las urnas en este 2024. Estados Unidos, Rusia, India y la Unión Europa se encuentran entre los más de 70 países que celebran elecciones este año. Un calendario electoral de vértigo que, junto a los muchos y dramáticos conflictos bélicos que estamos viviendo (Gaza y Ucrania son los máximos exponentes), puede poner en cuestión valores y principios que creíamos asentados en los países democráticos.

La polarización que sufrimos en España, y que ha convertido esta palabra en la más destacada del año 2023 por la Fundación del Español Urgente (Fundéu), no es un hecho ajeno al resto del mundo. Esta vez, nuestro país no es diferente. Donde quiera que miremos, la política ha derivado en una batalla fratricida en la que todo cabe. El odio, el insulto, la desinformación y la mentira se han hecho un hueco en el escenario político. Cada vez se hace más difícil distinguir la realidad de los bulos que circulan por los medios de comunicación y por las redes sociales, y lo hacen a tal velocidad que convierten en una tarea titánica hacer llegar a los ciudadanos una información veraz y contrastada.

Líderes políticos que no disimulan sus postulados de la derecha más extrema ganan posiciones día a día entre una ciudadanía dispuesta a aceptar que el abismo que proponen puede ser la solución a sus problemas cotidianos.

¿Está en juego la democracia? ¿En qué medida los medios de comunicación han propiciado este escenario de incertidumbre y polarización? ¿Qué podemos hacer para recuperar la credibilidad perdida? ¿Es posible ofrecer a los ciudadanos una información de calidad en un mundo que exige el aquí y ahora sin tiempo para la reflexión? Los instrumentos tecnológicos y, sobre todo, la Inteligencia Artificial, ¿van a dirigir y a dominar nuestras vidas?

Desde la Segunda Guerra Mundial, nuestro planeta nunca se había enfrentado a un escenario tan convulso. En este panorama de incertidumbre, en esta edad de oro de la desinformación y de la mentira, nos planteamos: ¿Ha perdido el periodismo la batalla de la información veraz? ¿La desinformación y la mentira pueden darle jaque mate a la información veraz?