El arquitecto y aparejador José María Cabeza ha afirmado que “nunca como hasta ahora se ha invertido ni valorado tanto el patrimonio en Andalucía”. “En mis tiempos, había muy pocos arquitectos técnicos que se dedicaran a la restauración en la zona occidental de Andalucía”, ha explicado. “Cuando yo estudié la carrera no existían asignaturas de restauración ni de rehabilitación. Sin embargo, los planes se han ido adaptando a las nuevas tendencias sociales y hoy día, en carreras como edificación, se estudian materias como ´restauración y patología’, o existen curso como este”, ha señalado Cabeza, quien participa en el curso de verano ‘Introducción al concepto de patrimonio cultural, su protección y valorización’, que ha comenzado este lunes en la sede de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona, dirigido por el profesor Fernando Quiles García y la arquitecta María Cristina Dawson. Es más, ha añadido que este tipo de iniciativas demuestran que “los jóvenes tienen mucho interés en conservar el patrimonio que han heredado”.
Sin embargo, ha añadido que tampoco han estado ocurriendo tantos “abusos de criterio” y “exceso de normativas” como hasta ahora. “Seguimos padeciendo lo mismo que ha existido siempre, esa lacra humana del poder comercial”, ha declarado el arquitecto al mencionar un caso de irregularidad donde la administración se tuvo que hacer cargo de los desperfectos provocados por la empresa que se encargaba de la restauración de un monumento. También ha asegurado que “muchas veces se hacen inversiones, pero luego no se le da uso a ese bien”.
Ha defendido que, para una buena conservación del patrimonio cultural, es fundamental la creación de “organismos corporativos donde estén presentes tanto los responsables administrativos como las personas de la sociedad civil que formen parte de este núcleo cultural” y que “conozcan las leyes y sean sensibles con el patrimonio”, como ya se hizo al crearse el Patronato del Real Alcázar de Sevilla, del que fue director conservador desde los noventa hasta el año 2008. Ha puesto de ejemplo, también, el controvertido caso de la Plaza de España: “Todo lo que tenga que ver con la vigilancia o la conservación de este bien debería ser competencia de ambas propiedades a las que pertenece, el Ayuntamiento y el Patrimonio del Estado, no que se tomen decisiones de forma unilateral”.
Ha querido recalcar que, en determinadas restauraciones, como las de monumentos más conocidos y expuestos al público, como la Giralda, “el propio edificio va marcando los tiempos. Muchas veces por presiones de los políticos se quiere hacer la obra y estrenarla en el mismo mandato, cosa que, a veces, no es posible”. Además, “requieren mayor presupuesto”, por lo que suelen ser más complejas.
En cuanto a las nuevas tecnologías, el aparejador ha admitido que, “aunque en la restauración se siguen utilizando en muchos casos herramientas originales con las que se hizo la construcción, hoy día se emplean elementos tecnológicos propios de estos tiempos, como para los libros de órdenes de las obras, que ya no se hacen en papel, sino que hay aplicaciones móviles”, y que “la inteligencia artificial, como todos los avances, tiene un papel determinante”.
Para finalizar, ha concluido con un llamamiento a la difusión del patrimonio cultural para concienciar a la población como organizando reuniones, charlas, tertulias, o publicando obras: “Lo que no se conoce, no existe”. “Los restauradores deberían de tener la obligación de dejar por escrito, para generaciones posteriores, una memoria que detalle el proyecto que han llevado a cabo para tener información sobre los materiales y las técnicas empleadas o cuánto ha costado”, ha concluido.
Fuente: Europa Press