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“Entre perfumes y flores, a Arquillos Dios hizo un día. En él nació la alegría, la riqueza y los amores. Lo cruza la carretera como una cinta de plata y en su cielo se retrata la paz que en el pueblo impera (…)»

Pasodoble de Arquillos (fragmento)

Su privilegiada situación entre dos vías naturales en las estribaciones del paso entre La Mancha y Andalucía, ha dado lugar a una larga presencia humana en la zona. Fue una de estas rutas naturales la que potenciaron los romanos, la Vía Augusta, especialmente en los alrededores del cortijo conocido como Arquillos el Viejo. Fue en el siglo XIII, concretamente en 1254, cuando apareció mencionado Arquillos por primera y fidedigna vez, en un documento en el que Alfonso X el Sabio informa de la entrega de la aldea a Baeza para su defensa, lo que demostraría la presencia andalusí en la zona. Recientemente se ha descubierto en el subsuelo de la población, lo que por todos los indicios parece ser un qanat, construcción islámica para la captación de aguas subterráneas, que desemboca en zona baja del pueblo como un venero conocido como Fuente Buena.

Los siglos posteriores se caracterizaron por un gran tránsito de personajes ilustres que hacían camino y, en ocasiones, parada y fonda en las inmediaciones de Arquillos el Viejo, en concreto en la conocida como Venta de los Arquillos. Se tiene constancia documental del paso por este lugar de Cristóbal Colón el día 11 de junio de 1493 en su camino desde Barcelona a Sevilla y a Cádiz, desde la que emprendería su segundo viaje a América. Pernoctó el almirante gratuitamente, según privilegio recogido en la Real Cedula a los concejos, justicias, regidores, etc. de los reinos y señoríos de Castilla, de 26 de mayo de 1493.

Santa Teresa de Jesús visitó esta venta en mayo de 1575 en su camino desde la primera fundación carmelita andaluza en Beas de Segura, hacia la que sería la segunda, en Sevilla. En su obra Libro de las Fundaciones, describe estas tierras giennenses “…de cerros e montes bajos e altos e tierras de pan llevar, por el camino de la vía romana dejando a su izquierda como a cuatro tiros de ballesta, las Navas de S. Juan”.

El Gran Duque de Toscana, Cosme III de Medici, durante su viaje por España y Portugal entre 1668 y 1669, también recaló por este ya vemos que muy transitado lugar de hospedaje, acompañado del ilustrador Pier Maria Baldi (gracias al cual se dispone de la única imagen de la venta de la que tenemos constancia) el 5 de diciembre y después de “…oír misa en la capilla de El Teatino…” se refrescó en la conocida venta. El título de la ilustración realizada por Baldi (depositada en la Biblioteca Laurenciana de Florencia) no deja dudas de la impresión que causó a los viajeros: “La Venta de los Arquillos, mísero tugurio a cuatro leguas de Santisteban del Puerto”…

Fue Arquillos uno de los lugares seleccionados para ubicar a los colonos principalmente europeos (pero también con el tiempo españoles) que habrían de dar desarrollo y fomentar la explotación de estas tierras, no tan feraces como en la propaganda oficial se hacía mención. En junio de 1768 dan comienzo las obras de construcción de la nueva colonia. La idea inicial era la de bautizar el lugar conocido ya como Arquillos el Nuevo (identificado tradicionalmente como El Teatino, en contraposición con el ya mencionado Arquillos el Viejo) como Campomanía, en alusión directa a Pedro Rodríguez de Campomanes, a la sazón, Ministro de Hacienda de Carlos III, pero el peso del nombre histórico de Arquillos fue mayor que el del político asturiano, y con Arquillos se quedó.

En plena Guerra de Independencia, fueron los alrededores de Arquillos lugar de desarrollo de La Acción de Arquillos, que trajo consigo grandes pérdidas en las filas españolas en el frente defensivo de Sierra Morena, luego de la tremenda derrota de los ejércitos nacionales en la batalla de Ocaña, allá por 1810. El ejército de los generales Areizaga y Castejón (que comandaban los restos del Regimiento de Voluntarios de Málaga a las órdenes del capitán Vicente Moreno Baptista) sufrió las acometidas imperiales de las huestes del general Sebastiani, especialmente por parte de la caballería gala, desde las estribaciones de Despeñaperros coincidiendo ambos contingentes en las inmediaciones de Arquillos. Unos años después tuvo lugar también cerca de la localidad, el apresamiento del general liberal Rafael del Riego durante el reinado de Fernando VII, mientras se producía la huida del militar y unos pocos compañeros después de la fracasada batalla de Jódar (dentro de la guerra que enfrentó a liberales contra absolutistas con el singular protagonismo de los Cien Mil Hijos de San Luis), siendo dado por preso en un cortijo cercano a Arquillos por varios vecinos, con su alcalde al frente, después de ser engañados por sus supuestos guías hacia la libertad de los pasos de Sierra Morena. Este hecho sería motivo para que Isabel II concediera la independencia del pueblo en 1833, como premio por su apoyo a la causa fernandina.

Los siguientes años han sido testigos de la evolución del municipio, dentro de una economía fundamentada en el olivar como principal recurso y sustento. La Guerra Civil Española no trajo consigo, afortunadamente, grandes señales de abusos y opresión por ninguno de los dos bandos, ni durante ni después de la guerra, más allá de las tensiones propias de los conflictos fratricidas. Este hecho ha significado que no existen ni revanchismos ni odios larvados en las familias arquilleras, algo de lo que se enorgullecen los descendientes de aquellos que sobrellevaron como pudieron esos crueles acontecimientos. El gran cantaor flamenco Pepe Marchena pasó los años de guerra viviendo en una modesta casa del pueblo, haciéndole caso (según comentario del artista en diversas ocasiones en años posteriores) al ofrecimiento de un amigo que le recomendó ubicarse en Arquillos en esos aciagos años. La emigración de mediados del siglo XX fue dura en Arquillos, perdiendo la mitad de su población, principalmente hacia a la provincia de Barcelona, creándose en algunas de sus poblaciones auténticos barrios arquilleros que todavía hoy muestran el amor por sus orígenes en las siguientes generaciones ya nacidas fuera de esta tierra condatense. Con la llegada de la democracia, la situación económica ha ido mejorando poco a poco, pero se sigue dependiendo demasiado del olivar. Se han perdido oportunidades, se han malogrado otras, pero el espíritu alegre y vital de sus habitantes, heredero de la energía y del optimismo de los fundadores, ha dado lugar a un buen número de iniciativas culturales y sociales que están dinamizando la localidad en este segundo milenio y que sin duda más pronto que tarde darán sus frutos, si no lo están dando ya.

El urbanismo de Arquillos viene determinado por su estructura más o menos en damero, con un núcleo administrativo y religioso situado en un extremo, junto a las vías de comunicación. Aún se prodigan en el pueblo las casas de planta baja, con puerta en el centro, sendas ventanas flanqueándola y patio trasero amplio, aunque con la mejora económica de los vecinos, muchos optan por ampliar esta tipología tradicional añadiendo plantas superiores o cambiando más radicalmente su fisonomía, con propuestas más propias de otras latitudes, que rompen la uniformidad prístina de la localidad. Las calles se disponen formando avenidas que se dejan caer desde la ladera de la Sierra del Acero. Llama la atención la cercanía existente entre las tres plazas principales, unidas más que separadas por unas decenas de metros, que albergan los edificios más singulares.

Por su parte, la pedanía de El Porrosillo repite esta fisonomía urbana, aunque más someramente, con una amplia calle principal desde la que se ramifican otras más pequeñas, rematada la vía con la fachada de la iglesia. Es Arquillos un pueblo acogedor desde su origen. Prueba de ello es la obtención del Premio Jaén Única como reconocimiento a la buena acogida al forastero. Un paseo por sus calles y el contacto con el paisanaje, recorrer las dehesas cerca de El Porrosillo en primavera y tal vez contemplar a la cigüeña negra, acercarse al Embalse del Guadalén y tener un día de pesca en sus orillas o contemplar la puesta del sol desde la cumbre de Los Donceles son unas gratas experiencias para admirar nuestro patrimonio histórico y natural, digno de ser conocido y disfrutado.

Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción

Presenta este templo las características propias de la austeridad neoclásica dentro de un contexto rural, que le dan elegancia y sencillez a sus formas. Inicialmente existía en el solar del actual templo un oratorio perteneciente a los Jesuitas de Baeza, de reducidas dimensiones, con planta centralizada y cubierta de media naranja sobre pechinas. El interior se ilumina con sendos lunetos que flanquean el presbiterio. A esta construcción le fue añadida en la fundación una nave rectangular cubierta inicialmente con bóveda de cañón, que fue lamentablemente cambiada por otra rebajada de escayola en una reforma en 1992.

La fachada, de sillería regular de arenisca, es de marcada horizontalidad; la portada principal se ubica en el eje central y está conformada por un arco de acceso de medio punto moldurado y con pilastras. Enmarcándolo se desarrolla una estructura de dos parejas de pilastras toscanas sobre las que descansa un entablamento con triglifos y metopas, rematado por una cornisa con frontón triangular que culmina con una imagen de la titular añadida en fechas recientes. Sobre la portada, destaca una gran espadaña de dos pisos, el primero de dos vanos semicirculares y el segundo de uno, entre pilastras sencillas, coronado por un frontón también con vano y campana. Remata la estructura una cruz latina de hierro. Dos pináculos de bolas sobre antepecho de obra flanquean el arranque de la espadaña. Se concluye la fachada con dos ojos de buey moldurados circulares a cada lado de la portada, que fueron agrandados, adquiriendo una singular forma de arco de herradura. Su interior es sencillo, de blancas paredes, con retablo dorado de tres vanos separados por esbeltas semicolumnas acanaladas corintias que sostiene un friso de guirnaldas, culminado todo por un frontón quebrado con sendas volutas. Alberga diversas imágenes tanto de la titular del edificio como de otros santos, destacando la presencia de la correspondiente al patrón de la localidad, San Antonio Abad (San Antón), por la gran devoción que se le muestra.

Torre del Reloj

Situada en casi en el centro de la plaza a la que da nombre, nos encontramos con el edificio más singular de Arquillos, una construcción realizada en la típica sillería de arenisca de la zona, de planta cuadrada, de dos cuerpos sobre amplio zócalo, siendo el primero muy sencillo y de doble altura, con una aspillera central en cada lado, sobre el que se eleva un segundo, separado del primero por una moldura, con pilastras toscanas esquineras. En el centro del lado principal, nos encontramos con óculo moldurado en el que se encastra la esfera del reloj. Remata el edificio una gran cornisa con tejadillo a cuatro aguas y un bello campanario de hierro, con campana y veleta. Se accede por un arco de medio punto con dovelas almohadilladas; sobre él, un ventanuco cuadrado ilumina la zona del mecanismo del reloj. Recientemente, se ha añadido en el lado del reloj, un pilar de piedra que pretende recordar a uno desaparecido unido a la torre, pero de menores dimensiones y distinta forma, y que aparece mencionado en uno de los capítulos de la biografía de Pío Baroja “Desde la última vuelta del camino”.

Iglesia de la Purísima Concepción de El Porrosillo

Iglesia muy sencilla, de una sola nave, con una modesta y estrecha fachada a los pies del templo, con arco de medio punto con leves molduras. Sobre él, una esfera con un reloj. Remata el conjunto una pequeña espadaña con un vano y frontón triangular.

Centro de Interpretación Pablo de Olavide y Las Nuevas Poblaciones

Nos encontramos ante un edificio de vanguardista arquitectura, primer premio del Concurso Ideas, del arquitecto Gonzalo Arias Recalde, donde se muestra mediante la utilización de nuevas tecnologías y paneles informativos interactivos el desarrollo de la empresa colonizadora, en especial en la figura de Pablo de Olavide y la Ilustración, amén de realizar un recorrido por el devenir histórico de los orígenes del pueblo.

Casa del Cura y Casa del Comandante

Ambas edificaciones del siglo XVIII, de sobria factura, flanquean el templo parroquial con una disposición de fondo de saco muy particular. Las fachadas constan de puerta principal sobre la que se dispone un vano con balcón y antepecho de hierro forjado, así como otras cuatro ventanas enrejadas. A la Casa del Comandante fue conducido como prisionero el general liberal D. Rafael del Riego a finales de verano de 1823, siendo conducido a este edificio que formaba un conjunto con la antigua cárcel y escuelas (actual ayuntamiento), ya desaparecidos.

Posada, Pósito y Molino del Rey

Este conjunto del siglo XVIII se ubica a espaldas de la Casa del Comandante, anexo a la iglesia, formando un profundo callejón. La Posada es un edificio con gran fachada algo modificada, con numerosos vanos correspondientes a las habitaciones de los huéspedes. Lo que más llama la atención es su recia estructura con grandes contrafuertes en la parte posterior, que delimita las cuadras para las monturas, soportada su cubierta por grandes arcos, que aún cuenta con más de dos centenares de pesebres (cuenta la tradición que llegó a tener 365)

Por desgracia, una reciente demolición ha dejado como resultado apenas unos restos de cubiertas y arquerías del gran conjunto edilicio compuesto por el Pósito y del Molino del Rey, que nos permiten apenas atisbar el afán por dotar a las nuevas colonias de edificios industriales de categoría.

Edificio del Ayuntamiento

Este edificio se levantó en la segunda mitad del siglo XX sobre el solar que ocupaba la antigua cárcel y la escuela local, ocupando la esquina que se formaba entre la Plaza de la Iglesia y la travesía principal que discurre por la localidad. De fachadas blancas con amplias ventanas y sobre un zócalo de sillares de piedra, se ingresa por un chaflán entre dos saledizos a modo de contrafuertes, con puerta de acceso sobre la que se proyecta un amplio balcón, una gran cornisa que recorre el conjunto del edificio y un ático con un relieve del antiguo escudo municipal entre dos remates clasicistas de bolas.

Otras edificaciones y lugares de interés

Todavía se pueden contemplar un puñado de grandes casonas de la burguesía local de principios del siglo XX, como son la Casa Neogótica, de sencilla fachada mudéjar con vanos apuntados y destacadísima rejería de hierro forjado, y la Casa Colonial (erróneamente ubicada en el periodo fundacional del municipio, pues se trata de un típico ejemplo de vivienda burguesa), de dos alturas, con un par de bellos balcones con elegantes cierres de hierro fundido.

En fechas recientes, se han dado a conocer un par de lugares con gran potencial turístico, como son unas galerías subterráneas en el solar de un posible antiguo convento de los jesuitas de Baeza que pueden corresponder a grandes zonas de almacenaje y despensas. También otras galerías que podrían corresponder con un qanat (como ya se ha hecho referencia en el apartado de Historia), que abre un mundo de posibilidades de estudio del Medievo en la localidad.

@ Francisco José Pérez-Schmid

Feria y Fiestas de San Antón

Se desarrollan los días 16, 17 y 18 de enero. Es muy grande la devoción que en Arquillos hay por San Antonio Abad (conocido familiarmente por los lugareños como El Abuelete). El día de la víspera, después del tradicional pregón, se produce la conocida como Renovación del Voto, que consiste en que, por boca del alcalde postrado ante la imagen del santo, se procede a renovar la promesa de que la localidad hará ayuno y abstinencia como acción de gracias por la salvación de la epidemia de cólera de 1885.

De ello queda exonerado El Pelotero, personaje que es el más singular elemento de estas fiestas y del folclore arquillero. Su misión es tentar a la gente con la que se encuentra (sobre todo a la chiquillería) con chucherías y regalitos, recibiendo muchos un alpargatazo de una suela de esparto unida a una cuerda y una larga vara, que usa como “arma”. Ataviado con un traje blanco con borlas rojas y capucha, es la representación del diablo que tentó a San Antón en su retiro en el desierto.

Culminan las celebraciones con la gran procesión del día 17, con la quema un sinfín de cohetes y petardos, donde la imagen procesional “visita” a los enfermos y ancianos con problemas de movilidad, y una segunda, más corta, el 18, culminándose cada noche con un castillo de fuegos artificiales. Desde hace algunos años, se viene celebrando un “San Antón de verano”, el 18 de agosto, como reencuentro del patrón con los emigrantes.

Fiesta de los Huevos Pintaos

De tradición centroeuropea. Se realiza en Domingo de Resurrección, pero también es costumbre por San Marcos. Las familias se van al campo a comerlos con la ceremonia de cascar unos contra otros, ganando el que no se rompa en el choque. En las casas se cuecen los huevos en una infusión con anilina de colores o, más tradicionalmente, con cáscara de cebolla para darle un tono pardo.

Feria de Santiago Apóstol

Se celebra en torno al día 25 de julio, en la que se corren por las calles los tradicionales encierros de vaquillas y novillos por la mañana por la Calle Jaén y Plaza de El Condado, y una capea vespertina, con pasacalles y algarabía general, así como interminables noches de verbena y casetas en el recinto ferial. Culminan las celebraciones con la gratuita degustación popular de grandes cantidades de cochifrito para todos los lugareños y visitantes.

Fiestas de la Inmaculada Concepción de El Porrosillo

Celebradas el día 8 de septiembre, con la tradicional procesión de la patrona, suelta de vaquillas y gran verbena.

Es la de Arquillos una tierra marcada por su situación geográfica, a caballo entre Andalucía y La Mancha, y es de ésta última de la que llegan más influencias gastronómicas. Son platos contundentes, de cuando el hambre agudizaba el ingenio y se hacían auténticas maravillas con los pocos recursos de los que se disponía. Destacan en invierno el potaje de San Antón y el bacalao con tomate, las gachas-tortas con liebre, el atascaburros o la lechepájaro (cuyo curioso nombre no esconde sino unas gachas saladas con pimentón, enriquecidas con chorizo, panceta y picatostes). En verano, el gazpacho arriero, donde los ingredientes se pican, no machacan, en tres golpes de aceite, vinagre y agua. Como postres, los huevos moles y el plato más conocido de Arquillos, los pericones, sencillos pasteles de harina, huevos y aceite, cubiertos de un dulce glaseado blanco, que han dado y siguen dando fama a la localidad, todo esto sin olvidar los buenos embutidos caseros, fruto de la numerosas granjas porcinas del municipio, y la calidad de nuestro aceite de oliva virgen extra, cada vez más reconocido y apreciado en ferias y degustaciones a nivel nacional.

Texto: José Joaquín Martínez Jiménez
Fotografías: Francisco José Pérez-Schmid Fernández y Área de Comunicación y Estrategia Fundaciones UPO