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«Las mejores tierras de cereal»

Constancio Bernaldo Quirós

Pueblo con el nombre más extenso de todos los fundados por Carlos III bajo la denominación de Nuevas Poblaciones. Villa con resonancias de santoral y de arroyuelo cauce, sin connotación alguna con el del resto de las colonias alusivas a su monarca fundador.

¿Insinúa la afirmación cierto desafecto a los orígenes de las otras? Ni mucho menos. Sigamos adelante y nos demostrará lo contrario.

Dejando un tanto lo que podríamos denominar como la protohistoria de los suelos que ocuparon los nuevos colonos con vestigios romanos de cierta entidad, esos terrenos aparecen ya historiados en la centuria del XVI bajo el nombre de Ballesteros y Gregorio como tierras realengas y de aprovechamiento comunal en el término de La Rambla. Debido a la política llevada a cabo por Felipe II con el fin de aportar fondos a su maltrecha hacienda, mediante la venta de tierras propiedad de la Corona, las susodichas más arriba fueron sacadas a subasta y pública almoneda en la plaza de La Rambla en 1585, siendo adjudicadas a la orden jesuítica como mejor postor en la cantidad de 3.200 ducados.

Los nuevos propietarios de estos terrenos, cubiertos de monte bajo y espeso, iniciaron la tarea de su desmonte, limpieza de maleza y guijarrales con grandes dificultades, hasta el punto de poner en cultivo casi en su totalidad las aproximadamente 1.638 fanegas conformadoras de toda su superficie, según consta en el Catastro de Ensenada.

Ello dio lugar a la conformación de una hacienda o cortijo, bautizándola con el nombre de San Sebastián. Posteriormente se le adjetivó con el añadido de Ballesteros, apelativo de los terrenos adquiridos a los que daban nombre el arroyo que las cruzaba. Desde 1752, fecha de la ejecución del citado Catastro, no ha sido localizada hasta ahora la documentación de tal finca, siendo necesario acudir para conocer su desarrollo respecto a los datos aparecidos en el citado Catastro.

Inicialmente no figuró su nombre en las relaciones de los terrenos a ocupar por los nuevos colonos traídos para la fundación de las Nuevas Poblaciones de Andalucía auspiciadas por los ministros de Carlos III. Una vez incautado el cortijo y todas sus tierras tras la expulsión de los jesuitas, en una carta dirigida a Pablo de Olavide por el corregidor de Córdoba Miguel Arredondo, le sugirió ser un buen lugar para su ocupación por los nuevos emigrantes.

Aceptada por el Superintendente, dio orden para su división en suertes, encargando dicho trabajo al ingeniero Simón Desnaux. Sin embargo, las suertes repartidas no siguieron las pautas de lo ocurrido en los otros lugares. Su extensión se limitó sólo a 28 fanegas y no a las 50 señaladas para aquellas, debido lógicamente a encontrarse cultivadas y en pleno rendimiento.

En estas circunstancias tan favorables, se aposentaron un grupo de familias de procedencia principalmente alemanas, ocupando el lugar que ya desde tiempo era conocido bajo la denominación de San Sebastián de los Ballesteros. Se refuerza esta afirmación mediante la consulta de la primitiva relación de entrega de las suertes, al aparecer en ella apellidos como Bigl, Ruperet, Zimmerman, Kam, Perén, Kutrof, Rot, Sag, Kamer, Mayer, Stroble, Falder, Petidier, Ancio, Rieder, Hermán, etc. Algunos de ellos aún perduran.

Otro matiz diferenciador del resto de los poblados lo encontramos en las siguientes razones. En primer lugar se asentaron allí encontrándose unos edificios en donde guarecerse como vivienda colectiva y no en chozas levantadas por ellos mismos. Una nueva disparidad la hallamos en encontrar un terreno de excelente calidad y preparado para su cultivo, sin la dura necesidad de tener que realizar su desmonte. Por último, al coincidir su arribada con el inicio del otoño, encontraron, también, sus tierras preparadas para sementera con la inmediatez de la recolección de sus olivares y el molino imprescindible para la molturación. En esa coyuntura, iniciaron y continuaron nuestros antecesores sus vidas regidas bajo las leyes contenidas en el Fuero, viviendo y sufriendo los vaivenes políticos propios del momento hasta su supresión mediante la promulgación de un decreto dictado por la Reina-regente María Cristina, en 1835.

Su contenido encerró en sí una serie de disposiciones para todos estos pueblos englobándolos en el común caminar al resto de los españoles. San Sebastián fue agregado a la provincia de Córdoba, habiendo dependido con anterioridad administrativamente de La Carlota, al igual que Fuente Palmera, pero con la originalidad de haber tenido alcaldes pedáneos. A partir de ese momento el pueblo se constituyó como ayuntamiento, desarrollándose su población, urbanismo y aspectos sociales, condicionados siempre a la limitación de su término y finanzas.

Tierras calmas cerealísticas, aumentadas por la adquisición de otras pertenecientes a las demarcaciones de pueblos colindantes, junto con su riqueza olivarera constituyen y conforman el “modus vivendi” de sus habitantes en la actualidad. Pero con una cualidad característica muy destacable. De aquellas suertes heredadas de sus antepasados ha permanecido la impronta de un labrantío sobresaliente y la calidad de todos sus productos. Ejemplo de ello lo encontramos en el predominio y buen hacer con el cereal. En 1876, una petición de la autoridad gubernativa provincial competente pide al ayuntamiento le envíe unas muestras de la variedad de trigo “negro y cañivano”, con el objeto de su envío a la exposición a celebrar aquel año en París. Al día de hoy, también, el buen cuidado de sus campos de olivar da lugar a un aceite de primera calidad.

Estas son unas breves y sintetizadas pinceladas del acontecer histórico de San Sebastián de los Ballesteros. De sus hombres/mujeres y sus tierras; mejor, de sus tierras y gentes. Tierras ubérrimas ofreciendo sus frutos a aquellos que llegaron de allende fronteras, estableciéndose de inmediato una identificación entre ambos de afanes comunes: coadyuvar en el éxito de la tarea inicial emprendida. De esa identidad de objetivos surgió una comunión tierra-hombre, fortalecida hasta nuestros días gracias a la entrega total de sus gentes orgullosas de su pasado. Laboriosas, por el cariño profesado a sus tierras; sencillas, pero no dóciles; acogedoras y abiertas; amables y hospitalarias, con todos los que nos visitan; ufanos, cuando los foráneos nos denominan con el gentilicio de “alemanes” y solidarios vinculados en el recuerdo del solar patrio, cuando por circunstancias adversas hubieron de emigrar hacia otros lugares creando una Agrupación denominada de San Sebastián en Cataluña, defensora de sus orígenes, costumbres y valores. Hoy reconocida, respetada y admirada allí donde se afincaron. Así es este pueblo y así son sus gentes.

Una observación destacada debe tener en cuenta el presumible visitante que arribe a esta población, contando con haber estado en otras localidades pertenecientes a las Nuevas Poblaciones. Se encontrará con la sorpresa de su planificación urbanística totalmente diferente a las de sus hermanas. Nada de trazado ortogonal en forma de retícula; nada de horizontalidad, verticalidad, ni paralelismo en la conformación de sus calles.

Se debe a la preexistencia de un núcleo urbanístico de fábrica levantado por los jesuitas a fines del siglo XVI, cuando se hicieron cargo de sus tierras. Se trata de la planta del asiento de un cortijo imprescindible para albergar todos los habitáculos necesarios para la labranza y desarrollo de la finca. Un edificio que contaba ya con vivienda para un miembro de la Compañía y de obreros temporales, establos para los animales de labor, una capilla y un molino aceitero, lagareta… En conjunto, un edificio de considerables dimensiones en torno al cual se va conformando el callejero desde la plasmación de una plaza como centro donde van a irradiar las principales vías componentes de su entramado urbano.

Ayuntamiento

Ocupa el lugar principal de la antigua edificación, presidiendo la plaza denominada del Fuero en la actualidad. Se conservó en su originalidad hasta mediado el anterior siglo cuando se derribó para construir otra de nueva planta, pero conservando los rasgos de la primitiva con sus contrafuertes adosados ya desaparecidos y el poyo corrido en el arranque de sus muros. La puerta de entrada adintelada y rematada con el escudo de la Casa de Austria, error cometido por el arquitecto reformador, al no haber colocado el correspondiente a los Borbones. Últimamente, se le ha añadido en su acceso una especie de pérgola aérea de muy mal gusto, con el gran inconveniente de no poder visionar su trazado primitivo. A un lado y otro de la puerta dos monolitos cerámicos nos cuentan la fundación del pueblo y los apellidos que aún persisten de los primitivos colonos.

Pósito

Se situaba a la izquierda del actual ayuntamiento. Formando parte de la antigua fábrica, un gran salón usado por los jesuítas como granero pasó a los colonos para su mismo uso, depositando en él la parte de diezmo correspondiente a la Corona. Enladrillado en su entrada hasta los años cincuenta del siglo pasado, era conocido popularmente como el “jechaero”, al ser obligatorio ahechar el grano antes de su depósito.

Iglesia

Formó parte del edificio nuclear en un extremo del mismo. En él se ubicó el pajar de los jesuitas hasta su desamortización. Desde entonces se dedicó al culto bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. Bien avanzado el anterior siglo, fue derribado para levantar un nuevo templo ampliado en sus dimensiones, rompiendo la rectangularidad de la plaza.

Conformada por tres naves sin interés arquitectónico alguno, en su interior podemos contemplar dos reliquias de su pasado histórico. Una pintura de grandes dimensiones representando el martirio del patrón del pueblo y de escasa calidad, pero con un buen marco compuesto de rocallas y una gran venera con la simbología jesuítica, denotativa de su pasado. Una pila bautismal, datada en 1780, en donde recibieron las aguas santas los primeros hijos de los colonos allí afincados. La imagen de la Inmaculada, repintada y sin tener certeza de ser la original donada por el rey. Otra imagen del patrón, no la auténtica, que se encuentra en una casa particular. Por último, se puede contemplar una talla del Nazareno de cierto interés, posiblemente de finales del XVIII.

Calle de la Colonia

Conocida en la actualidad como calle de La Colonia, como una prolongación de la parte principal del edificio original, ha sido también denominada a través del tiempo con la denominación de Cárcel, Taberna, Carnicería y Horno de la Currela, reflejando en su significado la diversidad de negocios instalados “in situ”.

Su singularidad consiste en haberse conservado todos los muros de uno de sus laterales con su ladrillo visto original, aunque buena parte enlucida y enjalbegada, pero conservando los contrafuertes distintivos de la edificación primitiva. Iniciando su fachada lateral nos encontramos con un habitáculo denominado Cárcel. Es obvio que en tiempos de los jesuitas no tuvo la función que encierra su significado, pero sí desde el afincamiento de los colonos, conservándolo hasta la segunda mitad de la anterior centuria. Le distingue la existencia de una reja carcelaria con techo abovedado, con aristas prolongadas a todo lo largo de la construcción y parcialmente desaparecido. En este recinto se ubicaron la carnicería y la taberna.

Cerrando el callejón nos encontramos con la portada a la estancia denominada La Tahona, modificada no hace muchos años. Pasando a su interior contemplamos una gran nave abovedada de medio cañón conformada por hileras de ladrillo visto arrancando de su base, conservada y rehabilitada en su originalidad hace una veintena de años. Por sus grandes dimensiones y su espectacularidad es el orgullo de sus vecinos habida cuenta de su escaso patrimonio arquitectónico.

Feria del patrón San Sebastián

20 de enero. Procesión del Santo y comida del “pavo con fideos”. Diversos actos lúdicos y deportivos.

Fiestas de Santiago

25 de julio. Carrera de galgos y de cintas con caballos y bicicletas. Últimamente con la “suelta de vaquillas”.

Mercado gastrocolono “Molino del Rey”

Carnaval

Tradicional baile de Piñata y concurso de disfraces.

Semana Santa

Se celebran Jueves y Viernes Santo con procesiones de Nº. Sr. del Huerto, Nazareno, los Dolores y Crucificado. La del Nazareno se denominó en cierta época de “los Catalanes”, motivada por el traslado de los emigrados en Cataluña para su asistencia. En tiempos anteriores se representaba el ahorcamiento de Judas y el Encuentro de la Dolorosa con su Hijo. Se intenta rememorar la “Pelea de Huevos” costumbre traída por los primeros colonos de su tierra de origen, existiendo constancia actualmente de su permanencia en Baviera.

Las Candelas

Gran hoguera en el centro de la plaza.

Romería de San Isidro Labrador

En la alameda del “Pozo de los puercos”.

Verbena de “Los Catalanes”

En la calle dedicada al pueblo de Sabadell, por residir allí la gran mayoría de los vecinos emigrantes y tener su sede la Agrupación fundada por ellos como homenaje a dicha ciudad (mes de agosto).

Velada de la “Fuente de San Rafael”

Navidad

Hasta mediado el anterior siglo, se representaba en el altar mayor de la parroquia “la Pastorá”, precediendo a la Misa del Gallo. Se trata de una composición literaria, a veces versificada – como lo es el caso que comentamos- de carácter religioso, tan en boga en el siglo XIX y con argumentación navideña. Interpretada en los templos, “La Pastorá” como su nombre indica se refiere a la Anunciación de la Virgen María. Una vez finalizada la misa y escenificación, grupos de jóvenes recorrían las calles del pueblo tocando los instrumentos propios de la festividad, solicitando el aguinaldo. Es muy concurrida y celebrada, la cabalgata de los Reyes Magos.

Es obvio, que, en un pueblo eminentemente agrícola, los productos derivados de ella sea la materia prima utilizada en las comidas y demás componentes de su dieta.

En desayuno destacamos las tostadas con pan y aceite, las rebanadas fritas y en aguasal; tostadas con manteca de lomo, chorizo, pan tostado y una especie de paté de asadura. En tiempos de recolección el pan con tocino y aceitunas aliñadas, era la dieta normal.

Para el almuerzo o comida principal destaca prioritariamente la olla o cocido andaluz, las sopas de ajo, fideos, maimones, con cuscurros y el sopicaldo; migas acompañadas con rábanos o granada, pavo en pepitoria los días extra, arroz con liebre, perdiz encebollada, zorzales en manteca. De entre todas ellas sobresale el renombrado “pavo con fideos”, tradición conservada desde los inicios del aposentamiento de los primeros colonos. Aunque se consumía en cualquier fecha, se ha vinculado al día de la fiesta patronal, ofrecida por las autoridades locales al pueblo pasando a convertirse en una tradición.

La elaboración de la dulcería se ciñe a un proceso artesanal y doméstico, preparándose en cada uno de los hogares con la materia prima de la tierra y horneados en la tahona comunitaria, reducida a fechas y celebraciones concretas.

Para Navidad suelen confeccionarse bollos de manteca, tortillas y magdalenas, prolongándose su hechura hasta la fiesta patronal. En Cuaresma y Semana Santa predominan los pestiños, sóplanos, roscos, de anís y fritos, flores y magdalenas. En Todos los Santos sobresalen las “doblaítas”, las gachas y las consabidas magdalenas. Actualmente se elaboran a todo lo largo del año en la panadería local, siendo muy apreciados por los visitantes.

Texto: Rafael Vázquez Lesmes
Fotografías: Ayuntamiento de San Sebastián de los Ballesteros y Área de Comunicación y Estrategia Fundaciones UPO