Aquí concluye nuestro recorrido por la Sevilla de Murillo. Apenas unas breves indicaciones, suficientes para orientar los pasos de quienes deseen identificar los lugares por los que pasó el artista, y en los que construyó su inmortal fama. Espacios de arte que, igual que ayudaron a materializar la figura del insigne maestro, se enriquecieron con los que éste les aportó. Nada sería igual en esta ciudad sin estos lugares reinventados por el pintor. Por eso, nuestro camino concluye con la mirada atrás, para constatar que Sevilla tiene una deuda impagable con Murillo, pero también para comprobar que Murillo no hubiera sido quien fue sin este fragmento de «paraíso en la tierra» que es la ciudad del Guadalquivir. Suerte que tenemos por contar en nuestra historia con el artista y con disfrutar de nuestra ciudad. Y siguiendo al uno hemos paseado por la otra, con los pasos contados.