En este tiempo, el futuro canónigo tuvo la oportunidad de ver algunas de las obras que Murillo había realizado para la Catedral, como San Isidoro y San Leandro.

El gran cambio se produciría con la promulgación de un Breve en defensa de la Inmaculada del pontífice Alejandro VII en 1661. La noticia llegó a Sevilla y desató, más si cabe, el fervor que albergaba la ciudad, promoviendo la renovación de la iglesia bajo la dirección de Justino de Neve.

Un tiempo después, entre 1664-1665, se iniciaron las pinturas murales y la decoración a base de yeserías, y Murillo colocaría otros cuatro lienzos más en la iglesia. Se trata de cuatro lunetos: La Inmaculada ConcepciónEl triunfo de la FeEl Sueño del Patricio Juan y El patricio revela su sueño al Papa Liberio; en la actualidad los cuatro lienzos son copias, ya que todos ellos se encuentran repartidos por diferentes museos europeos.

El 5 de agosto 1665, el día de la festividad de la Virgen de las Nieves, se consagró el renovado templo. La parroquia se engalanó y se celebraron fastos por todo lo alto, teniendo gran repercusión en toda la ciudad. Una procesión discurrió en su honor por las calles de la judería, donde se instalaron arquitecturas efímeras y se ornamentaron las fachadas de las casas a lo largo de su recorrido en honor a la Virgen de las Nieves.