Miguel de Mañara fue el mentor del proyecto de la reforma de la vieja iglesia hospitalaria de san Jorge. Encomendó la tarea a los más descollantes artistas del momento. Bernardo Simón de Pineda construyó el retablo mayor, un prodigio de escenografía, para el que Pedro Roldán, otra de las cumbres del barroco sevillano, interpretó con su gubia el Entierro de Cristo. Y otros dos excelsos intérpretes del arte más teatral se ocuparon del aparato pictórico: Valdés Leal y Murillo.

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