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De cabeza con la crisis actual

El mundo del revés. Abatimiento por las pérdidas humanas. Temor por lo presente y también por lo venidero. Nadie se libra de este pesar y menos de las consecuencias de la calamidad. Y en el enclaustramiento hemos podido resignificar nuestro mundo. Pero al fin retornaremos a nuestros hábitos y a la rutina de vida. Y perderemos la oportunidad de servirnos de lo aprendido. Quedará en el olvido todo lo hablado y leído, y cuanto ha contribuido a la recomposición de nuestra escala de valores. Así hemos podido reflexionar sobre el significativo papel de la cultura en estas jornadas de enclaustramiento. Mucho se ha escrito, mucho se ha hablado y mucho se ha pensado al respecto. Nada que no hayamos asumido quienes trabajamos en este mismo ámbito desde hace años. En su momento publicamos una monografía dedicada a la cultura balsámica, en la que reuníamos numerosos estudios que abordaban su papel en la resolución de conflictos. (x)

La cuarentena nos sorprendió trabajando en varios proyectos editoriales, a los que hemos dado continuidad, por lo que en breve compartiremos, como de costumbre. De ellos hablaremos en su momento. Ahora queremos compartir tres ideas que hemos madurado. Una de ellas se ha materializado en una convocatoria pública, dedicada a las Catedrales en el barroco iberoamericano. En la llamada que hemos realizado para participar con artículos aludimos al interés por completar un itinerario barroco por el mundo iberoamericano, en el sentido más amplio, iniciando con las tres principales catedrales españolas, la de Toledo y dos de las que más lucharon por arrebatarle la primacía, la de Sevilla y Santiago.

Llevamos tiempo pensando en el segundo libro, dedicado a la santidad primitiva, que llevará por título Nuevas letras con antiguas caligrafías. Mártires romanos en altares barrocos. Profundizar en la base de la creación barroca, para encontrar en la simiente del cristianismo primitivo, la huella de sus mártires, muchos de los cuales se refugiaron en sus respectivos centros de culto, pero otros tantos quedaron perdidos en la literatura hagiográfica y ocasionalmente en los márgenes del arte.

Y, por último, tenemos el bosquejo de un nuevo libro (Letra y trazo…) que ha de componerse con estudios dedicados tanto al arte como a la literatura del barroco sevillano. Queremos dedicarlo a los artistas que disfrutaban de la literatura y a los escritores que dieron letras al arte. Casos como el de la poetisa carmelita sor Gregoria de Santa Teresa, retratada por Cornelis Schut III. O el de Herrera el Mozo y sus mutaciones para el teatro cortesano. E incluso, no interesaremos, una vez más, por Torre Farfán y su contribución a la fiesta de San Fernando. Tal conjunción de creatividad que merece la pena al menos un volumen en nuestra colección Universo Barrroco Iberoamericano.

Todo ello, lo que hemos ido madurando en la seguridad de nuestro refugio, en tanto creíamos oír las trompetas del Juicio Final, nos ha tenido durante días de cabeza. Pero, al fin, con Emilio A. Westphalen, decimos que no es más que «una cabeza humana [que] viene lenta desde el olvido…».

Una nota para agradecer a Adrián Contreras Guerrero su contribución al diseño de las tres portadas.