Cargando

Que no me falte el aire…

El niño que llevo dentro, al descubrirme en el espejo a través de mis propios ojos, me preguntó: «¿Qué será de mí cuando ese viejo cuerpo se pudra del todo? Será, sin duda, mi mortaja. Apenas vivo y ya me arrastra consigo -en su deterioro- hacia un ocaso que ni siquiera imagino».

No supe qué responderle. Desconozco su edad, pero tengo la certeza de que ha sido mi apoyo en muchas de mis expresiones de inconsciencia a lo largo de mi vida. Con su imprudente manera de medir los riesgos e incluso su ceguera ante el peligro, me ha empujado a actuar. Algún traspié he dado por ello, pero ha sido más lo ganado que lo perdido.

Y al fin me ha aclarado la mirada, rejuveneciéndola, más allá del lastre corporal. Y por eso mismo, hoy, con el proyecto que me ilusiona y alienta, Enredars, tengo muy presente ese sentido vital: lejos del talante prevalente que restringe la virtud a la experiencia y la edad, creo que este otro tiempo puede contribuir sobremanera al quehacer cultural. En ese sentido hemos tratado desde el principio de nuestro caminar apoyarnos en la juventud.

Desde los primeros años trabaja en el proyecto Zara María Ruiz, quien muy pronto hizo suyo, con una madurez que me sorprendió, el libro Abya Yala, que coeditó con quien nos brindó generosamente el material que sirvió de base a la exposición montada al tiempo que el seminario que dio argumentos para la publicación, Beatriz Carrera.

Reciente es el libro que inauguró nuestra colección Visibilia, de cuya edición se hizo cargo Rafael González Madrid, que «habitó» entre nosotros como Técnico Superior de Apoyo a la Investigación. Asumió, sin dudarlo, la creación de un libro que, además, iba a definir la nueva línea editorial. Hizo un gran trabajo y hoy podemos disfrutar de los resultados del mismo: Doñana y su entorno, como Zona Patrimonial.

Otra obra que ya está en fase de edición y cuya convocatoria ha logrado ha logrado una gran adhesión, es el de Catedrales Barrocas. En el equipo coordinador, en que me encuentro, hay que resaltar el aporte de una joven toledana, que en los pronto será Doctora por la Universidad de Salamanca, Laura Illescas. Ella ha tenido una labor primordial en la definición del tema, los lineamientos de la convocatoria, así como en el llamamiento público,  la gestión de la respuesta y la organización del material.

Siguen otros nombres que ahora han asumido parecidas tareas. En Cuba, trabajando en la Casa-Museo de Asia, en La Habana, se encuetra Yeni Yeisi Adán Castaños, quien a pesar de su juventud ha sabido concretar una obra compleja, a la que ha dado el nombre de Contrapunteo. Tiene un gran talento y pese a la juventud está logrando reunir para su libro interesantes textos.

En México tenemos dos colaboradoras que han ideado sendos libros, de atrevida concepción y complejidad en su materialización, pero tengo la seguridad de que en este año que llega lograremos que sean públicos, tras del gran esfuerzo de edición. Paulina H. Vargas se incorporó al equipo  para dar curso a su pasión por América Latina, por derroteros culturales e identitarios, centrándose en las relaciones intervirreinales.

A Erika González León la conocí en Sevilla, en una estancia de estudios que hizo en la UPO. Se involucró con entusiasmo en las tareas de equipo y llegó a tomar parte en varias de nuestras publicaciones. Y luego de la experiencia decidió proponernos un tema que nos entusiasmó: las relaciones artísticas en el virreina novohispano, durante el barroco, que concretó en el enunciado Discursos globales, escenarios locales.

La última incorporación al equipo ha sido una historiadora del arte de la UVA., que recaló en Sevilla para hacer nuestro máster, Elena de Vega, que da forma a una idea que refuerza la que vamos a desarrollar el próximo año sobre el reino de Sevilla y su red de centros artísticos. Coordinará una obra colectiva, dedicada a otro de los grandes centros artísticos del barroco español, Valladolid.

Con el pleno convencimiento de que este aporte ha sido y seguirá siendo muy beneficioso a nuestro proyecto, sólo espero que nunca nos falte porque es aire revivificador.

— F. Quiles.