Solemos pensar la expansión europea de la edad moderna en términos de conquista militar y ocupación violenta. Sin embargo, otro aspecto de este proceso histórico, la limitación de la violencia, ha atraído mucha menos atención de los investigadores. Este proyecto no pretende blanquear la historia de la construcción de los imperios europeos dejando de lado su dimensión violenta, sino comprender mejor este fenómeno analizando como se intentó limitar el recurso a la violencia en las fronteras globales de los imperios ibéricos. Los portugueses y españoles (como después de ellos los ingleses, holandeses, etcétera) hicieron un uso frecuente de la violencia en sus interacciones con las sociedades americanas, africanas y asiáticas con las que entraron en contacto directo a lo largo del siglo XVI. Ahora bien, su supervivencia fuera del viejo continente dependía en gran medida en su capacidad de superar la violencia paroxística que frecuentemente caracterizó los primeros contactos y, sobre todo, de marcar unos límites a la práctica de la misma. Muchas veces estos intentos por acordar unas reglas compartidas que sirvieran para limitar la violencia chocaban frente a un obstáculo clave: las profundas divisiones culturales.

De la misma manera que las cada vez más intensas conexiones globales generaron nuevas formas de violencia intercultural, estas mismas conexiones crearon también la necesidad de encontrar nuevas formas de limitarla. El objetivo principal de este proyecto es ofrecer una explicación a como se contenía la violencia en las fronteras globales de los imperios ibéricos en expansión. Para ello se estudian diferentes procesos de escalada y desescalada de la violencia intercultural en diferentes contextos (desde el norte de África hasta el sudeste asiático) que permiten entender como las sociedades resultantes de la expansión ibérica generaron mecanismos para frenar la violencia intercultural desde abajo.

Investigador principal: José Miguel Escribano Páez

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