Antonio del Corro (1527-1591)

Antonio del Corro (1527-1591)

Jonatán Orozco Cruz, Universidad Pablo de Olavide

Antonio del Corro nació en Sevilla en 1527. Su formación académica y religiosa se desarrolló en la Sevilla de Alonso de Manrique, probablemente dentro del Colegio de Santa María de Jesús, institución que seguía la misma línea en sus planteamientos que la Universidad Cisneriana, donde también estudió Casiodoro de Reina y que otorgó en 1535 la cátedra de Teología a Francisco de Vargas. Tras graduarse ingresó en el monasterio de San Isidoro del Campo, a las afueras de la ciudad. Sin lugar a dudas, Antonio del Corro fue parte activa del conventículo que se reunía en el interior de su monasterio y que cuestionaba algunos puntos de la ortodoxia católica a través del estudio pormenorizado de los textos sagrados.

 

Al parecer Antonio del Corro estuvo muy interesado en las ideas que defendía Juan Gil, y gracias a sus contactos e influencias con la Inquisición accedió repetidas veces a los informes sobre su proceso a finales de la década de 1540 y principios de 1550. Asimismo también leyó los textos de Lutero, Melanchthon, Bucero y Zwinglio, que le llegaban a través de contrabandistas de libros como Julián Hernández, cosa que justificaba diciendo que necesitaba conocer los escritos de estos personajes para poder refutarlos. Por miedo a la represión inquisitorial, Antonio del Corro fue uno de los monjes fugados del monasterio de San Isidoro entre el verano y el otoño de 1557 con un destino claro: la Ginebra de Calvino.

La experiencia de Antonio del Corro en el extranjero estuvo repleta de cambios de residencia forzados en buena parte por la desconfianza que despertaba en algunos referentes calvinistas. Por ello de Suiza fue pasando por Francia, Holanda y finalmente Inglaterra. A la vez que esto sucedía, el pensamiento de Antonio del Corro fue evolucionando desde un calvinismo ortodoxo hacia una especie de ecumenismo cercano al anglicanismo en los últimos años de su vida.

A principios de 1558 el heterodoxo español entró en la Academia de Lausana, un centro de formación calvinista, donde estudió teología, griego, hebreo y arte hasta 1559. La confianza que en principio le otorgó Calvino hizo que tras su paso por Lausana fuera guardián del cantón de Berna durante un tiempo. Gracias a su buena disposición Corro consiguió una carta de recomendación firmada por Calvino para trasladarse y trabajar en la Corte de Albret, donde llegó durante el otoño del año 1559. Allí se dedicó en buena parte a ser el educador del joven príncipe Enrique (futuro Enrique IV) y cultivó la amistad de la reina Juana d’Albret, jugando un papel muy importante en la calvinización de aquella región.

En 1562 viajó hasta Burdeos donde entabló relación con uno de los líderes calvinistas de la ciudad La Fromentée, uno de las primeras autoridades que sospecha de la ortodoxia del sevillano por relacionarse con élites judeoconversas de la misma ciudad y por querer crear una iglesia española en la zona que socorriera a todos los exiliados españoles que se encontraban vagando por diversos territorios huyendo de la Inquisición. Posteriormente se le recomendó desde Ginebra para ser ministro en Toulouse, donde prestó juramento como calvinista el 16 de marzo de 1562. Pronto en el seno de los grupos calvinistas de esta ciudad aparecieron las sospechas hacia Corro y comenzaron una investigación acusándolo de servetismo, cosa que aunque finalmente no se probó, le hizo huir de la ciudad inmediatamente. Durante todo este tiempo sus contactos con otros como Juan Pérez de Pineda o Casiodoro de Reina fueron constantes.

En la correspondencia con el segundo hablaban con bastante frecuencia del proyecto de traducir la Biblia al castellano. Sin embargo, las inquietudes religiosas de Antonio del Corro y las lecturas de textos religiosos de todo tipo, ya fueran calvinistas, luteranos o anabaptistas, hicieron cambiar su postura y para 1567 sus escritos formales incluían algunas anotaciones poco calvinistas.

Probablemente los viajes que realizó y la lectura incansable de este tipo de textos lo hicieron más tolerante, sobre todo ante la incredulidad que le producía que en toda Europa existieran al menos media docenas de verdades absolutas incompatibles unas con otras. En ese mismo año durante el sínodo de Vertueil se condenó las posturas de Corro y éste partió rápidamente hacia Amberes, donde se dedicó a predicar a una élite calvinista judeoconversa, fuera de la cual no encontró demasiados apoyos.

Desde Amberes escribió la Carta a los Ministros Luteranos de la Iglesia Flamenca de Amberes, en la que abogaba por la superación de las diferencias entre luteranos y calvinistas, para practicar una religión de corte ecumenista en la que cada uno debía tener la libertad de creer según lo que Dios le enseñase, apartándose así de las interpretaciones ortodoxas de las nuevas autoridades religiosas reformadas. También desde esta ciudad escribió su Carta a Felipe II, en el que lo instaba a tener piedad con los calvinistas de los Países Bajos y a convocar un concilio ecuménico al que no asistiera el Papa. Su estancia en Amberes terminó ese mismo año. En los albores del desastre de Osterwell, Antonio del Corro huyó hacia Inglaterra.

Poco después de llegar a Londres y relacionarse con las iglesias calvinistas de extranjeros, franceses e italianos, instituidas en la ciudad, tuvo problemas con algunos de sus líderes más destacados. El 17 de marzo de 1569 un comité compuesto por lo más granado del calvinismo inglés lo culpó de maledicencia, calumnia y obstinación, por lo que Corro fue privado del ejercicio de las funciones ministeriales. Sin embargo, Antonio del Corro trabaría buenas relaciones con el conde de Leicester, que sería su protector desde su llegada a Inglaterra hasta el día de su muerte, algo que repercutiría muy positivamente en la carrera del heterodoxo sevillano.

Durante la década de 1570, debido a sus continuos enfrentamientos en el seno de las comunidades calvinistas extranjeras de Londres y su buena relación con las autoridades anglicanas como el conde de Leicester, el pensamiento de Corro se iría alejando poco a poco del calvinismo y acercándose al anglicanismo. Sin duda la primera de sus obras en esta línea fue Tableau de l’Ceuvre de Dieu, en la cual resaltan la ausencia de referencias a la predestinación, pero también a la Trinidad.

Las aspiraciones de Antonio del Corro eran medrar tanto en el ámbito académico como en el religioso, pasar a la primera línea de la sociedad en la que vivía. Estas aspiraciones se vieron satisfechas entre 1574 y 1578, cultivando la amistad y alimentando los mecanismo de patronazgo ingleses. Así fue como consiguió la recomendación del conde de Leicester, primero para ser nombrado profesor de teología por los decanos del Inner y Middel Temples y después para la cátedra de Teología en la Universidad de Oxford. Durante estos mismos años, Corro también consiguió deshacerse de las críticas y los obstáculos constantes que le procuraban sus enemigos calvinistas tanto en Inglaterra como desde el continente.

Finalmente, en 1578 Corro ejercía el puesto de lector en Oxford y, tras un pequeño episodio de desatención de sus responsabilidades y expulsión de la universidad, ocupó el cargos de Censor Theologicus en Oxford, lector de teología en el Merton Hall y otros de catequista en St. Mary’s, Gloucester y Hert Halls. El 16 de mayo de 1579 publicó Paraphrasis and Comentary on Ecclesiastes, donde escribió que la mejor Reforma sería la del renacimiento, por la cual los cristianos dejarían a un lado sus diferencias, después de todo sus ideas no habían cambiado tanto, sin embargo sí lo había hecho su condición en Inglaterra y poco después consiguió la naturalización inglesa. Durante la década de 1582 consiguió dos prebendas anglicanas y ganó influencia en la sociedad inglesa relacionándose con personajes como Philip Sidney, Amias Paulet y Jean Hotman.

En 1588, debido a su frágil estado de salud, Antonio del Corro renunció voluntariamente a sus cargos en la Universidad de Oxford y se retiró a vivir tranquilamente cerca de allí, mientras disfrutaba de sus prebendas. Pasó el resto de sus días acompañado por personas como John Thorie, que le ayudaron en las nuevas ediciones en inglés de todas sus obras, muriendo el días 3 de marzo de 1591.

La impresionante trayectoria de vida desde de Antonio del Corro desde Andalucía a Oxford y desde el catolicismo monástico al anglicanismo pasando por el calvinismo, hacen de él uno de los personajes más interesantes y con más proyección internacional de la reforma sevillana y de la religiosidad del siglo XVI.

“Epistola Beati Pavli Apostoli ad Romanos”, de Antonio del Corro, Londres, 1581 (EEBO: Early English Books Online)

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