Baltasar Arias Pérez
Martínez Montañés, un artista en una época dorada
Fotografía de J. M. Serrano, ABC de Sevilla. San José y el Niño, cuya ubicación habitual es la Real Parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla.
Si por algo se caracteriza el arte andaluz es por la gran proliferación de artistas, de los que destacan un gran número, pero de los que hemos de señalar también su calidad y capacidad artísticas. Es especialmente importante en esta tierra todo aquello que se refiere al arte sacro. Por ello, aún hoy podemos destacar la exposición temporal del escultor e imaginero Martínez Montañés que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Su fecha va desde el 29 de noviembre de 2019 hasta el 15 de marzo de 2020, por lo que quedan unas tres semanas para poder acercarnos a disfrutar del arte de este autor tan conocido, pero cuyas obras no siempre tenemos la suerte de poder encontrar reunidas en unos pocos metros cuadrados.
Juan Martínez Montañés vivió en la Sevilla del Siglo de Oro, en la plenitud de este dorado siglo. El esplendor de las artes y el resplandor de estas en su momento no son más que el comienzo de toda una serie de obras que marcarían la Historia del Arte hasta nuestros días y, me atrevería a decir, que para siempre. El conocido como «dios de la madera» se convirtió ya en su época en uno de los máximos exponentes de la escultura, concretamente, en el ámbito de la imaginería. La importancia de estas obras recae en un pueblo que anhelaba, para profundizar y comprender mejor lo escuchado en los múltiples sermones y homilías, una catequesis más viva, cercana y asequible. ¿Qué mejor manera de conseguirlo que las imágenes? Fue Martínez Montañés todo un referente en este proceso que, lejos de quedarse en el mero modelaje, iba mucho más allá, llegando a lo más hondo y a lo más íntimo del ser humano: la fe.
Los años, más bien siglos, han pasado. Sin embargo, la importancia de las imágenes se ha mantenido hasta nuestros días. De hecho, muchos son los momentos del año en los que esto se hace palpable en el ambiente de las calles de nuestros pueblos. Es por ello por lo que Montañés sigue vivo. No solo lo hace en sus obras, sino en lo que ellas nos transmiten cada vez que las contemplamos. Muchas son las obras que acoge ahora mismo el Museo de Bellas Artes de Sevilla de este autor, y muchos son los lugares de los que ellas proceden. Se reúnen en pocas salas un conjunto muy amplio de obras que están diseminadas en distintos conventos e iglesias, incluso en pueblos que van más allá de las fronteras de Andalucía. Es el momento de aprovechar esta oportunidad de recorrer tanto arte y, quien así lo sienta, tanta pasión y devoción, con obras que generalmente están tan lejos. Esta lejanía no solo se aplica a la distancia física de unas con respecto de las otras, diseminadas por los distintos lugares de nuestra geografía. Muchas de ellas no podemos contemplarlas como quisiéramos por estar en lo más alto de los retablos y tan lejos de lo que nuestra vista puede alcanzar.
Es el momento de deleitarnos con la esencia de Montañés y de aquel prolífero Siglo de Oro. Es el momento de adentrarse por un momento en la vida de este escultor. Es una oportunidad única de respirar y de sentir la pasión de tantos siglos de historia, de arte y de devoción. Es, en definitiva, el momento de vivir el sentir de todo un pueblo, a la vez que de contemplar lo más profundo de este tan querido escultor.
