Una vez más, el periodo veraniego se adelanta en la provincia de Sevilla, y con ello nos llega a la mente una de las fiestas más simbólicas, llamativas y populares, la Velada de Triana. Esta velada se realiza en honor a Santiago (día 25 de julio) y a Santa Ana (día 26 de julio) principalmente, celebrándose durante los días del 21 de julio al 26. Su origen se remonta al siglo XII, cuando el rey Alfonso X tuvo una enfermedad ocular. Preocupado el monarca por su salud, se encomendó a la Virgen realizando una promesa: si se curaba de su problema, levantaría un templo en honor a Santa Ana. Todo se desarrolló perfectamente, por lo que las obras de dicho templo comenzaron en 1266. Desde aquel preciso instante surgió una tradición, que consistió en que los vecinos de Sevilla y su entorno se acercaran a la iglesia, donde el acontecimiento central era la procesión y el culto a la Santísima Patrona de Triana Nuestra Señora Santa Ana. Según el rito ancestral consistía en sacar a la venerada imagen por los alrededores del templo y por la ribera del río Guadalquivir, siendo velada toda la noche, en la víspera del 26 de julio. Al cobrar bastante importancia, tuvo un carácter más popular y se comenzaron a acompañar estas veladas con bailes y cantes en las puertas de algunas casas. La celebración de esta velada, desde sus inicios, prácticamente nunca ha sido interrumpida, exceptuando los años de la guerra civil y la posguerra, que provocó la supresión de esta fiesta durante diez años. Fueron los cultos religiosos el motivo de esta costumbre que dieron orígenes a este festejo y que ha llegado hasta nuestros días con todo su esplendor. Es la fiesta más antigua de la ciudad de Sevilla.

La velada de Santa Ana, actualmente, en el ámbito religioso, se centra en el culto a las imágenes y la tradicional ofrenda floral en la catedral trianera como actos previos a un espectáculo de fuegos artificiales. La velada comienza oficialmente con un pregón a cargo de un personaje destacado, además de entregar los galardones de “Trianero del año”, “Trianeros de honor” y “Trianeros adoptivos”.  Mas tarde, a las doce de la noche del 25 al 26, desde la torre de la catedral trianera, una banda de cornetas y tambores del Cristo de las Tres Caídas interpretan “Los Gozos” y “Las Nanas”, que terminan con un repique de campanas. Luego, las puertas de la Iglesia de Santa Ana se abren para comenzar el besamanos a la imagen.  A las siete y media de la mañana del día 26, se realiza el rezo del Rosario con la imagen de la Virgen del Carmen y la primera eucaristía del día de santa Ana a las once. Ya por la tarde, a las ocho y media, se lleva a cabo la ofrenda floral y la entrega de donativo de los fieles. A las doce de la noche, se produce el espectáculo de fuegos artificiales, poniendo así fin a esta velada.

                         

Desde el acceso por el Puente de Triana, con una portada, hasta la Plaza del Altozano, se observa una calle muy iluminada y con farolillos que hacen sumergirte en un espectáculo veraniego. En la calle Betis se instalan una serie de casetas similares a las de la Feria de Sevilla, cuyo acceso es libre y gratuito, donde se puede degustar el famoso pescaito frito sevillano, jamón ibérico … acompañados de manzanilla, cerveza…. En la plaza del Altozano se instala un escenario donde todas las noches hay espectáculos de muchos tipos, cantes, bailes, concursos de sevillanas… Además, todos los días se puede disfrutar del mercado de alfareros que se instala en el Paseo de la O, o disfrutar de otra serie de actividades que se llevan a cabo en el río como concursos de pesa o piragüismo. Una de las actividades más llamativas es la “cucaña”, que vigente desde 1910, consiste en que los participantes deben recorrer un resbaladizo mástil de madera para alcanzar el banderín que se encuentra al final de este, cayendo finalmente al río. Tampoco falta la “Clásica Memorial Antonio Rodríguez Zeppelin”, una prueba ciclista de 115 km con salida y meta en la plaza del Altozano.

       

Si nunca os habéis pasado por esta celebración os recomiendo que lo hagáis, pues merece la pena pasear por el Puente de Triana iluminado, con unas calles preciosas adornadas con más luces y farolillos, vivir esa experiencia.

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