Carmen Campoy DiazLas minas de Riotinto se ubican en la Faja Pirítica Ibérica, una de las provincias metalogénicas más importantes del mundo, no solo por la cantidad de reservas y depósitos minerales que contiene, sino también por su historia. Esta área ha sido explotada durante más de dos mil años y, de hecho, ya los tartesos y romanos extrajeron minerales como el oro, la plata y el cobre.
Las primeras evidencias arqueológicas de actividad minera en esta área se remontan al comienzo de la Edad de los Metales, aunque fue realmente en los siglos I y II d. C., con la expansión imperial romana, cuando consiguieron su momento de esplendor en la Época Antigua. No obstante, su gran momento de auge en toda su historia minera ha sido con el tránsito del siglo XIX al XX, debido al desarrollo de la segunda revolución industrial europea.
La historia de la Faja Pirítica Ibérica nos demuestra la importancia de este enclave, pero, en concreto, el área minera de Riotinto y su entorno más cercano ha sido siempre uno de los focos mineros y metalúrgicos más importantes. Desafortunadamente, esta intensa actividad minera ha tenido un efecto negativo sobre el medio ambiente, debido a la explotación intensiva e indiscriminada de todos los recursos minerales. Esta incidencia negativa se intensificó especialmente entre 1873 y 1954, momento en el que las minas fueron adquiridas por la compañía inglesa Río Tinto Company Ltd. Estos propietarios invirtieron los recursos financieros necesarios para expandir la explotación minera, antes solo subterránea, al exterior. Esta gran maquinaria dio paso a un modelo de producción sujeto a los efectos de la globalización económica y causó desastres ecológicos como deforestación, acumulación de residuos, cortas inmensas, fundiciones de hornos al aire libre, etc.
Frente a todo este desastre ecológico, que en los últimos años la Junta de Andalucía ha ido intentando subsanar y frenar sin parar el modelo productivo, se ha creado un legado patrimonial arquitectónico y civil importante. Este patrimonio está compuesto por todos los pueblos mineros y su entorno que se fueron creando en esta área y que cuentan con edificios coloniales, chimeneas, puentes, canaleos, ferrocarriles, etc.
Aunque Riotinto es el área minera más conocida, son más de 60 los entornos mineros que han existido en algún período del siglo pasado. Muchos de estos enclaves de explotación no fueron capaces de adaptarse a las nuevas medidas ambientales y, por tanto, pasaron a estar inactivas. No obstante, todos los pueblos mineros que se han conservado y desalojado a lo largo de los últimos siglos sirven actualmente como recorrido museístico y cuentan incluso con visitas guiadas.
Este geoturismo y pasado minero unidos suponen un gran recurso económico y cultural con mucha proyección para la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, ya que permiten recuperar el pasado industrial de estas cuencas mineras. Incluso existe el Museo Minero de Riotinto, pues todo este histórico ciclo minero no solo transformó para siempre la geografía de la comarca, sino que dejó su huella en la fisonomía urbana de poblaciones, barrios y edificios de las poblaciones más cercanas.
Por tanto, retomamos la pregunta inicial y el debate planteado por geólogos y resto de especialistas: ¿forma el área minera de Riotinto parte del patrimonio o la actuación del ser humano en este medio solo ha dejado como resultado un deterioro medioambiental? ¡Déjanos tu opinión al respecto en los comentarios!
Si queréis saber más sobre esta reflexión os recomiendo leer el estudio titulado «Patrimonio natural antropizado del área minera de Río Tinto (España)», realizado por investigadores de las facultades de Ciencias Experimentales y Química de la Universidad de Sevilla y de Huelva.
