Parajes de leyenda: la Peña de los Enamorados

Siempre han existido paisajes característicos, capaces de incitar a las mentes más célebres a crear historias que expliquen el origen del nombre que se ha otorgado a estos lugares. En este sentido, muchas de las formaciones montañosas que encontramos en nuestro país responden a este criterio y a través de los relatos, continúan atrayendo a visitantes de los distintos rincones de nuestro país y del planeta cada año. Uno de los ejemplos más conocidos en nuestra comunidad lo hallamos en el paraje natural del Torcal de Antequera (Málaga).

No muy lejos de este lugar hallamos un emblema provincial de gran belleza: la Peña de los Enamorados. Se trata de un peñón de roca caliza, situado a 874 metros sobre el nivel del mar, cuya visibilidad es notable desde un pequeño tramo de la A-92, entre los municipios malagueños de Antequera y Archidona. La belleza de este entorno se ve reforzada por la presencia de restos arqueológicos que van desde el Paleolítico hasta época romana y que han convertido al conjunto en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como parte del Sitio de los Dólmenes de Antequera.

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A primera vista, lo más significativo de este peñón es la singular forma que tiene. Sobre esta se ha especulado mucho, aunque la mayoría de los expertos lo consideran como una cara tumbada y le han otorgado el nombre de «el indio» por el parecido del perfil del mismo con la habitual imagen que tenemos del mismo. Sin embargo, para poder entender el nombre del lugar, conviene que nos remitamos a la tradición popular, y más concretamente a la leyenda relativas a esta.

Para ello, hemos de retrotraernos a la época medieval, concretamente al siglo XV, periodo del que data la popular leyenda sobre el lugar. Nos situamos en un periodo convulso marcado por las guerras entre cristianos y musulmanes, en el que estos últimos comenzaban poco a poco a ceder los pocos territorios que les quedaban en la Península Ibérica. El último bastión se encontraba en el Reino de Granada, cuya extensión difería de la actual denominación y comprendía unas proporciones algo mayores. Como no era de extrañar, las mayores tensiones tuvieron lugar en los territorios fronterizos. En una de esas zonas, dentro del actual término municipal de Antequera (Málaga), es donde transcurre la historia.

La leyenda comienza con la captura en batalla de un joven cristiano al que algunas crónicas consideran un caballero del rey Fernando I de Aragón llamado Tello. Este fue recluido en la alcazaba de Antequera durante un tiempo hasta que un día, es visitado por la hija del malik  (rey), Tazgona. Ambos se enamoran y mantienen un romance prohibido y secreto, hasta que, llegado el momento, deciden huir juntos al no poder ocultar sus sentimientos por más tiempo. Este hecho desató la cólera del rey musulmán, ultrajado ante tal afrenta, que reunió un ejército que los persiguió para poner fin a su aventura conjunta.

La huida llevó a los desventurados amantes al borde de la conocida peña, donde se arrojaron al vacío fundidos en un abrazo, ante la imposibilidad de permanecer juntos en vida. Este hecho supuso giro radical en las relaciones entre el líder musulmán y el cristiano, que hicieron las paces tras las largas contiendas en las que se habían enfrentado.

Esta historia pudo haberse diluido en el tiempo, pero no faltaron los intentos para revivir su memoria. A este respecto, el humanista Juan de Vilches recogió esta leyenda en su De rupe duorum amantium apud Antiquariam sita (1544) y fue de nuevo readaptada y ampliada ya en el siglo XIX por el literato antequerano Trinidad de Rojas y Rojas.

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A día de hoy, existe una estatua conmemorativa en honor a ambos jóvenes en Antequera y se cuenta que el atardecer dota en ocasiones al paraje de un tono sombrío y rojizo, en recuerdo de la sangre derramada aquel fatídico día. En resumen, se trata de una historia, que, sin duda, hiela la sangre, pero que nos descubre los encantos de un peculiar paraje que ha trascendido en el tiempo y se ha mantenido vivo en la tradición, gracias a su inmortal leyenda.

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Bibliografía 

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