Tras adentrarme a lo largo de estos últimos cuatro años en la historia de Sevilla, mi nueva ciudad, descubrí que en ella habían pervivido más culturas de las que imaginaba. Y es que, desde mi perspectiva como migrante, nunca había oído decir que en la capital andaluza hubiese un templo, por lo que, para mí, este es otro de los lugares recónditos de la ciudad.

Ubicado en la calle Mármoles (barrio de San Bartolomé), se encuentran tres columnas de unos 15 metros de altura que forman parte de la antigua Colonia Iulia Romula, cuando Sevilla se llamaba Híspalis, y cuya función no se ha determinado pero se cree que podía ser un pórtico de acceso a una zona monumental dedicada al Liber Pater.

Pertenecieron a un templo romano (hallado en el siglo XVI) que en su momento estuvo compuesto por seis columnas, dos de las cuales se encuentran hoy en la Alameda de Hércules, ya que se trasladaron por orden del conde de Barajas. Estas últimas están compuestas además por dos estatuas que rinden homenaje a Hércules, fundador mitológico, y Julio César, restaurador de la ciudad de Sevilla, obras del escultor Diego de Pesquera. La última columna por mencionar también sufrió un traslado, en este caso ordenado por el rey Pedro I ‘el Cruel’, que la quería en su residencia, el Real Alcázar, pero durante el camino, cayó y se rompió.

Las columnas de la calle Mármoles. Fuente: https://www.diariodesevilla.es/vivirensevilla/columnas-Calle-Marmoles-legado-romano-Sevilla_0_1738926966.html

Las columnas de la Alameda de Hércules. Fuente: https://sevillasecreta.co/calle-marmoles/

Según indica Carlos Márquez, que realizó un trabajo de investigación de estas columnas, se les asigna a todas el mismo origen, perteneciente a la cronología trajano-adrianea, y corrobora, además, la presencia de talleres orientales en esa misma zona, así como el origen urbano de uno de los capiteles que decoran las columnas de la Alameda de Hércules. Dicho capitel está relacionado con los talleres operantes en la Basílica Ulpia, mientras que el segundo, teniendo en cuenta la semejanza de sus piezas, es procedente del Traianeum de Itálica, ciudad natal de Trajano. Por ello no es de extrañar que el emperador tuviese vínculos estrechos con esta zona y colaborase en alguna obra tanto de Itálica como de Híspalis.

BIBLIOGRAFÍA

 

 

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