En España, el café-concert fue conocido como café cantante. Desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX se convirtió en el centro para presentaciones profesionales de flamenco. Este surgimiento contribuyó de manera decisiva a la profesionalización del flamenco, así como a la homogeneización de estándares artísticos. Por esa época el arte jondo ya se encontraba muy extendido por Andalucía. Incluso en Sevilla despertaba encendidas rivalidades entre artistas. Con los cafés cantantes, el arte jondo dejó de estar reducido al ámbito de lo privado o la espontaneidad en los bares y tabernas y llegó al gran público. A todas las clases sociales. 

Fotografía de Emilio Beauchy de un café cantante de Sevilla, en 1888

Se considera a Silverio Franconetti, padre del cante flamenco, el impulsor del primer café cantante en el número 4 de la calle Rosario, en 1870. No obstante, el crítico Juan Vergillos recoge en «Las rutas del flamenco en Andalucía» (Fundación José Manuel Lara, 2006) que Fernando el de Triana ya dejó escrito en su libro de memorias que el primero fue el de Los Lombardos, inaugurado en 1842. En todo caso, Sevilla llegó a tener hasta 50 escenarios a finales del XIX.

 

 

 

El café cantante del Arenal, el de las Triperas, El Sevillano, Lope de rueda, de las Flores, Alegría, Apolo, Recreo, Botella… Muchos y muy célebres, aunque el más popular fue el Café de Silverio. El fenómeno duró hasta la década de 1920 pues el flamenco revalorizado abandonó entonces los cafés cantantes por los teatros.

Nos adentramos en París y es que el origen del café parisino como lugar público para el consumo de bebidas se remonta a principios del siglo XVII. Aunque durante el primer cuarto del XIX los cafés serían también centros de reunión de pequeños grupos de poetas y artistas. Con la transformación de París por parte del barón Haussmann durante el reinado de Napoleón III, en las décadas de 1850 y 1860, los cafés concierto irrumpieron plenamente como estructuras elaboradas, con un escenario para los actores y una sala (o un jardín en verano) con un aforo de entre 500 y 1500 espectadores.

En ellos actuaron gran variedad de cantantes y actores. Las salas de baile parisinas atendían a una clientela muy diversa. Así, el Bal Bullier atraía a los estudiantes, mientras que el Moulin Rouge, al igual que la sala de baile L’Elysée-Montmartre, acogían a una clientela exclusiva y promovían un cierto grado de desinhibición sexual. En el Moulin de la Galette, frecuentada por la clase trabajadora pobre e inculta, cada baile costaba ochenta céntimos por pareja. En cambio, el Moulin Rouge cobraba a cada cliente, fuera hombre o mujer, una carísima entrada de entre dos y tres francos solo por ver los impetuosos bailes de cancán o chahut.

Café concert parisino pintado por Edgar Degas 1876-1877
Fuente: foto realizada por la autora de la noticia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cuál fue el primer café en Sevilla?

En España, a finales del siglo XIX y principios del XX, los cafés se convirtieron en los lugares de reunión preferidos por los intelectuales de la época. Hoy día, las cafeterías pueblan las ciudades de todo el mundo y cadenas multinacionales especializadas en la venta de café, crecen día a día. Hablamos de Starbucks, que se trata de una de las cadenas multinacionales. Antes de que pusiera sus ojos en la avenida de la Constitución, ya había allí un sevillano sirviendo torrefacto desde hace dos siglos. Se desconoce su nombre y quienes fueron sus propietarios, solo se sabe que fue el primer café de Sevilla y que abrió sus puertas en la extinta calle Génova, frente a la conocida Punta de Diamante.

Se fundó en el año de 1758 y su apertura supuso una señal del renacimiento de la población, del lujo que empezaba a extenderse en la clase media y de la aceptación de ciertas costumbres de países extranjeros. Este café se estableció frente a la Punta del Diamante: en la esquina de las antiguas calles de Génova y de la Mar, en unos soportales.

¿El café es tu pasión? ¿Conoces los mejores cafés en Sevilla?

Quizás después de haber conocido los antiguos cafés cantantes de Sevilla y lo que es el origen del café en la ciudad, te han entrado ganas de tomarte uno. Pues bien, aquí te dejamos resumidamente una pequeña lista de entre otros, los mejores sitios en Sevilla para tomar un café.

 

1. Bar Génova, el café de la antigua calle

Se encuentra en la Avenida de la Constitución, 10 y su nombre, el de Génova, lo recibe porque así se llamó la calle antes de que se remodelara en avenida hasta llegar a ser lo que es. 

2. Cafetería Ochoa, la calidad en el café ante todo

La cafetería Ochoa, una de las más emblemáticas de la ciudad situada en la calle Sierpes. Lo es precisamente por todos los años que tiene de historia. Fue fundada por Rafael Ochoa Vila en 1910, bisabuelo de Alejandra Ochoa, actual encargada general de la cafetería. En relación a la variedad de la que disponen, cuentan con cafés Mocay de distintos lugares del mundo, al ser una mezcla de cafés. De un lado, apuntan desde Ochoa, que la variedad Arábica Lavado proviene de Centroamérica, Guatemala y Honduras, y de la cuna del café, Colombia. Igualmente, el Arábica Natural procede de Brasil, mientras que la variedad Robusta proviene de África y Asia, concretamente de Uganda, Vietnam e India.

3. Café de leyenda, en Confitería La Campana

Confitería La Campana, ubicada en la plaza del mismo nombre. Según el I Premio Tradición Catunambú, se trata de uno de los mejores sitios tradicionales vinculados a Sevilla para tomar café.

4. La Cacharrería, la gran apuesta por el café

Nos adentramos en la calle Regina, 14. Nada más entrar al establecimiento nos encontramos con la particularidad de que es posible dejar una moneda en la pared y pedir un deseo. Pero su nombre viene dado por su decoración, como señala Tatiana López, dueña del establecimiento: «Por los millones de cacharros, cada uno de un sitio diferente. Cuidamos cada detalle y lo hacemos con muchísimo mimo».

5. Café Isolde, con aires de cafetería centroeuropea

Salimos del casco antiguo de Sevilla y llegamos a Cardenal Bueno Monreal, 18, donde nos recibe Otto Moeckel, uno de los propietarios de Isolde junto con Cristina Regidor. Sus orígenes se remontan a noviembre de 2013, en recuerdo a los pequeños y acogedores cafés centroeuropeos. Son especialistas en el café, sobre todo, por la propia concepción del negocio. «Aquí el café es un elemento fundamental», afirma Moeckel. De hecho, la elección del café que comercializan no fue arbitraria, pues después de distintas catas seleccionaron el tipo de café que deseaban ofrecer en el establecimiento.

Fuentes: http://sevillaciudad.sevilla.abc.es/reportajes/casco-antiguo/sociedad-casco-antiguo/el-primer-cafe-de-sevilla

https://sevilla.abc.es/gurme/reportajes-bares-y-restaurantes/sevilla/cafeterias-sevilla-dia-internacional-del-cafe/

https://www.sevillacitycentre.com/los-antiguos-cafes-cantantes-de-sevilla/

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