La resurrección de La Faraona y la pervivencia del acento

Televisión, YouTube, Spotify… todas las plataformas han sucumbido al «poderío», como ella misma dice, de la Lola Flores protagonista del último anuncio de Cruzcampo. En dicha publicidad de esta tan conocida empresa de productos cerveceros, La Faraona vuelve muchos años después de su desoladora despedida de este mundo, regresando al menos de manera gráfica, al ser revivida gracias a las nuevas tecnologías y a la intervención vocal de una de sus hijas, la también reconocida artista Lolita, como bien se aprecia en el siguiente vídeo donde se recoge el proceso de creación de este spot:

La jerezana vuelve a nuestros dispositivos electrónicos para reivindicar la importancia del acento, haciendo un llamamiento a los televidentes u oyentes de este anuncio para que conserven este factor heredado de sus culturas. No obstante, con el término «acento» no viene a referirse a la mera variedad lingüística que caracteriza, pues, nuestras diferentes formas de hablar, sino, como ella misma dice, se refiere a nuestras raíces, a la cuestión del «de dónde venimos» para saber quiénes y cómo somos.

Nuestra cultura enamora, traspasa fronteras y es capaz de conquistar hasta al más frío de los corazones. Si aquel periodista de The New York Times pudo escribir sobre Lola la célebre frase «No canta, no baila, pero no se la pierdan» fue precisamente porque Lola Flores contaba un factor especial, que la distinguía sobremanera del resto de artistas que dicho escritor había conocido y que acabó cautivándolo por completo.

Porque Lola, señoras y señores, era ella misma. Sabía de dónde venía y llevaba su cultura por bandera. Era una andaluza orgullosa que no dudaba en difundir nuestra esencia allá donde iba. En definitiva, era una mujer «empowered» con mayúsculas.

No nos dejemos llevar por el «qué dirán» por culpa de unos generalizados prejuicios que no tienen razón de ser. No nos sintamos avergonzados por pronunciar menos «s» que el resto de la población hispanohablante. No nos sintamos avergonzados por recurrir a la alegría, al desparpajo y al humor siempre que sea posible, a pesar de que otras personas nos tachen de carentes de seriedad. No nos sintamos avergonzados por estar dispuestos a socializar con personas desconocidas aunque muchos otros prefieran adoptar posturas más recatadas en estos casos. No nos sintamos avergonzados por querer pasar horas en las calles acompañados de nuestros seres queridos (en épocas sin pandemias, claramente) aunque el resto de la gente considere esta costumbre y cantidad de tiempo como excesivas. Y por último, pero no menos importante, no nos sintamos avergonzados ni siquiera por no cumplir con las expectativas que se acaban de mencionar: eres igual de andaluz que cualquier otro aunque tu habla difiera ligeramente de la de los demás e incluso no se ciña a lo tradicionalmente asociado como andaluz, y eres igual de andaluz que cualquier otro aunque no seas la persona más aficionada a sus tradiciones. Lo importante, en definitiva, es que verdaderamente te presentes como tú mismo, no olvides tus orígenes y no te escondas en ningún momento. No dejes que nada ni nadie determine quién eres. Solo tú tienes ese derecho y deber.

«Recuerda quién eres» le decía a Mufasa a su hijo Simba en El Rey León. «El acento es tu tesoro, no lo pierdas nunca» nos dice ahora nuestra reina faraona. Sigamos, pues, los consejos de estas personalidades y de otras muchas más para no renunciar jamás a nuestro verdadero yo.

 

Imagen de portada: ABC de Sevilla