Sergio Roldan Amaro
Probablemente la Torre del Oro sea uno de los símbolos más emblemáticos de Sevilla junto con La Giralda o el Puente de Triana. Son muchas las personas que al visitar Sevilla y caminar por sus calles no pueden evitar fijarse en la magnífica torre que se erige a la orilla del Río Guadalquivir.
Muchos turistas escuchar sobre la Torre del Oro se le viene a la mente la imagen de una imponente torre con una gran altura, pero se sorprenden al llegar a Sevilla y verla ya que tiene 36 metros de altura. Puede que al verla su altura “decepcione” pero cuando miramos el conjunto de la ciudad desde el Puente de San Telmo podemos observar una preciosa estampa con La Giralda y la plaza de toros a sus espaldas.
Entre las diferentes creencias populares que existen sobre la Torre del Oro, comúnmente se suele pensar que su nombre se debe a que allí era donde se almacenaba el oro que llegaba a la ciudad. La realidad es diferente, su nombre se debe al reflejo dorado que daba la torre sobre el río en la época de su construcción debido a los materiales con los que estaba recubierta.
La famosa torre fue construida en tres periodos distintos que se pueden diferenciar claramente. El primero fue construido por un gobernador almohade de Sevilla entre 1220 y 1221. La segunda parte de la torre se construyó en el siglo XIV por Pedro I el Cruel. Por último, la tercera parte de la torre se construyó en 1760.
En el año 1868 la Torre del Oro fue casi destruida cuando los revolucionarios destruyeron los lienzos de las murallas para ir venderlos pero los hispalenses consiguieron evitar que la torre fuese hecha añicos.
Dentro de la torre desde el año 1944 hay naval en el que se pueden ver maquetas y diversos documentos históricos.
