¿Una Sevilla Sin Sevillanos?

De todos es conocido el afán del orbe político de acarrear a  la ciudad a la mayor cantidad de turistas posible, de todo el espectro que podamos imaginar. Cuantos más turistas vengan, más exitosa será la gestión municipal. Ven a turismo como el medio de subsistencia de una ciudad gracias a la escasa capacidad para proporcionar distintas alternativas productivas.  Quisiera que constara que no soy anti-turista. Los  respeto tanto que quisiera que fueran menos numerosos para que pudieran disfrutar mejor de los que se les presenta ante sus ojos. Para que no sea una selva en la que bregarse para coger una mesa en un restaurante o para hacerse un selfi delante de la catedral. No quiero que sea una gymkana para poder sacar una entrada para el Real Alcázar, y después la Catedral, y después…  El turismo no es malo, no por favor. Lo que me causa pavor es la masificación turística; el olor a sangre de negocio de los ávidos especuladores que a base de casas con encanto, de hoteles ubicados en antiguos palacetes y los cada vez más numerosos apartamentos turísticos han dejado el casco antiguo vacío de sevillanos. Si, esos a los que deberían hacerlo patrimonio inmaterial para evitar su desaparición. El turismo no es la panacea, también trae consigo fenómenos no tan agradables como la gentrificación, la especulación inmobiliaria y el encarecimiento del precio del alquiler. Esto hace que esa Sevilla que esperan ver y conocer sólo sea la de los edificios, porque difícilmente conocerán a algún sevillano. No me quiero imaginar la llegada de uno inversores de esos que tanto gustan en las planta noble del ayuntamiento pujar por el Quitapesares de Perejil, y poner en su lugar un punto de información turística, como hicieron con la churrería de Angelita en el Postigo del Aceite. ¡Ay! cada vez que paso por allí un domingo por la mañana me parece oler el manjar de pobres, de gratos recuerdos de mi niñez, y también me parece escucharla a ella: «Niñoooo, cómete unos calentitos, ya verás que buenos están. Te van a alegrar la mañana». Hoy podemos contemplar una gran «i» de información turística de venta de autobús panorámico y otros complementos de interés turístico. Nada que ver.

El artículo de referencia es de Gabriel Ramírez, publicado en El Correo de Andalucía del 12 de junio de 2023. Hay otros articulistas y otros artículos que hablan del despoblamiento del Casco Antiguo de Sevilla, pues cada día que pasa la situación es más caótica. El día que Ada Colau decidió poner coto a los apartamentos turísticos en Barcelona, fue noticia a nivel nacional. Los adoradores del dinero se ponían las manos en la cabeza por la osadía de ir en contra de la economía barcelonesa, del caos que suponía cercenar a modo bolchevique la capacidad de negocio de una ciudad. Hoy todos dan las gracias por esa valiente y arriesgada decisión. Barcelona aún sigue siendo Barcelona. Quizás debería haberse hecho antes, pero antes no estaba Ada.

Como he mencionado, el artículo de Gabriel Ramírez es una reflexión en voz alta con datos cuanto menos inquietantes. Recomiendo su lectura,   me permito por otra parte reproducir su párrafo final:

«Este ‘efecto Venecia’ que produce el turismo masivo, o la falta de planes de vivienda social que inviten a los jóvenes a residir en Sevilla, ¿Qué lo provoca, quién lo ha provocado? Hay ciudades que con otro tipo de política municipal está recorriendo el camino inverso. Cada cual que saque sus conclusiones. Por cierto, mientras el mercado laboral y la estabilidad de los puestos de trabajo no mejoren, los jóvenes tendrán que seguir escapando a Madrid o Barcelona. Y eso es una pena.»

Os dejo el enlace del artículo, y añado otro más también muy interesante.

https://elcorreoweb.es/opinion/columnas/sevilla-una-ciudad-llena-de-turistas-y-vacia-de-sevillanos-YI8309155

https://elcorreoweb.es/sevilla/el-turismo-masivo-como-oportunidad-y-como-reto-MK1804493