¿Un hombre de piedra en Sevilla?

En el barrio de San Lorenzo encontramos una calle que desemboca en la Alameda de Hércules y su nombre es casi tan extravagante como la calle y su historia, hablamos por supuesto de la calle «Hombre de piedra». Si nos tomamos la molestia de pasar por ella, a la mitad de la calle, en el cruce con la calle Medina, nos sorprenderá encontrar un torso esculpido empotrado dentro de una hornacina al nivel del suelo en la fachada de la casa n10 de esta calle, pero, ¿por qué?

La leyenda que explica el origen de la misma se origina en el siglo XV cuando había una ley promulgada por el rey Juan II que obligaba a todo el mundo a arrodillarse  ante el Santísimo Sacramento cuando se encontraba en procesión. Esta norma aunque ya no está vigente, aún es visible en la calle Villegas, justo debajo de la famosa cruz de Las Culebras, en la fachada de la iglesia del Divino Salvador, donde se encuentra una lápida de la época que narra la ley:

«El rey i toda persona que topare el Santísimo Sacramento se apee, aunque sea en el lodo so pena de 600 maravedises de aquel tiempo, según la loable costumbre desta ciudad o que pierda lá cabalgadura y si fuere moro de catorce años arriba que hinque las rodillas o que pierda todo lo que llevare vestido»

La calle que hoy se llama «Hombre de piedra», por aquel entonces recibía el nombre de «Buen rostro» y había una taberna. Un día, un grupo de amigos se encontraba en esa misma taberna cuando oyeron las campanillas y los susurros de los fieles que acompañaban en procesión al santísimo sacramento desde la parroquia de San Lorenzo, que iba a dar la extremaunción a un enfermo. Viendo que se acercaba la procesión, todo el grupo de amigos dejó el vino para arrodillarse ante el Santísimo Sacramento, tal y como dictaba la ley. Sin embargo, uno de ellos, llamado Mateo «El rubio» no se arrodilló y además se burló de los otros, afirmando que parecían mujeres.  «Ea, hatajo de gallinas, que os arrodilláis como mujeres. Ahora veréis un hombre terne. No me arrodillaré, sino que me quedaré de pie, para siempre».  Así dijo Mateo, pero repentinamente, un rayo le cayó y quedó transformado en piedra, hundido en el suelo hasta las rodillas. Desde entonces, hace ya más de 500 años que el cuerpo petrificado de aquel blasfemo se encuentra en la calle que pasó a llamarse «Hombre de piedra».

 

Ahora que sabemos la leyenda, ¿Qué es realmente ese busto?. Se trata ni más ni menos que del busto de una antigua escultura romana. En aquella zona existía una zona de termas en tiempos romanos, la cual estaba decorada con esculturas. Con la conquista islámica, tanto las termas como las esculturas se mantuvieron, pero cayeron en desuso y las esculturas perdidas o repartidas, pero una de ellas perduró y aún se conserva.

Si bien es cierto que ya el busto es interesante por su propia historia y valor artístico, esta leyenda le añade un extra que hace que pasar por dicha calle sea al menos un poco mágico y contribuye a la esencia de la ciudad de Sevilla, repleta de historias, leyendas y curiosidades.

 

BIBLIOGRAFÍA: