Universidad Pablo de Olavide (España)

International Journal of Educational Research and Innovation, número 18, 2022

ISSN: 2386-4303

DOI: 10.46661/ijeri.5453

Sección: ARTÍCULOS

Recibido: 13-12-2020

Aceptado: 09-03-2021

Publicado: 19-12-2022

Páginas: 1-16

Perspectiva estudiantil universitaria ante la práctica de valores en profesores

Perspective of the university student on the practice of values in teachers

Gladys Hernández Romero

Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México

gladiolita6@hotmail.com

RESUMEN

La formación basada en valores es un aspecto primordial en la vida de todo ser humano, ya que cuando éstos se van desdibujando por la llegada de una modernidad cuyo centro es el individuo, la sociedad entera se ve afectada en su equilibrio, por lo que los docentes operan como un aspecto clave en el fomento de su práctica, influyendo mediante las palabras y acciones en el salón de clases. Siempre recordando que los valores son además de principios y cualidades que caracterizan a una persona, una guía en los seres humanos para orientar el modo de ser y vivir. Esta investigación fue desarrollada con una metodología de enfoque cuantitativo, donde con la aplicación de un instrumento de 19 ítems a 431 alumnos pertenecientes a una universidad pública mexicana, quienes aceptaron de buena gana responderlo, se buscó conocer su opinión sobre la práctica de los valores en sus docentes. De acuerdo con los datos obtenidos, los participantes aseguran no haber cursado ninguna asignatura en la universidad relacionada con los valores. En cuanto los profesores, a pesar de ser considerados sujetos de inspiración en sus alumnos impulsándolos a ser mejores profesionistas, con cierta frecuencia son susceptibles de quebrantar las normas y valores universitarios.

PALABRAS CLAVE

Universidad; deontología; práctica pedagógica; personal académico.

ABSTRACT

Formation based on values is a primordial aspect in the life of every human being. When these values begin to fade, due to the arrival of a modernity whose center is individual, the equilibrium of the society is affected. Hence, teachers operate as the key players for encouraging them through words and actions in the classroom: always reinforcing that the values are a guide to for orienting the life of human beings. This research was developed with a quantitative focused methodology. It sought the opinion of 431 Mexican public university students through a 19 items questionnaire about the practice of values of their professors. According to the data obtained, the students assured to not have been enrolled in a subject related to values at the university. Regarding teachers, despite being considered inspirational subjects that foster students to be better professionals, with certain frequency they are susceptible to break university norms and values.

KEYWORDS

University; deontological ethics; pedagogical practice; academic staff.

1. Introducción

El conjunto de virtudes que forman parte de la personalidad de todos los humanos genera la base del orden y bienestar social, de tal forma que los miembros de una población se benefician tras la búsqueda de su desarrollo personal o grupal. Se suele referir a este conjunto de virtudes como valores, los cuales son de gran importancia cultural sobre todo en las organizaciones (Martínez, Ruiz y Mendoza, 2013; Amador, et al., 2019).

Para Schmelev y Pavenkov (2017) y Munguía (2019), quien es experto en valores es capaz de hacerlos suyos y de esta forma darle sentido a su propia vida, éstos ayudan a establecer la paz y el orden, por lo tanto, han pasado de ser meras acciones para convertirse en actitudes idóneas que generan ambientes armoniosos y funcionales, lo cual es básico en cualquier tipo de organización humana, desde la familia hasta una empresa privada o de gobierno. Debido a sus cualidades resultan imprescindibles para el correcto funcionamiento y la estabilidad de todo trabajo humano, la carencia de ellos genera ambientes conflictivos e inestables.

Sandoval (2007) señala que los valores colaboran a nutrir y regular la sociedad, dado que éstos establecen la legalidad del orden social y hacen válidas las leyes. Su aprendizaje y la práctica auxilian a cualquier individuo a buscar la mejor manera de desenvolverse en la sociedad actual.

Cuando los valores se van desvaneciendo ante la llegada de una modernidad centrada en el individuo, la sociedad entera se ve trastocada en su equilibrio. Es el caso de esta época, en la que imperan los intereses personales y materiales por encima del bien común. Para que los así llamados valores puedan prevalecer hay una condición sine qua non: el reconocimiento de la existencia del Otro. Pero hoy el Otro resulta un concepto vacío, una especie de presencia indefinida a la que no se reconoce y, por lo tanto, no se le concede su lugar como coprotagonista de la historia del día a día. Ignoramos quién es el vecino, cómo se siente el compañero, de dónde viene aquél que se acerca con una duda, solicitando orientación; en cambio, fabricamos amigos en Face Book y nos comunicamos a través de las más variadas redes sociales con personas a quienes no vemos, que están a miles de kilómetros de nosotros y cuyos nombres reales quizá no conoceremos nunca. Nuestras relaciones son pues, virtuales como ya lo van siendo cada vez más aspectos de la vida. Este giro somete a una gran tensión la dinámica social.

La experiencia irreductible y última de la relación me parece, en efecto, que está en otra parte: no en la síntesis, sino en la cara a cara de los humanos, en la socialidad, en su significación moral. Por lo mismo, en la relación interpersonal no se trata de pensar juntos al otro y a mí, sino de estar o ser enfrente, de cara a cara. (Levinas, 2000, p.65).

Ese estar cara a cara que según Levinas, es la esencia de las relaciones, se va perdiendo como parte del imparable progreso tecnológico, uno de los signos de la modernidad líquida. Y si el rostro del otro se va desdibujando, entonces, ¿cómo pueden desarrollarse los valores?

Hoy prevalecen la incertidumbre y la inestabilidad y el Estado ha ido perdiendo el papel rector que durante mucho tiempo le correspondió. Aristóteles menciona la necesidad de desarrollar las virtudes (valores, diríamos hoy), que han de conducir a una vida armónica y a la felicidad. Y el responsable último de promover los hábitos correspondientes era el Estado. Pero el Estado posmoderno se ha visto rebasado por múltiples factores que han entrado en el juego y que son ahora quienes marcan las tendencias económicas, financieras y hasta culturales en una nación. Es aquí donde entra la escuela como entidad responsable en el desarrollo y el sustento de los valores que contribuyan de manera esencial a la sana convivencia de los miembros de una sociedad. Pero la escuela no está en modo alguno desvinculada de las políticas públicas, sino que funge en cierto modo como un brazo ejecutor de ellas.

Resulta significativo conocer estos valores y darles la importancia que se merecen como pilares del bienestar colectivo. Su aprendizaje es un proceso que requiere tiempo, además, depende de múltiples factores que no pueden controlarse de manera eficaz, de modo que para que un individuo los asimile e interiorice se requiere de un ambiente propicio.

García (2018) apunta que los valores solo pueden concebirse en la naturaleza como un hábito propio que va más allá de los hechos, repercutiendo en los contextos individual y social. Lo que indica que no se asimilan con la misma naturaleza que la información racional. La construcción de un mecanismo interno de valores en cada individuo es, pues más compleja que la construcción del conocimiento.

El presente trabajo se pretende centrar en un análisis sobre los factores éticos y morales desde la perspectiva de los estudiantes universitarios acerca de la práctica de valores en los docentes de educación superior, con la finalidad de conocer los efectos de la presencia o ausencia de valores manifestados por los profesores. La importancia de este aspecto en la labor educativa radica en la efectividad de los profesores para conectar y transmitir acciones éticas a sus alumnos dentro de la institución educativa.

2. DESARROLLO

2.1. Principios de la formación

El ámbito más significativo donde el análisis de los valores tiene una fuerte corriente de estudio es el educativo, dado que posee mayor influencia sobre todos los demás aspectos socioeconómicos debido a que involucra entornos donde las personas crecen y desarrollan sus habilidades, conocimientos y actitudes para luego ponerlos en práctica, y que además se mantiene en continua evolución ya que responde a las nuevas exigencias por los constantes cambios en el mundo. Para Riyadhi, et al., (2020) los valores se presentan y se asimilan dependiendo de si la información enviada está vinculada con la realidad de quien la recibe, si esto ocurre, la práctica de los valores se convierte en un hábito.

Muñoz y Meza (2006) y Vázquez y Hernández (2018) consideran que una formación basada en valores debe ser observada como un proceso amplio e incluyente en cuanto a conceptos y desarrollo de habilidades y hábitos conductuales que lleven a un modelo de organización escolar, que busque regular la actuación profesional.

Esta perspectiva demanda abordar la relación existente entre dos diferentes ambientes donde se fomentan los valores el familiar y el académico. Dos entornos fundamentales para el bienestar humano, en los cuales las personas viven la mayor parte de sus experiencias, es decir, durante la época de la infancia, la adolescencia y la juventud (Castillo, et al., 2019).

En ese mismo sentido, Cano y Casado (2015) señalan que estos espacios no se sustituyen entre sí en ningún momento, sino que se complementan ya que ambos tienen la responsabilidad de elaborar y desarrollar propuestas para el mejor desarrollo educativo. Al complementarse, generan mejores condiciones para el desarrollo intelectual y emocional del ser humano, brindando así una educación moral y ética combinada con una formación académica y laboral.

2.2. Influencia docente

Arendt (2016) estima que la ausencia del sentido común (un sentido tan poco común) es muestra clara de la crisis de hoy. Así, pues, las instituciones educativas están llamadas a atender la formación de los docentes en su actualización, ya no de un campo académico específico, sino en el conocimiento de su propia sociedad. La tarea ingente de contribuir a una re-humanización de la sociedad sólo puede acometerse liberándose de prejuicios y viejas ideas.

El problema de la educación en el mundo moderno se centra en el hecho de que, por su propia naturaleza, no puede renunciar a la autoridad ni a la tradición, y aun así debe desarrollarse en un mundo que ya no se estructura gracias a la autoridad, ni se mantiene unido gracias a a tradición (Arendt, 2016, p. 200).

Los docentes influyen de forma determinante en el aprendizaje de los alumnos, ya que son ellos un modelo a seguir dentro y fuera del salón de clases (Montero y Gewere, 2018), lo cual ofrece una justa pauta para ver los procesos formativos de profesionales a través de un enfoque humanista integrado por una educación basada en la forma de ser y en la instrucción académica (Ayala, 2013), donde los valores, la ética y la moral juegan un rol crucial al igual que el conocimiento racional y las habilidades técnicas necesarias para la vida laboral. Y aquí vale preguntarnos, ¿está la escuela de hoy ocupándose de esta formación en valores para los docentes?, ¿cuáles son las pautas de las que el profesor dispone para encauzar su labor en este terreno? Gran parte de la planta docente de las instituciones educativas está integrada por personal que proviene de una cultura sólida, y ya tan solo la comunicación con los jóvenes de la modernidad líquida es todo un desafío. Otra parte del plantel está conformada, como es lógico, por jóvenes que viven ellos mismos los postulados de la época y a quienes, por otro lado, se tendría que orientar sobre esta cultura de valores humanistas, para que los vivan y puedan, así, ser sus promotores.

Siendo el docente el sujeto de estudio principal, se busca determinar cuál es el actual estado que presenta en cuanto a su relación con los valores, desde el juicio de sus estudiantes. El profesor como integrante activo en los procesos de enseñanza y de aprendizaje constituye una pieza clave en las posibilidades de éxito o fracaso en el ámbito escolar (San Román, et al., 2016). Es indispensable recalcar que los valores son susceptibles a ser alterados o deformados generando comportamientos contrarios a los principios ideales, se llaman antivalores.

2.3. El enfoque docente

La educación superior lejos de ser principalmente un sistema formativo o un mecanismo social viable que genera bienestar a través de la impartición de competencias laborales muestra caminos a los estudiantes para que puedan desenvolverse de una buena forma con respecto al desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Pero para que estos ideales puedan ser asequibles, se debe tener una conciencia general de cómo funciona el mundo en todos sus ámbitos y no solo el laboral (Hernández, 2018). De modo que debe existir la difusión de una educación cabal y para ello, debe constar de un equipo docente global donde los profesores sean personas de principios que fomenten las virtudes humanas, académicas y profesionales, transformando su labor en una cultura de participación generando trabajo colaborativo (Fernández, et al., 2020).

Ochoa y Peiró (2012) argumentan que todo tipo de educación, de forma implícita o explícita trasmite valores. Aunque puede debatirse acerca que los valores, la moral y la ética son cosas que deben enseñarse en el hogar por los padres o tutores, la labor docente no puede evadir la responsabilidad social que implica su existencia más allá del ámbito académico y empresarial. Resistir el concepto de educación integral, sin procurar infundir valores éticos, termina siendo de igual forma un modo de transmitirlos, es decir, ya sea intencional o no, el proceso educativo que promueven los profesores termina siendo un medio para trasmitir la práctica de valores a los estudiantes.

Pero además en la sociedad líquida en la que todo está en movimiento continuo y vertiginoso, el conocimiento no es la excepción. “Todo nace con el sello estampado de una muerte inminente, y emerge de la cadena de producción con una ‘fecha de caducidad’ de uso, ya sea impresa o que se presume”. (Bauman y Mazzeo, 2012, p.19) Y así es el conocimiento que se pretende que los estudiantes obtengan en las aulas. Es por esta razón que la escuela hoy, quizá como nunca en la historia reciente, está llamada a educar para la vida. Y la vida transcurre en sociedad.

Entonces, aprender a vivir y a con-vivir, es la tarea primordial en estos tiempos. Pero ¿cómo se puede lograr esta meta si hay confusión y ausencia de valores que guíen el hacer cotidiano?

3. Metodología

3.1 Diseño Metodológico

La investigación se realizó en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) ubicada en el sur-sureste de los Estados Unidos Mexicanos, el estudio empírico se basó en una muestra intencional o de conveniencia de 431 estudiantes pertenecientes a las licenciaturas en Administración y en Mercadotecnia con el objetivo de conocer su opinión sobre la práctica de los valores en sus profesores.

3.2. Método

El tipo de investigación es cuantitativa, según Cadena et al., (2017) este método está caracterizado por la preferencia subjetiva de indicadores de algunos componentes de ciertos elementos de procedimientos hechos, estructuras y personas.

3.3. Informantes clave

El criterio para determinar la muestra se basó en la elección de estudiantes con un avance curricular igual o superior al 51 %, (esta Universidad tiene como modelo académico la flexibilidad curricular, por lo que el semestre que cursan no siempre coincide con su avance curricular), necesario para estar familiarizado con los valores que practican sus profesores y poder emitir una opinión, no tomándose en cuenta estado civil, preferencia sexual o lugar de procedencia, se carece también de datos como nivel económico y edad.

La identidad de los informantes se mantendrá en total secrecía. En la tabla 1 se muestran datos académicos de la muestra seleccionada.

Tabla 1

Tabla 1. Distribución de los datos académicas y de género de la muestra.

Variable

Frecuencia

Porcentaje

Licenciatura

Administración

276

64

Mercadotecnia

155

36

Avance curricular

51 %-60 %

70

16

61 %-70 %

65

15

71 %-80 %

120

28

81 %-90 %

96

22

91 %-100 %

80

19

Ciclo

60

14

75

17

100

23

50

12

60

14

10°

56

13

11°

30

7

Género

Femenino

245

58

Masculino

186

42

3.4. Instrumento

Para la recolección de datos se procedió a aplicar un cuestionario con opción de respuesta múltiple a 431 estudiantes, éste consta de 19 items obteniéndose una confiabilidad de.798 (alfa de Cronbach), que para Hall (1963) supera el valor mínimo recomendado de.7 El instrumento usado para la medición fue un cuestionario aplicado durante los meses de diciembre 2019 a marzo del 2020 a estudiantes universitarios. En él se les cuestiona su opinión sobre la práctica de valores de los profesores en la Institución Educativa a la que pertenecen. Para hacer la validación se envió a expertos a fin de que evaluaran redacción y descartar errores o confusiones. (Pérez, et al., 2006; Vásquez, 2010; Ahani, et al., 2012). Por lo que se proporcionó un juego con las cuestiones, a cinco profesores expertos en la materia y se le leyó a cada uno, después se hicieron los ajustes necesarios, de acuerdo a sus sugerencias.

3.5. Procedimiento

Se procedió a la localización de quienes pudieran cumplir con los requisitos y después de explicarles el objetivo del trabajo, accedieron de buena gana a responder las interrogantes planteadas.

3.6. Limitaciones

Se considera una limitación el haber obtenido datos de estudiantes pertenecientes a dos de las cuatro licenciaturas que se ofertan en la División Académica, omitiendo a los alumnos de Economía y de Contabilidad. Al ser una Universidad Pública, el no haber tomado en cuenta el lugar de procedencia de quienes participaron en esta indagatoria, resulta una limitación ya que esta Institución de Educación Superior cuenta entre sus matriculados, jóvenes provenientes de todo el estado de Tabasco y estados vecinos, de Instituciones Media Superior particulares y públicas y laicas y religiosas, con diferente tipo de formación académica.

En el cuestionario de respuesta múltiple, se limita al estudiante a elegir las opciones dadas con anterioridad. También se corre el riesgo de falsear las respuestas, por temor a ser después ubicado y señalado.

4. Resultados

De los alumnos encuestados, un 64 % pertenece a la licenciatura en Administración y el 36 % restante a la de Mercadotecnia. El avance curricular oscila entre el 51 % y 100 %

El 58 % son mujeres y el 42 % hombres. El 99 % de ellos respondió de manera afirmativa sobre poseer conocimientos acerca de los valores, el 1 % restante estima no tener conocimiento sobre el tema

Cuando se les cuestionó acerca de considerar si sus docentes manifiestan principios sólidos, el 74 % dio respuesta de manera positiva, afirmando que “Si”, contra el 26 % que respondió “No”. Esto refleja que un porcentaje alto de los miembros del cuerpo docente mantiene un perfil educativo bueno frente a las expectativas de la comunidad estudiantil.

Sobre la perspectiva personal para calificar la formación en valores de sus docentes la opinión varió significativamente, pero se mantuvo congruente con la opinión popular sobre la formación en valores docentes. El 13 % de los encuestados calificó como “Muy bien”, acompañado del 52 % que los consideró solo como “Bien”, es decir, más de la mitad calificó de manera positiva las actitudes y comportamientos, contra el 34 % que mostró su valoración de forma más neutral al calificar como “Regular” estas cualidades, y tan solo el 1 % emitió inconformidades calificando “Mal” al nivel formativo enfocado a los valores que puede deberse a malas experiencias académicas con profesores poco morales o éticos. Ortiz (2017) considera que los valores es una asignatura que debe estar presente en la curricula escolar del nivel básico, de esta forma cuando una persona decida ser docente, contará con esta formación. Ante la pregunta: ¿Los docentes son susceptibles de quebrantar las normas y políticas que rigen a la Institución?, el 56 % de los estudiantes señaló “Sí” contra el 44 % que respondió “No”. Se contrastan las respuestas con las obtenidas anteriormente en las que manifestaron que sus profesores son considerados por ellos como éticos y con valores. Es muy escasa la diferencia entre ambas percepciones, y los resultados dan evidencias desde el punto de vista de los estudiantes, que los docentes son susceptibles a ignorar las normas. De acuerdo con Llivina y Urrutia (2011) el aprendizaje se entiende conectado a los valores y normas, además vinculado al campo afectivo. En la pregunta sobre considerar a los docentes como el principal promotor de los valores en los estudiantes se presenta una diferencia. El 62 % de los encuestados señala a los docentes como el principal ejemplo dentro de las instituciones, sin embargo, un 38 % estima que no. Los resultados se muestran en la tabla 2.

Tabla 2

Tabla 2. Comportamiento de los profesores

Variable

Frecuencia

Porcentaje

Principios sólidos

319

74

No

112

26

Susceptibles de violar las normas y políticas institucionales

241

56

No

190

44

Principales promotores de los valores en los estudiantes.

267

62

No

164

38

A la pregunta si los docentes inspiran a los estudiantes para ser mejores profesionales a través de las clases, un porcentaje asombroso del 83 % (357 estudiantes) admitió que los docentes le inspiran. Los resultados se muestran en la figura 1. Es importante considerar que los procesos de enseñanza y de aprendizaje deben estar basados no solo en la trasmisión de conocimientos académicos, sino también en la formación de profesionales con valores que se comprometan a mejorar el mundo, fomentando la convivencia pacífica (Andino et al., 2019; Cáceres et al., 2020).

Figura 1

Figura 1. Inspiran los profesores para ser mejor profesionista

El 78 % afirmó de manera positiva la presencia de un comportamiento profesional en las prácticas para evaluar su rendimiento académico, contra un 22 % que evidenció lo contrario. De forma congruente el 72 % de la comunidad estudiantil, piensa que los profesores actúan con ética dentro del salón de clases, mayoría que es respaldada con las observaciones en las prácticas para evaluar a los alumnos, y es que el maestro juega un rol importante en el proceso de enseñanza y en la transmisión de valores durante la formación académica de los alumnos, (Ventura et al., 2020).

Nuevamente la oposición a la opinión popular es mínima con un 28 % de los jóvenes con percepciones negativas, dato que, aunque pequeño, refleja una problemática existente que debe estudiarse más a fondo.

El 76 % de los estudiantes señaló que los docentes no solicitan realizar actividades ajenas a las materias, el 24 % afirma haber realizado actividades fuera del aula para recibir mejor calificación, esto, sin embargo, no proporciona puntos positivos o negativos en las actividades extracurriculares que se vinculan a las calificaciones, pero se conecta con los porcentajes negativos en las percepciones de ética y profesionalidad que deberían presentar los docentes. Los resultados se muestran en la figura 2.

Figura 2

Figura 2. Solicitud por parte del profesor para realizar actividades que no marca el programa fuera del aula

El 18 % de los alumnos que respondió “No” al cuestionarles si tenían conocimiento de lo que implicaba trabajar en y con valores éticos, probablemente no recuerde haber cursado la asignatura Ética, obligatoria en todas las licenciaturas de esta Universidad, lo que sugiere la poca relevancia que mostró en el curso durante su primer ciclo, que es cuando se imparte ésta. De igual manera se realizan actividades grupales como pláticas y conferencias dirigidas a los estudiantes y docentes de la institución, sin embargo, solo el 59 % manifestó conocimientos sobre estas actividades contra un 41 % de estudiantes que ignoran estos beneficios que proporciona la universidad.

En lo concerniente al pleno conocimiento de los valores institucionales de la UJAT tan solo el 45 % de los alumnos señala conocerlos. Esta información deja en evidencia una situación interna alarmante del cuerpo estudiantil, poco menos de la mitad de los alumnos desconocen el papel que juegan los valores institucionales, pues de ello depende que los practiquen y hagan valer sus derechos. La percepción de los estudiantes sobre la práctica de valores institucionales en los docentes se ve nublada, de acuerdo con las estadísticas el 50 % de los jóvenes considera que los ejercen de manera efectiva, y en la misma proporción la otra mitad consideró lo contrario (Ver figura 3).

Figura 3

Figura 3. El docente practica los valores institucionales

El 70 % de los alumnos declaró que su profesor asume con rectitud su compromiso como docente dentro del aula, lo cual indica que el clima dentro de las instalaciones educativas es favorable en la mayoría de las clases. Datos que reflejan que aún existen rezagos y puntos débiles en algunos miembros del cuerpo docente. Sobre el ámbito de educación con valores, Rojas (2011) considera que la ética profesional va más allá de un conjunto de pautas que guían el comportamiento profesional. Ésta, es un compromiso que debe cumplirse tanto de forma teórica como práctica.

El 80 % de los estudiantes dice recibir un trato digno y respetuoso de parte de sus docentes, lo cual es un indicador favorable, contrastando con el 20 % restante que no lo recibe. Esta situación es clave para estudiar con más profundidad los valores en la institución, ya que es una obligación brindar un trato digno y respetuoso a todos los estudiantes de cualquier nivel educativo.

En cuanto al manejo de la información personal de los alumnos por parte de los profesores, los datos obtenidos son en concreto favorables, el 92 % de ellos se sienten seguros al facilitar su información, ya que los datos proporcionados han sido utilizados de manera confidencial. Tan solo 8 % consideró lo contrario.

Para efectos de este análisis, la empatía permite mantener una conexión más efectiva a la hora de impartir clases y es una de las cualidades más significativas para los estudiantes al sentirse comprendidos, valorados y correspondidos por sus profesores (ver figura 4). Sin embargo, un 45 % de los participantes en este estudio señala que los profesores no logran tener ese lazo de afecto hacia los alumnos, por lo que no se consideran comprendidos.

Aunque se cuenta con una mayoría en los resultados del 55 %, porcentaje importante de jóvenes que percibe empatía y comprensión en sus docentes, factor importante para la confianza y comunicación, no debe descartarse la opinión de ese otro 45 %.

Figura 4

Figura 4 Los docentes comprenden el estado emocional de sus alumnos y responden de manera positiva y efectiva

El 77 % respondió que los profesores se comunican oralmente de una manera efectiva, correcta y profesional con sus alumnos en el aula de clases. Una vez más la oposición en la opinión popular a favor es pequeña en comparación con el 23 % que no percibe a los maestros en general como respetuosos y amables. Nava y Hirsh (2013) señalan que, en el sistema educativo, la responsabilidad se ha centrado en el profesor. También los estereotipos juegan un papel preponderante, al ser éstos, el conjunto de creencias sobre lo que se puede o no hacer (Ordóñez-Olmedo, et al., 2019).

Es importante recordar que los profesores deber recibir los beneficios de políticas públicas que los cobijen para desarrollar de forma más eficiente su labor a fin de mantener la actualización y renovación de su práctica (Alves et al., 2021).

5. DISCUSIÓN

La función que desempeña el docente no se reduce únicamente a la acción de interactuar y compartir conocimiento acerca de las áreas de estudio de su campo, sino que al mismo tiempo transmite una riqueza en la variedad de información que brinda al dialogar con los estudiantes, y en el caso concreto de los universitarios tabasqueños es el profesor quien los motiva e incentiva a ser mejores profesionistas y seres humanos. Cantú (2018) apunta que en México el rol desempeñado por las Instituciones de Educación Superior en los procesos de transformación es notable. Sin embargo, es conveniente recordar que el docente mismo es parte de esta sociedad de la incertidumbre, en la que las fronteras parecen haberse borrado y los límites de la conducta se han ensanchado de manera impensada hasta hace apenas unos años. Todo (o casi todo) está permitido. Esta condición ha traído lo que Bauman y Mazzeo (2012) llaman una “ceguera moral”, pues las fronteras entre lo ético y lo deshonesto, lo normal y lo anormal, no son claras y parecería que cada quien puede adaptarlas a su propia conveniencia. El docente de la sociedad líquida no dispone ya de ese recurso extraordinario llamado sentido común, pues cada vez tenemos menos cosas comunes.

En una Institución como la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), es importante la impartición de materias relacionadas al fomento de valores, pues “La convivencia escolar implica (…) el respeto de normas que regulen las múltiples acciones y deseos humanos, es decir el cumplimiento de los derechos y de las obligaciones que conlleva” (Ochoa y Diez-Martínez, 2013, p. 668), y efectivamente en el mapa curricular de todas las licenciaturas figura la materia Ética, tan importante en la actualidad.

Los docentes son las personas con mayor influencia tanto positiva como negativa en los estudiantes dentro de las universidades, por lo que es indispensable evaluar a través de la opinión propia de los alumnos las actitudes y comportamientos que presentan los profesores durante su desempeño profesional, esto con la finalidad de indagar sobre su papel como promotores de valores, a través de su actitud y su conducta cotidianas. Se pretende así identificar algunos puntos clave para ser atendidos por las autoridades, con el fin de dotar al docente de las herramientas necesarias para cumplir con esta tarea desde una perspectiva más integradora.

El 50 % de los estudiantes participantes en este estudio, apunta que sus docentes no practican los valores institucionales, lo que lleva a cuestionarse las estrategias de difusión de estos conceptos por parte de la institución para con la población estudiantil.

Esta lectura es pertinente, ya que, en otros cuestionamientos, de orden más específico, los estudiantes reconocen en los docentes la práctica de conductas éticas, acordes con los lineamientos institucionales, como vemos en el resultado del 70 % de estudiantes que reconoce que el docente mantiene una conducta ética. Un porcentaje mayor que el antes mencionado. Otro aspecto que deberá considerarse a partir del primer resultado, relativo al desconocimiento, según los estudiantes, del código de ética de la Universidad, por parte de los docentes, son las estrategias de aprendizaje aplicadas en la impartición de la asignatura Ética que, como se ha mencionado, es cursada por todos los alumnos.

Reyes y Hernández (2019) estiman que es el mismo estudiante universitario quien debe desarrollar el proceso de crear y recrear los valores a lo largo de su vida personal y profesional. Sin embargo, esta afirmación debe considerarse dentro de las condiciones de la sociedad actual, que tiende a fragmentar no sólo el conocimiento, generando una miríada de campos de especialidades, sino las relaciones con el Otro. El Otro es indefinido, es un ser que tiene una función determinada en la vida. Por eso es imprescindible rescatar la dignidad del ser humano. Pero si los jóvenes están inmersos en este proceso imparable de la llamada hipermodernidad o modernidad líquida, como ya se ha mencionado, ¿de dónde, pues, van a asirse? En estas condiciones casi toda discusión sobre principios éticos tiende a perderse o atorarse en un punto muerto. Por eso es importante la participación del docente como guía, nunca como detentador de la verdad o la erudición. Es igualmente importante despejar las dudas sobre aspectos como los valores de la institución. Si los estudiantes tienen claridad en este punto, podrán también mirar su propio hacer, su manera particular de relacionarse con éstos. Además, conocer el ideario de la institución a la que pertenecen, no sólo contribuye a su identidad como miembros de una comunidad, sino que evidencia la importancia que el aspecto ético tiene para la Universidad.

Otro aspecto para analizar como un factor clave es la empatía que poseen lo docentes hacia los alumnos, al respecto Martínez, Branda y Porta (2013) apuntan que la enseñanza no se puede restringir a la impartición de contenidos, debe implicar un bagaje de condiciones apropiadas para que el aprendizaje se lleve a cabo.

Un estudio realizado en Finlandia muestra que la interacción de los docentes con los estudiantes fortalece el aprendizaje y la formación de éstos como seres sociales (Roorda, et al., 2017) lo cual, como ya se ha señalado, es punto fundamental para la contribución de las instituciones educativas a la formación de una ciudadanía responsable y productiva. Aunada a la empatía y a la comunicación, la confianza refleja el nivel de cercanía e influencia que desarrollan los docentes con sus estudiantes; en este mismo sentido y, de acuerdo con los resultados obtenidos, el 79 % de los alumnos siente confianza dentro y fuera del salón con los profesores. Este dato nos indica que hay todavía una parte del estudiantado que no siente libertad para expresarse con los docentes. Este punto puede leerse desde variadas perspectivas, y exige en sí mismo una investigación aparte, ya que escapa a los objetivos de este trabajo. Podemos, no obstante, señalar la posible presencia de un ejercicio de poder de parte del docente, que pone una barrera al viejo estilo. Se trata del poder que, como señala Foucault, (2013) se ejerce desde el saber. Un poder que la misma sociedad otorga, pero que hoy enfrenta un problema: el problema del cambio. Ya se ha mencionado a Arendt, cuando señala la imposibilidad de renunciar a la autoridad y a la tradición, en una sociedad que está cada vez más distante de ellas. Hoy el docente debe encontrar los mecanismos que le permitan mantener la cohesión y el sano orden en el grupo, sin imponer barreras de comunicación.

En este sentido, debería llamar la atención que un 45 % de los estudiantes afirme no sentirse comprendido en el aspecto emocional. Sin embargo, habría que reconocer que es una resultante lógica del abandono en el que se ha tenido la formación humanista en los contenidos educativos. No es sino hasta el curso escolar 2018-2019, que el gobierno federal pone esfuerzos para impulsar la llamada educación socioemocional en el nivel secundaria. Sin embargo, aquí como en tantos otros aspectos, observamos que se trata de proyectos que se limitan a sesiones de capacitación docente, libros y programas, sin ir más allá. Estamos ante un asunto de formación humana, que no se resuelve tan solo con teorías. Además, es de resaltarse que los estudiantes universitarios no recibieron ninguna formación en este terreno, como tampoco la han recibido los docentes, como parte de los programas instituidos por la Universidad. Esta modernidad líquida, por otra parte, tiene la característica de minimizar el autoanálisis; una tendencia a quedarse en la superficie y la simulación, que vuelve casi remota la posibilidad de que por sí mismo el joven busque caminos para identificar sus debilidades en el terreno. Es un tema tan delicado e importante, que estos resultados deberían invitar a la institución a reflexionar sobre la urgencia de tomar medidas profundas y permanentes.

6. Conclusiones

Es importante destacar la formación académica fundamentada en valores, y es en la etapa universitaria en la que debe existir una atención más profunda, debido a que éste es un período utilizado para preparar a profesionales competentes. La universidad ocupa un papel determinante en la vida del estudiante, se considera que durante su trayectoria surge un proceso de consolidación en los valores, los cuales fueron inculcados en su mayoría desde la infancia. Si bien la práctica de valores éticos es una condición básica en cualquier campo de la vida social, es sin duda en las instituciones educativas en donde cobra una especial relevancia, dado el papel que en estos tiempos se les ha asignado, como un pilar de la sociedad.

En el estudio realizado en la DACEA-UJAT se hallaron resultados significantes al tema objetivo, un destacable porcentaje de estudiantes señaló no haber cursado materias relacionadas con los valores, sin embargo, los planes académicos de las 4 licenciaturas en dicha División integran el curso de la materia de ética. Esto refiere un punto alarmante sobre el poco enfoque de valor que dan los jóvenes a cuestiones de ética. A partir de los resultados de esta investigación se puede afirmar que las estrategias de aprendizaje de la asignatura Ética deben ser revisadas y replanteadas, toda vez que gran parte de los encuestados no recuerda siquiera haberla cursado.

Dentro de otros hallazgos sobresalientes de este estudio figura la falta de una comunicación fluida entre docentes y estudiantes, ya que éstos a menudo se limitan en los planteamientos y las expresiones de sus ideas.

En cuanto a la percepción obtenida sobre la práctica de valores en los docentes dentro y fuera de clases, los alumnos apuntan a la existencia de principios en el cuerpo académico, pero en otras respuestas señalan la presencia de antivalores en el contexto universitario.

En este mismo tenor llama la atención la falta de interés de los docentes hacia las condiciones socioemocionales de los estudiantes, limitándose aquéllos a impartir sus asignaturas de manera impersonal, desconectada de la realidad de quienes están llamados a ser protagonistas del proceso educativo.

Los resultados obtenidos son realmente inquietantes, ya que en la mayoría de los cuestionamientos realizados se recolectaron respuestas y diversas opiniones, entonces, da espacio a la existencia de un problema en la División Académica en la cual no a todos los alumnos se les enseña de forma ética y un pequeño porcentaje de los maestros no está aplicando todos sus recursos como promotores de una formación humana basada en valores. En esta Institución, los valores deben ser promovidos por los profesores independientemente de las características particulares que puedan tener los estudiantes.

En este sentido, es vital señalar la importancia del rol docente en el desarrollo académico y profesional para los jóvenes estudiantes, así como la influencia en las prácticas futuras en el terreno laboral.

La Institución académica de educación superior presenta el actual reto de integrarse por personal capaz de cumplir con los requisitos fundamentales, no solo con base en el área de estudio, sino formadores de profesionales éticos ejemplares para la sociedad. Pero, sobre todo, las instituciones educativas tienen ante sí la tarea de facilitar al docente las herramientas para afrontar los desafíos que la educación en valores presenta en una sociedad cambiante, de naturaleza líquida. Todos los hallazgos mencionados pueden ser de utilidad para reorientar algunos aspectos del trabajo docente, de parte de las autoridades universitarias En eso consiste el reto actualmente y es motivo de futuras investigaciones, en las que dar seguimiento a estos profesores y su relación con los nuevos estudiantes, se convierte en prioridad.

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