Nuevas trazas
para
la torre mirador del convento de
Sta.Clara de Carmona
Antonio García Baeza
Universidad de Sevillla
Resumen
El convento franciscano de Santa Clara de Carmona
conoce a comienzos del siglo XVIII su último
periodo de reformas arquitectónicas. Bajo una
coyuntura de bonanza económica el cenobio carmonense plantea la reforma
“moderna” de su inmueble principal que inicia con la elevación de un nuevo
mirador que se convierta en hito de la institución con un claro valor simbólico
y práctico frente al resto de entidades
religiosas y civiles de la localidad.
Palabras clave:
barroco, arquitectura, siglo XVIII, convento,
mirador, torre, Sevilla.
Carmona, Orden Franciscana Menor, Clarisas.
Abstract
The
Franciscan convent of holy Clara of Carmona knows at the beginning of the 18th
century his last period of architectural reforms. Under a conjuncture of economic prosperity the monastery carmonense raises
the "modern" reform of his principal building that
initiates with the elevation of a new viewing-point that turns into milestone
of the institution with a clear symbolic
and practical value opposite to the rest of religious
and civil entities
of the locality.
Keywords: baroque, XVIII Century,
architecture, convent, viewing-point, tower, Seville, Carmona, Franciscan Minor
order, nuns of the order of St Clare.
atrio nº 19 | 2013 ISSN: 0214-8293 | pp. 39-48
1668, Piero Maria Baldi, Panorámica
de la ciudad de Carmona.
“Moradas en común. Hay en el Castillo de
nuestra alma muchas Moradas, unas en lo alto, otras en lo bajo y otras a los
lados, y en el centro, y mitad de todas está la principal, donde passan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma”1
Desde las márgenes de Carmona podemos contemplar el extenso valle del
Guadalquivir, sus terrazas y alcores anegados por el cereal, el olivar y el
girasol que son su razón de ser. Y si nos disponemos al otro lado de la estampa
divisamos su skyline colmado por el
caserío y surcado de hitos que se superponen e imponen a mayor gloria de su
propietario. Dominar el horizonte es manejar urbe y así debieron pensar las
inquilinas del convento de santa Clara cuando en el siglo XVIII deciden
acometer la elevación de una nueva torre mirador.
Antes de entrar en materia debemos indicar
que este cenobio ha sido bien tratado por la historiografía artística andaluza
y en sus trazas se ha querido ver el origen arquitectónico de las microciudades
o macrocomplejos2 monacales hispanoamericanos3,
y el continente de grandes referentes del arte como la serie pictórica sobre la
vida de la santa fundadora de un joven Juan de Valdés Leal.
Y la teoría apenas se sostiene por un escueto
corpus documental aun insuficiente para realizar el estudio
profundo que la institución se merece. Así, ávidos de noticias, hoy aportamos
el hallazgo, transcripción y análisis de la génesis de su torre mirador en las
mismas páginas que hace ya dos décadas se hacían eco del contrato de la fachada colindante.
Torre para mirar y ser visto
Carmona es una de las ciudades andaluzas con mayor densidad
de conventos femeninos. Estas “fortalezas de virtud, «castillos interiores», ciudades
autónomas y cerradas, de muros ciegos”4,
imitan al mundo ordinario tanto en su realidad social —manteniendo jerarquías o reproduciendo festividades— como en su desarrollo urbanístico. Aun más, las recientes
excavaciones arqueológicas del convento de Concepción5 han venido a corroborar
que los cenobios locales no sólo son microciudades sino que es la propia
ciudad fosilizada. Así, tras el claustro que distribuye de manera reticular
las estancias comunes, a saber iglesia, capítulo,
refectorio y enfermería, se desarrolla un viario orgánico
que es el germen del complejo
y cuyo nomenclátor evoca al callejero local. Encontramos en todos los monasterios una “Puerta de Sevilla”
o una “calle san Pedro” por donde se dispersan el cuarto de la abadesa
con un espacio para la sirvienta, la habitación de las monjas legas, la
lavandería, la huerta, la sala de labor, la cocina, etc. Todo lo necesario para
la habitabilidad de la clausura.
Panorámica de Carmona.
Pero prontamente se hace imperiosa la
creación de un medio de comunicación con el exterior. Un ámbito permeable que
permita hacer más liviana la vida monacal. El mirador, por tanto, tiene la
función de ser “honesta diversión y […] edificación moral”6 y, en el caso que
analizamos, un hito de dominio económico y social.
La comunidad de Madre de Dios edifica en
1613 el primer precedente documentado de esta tipología en la ciudad. Fruto de
la apropiación de la última planta de la Audiencia7,
es una estancia rectangular amplia, techada con madera y cegada por férreas
celosías que se disponen hacia la plaza de san Fernando, centro de
celebraciones taurinas, sacras, luctuosas y civiles. Curiosamente, aun conserva los bancos corridos de madera encastrados al
muro y dispuestos ante los ventanales, aunque el mirador que hoy apreciamos es
una copia fidedigna al anterior realizado en 1815.
Los conventos de Concepción y la Trinidad
también tienen construcciones similares. El primero data
de comienzos del siglo XVIII8 dispuesto
a la entrada desde Sevilla y realizado con un discreto diseño. La Trinidad —a
partir de ahora las Descalzas—, por su parte, no posee estrictamente una
estancia para tal cometido sino que hace practicable
la azotea que rodea el tambor de la cúpula del templo y la recorre con una
barandilla pétrea que permite observar panorámicamente el entorno de la iglesia
prioral y el margen de la cueva de la Batida.
Un nuevo mirador con forma de torre
Las clarisas de Carmona pertenecen a la rama urbanista de la Orden, es
decir, a la reforma de la regla rubricada por Urbano IV en 1263 que suaviza el
voto de pobreza y consiente la posesión de bienes comunitarios y personales. Esta norma permite al convento hacerse con
una de las más vastas fortunas de la comarca. De sus posesiones dan buena
cuenta los juros, poderes, arrendamiento, préstamos, ventas, compras y dotes
que se suceden a lo largo de protocolos notariales y que versan sobre caseríos,
cortijos, molinos, atahonas, olivares… en la propia
localidad o en Marchena, La Campana, Viso y Mairena del Alcor, Tocina, Alcolea y Lora.
Bajo esta bonanza económica, y una vez
concluido el repertorio iconográfico de la iglesia, la comunidad franciscana
inicia en los albores del siglo XVIII un importante ciclo de reformas
arquitectónicas que abarcan el coro y el atrio del templo en busca de mayor
capacidad, bienestar y representatividad. Obras que se inician con la ejecución
de la doble fachada en 1705 bajo las órdenes de Juan Antonio Blanco9 y que culminan dos décadas más tarde con la
elevación de la torre mirador. Y, aunque
en principio pudiera parecer que ambas intervenciones no pertenecen a un
programa unitario sino fruto de distinta coyuntura, entendemos lo contrario a
tenor de la filacteria que recorre la parte superior del mirador que fecha el
inmueble en 170710 a
pesar de ejecutarse con posterioridad, quizás atrasada por los acontecimientos
de la Guerra de Sucesión.
Claustro del convento
de santa Clara
En 1724 se “enpezó
/ a hazer el mirador que tiene este conv(ento)
arrimado a / la Pared del choro y haze
esquina a la calle / en que está el torno”11 con el desmonte del viejo
mirador que tuvo un coste de 266 reales12.
Del primitivo edificio no tenemos más noticia que esta breve referencia
contenida en un epígrafe de las cuentas del mirador, pero no debió ser de gran
entidad a juzgar por la nula referencia documental existente. Ni siquiera la
panorámica de la localidad realizada por Wyngaerde en
156713 contempla el edificio, ni
la de Baldi14, un siglo posterior y más imaginativa, lo explicita.
Desde el comienzo las monjas tienen por
prioritaria la liberación del espacio inmediato anterior a la torre que
discurre entre la cara noroeste y la muralla de la ciudad. Un solar que se encuentra
ocupado por un “molinete” de aceite propiedad
de Manuel Bernal que, para más
inri, tiene “inpu-/esta vna memoria de siete reales y / seis maravedís Cada año por el prin-/cipal de Doscientos y quarenta/ reales de
cuyos redditos estava
de-/viendo otros doscientos y quarenta / reales”15.
La propuesta es desmontar el molino “para
ha-/zer Plazuela del Sitio que / Ocupaba, por lo qual el sito de / dicha
Plazuela es de este Convento /
para cada y quando le paresca
labrar cassa en dicho Sitio poderlo / hazer”16. De este modo ensanchan el histórico
viario, cardo maximus,
abriendo un nuevo ámbito público que se refleja en la planimetría contemporánea y del que en la actualidad no queda huella.
La comunidad llega con Manuel Bernal en
1724 a un acuerdo de permuta de dicho inmueble por unas casas con tienda que
poseen las religiosas en la calle del Caño, hoy san Juan Grande, “Co[n] la obli-/gación de que pagase
la demasía //17 del importe del Principal
y / Réditos de dicha memoria”18. El valor en que fue fijado dicho inmueble fue el de tales casas más 2.200 reales que salieron del
arca principal19. Los 30 años de réditos devengados
suman un total de 480 reales20 de
los que se pagaron 390 reales21 y
los otros fueron perdonados por el vendedor.
“Y todo lo susodicho hecho sin licencia / del Prelado, si se quisiera desha-/zer se podría por aver sido sin su / Consentimiento”22.
Las clarisas también se topan con otro
impedimento, la vecina congregación de las Descalzas, que se encuentra en plena
elevación de su templo y que entabla un pleito con la comunidad franciscana por
considerar la altura del mirador una agresión a su intimidad23.
Para frenar la demanda llegan al acuerdo de abonar “Dies
y Ocho mill reales
que se sacaron del / Arca Con patente de nuestro muy reberendo Padre
Provincial […] para que no prosiguiesen en el Pleito con que / pretendían enbarazar la
Obra del mirador”24. Una cuantiosa suma que se reparte en
dos conceptos, “Catorze
mill y Sete-/cientos para Vrgencias
del Convento”25 que se dieron en 26 de
enero de 172526, y 3.300 “para ayuda a hazer / las Tapias de su convento”27.
Las obras del mirador se prolongan desde
abril de 1724 a enero de 1726 y tienen un coste total de 65.75728 reales con 58 maravedís.
De ellos casi el 50 por ciento, 32.905, se emplean en “hornales
del Maestro de Alba-/ñil, Officiales
y peones, y en los Guantes o agassajos” al igual que
ocurre con los carpinteros y herreros, a lo que hay que añadir “almuerzos, Vino
/ y agassajos del Dulze y
Otras Cossas a Varios Sujetos”. El 38 por ciento,
24.900 reales con 27 maravedís, destinado a material.
Vista de la portada y
la torre mirador de santa Clara.
Y el 12 por ciento, 7.952 reales con 31
maravedís, a otros menesteres tales como el desmonte del antiguo edificio, la
creación de un confesionario encastrado en el muro,
la susodicha compra
del molinete y el pleito
con las Descalzas, cantidad que, como acabamos de ver, sólo corresponde a una pequeña
parte de la cuantía final de los mismos.
Se utilizan en la fábrica “99.810
ladrillos, Cornisa / y Alisados” unidos con mortero de cal y yeso. También gran cantidad de madera para
techumbres y pasarelas, hierro para “ventanas Con sus Rejas, Cerraduras,
Clavos”, y “canales” para la cubrición. Para el desmontaje y montaje compran un
caballo con su carro y varias “en sogas,
/ espuertas, cuivos (sic), aguaderas”.
Y para el ornamento adquieren “vna Columna que se puso / en la esquina del dicho Mirador”,
de la que hoy no queda más que la huella
en el chaflán del ángulo
oeste; unas “Vedrieras en la caja de oja de lata, en Colores / aseytes” que seguramente se colocaron en los huecos altos y
hoy tampoco persisten; y un conjunto de “Canales bedriados, bolas y Remates”
blancos y azules que coronan el monumento haciéndose eco de las nuevas
construcciones de la ciudad deudoras de las obras sevillanas de Leonardo de
Figueroa.
La financiación de esta empresa
recae sobre los bienes del propio convento
y sobre dos préstamos, uno de 15.062 reales realizado por particulares29 y otro del Monte
Fidei Comiso30. También, para aligerar la carga, consiguen
beneficios mediante donaciones particulares y venta de material. “Se
cargan Ochocientos y quarenta / y quato
reales de la limosna gra-/tuita que diversas
Religiosas di-/eron para la obra del mirado”31;
venden la piedra del viejo molino en 546 reales y la sacada de la nueva obra en 22 reales y
medio, y “Se cargan quatrocientos y Onze / reales y
por ellos Tre[ze] mill noveci-/entos y Setenta y quatro maravedís de / Dies y Seis palos que sevian en los / andamios”.
Mención aparte merece el confesionario que se
realiza aprovechando la obra. Esta singular pieza se encontraba inscrita en el
muro del evangelio del templo y se componía de dos covachas, una a los pies de
la iglesia y otra en el coro, unidas por una celosía. A un lado se disponía el
sillón para el sacerdote y en el frontero un reclinatorio para la comunidad,
desaparecido en la última restauración del templo. De la obra también se hacen
cargo las cuentas del mirador con un
costo de “Tres mill
quinientos y Setenta y / nueve reales y
treinta y Vn maravedís que se an
gastado en / diferentes Reparos del convento assi de Alba-/nilería Como Carpintería y herreros”32.
Forma, uso y discurso
La torre mirador es un edificio adosado al ángulo
este del complejo monacal. Mide 26,50 metros de altura y en planta es un
poliedro irregular. Comparte muro con el coro por el flanco sureste y colinda
con el compás por el noreste. Toda su
fábrica es de ladrillo e internamente tiene cuatro plantas más una buhardilla
que, al exterior, se trasdosan en tres niveles.
El perímetro externo está enlucido y
recorrido por un despiece de sillares a soga de hiladas alternas en color albero
con llagueado blanco, contrastando con los salientes decorativos teñidos con
almagra. El primer cuerpo es un espacio sólido y robusto sólo interrumpido por
un zócalo y huecos de desigual tamaño cerrados con celosías férricas. A nivel
de la calle se abre una ventana que se adelanta en planta, posiblemente de
posterior construcción que el resto del conjunto y que poseía una rejería de
forja retirada en la última restauración. El ángulo oeste, donde se encontraba
la primitiva columna, es un chaflán que sirve para desahogo del tránsito de
carros y está ornamentado con una cruz sobre ménsula en su parte superior. Un
friso corrido volado separa el primer y segundo nivel en cuyo frente se alojan
dos amplios vanos rectangulares con rejería y a cuyos lados se repite el esquema pero con un solo hueco.
El tercer cuerpo, que se eleva sobre el
caserío, es el único que posee cuatro caras y en él se desarrolla todo el
aparato ornamental. Al igual que la fachada
su tracista “[…] en todo se obliga
a guardar la orden de adquitectura (sic)”33 pero, a diferencia de
esta, debe tratarse de un autor local que no posee la soltura y maestría en el
uso del lenguaje estético y realiza, mediante juegos de albañilería, un orden
compuesto muy particular. En alzado se sucede una estrecha cornisa sobre la que
se apean tres pedestales interrumpidos por otra cornisa más amplia y volada. Tras ella se desarrollan las pilastras,
cuatro en el frente y trasera y tres en los laterales, compuestas por zócalo y
podio partido por otra leve línea, plinto, basa, fuste, capitel plano y cimacio. Continúa
con un doble arquitrabe, cornisa y friso de triglifos
y metopas en las que se inserta
una filacteria hendida en el enlucido. Sobre ellos una cornisa lisa y otra con
dentículos se abren al exterior para crear una gran cornisa de remate. Entre
pilastras se ubican los grandes ventanales enmarcados por potentes molduras y apeados sobre
repisas anguladas que terminan en una bola cerámica. Los vanos traseros, dispuestos hacia el claustro, son ciegos.
El edificio está rematado con un tejado a
cuatro aguas marcadas por espinas de tejas azules y blancas alternas, interrumpido por ventanales cubiertos
con un frontón curvo y tres remates
cerámicos con dado de mampostería girados del eje. En la cúspide un pedestal cerámico sobre el que se apea una cruz de forja.
En el interior hay que distinguir los
espacios de uso externo y de la comunidad. La planta baja se cubre por una
bóveda de cañón con lunetos
apeada en una moldura y da paso mediante una escalera, hoy modificada, a una habitación partida por un arco de medio punto, cegado
hasta hace pocos años, techada
con dos bóvedas
de arista con un plafón
floreado en su centro. Hasta la mitad de esta estancia el acceso se
realiza desde el compás y se ha destinado a hogar del sacristán, a sede de la Sociedad
Arqueológica de Carmona34, a trastero y, en la actualidad, a entrada del centro de interpretación. A la otra mitad de esta estancia,
utilizada hasta hace pocos años como almacén
de enseres y vestuario litúrgico, se accede por unas gradas que parten del sotocoro y que sirven
de comunicación entre todas las plantas del mirador y los dos coros. Este es el
espacio monacal que tiene uso de mirador, distribuidor
y almacén de enseres litúrgicos y ropajes.
La tercera planta es más estrecha y está
cubierta por un armazón de madera de viguería simple. En un momento dado se
encincha mediante tirantes de hierro que se mantienen in situ. Pero la estancia más interesante es la cuarta que se trata
de un amplio espacio abierto por vanos a cuyos frentes se adosan bancos de
ladrillo y desde cuyo centro parte una escalera de caracol realizada en madera
que se yergue hasta la techumbre y de la que parten cuatro paseadoras lígneas apeadas en vigas que conducen a las cuatro ventanas
superiores.
Son las diferentes necesidades prácticas y
conceptuales de las clarisas las que llevan a definir el inmueble como torre y
mirador de carácter tan religioso como civil. Un espacio proyectado tanto para
mirar como para ser visto.
En la práctica este edificio es el
instrumento de unión entre la comunidad de religiosas contemplativas y sus vecinos.
Es decir, el ámbito en el que la ciudad divina y la mundana se encuentran. De
tal modo que, hasta el Concilio Vaticano II,
las clarisas sólo participan del rito exterior tras sus celosías y en días
extraordinarios. Así acontece la jornada del
Corpus Christi, cuando
una vez observado
el desfile de la custodia
de Francisco de Alfaro bajo sus ventanales realizan su propia procesión claustral privada con el ostensorio
sostenido por la abadesa. O en Semana Santa, que tras el paso de las cofradías
repiten miméticamente lo visto en el interior del cenobio. Si bien, el día más
esperado, y donde la permeabilidad de ambos mundos se hace latente, era el de
la romería de la patrona que, según noticia oral, la comunidad disfrutaba sentada
en los poyetes del mirador
y continuaba, tras el paso de la última carreta,
en la huerta del monasterio donde las religiosas, cubiertas
con sombreros de paja, realizaban una comida campestre y disponían un escenario
para divertidas actuaciones de música, baile y
teatro.
Pero no
sólo de fiestas se vive y la última planta de la torre, dispuesta por un
entramado de maderas, responde a la necesidad de obtener una visión panorámica
de trigales, olivares, molinos… hasta donde la vista alcance. Un espacio idóneo para el control de la
economía paralelo al que realizan las cercanas casas palacio, como la del
marqués de San Martín.
Ítem más. La torre
mirador es el elemento con el que las clarisas se hacen presentes en la
ciudad. La verticalidad y rotundidad de sus muros frente al moderado caserío
colindante lo convierten en hito del viario35.
Una realidad potenciada con inteligencia mediante la gestión
de la plaza que la precedía, dado que el solar vacío permite al inmueble imponerse con mayor presencia dentro de la trama urbana y
sobre el perfil de Los Alcores, convirtiendo al edificio, desde el horizonte,
en un castillo y un silo que se impone social y económicamente36.
Finalmente, conviene no dejar pasar por
alto que ante todo se trata de un monumento religioso y que como tal responde a un carácter evangelizador.
Así la torre mirador del convento de santa Clara de
Carmona se debe contemplar icónicamente como un baluarte religioso, un faro que
irradia la cristiandad de sus inquilinas, tal y como indica la cruz que de su
remate. Y, al mismo tiempo, como un
elemento taumatúrgico y profiláctico para la propia comunidad y la ciudad:
“LIBRA-/NOS / SEÑOR // DE TODO / MAL / [ilegible, posiblemente: Y PE-/CADO TER-]//RENO / AÑO 1707
/ ALABADA / SEA LA / SANTÍSIMA
TRINIDAD // SANTO / DIOS / SANTO / FUERTE // SANTO / INMOR-/TAL·”37.
1.
JESÚS, T. de,
Obras de la Gloriosa Madre Santa Teresa
de Jesús, fundadora de la Reforma de la Orden de Nuestra Señora del Carmen de
la Primitiva Observancia, Madrid,
Imprenta de Josef Doblado, 1778, pág. XXVIII.
2.
SERRERA, R. M., Mujeres en clausura: Macroconventos peruanos en el barroco, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2009.
3.
Entre otras citas: BONET CORREA, A., Andalucía Barroca: Arquitectura y urbanismo, Barcelona, Ediciones Polígrafas, 1978, págs. 63-74; GONZÁLEZ ISIDORO, J., “Memoria de los monumentos”, en AA.VV. Carmona: ciudad y monumentos, Carmona, S&C ediciones, 1993, págs. 202-203.
4.
BONET CORREA, A., Andalucía Monumental. Arquitectura y ciudad del Renacimiento y el
Barroco, Sevilla, Biblioteca de la Cultura Andaluza, 1986, pág. 153.
5.
CARRASCO GÓMEZ, I.; JIMÉNEZ HERNÁNDEZ, A.,
“Arqueología de la Arquitectura del Convento de Concepción de Carmona (Sevilla)”,
Carel, 6, 2008, págs. 2499-2582.
6.
BONET CORREA, A., Andalucía…, Op. cit.
7.
GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M., Carmona medieval, Sevilla, Ed. José Manuel Lara, 2006, págs. 154-155.
8.
CARRASCO GÓMEZ, I., “Arqueología…”, Op. cit., pág. 2564.
9.
SAUCEDO PRADAS, C., “El convento de Santa Clara de Carmona: Construcción de su portada”, Atrio: revista de historia del arte, 1, 1989, págs. 11-24.
10.
La transcripción completa aparece al final del artículo.
11.
1726, Carmona, Cuentas del convento 1723-1726,
Archivo del convento de santa Clara de Carmona (ASCC), Obra del mirador, pág.
181. Se anexa la transcripción completa en el apéndice documental.
12.
Ibídem,
pág. 183.
13.
1567, Anton Vanden Wyngaerde, Panorámica
de la villa de Carmona, Biblioteca Nacional de Austria, Wyngaerde 29ª.
14.
1668, Piero Maria Baldi, Panorámica
de la ciudad de Carmona,
Biblioteca Medicea Laurenciana.
15.
1726, Carmona, Cuentas
del convento 1723-1726, ASCC, pág. 126.
16.
Ibídem, pág. 126; ídem, cuentas del arca, pág. 179.
17.
Francisco Fernández de Angulo. Plano general del camino de Carmona al puente del río Corbones. Sevilla, 19 de enero de 1780. Servicio Geográfico del Ejército, armario G, tabla 7ª, carpeta 3ª, número 450.
18.
1726, Carmona, Cuentas
del convento 1723-1726, ASCC, págs. 126 y 127.
19.
Ibídem, cuentas del arca,
pág. 192.
20.
Ibídem,
pág. 127.
21.
Ibídem, obra del mirador,
pág. 183.
22.
Ibídem,
pág. 127.
23.
GONZÁLEZ ISIDORO, J., Carmona…, op.
cit., pág. 205.
24.
1726, Carmona, Cuentas del convento 1723-1726, ASCC, descargo de la cuenta del arca, pág. 190.
25.
Ibídem, cuenta del arca, pág. 192.
26.
Ibídem, pág. 147.
27.
Ibídem, pág. 155.
28.
A partir de ahora los datos aportados
pertenecen al documento
transcrito en el apéndice documental.
29.
1726, Carmona, Cuentas
del convento 1723-1726, ASCC, Pág. 129.
30.
Ibídem, obra del mirador,
pág. 184.
31.
Ibídem,
pág. 150.
32.
Ibídem, obra del mirador,
pág. 184.
33.
1705, junio, 29, “Contrato del convento de santa
Clara con Juan Antonio Blanco para realizar la portada del atrio”, Archivo de
Protocolos Notariales de Carmona. Oficio 4, Roque Jacinto de Santiago 1705, págs. 367-368. Transcrito en SAUCEDO PRADAS, C., El convento…, op. cit., pág. 123.
34.
GARCÍA BAEZA, A., “Aproximación a la Sociedad Arqueológica de Carmona a través de su biblioteca”, Carel, 5, 2007, págs. 2283-2284.
35.
ARNHEIM, R., La forma visual de la arquitectura, Rubí (Barcelona), GG, 2001, pág. 16.
36.
Ibídem, págs. 32-35.
37.
Filacteria que recorre la parte superior del
mirador.
Apéndice documental
1726. Carmona. Cuentas del convento 1723-1726, Archivo del convento de santa Clara
de Carmona (ASCC), Obra
del mirador, págs. 181-185.
“OBRA DEL MIRADOR/ y Los Confessonarios que se
labraron desde los simientos./
“En el mes de Abril del
año de 1724 Se enpezó / a hazer
el mirador que tiene este Conv(ento) arrimado a / la Pared del Choro y haze
esquina a la Calle / en que está el Torno; y
se acavó en el mes de henero
de / 1726 años el qual tuvo el costo siguiente:/
“(Al margen: hornales de Alvañiles) Primeramete. En hornales del Maestro de Alba-/ñil,
Officiales y peones, y en los Guantes o agassajos / de los dichos se gastaron en dicho tiempo Veinte mill y / Setenta y Cinco reales que valen Seiscientos y Ochenta y / dos mill
quinientos y Cinquenta maravedís que se abonan (guión). (Al margen: 682.220)./
“(Al margen: Carpinteros) Yttem. Se abonan quatro mill Ciento y Setenta y dos reales / y por ellos Ciento y quarenta y Vn mill Ochocientos y qua-/renta
y Ocho maravedís que an inportado
los hornales del / Maestro y Officiales
de Carpintero, en Cuya Cantidad / se incluye los Guantes que se dio a los dichos (guión). (Al margen:
141.848)./
“(Al margen: herrero y fierro) Yttem. Se abonan Cinco mill Seteciento y Ochenta reales / y quartillo,
y por ellos Ciento y noventa y seis mill quini-/entos y Veinte y Ocho maravedís que an importado todo el herra-/je
así de ventanas Con sus Rejas, Cerraduras, Clavos, / amolar (sic) picos y Calzarlos, y demás Cosas pertenecien-/tes a hierro que se an gastado en
dicha Obra (guión).
(Al margen: 196.528)./
“(Al margen: Madera) Yttem. Se abonan Seis mill Ochocientos y Sesenta y quatro / reales, y por ellos Doscientos y treinta y tres mill trescien-/tos y Setenta y Seis maravedís que an importado Toda la ma-/dera que se a gastado y servido en el mirador en tras-/portes y conduciones (guión). (Al margen: 233.376)./
“(Al margen: Cal) Yttem. Se abonan Tres mill Trescientos y treinta y vn reales y / medio, y por ellos Ciento y Treze mill Doscientos y Setenta / y vn maravedís que costaron
quinientos y cienquenta y nueve / Cahices de Cal a diferente precio (guión). (Al margen: 113, 271)./
“(Al margen: Ladrillo) Yttem. Se abonan ocho mill quatrocientos y Treinta reales y quatro
/ reales y por ellos Doscientos y ochenta y Seis mill
Seisciento Veinte
// 182 y ocho maravedís que an inportado en 99.810 ladrillos, Cornisa / y Ali- sados que
se an gastado en el dicha [obra] (guión).
(Al margen: 286.628)./
“(Al margen: Yesso) Yttem. Se abonan mill
ciento setenta y nueve reales y por
el / quarenta mill y
Ochenta y Seis maravedís que se an
gasta-/do en 323 ½ quintales de Yesso Con sus partes
(guión). (Al margen: 20.086)./
“(Al margen: Piedra y / Columna) Yttem. Se abonan Setecientos y
Ochenta y Seis reales que / Valen
Veinte y Seis mill Setecientos y Veinte y quatro / maravedís que se gastaron en mill doscientas y quatro / Cargas
de Piedra y en vna Columna que se puso / en la
esquina del dicho Mirador (guión). (Al margen: 26.724)./
“(Al margen: Almuerzos) Yttem. Se avonan Dos mill Ochocientos y Ochenta y Ocho reales / y quartillo, y por ellos Noventa
y Ocho mill Ciento y Noven-/ta
y nueve maravedís que se an gastado en almuerzos,
Vino / y agassajos del Dulze
y Otras Cossas a Varios Sujetos (guión).
(Al margen: 98, 199)./
“(Al
margen: Sogas) Yttem.
Se avonan quinientos y tres reales y por ellos Diesisi-/ete mill Ciento y dos maravedís
que se han gastado en sogas, / espuertas, cuivos (sic), aguaderas
y otras menu-/dencias (guión). (Al margen: 17,102)./
“(Al margen: Carro y /
Cavallo) Yttem.
Se avonan quatrocientos y
Sesenta y Cinco reales y me-/dio, y
por ellos quinze mill
Ochocientos y Veinte y / Siete maravedís que se han
gastado en Vn carro y Cavallo / para acarrear
materiales en la Obra (guión). (Al margen:
15,827)./
“(Al margen: Canales / Vedriados) Yttem. Se avonan Doscientos y Veinte y Ocho reales y Tresquar-/tillos, y por ellos
Siete mil Setecientos y Setenta y Siete / maravedís que se an
gastado en Canales bedriados, bolas y Remates de
dicho mirador (guión).
(Al margen: 7,777)./
“(Al margen: Canales) Yttem. Se avonan Trescientos y Sesenta y tres reales, y por ellos / Doze
mill trescientos y quarenta
y dos maravedís que Se an / gastado en Canales Para dicho Mirador (guión). (Al margen: 12, 342)./
“(Al margen: Vidrieras / Colores) Yttem. Se avonan
Trescientos y Sesenta y dos reales y por ellos Doze /
mill trescientos y Ocho maravedís que se an gastado en quatro / Vedrieras en la caja de oja de
lata, en Colores / aseytes y Otras menu- dencias para dicha
Obra (guión).
(Al margen: 682.220)./
“(Al
margen: Religiosas Descalzas) Yttem. Se avonan Tres mill y Trescientos reales,
y por ellos Ciento y / [docemil doscientos maravedís] //183 a las Religiossas Agustinas descalzas para que desistie-/zen del Pleito que intentavan
por registrarse desde / el mirador parte de su Convento (guión).
(Al margen: 112,200)./
“(Al margen: Canbio)
Yttem. Se avonaron trescientos y noventa reales que se le diero[n] a / Don Manuel Bernal, Cuya cantidad excedía al / Valor de la Cassa
que se le dio a dicho Cavallero por aver / este Cedido el Sitio donde estava
el que Co-/munmente llaman Molinete frente el mirador
/ que oi está hecho Plazuela y dicha cantidad Vale / trese mill Doscientos y Sesenta maravedís (guión). (Al margen: 13, 260)./ […]
“(Al margen: Mirador
/ Viejo) Yttem. Se avonaron Doscientos y Setenta y Seis reales y por / ellos Nueve mill Trescientos y Ochenta y quatro maravedís / que tuvo de Costo el deshazer el mirador
Viejo (guión). (Al margen: 9.384)./
“(Al margen: Montefidei) Yttem. Se avonan quatroCientos y Veinte y
Siete reales / y Veinte y Seis maravedís
que se dieron al montefidei / Commisso
(sic), Con los quales queda pagado hasta / Diziembre de 1725, y dicha Cantidad Vale Catorze / Mill quinientos y quarenta
y quatro maravedís (guión). (Al margen: 14.544)./ […]
“(Al margen: [Reparos]/ en el Convento) Yttem. Se avonan
Tres mill
quinientos y Setenta y / nueve reales y
treinta y Vn maravedís que se an
gastado en / diferentes Reparos del convento
assi de Alba-/nilería
Como Carpintería y herreros, y dicha Canti-/dad Vale ciento y Veinte y Vn mill Setecientos / y dies y siete maravedís.
(Al margen: 121,717)./
“(Al margen: Más fierro / para / el Mirador) Yttem. Se avonan
Mill Doscientos y Setenta y dos reales,
/ y por ellos quarenta y tres mill
Doscientos y qua-//185renta y Ocho maravedís que se a
gastado en fierro para el / Mirador Nuevo, además de la Cantidad que en / el va
[ex]presada. (Al margen: 23,248)./
“(Al margen: Madera / el mirador) Yttem. Se avonan mill ciento y Treinta y siete reales y ve-/inte y siete maravedís que se an gastado en madera y / sus portes para la Obra del mirador nuevo Cuya / Cantidad es, además de la ya expresada, y por / ella Se avonan Treinta y ocho mill Seiscientos y / Ochenta y Cinco maravedís. (Al margen: 38.685)./”
Fecha de recepción: 07-10-2010 Fecha de aceptación: 15-06-2011