
Fig.1. Talla de
María Manrique en la capilla mayor de la iglesia del monasterio de San
Jerónimo, Granada.
María Manrique de Lara.
del Renacimiento italiano en Granada*
Universidad de Granada
El presente artículo versa sobre María Manrique de Lara
Figueroa, una noble humanista cuya cultura artística la convierte en un
personaje capital en la promoción del arte renacentista andaluz e italiano
durante las primeras décadas del siglo XVI. El análisis de las crónicas y
noticias publicadas, ampliadas con documentación inédita, demuestran la
relevancia de la Duquesa en un mundo eminentemente masculino. Su excepcional
personalidad, adelantada a su tiempo y honrada en las cortes de España, Francia
e Italia, le permitió valerse de las letras, la cultura, el arte y las redes
sociales en beneficio de su linaje, encabezado junto a Gonzalo Fernández de
Córdoba, el Gran Capitán. Todo ello, materializado en un extraordinario legado
artístico que la ensalza como una de las principales introductoras del
Renacimiento en Granada.
Palabras clave: Mecenas,
Monasterio de San Jerónimo, Gran Capitán, Granada, Italia, siglo XVI.
This article is about Maria Manrique de Lara Figueroa, a noble humanist whose artistic
culture turn her into a capital person to promote the Renaissance in Andalusia
and Italy during the first decades of 16th century. The
published and unpublished documents, show the importance of the Duchess in a masculine world. Her
exceptional personality, advanced
for her age and admired in Spain, France
and Italy, allowed for her using literature, culture, art and social
networks to improve her lineage
headed with Gonzalo Fernandez de Cordoba, the Great Captain. Everything becomes
a reality in an extraordinary artistic legacy and praise
her to the skies as one of the most important patrons of the
Renaissance in Grenade.
Keywords: patron, Saint Jerome’s Monastery, Great Captain, Grenade, Italy, 16th
century.
*
Este artículo se inscribe
en el Proyecto I+D: «La copia pictórica en la monarquía hispánica (siglos XVI-XVII)». Programa
estatal de fomento
de la investigación científica y técnica de excelencia. Referencia: HAR2014-52061-P. (Fecha
de concesión 2015).
atrio nº 21 | 2015 ISSN: 0214-8293 | pp. 40-53
Introducción
A lo largo de los años, el nombre de María Manrique se ha vinculado al Monasterio de San Jerónimo de Granada y al Gran Capitán. Por ello destaca que sea éste el primer artículo dedicado íntegramente a su biografía1 y el primero en profundizar sobre el significado de su patronato.
Tradicionalmente el patronato ha sido una cuestión masculina; sin embargo las últimas investigaciones2 revelan la existencia de numerosos patronazgos femeninos ostentados por mujeres que gozaban de cierta autonomía: miembros de la familia real, o estrechamente vinculados a ella, monjas o viudas3. En este sentido la biografía de María Manrique resulta especialmente interesante porque la pertenencia al linaje de los Manrique4 la entroncaba directamente con la dinastía Trastámara y también, por las excepcionales habilidades como administradora del patrimonio y como mujer autónoma demostradas al encabezar su casa mientras su marido, Gonzalo Fernández de Córdoba se encontraba en la Guerra de Granada (1482-1492)y en las contiendas italianas entre 1495 y 1504. Cualidades acrisoladas tras enviudar en 1515. Todo ello, indudablemente, contribuyó en la forja de su personalidad convirtiéndola en mujer de su tiempo que difundió los modelos artísticos, sociales y culturales aprehendidos durante sus estancias en Génova e Italia y materializados en un extraordinario legado artístico y cultural.
María Manrique en el tránsito a la
modernidad
Si la memoria de Don Fadrique de Manrique de Castilla Señor de Baños,
no fuere por si tan ilustre y esclarecida, bastaría solo la producción desta
grande hija, para darle esplendor, y claridad: porque fuera de los excelentes dotes, que la concedió
la naturaleza, fue una de las mayores Señoras de su tiempo, y dichosísima, no
solo en poder representar toda la autoridad de sus grandes abuelos; sino en
lograr el consorcio del primer Capitán de Europa, y en dejar larga y feliz
posteridad, que comprehende mucha de la primer nobleza de España5.
Con estas palabras presenta el cronista Luis Salazar a María Manrique (¿?- Granada, 1527). No tenemos noticias sobre su educación, sin embargo, en el grado de conciencia personal que demostró a lo largo de su vida, se manifiesta cierta formación intelectual que seguramente aprendió de su madre.
Al igual que sus hermanas6, don Fadrique eligió un noble caballero para desposar a su hija, así que cuando Gonzalo Fernández de Córdoba enviudó, apoyado por el rey Fernando, María Manrique (dama de cámara de la reina Isabel7) se postuló como la candidata idónea8. En efecto, según el historiador Pérez de Ayala “jamás se vio casamiento más proporcionado pues eran tan iguales las virtudes y prendas de los desposados que no se puede determinar quien participaba en grado más heroico”9.
El enlace se produjo el 14 de febrero de 1489 en Palma del Río e inmediatamente el matrimonio trasladó su residencia a Íllora. Allí María se encargó de ornamentar lujosamente la fortaleza incorporando tapices, ajuares y creó un centro cultural donde acudían invitados de la zona y también de la ciudad vecina de Granada10.
La constante marcha de Gonzalo a las campañas de la Guerra de Granada (1482-1492) dejó a María al frente de la casa dónde demostró su implicación social y política; tal y como se manifestó en la rápida intervención que ejerció tras el incendio de Santa Fe de 149111. Cualidades acrecentadas durante la intervención de su esposo en Italia.
La construcción del ideal renacentista: la
primera estancia en Italia (Nápoles,1506, y Génova, 1507-1509)
Tradicionalmente las victorias conseguidas por Gonzalo en Italia (que le valieron el sobre nombre de “El Gran Capitán”) se han vinculado a sus inigualables habilidades diplomáticas y militares. Sin embargo, también es preciso analizar el papel primordial ejercido por María. En efecto, en 1500 personalmente pidió12 al secretario de los Reyes Antonio Pérez Almazán, la suspensión de los pleitos de Gonzalo Hernández mientras se encontraba en su servicio y también fue la encargada de recibir los fondos que destinarían a financiar la campaña contra los turcos al año siguiente13. Así pues, comprobamos la implicación de María en la aventura italiana del Gran Capitán, materializada en 1504 con el reto de establecer una corte definitiva en Nápoles, y el consecuente traslado de la “Duquesa su mujer e hijas y toda su casa”14.
Esta marcha a Italia en 150615 se presenta como un hito fundamental en la vida de María Manrique: en primer lugar porque a su llegada se convertiría en la virreina de Nápoles (junto al principal representante del poder real en tierras italianas) y también por la oportunidad de residir en Italia: epicentro político, económico y cultural de Occidente y cuna del Renacimiento.
El hecho de que María encabezara la comitiva en solitario le otorgaba un protagonismo inaudito que le permitió gozar de los numerosos privilegios, obsequios y cortesías prestadas por las insignes personalidades que halló a su paso.
El primer gran encuentro16 fue con Fernando “el Católico”17 y su segunda esposa Germana de Foix18. Las crónicas cuentan como en plena travesía las comitivas se encontraron y los Reyes insistieron en invitar a la Duquesa para que pasara a sus galeras. Sin embargo, ella argumentó que venía mala y finalmente continuaron el viaje por separado.
Consecuentemente decidieron “tomar tierra hasta que se sintiese mejor”19 y la primera parada fue en la ciudad francesa de Génova. Allí fue recibida por Ravastain (el gobernador de la ciudad) como si de una personalidad real se tratara; la esperó en el puente, se arrodilló a sus pies y le besó la mano en señal de la “fidelidad” y del agradecimiento que profesaba al Gran Capitán. Seguidamente la Duquesa y sus hijas fueron aposentadas en la casa principal donde les regalaron joyas y otros objetos20.
Cuando la Duquesa mejoró prosiguieron su viaje21. El siguiente descanso debía ser Roma pero, para agilizar la travesía, decidieron parar en los aledaños. En este caso, fue el Papa quien mostró su consideración por la Duquesa enviando a varios cardenales y caballeros de las familia Ursini y Colonna22. Ante tales favores ella respondió “que suplicaba á Su Santidad la perdonase, porque venía mal dispuesta y porque tenía nueva que S(u) A(lteza) se quería volver á España”23.
La Duquesa llegó a Nápoles en noviembre24 de 1506 desde el puerto de Gaeta25. Como era usual, desembarcó por el ponte di mare26 donde la esperaba Gonzalo y el resto de autoridades. Seguidamente, disfrutaron de la ciudad de Nápoles engalanada, donde se realizaron juegos y festejos para celebrar la culminación de la corte virreinal del Gran Capitán27.
Después de los actos oficiales, “los Reyes y los señores y señoras de la ciudad”28 se acercaron a su residencia en “Castello Capuano, adonde estaba la casa tan aderezada que ningún Rey ni Principe la podía tener mejor”29, gozosos por el recuentro con la señora y sus hijas30.
En la documentación no se notifica la participación de María Manrique, virreina consorte, en las ceremonias (religiosas o civiles) ni en los sucesos acontecidos durante su estancia en la ciudad. Esto hace suponer que la mayor parte del tiempo permaneció en su palacio al cuidado de sus hijas. Sin embargo, teniendo en cuenta la implicación social y política que había demostrado la Duquesa, no es de extrañar que se relacionara con las familias nobles de la ciudad y, sobre todo, de los Ursino y Colonna31.
En esta atmósfera, la omnipresencia del Gran Capitán32, acrecentada por inestabilidad surgida tras la muerte de Felipe “el Hermoso”, contribuyó a la premura de la vuelta a España de Fernando “el Católico” y de los Duques. Por consiguiente, el 25 de febrero de 1507 el rey nombró a Juan II de Ribagorza, conde de Ribagorza, virrey de Nápoles y el 27 de junio las galeras de la Corte Real, y las del Gran Capitán partieron de vuelta a España33.
En el viaje de retorno estaba prevista una entrevista con Julio II en Civitavecchia, donde se pactarían las condiciones para el establecimiento de Gonzalo en Roma, y otra en Saona con el rey francés Luis XII. Sin embargo, finalmente se decidió no acudir a Roma para no enturbiar, aun más, las relaciones entre ambos estados34.
Para llegar a Saona, Génova era paso obligado. En la ciudad fueron recibidos por Ravastain que, además de ofrecerles obsequios, acompañó a las ilustres familias por la ciudad, destacando la visita a la Iglesia Mayor donde se veneraba la reliquia del Santo Catino35.
En esta visita a Saona, detallada en las crónicas, se percibe la profunda admiración que Luis XII sentía por Gonzalo36, así como el respeto que sentía por la Duquesa, a quien visitó varias veces durante el banquete de despedida del 30 de junio. Una actitud servicial que el rey reafirmó a la mañana siguiente dándole “su litera para que fuese (a Génova) por tierra acompañada por muchos señores y caballeros y donde fue muy bien recibida”37. De este modo, mientras las galeras reales y ducales partían rumbo a España, la Duquesa volvía a Génova “hasta que recobrara su salud”38.
La estancia de la Duquesa en Génova
(1507-1509)
Este episodio es tan apasionante como desconocido. La única referencia a la misma se encuentra en una carta que envía el Embajador de Venecia al Rey Católico en 1507: “la Duquesa viene á Roma, aunque desto y de todo será lo que Dios quiera; pero tengo por grande inconveniente39 (…) la estada de aquella mujer en Italia, fuera de lo suyo y de la jurisdicción y mando de V. A., en demás estando sana”40. Estas líneas verifican la permanencia de la Duquesa en Italia meses después de la marcha de Gonzalo, y muestran una desconfianza, que sugiere que durante este tiempo María fuera la encargada de concretar los asuntos que Gonzalo dejó pendientes: las relaciones con Roma y los Estados de Nápoles. En este sentido, cuando el rey Fernando tuvo conocimiento de la misma comenzó a reclamar su vuelta a España.
El regreso a Granada de María y su corte comenzó a gestarse el 14 de marzo de 1508 por el secretario del rey, Antonio Pérez de Almazán41, pero Beatriz (la hija mayor y heredera de los Duques), cayó enferma42 y el viaje se retrasó hasta marzo del año siguiente.
Fue entonces
cuando el rey Fernando intervino
para agilizar el regreso
de la Duquesa de Terranova, sus hijas y criados. Por ser “ella persona
digna de merecimiento”43, el rey envió cartas de agradecimiento a las autoridades genovesas y el mismo
rey francés se encargó
de anunciar el paso de las naos. De este modo, en la primavera44
de 1509 la comitiva de la Duquesa
arribó a España concluyendo así su primera
estancia en Italia45.
Una Corte “A la manera italiana” en Loja
Como resultado de las experiencias adquiridas en Italia, y, a pesar del firme convencimiento de su retorno los Duques46 decidieron establecer en Loja una corte que reproducía los modelos renacentistas aprehendidos en Italia.
La “gran casa”47 de Loja estaba compuesta por más de 50 caballeros y en ella el Gran Capitán se encargaba del cultivo de las letras y de las artes militares, llegando a constituir una “escuela de gramática” donde, también, enseñaba a los pajes48. Mientras tanto, el cuidado de los pequeños corría a cargo de “la Duquesa su muger para egercitar sus cuerpos en obra y platica de cómo se ha de ofender el enemigo con menos peligro, de tal manera unos á otros en este uso se enredaban ordenados, que el arte los igualaba con lo que les fallecía en las fuerzas”49.
De esta forma, en Loja se conformó una corte humanista en la que los numerosos sirvientes y criados convivían en armonía con los distinguidos visitantes (diplomáticos, embajadores, artistas y humanistas)50 que acudían en busca del consejo y el conocimiento del Gran Capitán y de su esposa.
El patronato de la Duquesa: el arte
renacentista al servicio del Gran Capitán
La autonomía que se deduce de los acontecimientos relatados en las crónicas, sin duda estuvo subordinada a su condición como esposa y madre51. Por tanto, es, tras la muerte de Gonzalo (el 2 de diciembre de 151552), cuando la María Manrique adquiere el protagonismo absoluto ensalzándose como garante de la perpetuación de la memoria del Gran Capitán.
Antes de su muerte, el día 1 de diciembre, Gonzalo otorgó testamento, y “después de ordenar se dijesen 50.000 misas por su alma encomendó a su mujer, María de Manrique aplicase sus bienes en la forma que de antemano le había indicado”53. Además, “mandó se le depositase en San Jerónimo para que luego se sepultase definitivamente donde eligiese su mujer”54.
A lo largo de su vida, la Duquesa había establecido fuertes lazos con las más altas autoridades políticas (monarcas hispanos y franceses, nobles italianos, genoveses, etc) y eclesiásticas (Alejandro VI, Julio II, Clemente VII); personalidades que, a su vez, se convirtieron en los grandes mecenas del arte renacentista en Europa. Además, María había demostrado sus habilidades diplomáticas y como administradora del patrimonio; por ello no es de extrañar la firme disposición de patrocinar la construcción de la Iglesia de San Jerónimo y hacer de la capilla mayor su lugar de reposo y el de toda su familia.
El objetivo prioritario, para la realización de tan magna obra, era obtener financiación. María Manrique, como albacea del testamento de su marido, había heredado una holgada situación económica. Esto la dotó de cierta libertad personal y económica para gestionar directamente los bienes patrimoniales. No obstante, en 151655 consolidó su poder modificando el testamento del Gran Capitán y revalidó el título de Duquesa de Terranova ante el Emperador56. Además Elvira dio su consentimiento para que “su madre gozara del estado de Terranova en lugar del Quinto de los estados de Nápoles y que los usufructuara durante su vida”57.
Seguidamente la Duquesa de Terranova consiguió una Real Cédula “librada en Valladolid el 25 de marzo de 1523, por lo que le hizo gracia y merced para su entierro del dicho señor su marido de la capilla mayor”58. De esta forma disponía del espacio y de la continuación del proyecto.
La segunda estancia de la Duquesa en Italia
(Roma 1524-1525)
En 1524 el fallecimiento de su heredera Elvira59 motivó el regreso de María Manrique a Italia para encargarse del cuidado de sus nietos María, Gonzalo, Beatriz y Francisca.
En estos años la ciudad de Roma se había afianzado como el paradigma del Cinquecento, centro político, social y cultural60 y donde trabajaban los más excelsos artistas.
Esta estancia (acompañada por su yerno, Luis Fernández de Córdoba, embajador en Roma) le brindó grandes oportunidades, destacando la concesión de una Bula del pontífice Clemente VII para la Capilla Mayor de San Jerónimo61. Además, el mes de abril del año siguiente, estando en Roma, la Duquesa recibió la “Escritura principal y pública del concierto y asiento (…) sobre la capilla y enterramiento del Sr. Gran Capitán y ella que sea en gloria”62. Por consiguiente, podemos decir que fue allí donde se forjó definitivamente el proyecto para realizar un panteón en Granada “a lo romano”, cuyo “interior sería fastuoso y el exterior imponente al modo de los grandes sepulcros de Augusto y Adriano”63. Un magno proyecto para el que la propia María propuso a los escultores Miguel Ángel Buonarroti y Jacopo Sansovino64.
Con estas premisas, y constatadas sus cualidades como gestora patrimonial y tutora de sus descendientes, en agosto de 1525 Luis (tras ser nombrado Conde de Cabra) “dispuso que la Duquesa de Terranova, su suegra, acompañada de sus nietos, viniese a España y en ella cuidase del buen gobierno de los vasallos y de la buena educación de los hijos del Duque, que para uno y otro tenía gran talento”65.
Por consiguiente, en 1525 la Duquesa, sus nietos y su corte regresaron a Granada donde se establecieron definitivamente66.
La consolidación del proyecto renacentista
en la iglesia del monasterio de San Jerónimo de Granada
Es interesante destacar que dista poco tiempo entre la llegada de la Duquesa y el inicio de los trabajos en San Jerónimo por Jacopo Florentino “El Indaco”67, artista italiano que se había consolidado en la ciudad y que participaba en las obras de la catedral. Sin embargo, su colaboración, aunque marcó el nuevo rumbo de la obra, fue muy breve concluyendo en enero de 1526, año en el que se paralizaron las obras68.
En el mes de marzo, la ciudad de Granada recibió la visita de Carlos V e Isabel de Portugal, tras su enlace celebrado en Sevilla. Granada formaba parte del viaje de novios, por lo que se adecuaron algunas estancias en los palacios nazaríes. Sin embargo, debido a las incomodidades de los espacios acondicionados en la Alhambra y a los temblores sufridos aquellos días, la emperatriz decidió establecerse en las habitaciones del Monasterio de San Jerónimo.
Durante los días69 que los emperadores permanecieron en la ciudad, consolidaron las relaciones familiares con la Duquesa y sus nietos. Además a Carlos le gustaba escuchar las misas del prior Jerónimo fray Pedro Ramiro de Alba, por lo que no tardó en percibir cómo San Jerónimo se había convertido en un lugar simbólico dónde, recurriendo a los modelos clásicos, se ensalzaba al Gran Capitán como personificación del humanismo.
Esta idea, asimilada por la Duquesa durante sus estancias en Italia, se consolidó con el apoyo del arzobispo fray Pedro Ramiro de Alba, quien en 1526 propuso a Diego de Siloe (artista formado en Italia que para estas fechas había llegado a la ciudad) para concluir la fábrica arquitectónica y escultórica de la capilla mayor de la iglesia del monasterio jerónimo.
Lo dilatado del inicio de los trabajos por el artista burgalés, impidió que María Manrique viera culminada su magna obra, pues murió el 10 de junio de 1527 a las “11 de la noche”70 en su casa de Granada.
Poco después, se abrió su testamento y codicilo y el Señor de Frigiliana: “hizo que por el pasadizo de sus mismas casas pasasen el cadáver de la Duquesa Doña María de Manrique al Monasterio de San Francisco, llevándolo en hombros seis de sus Religiosos y poniéndolo en la misma tumba del Gran Capitán que estaba delante del Altar Mayor”.
De esta forma quedaron depositados los cuerpos de los insignes esposos que llevaron la gloria por España e Italia “hasta, que (fuera) terminada la grande obra del Convento de San Jerónimo”71.


Fig.2. Vista
panorámica del interior de la iglesia del monasterio de San Jerónimo, Granada.
El legado de la Duquesa
El interés de María Manrique por la consolidación de su patrimonio queda manifiesto en el testamento y el codicilo otorgados el 3 y el 10 de junio de 1527.
Los documentos manifiestan la atención prioritaria a la culminación arquitectónica y el ornato de la Capilla Mayor de la iglesia del Monasterio de San Jerónimo de Granada donde serían trasladados “los cuerpos de su dos hijas mayores, de su hija y yerno, la Duquesa y el Duque de Sessa72, y de Doña Ana, su sobrina”, y que estaría dotada con 50.000 maravedís (…)73. En este sentido destaca el interés porque “se hiciese la cama y bultos de alabastro”74; así como que se decorara con “el mejor de sus aderezos de capilla de plata y la cruz de oro del Lignum Crucis, y que, de ciertas joyas que quedaron a la muerte de sus hija solteras, se hiciese una Custodia que se guardase aquella reliquia, la de San Jerónimo y las otras principales que ella tenía”.
Consciente de que sería depositada en San Francisco el Grande dejó “ciertas tapicerías y ornamentos, el aranto que los servía en la casa de San Francisco quedasen en aquel Convento y que se comprase para él la casa de Diego de Baeza”.
Otro espacio significativo fue el Monasterio de Santa Cruz la Real de Granada, donde dispuso que: “con las rentas del Estado de Terranova, que era suyo, se haga la Capilla de San Pedro Mártir (…) dotando allí su fiesta y poniendo la imagen del Santo y ciertos ornamentos”.
Fuera de la capital, encargó dos palios para las iglesias de Loja e Íllora y, que también, que se “acabase la Iglesia que se había comenzado en la Villa de Órgiva”.
La Duquesa además se preocupó por acrisolar los lazos con su linaje, encargando a su sobrino el Conde de Palma que gaste “500 ducados en hacer el retablo de la Capilla Mayor de San Francisco de Écija, que era de su padre” y “que sobre el bulto de su padre se ponga un paño de terciopelo negro, con cruz de raso carmesí, que sirva de cama”.
Finalmente, la Duquesa pidió que “se fundara una capellanía perpetua en la Capilla de Santa María la Nova de Nápoles, que mandó hacer el Gran Capitán, y donde estaba sepultado el cuerpo del Beato Jacobo”.
Conclusiones
A lo largo de este artículo se ha intentado presentar y glosar (en la medida que su extensión lo permite) la figura humana y el mecenazgo ejercido por la Duquesa de Sessa y Terranova, una “persona digna de merecimiento”75.
Su esmerada educación en el seno de una familia noble y su matrimonio con Gonzalo Fernández de Córdoba la relacionaron con las grandes personalidades de la época: monarcas hispanos y franceses, nobles y pontífices, que se constituyeron en mecenas paradigmáticos del Renacimiento.
Así mismo, las dilatadas ausencias de su marido la colocaron al frente de su casa en numerosas ocasiones, desvelando sus extraordinarias cualidades para gestionar e intervenir como hábil diplomática; habilidades compartidas con su función como esposa y madre, igual que el resto de mujeres nobles castellanas.
Pero fueron, sin duda sus estancias en Italia, entre 1506 y 1525, las que forjaron una culta personalidad y la convirtieron introductora del nuevo estilo renacentista en España, y más concretamente en Granada.
En definitiva, es momento de ensalzar la figura de María Manrique, Duquesa de Terranova, dama humanista, hábil administradora y diplomática, mujer de extraordinarias cualidades que la convirtieron en una de las personalidades más influyentes del tránsito a la modernidad. Los rasgos de aquella singular mujer se materializaron en un extraordinario legado cultural y artístico que trasciende la ciudad de Granada, proyectándose a la provincia en Íllora, Loja y Órgiva; por Andalucía Occidental hasta Écija; por el Mediterráneo hasta Nápoles.
1.
Teniendo en cuenta estas premisas, la biografía de al Duquesa se construye, principalmente, en función de la extensa
biografía existente sobre El Gran Capitán. Por consiguiente se ensalza
su papel como esposa y madre. No obstante, tras retomar las fuentes más antiguas destaca
el protagonismo ejercido
en sus encuentros con la familia
real: en1491 en Santa Fe y en 1506 durante
el viaje a Nápoles, momentos en los que
María es halagada por los propios
monarcas por ser “ella persona
digna de merecimiento” como se lee en una de las Cartas del Gran Capitán. No obstante, también
ejerció- según el licenciado Llamas,
en el Epítome de la casa de Córdoba
“como gran matrona, gobernadora prudente y señora
excelentísima”; Don Luis de Salazar
y Castro escribió
en la Historia de la
Casa de Lara
al respecto: “quedando con el gobierno de sus grandes
estados y tutora
de sus hijos,
en que acreditó mucho sus grandes virtudes”. En este sentido, una de las principales fuentes de información se encuentra en RODRÍGUEZ VILLA,
A., Crónicas del Gran Capitán, Madrid,
Librería Editorial de Bailly/
Bailliere e hijos, 1908. No obstante, para tener una visión general
sobre la bibliografía del Gran Capitán,
véase CEREZO ARANDA,
José Antonio. “La bibliografía
entorno a Gonzalo Fernández de Córdoba, “el Gran Capitán”, en CATÁLOGO de la exposición: El Gran Capitán,
de Córdoba a Italia al servicio del rey, Córdoba, Obra social Caja
Sur, 2003, págs. 211 y ss. Por otra
parte, es preciso
destacar que afortunadamente, en los últimos
años los trabajos realizados sobre San Jerónimo y sobre el mecenazgo femenino
la Duquesa ha tenido mayor
repercusión por su papel como mecenas. Es el caso de CALLEJÓN
PELÁEZ, A. L., Los ciclos iconográficos del monasterio de San Jerónimo
de Granada. Tesis doctoral dirigida
por Dr. D. Rafael
López Guzmán, Granada,
Departamento de Historia del Arte, Universidad de Granada, 2007.
2.
Para conocer la base de las nuevas investigaciones sobre este tema véase: ALONSO,
B., DE CARLOS, M.C., PEREDA,
C., Patronos y coleccionistas: los Condestables de Castilla
y el arte (siglos XV- XVII), Valladolid, Universidad de Valladolid, 2005.
3.
Ibídem, pág. 12.
4.
Don Fadrique de Castilla (Señor
de las Villa del Hito,
Baños y Quintanilla, de Menjíbar, Torre del Campo,
Cazalilla y Villanueva, Alcalde Mayor, Alguacil
Mayor y Alcaide Perpetuo de Écija, del consejo del Rey, Comendador de Azuaga de la Orden
de Santiago, hermano
del primer Conde
de Treviño), y de Doña
Beatriz de Figueroa( Señora de la Casa-Fuerte de Rebolledo de la Torre y de los lugares de Salazar, Sotosgudo, Palazuelos, Ruy Pariso y Torre de Cuevas. Véase FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, F., Historia genealógica y heráldica de la Monarquía Española: Casa Real y Grandes
de España, vol.6,
Sevilla, Fabiola de Publicaciones
Hispalenses, 2001-2004, pág.151.
Es destacable mencionar
que Fadrique Manrique
era “bastardo del Rey don Enrique
II”, de ahí la relación
con la casa real y su tratamiento constante en la documentación como prima.
5.
Ibídem, pág. 615.
6.
Don Fadrique y Doña Beatriz, en ausencia de un heredero
varón, se cuidaron
de desposar a sus hijas con nobles
hombres de gran proyección para asegurar su buena
vida y también para la proyección de su propia
casa. Consecuentemente, la primogénita Francisca casó con Luis Portocarrero, VII Señor de Palma del Río;
Elvira con Francisco Enríquez, señor de Vega de Rui Ponce y la hermana
menor, Leonor, fue señora de Salazar y Palazuelos.
7.
CALLEJÓN PELÁEZ, A. L., Los ciclos
iconográficos…, op,cit., pág. 205.
8.
LÓPEZ DE AYALA, I., La Vida de Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, Madrid, Oficina de D. Geronimo Ortega
and y herederos de Ibarra,1793, pág.13.
9.
Ibídem, pág. 14.
10.
CALLEJÓN PELÁEZ, A. L., Los ciclos
iconográficos..., op.cit., pág. 206.
11.
“La reyna q estaba rezando
junto a la cama do estaba el rey durmiendo: el ayre q por una ventana
entrava en la camara meneava unas cortinas
de seda q daban
en la vela del candelero: aquellas
quemadas dio en las ramadas
de una en otra se quemo gran parte
del real y toda la tapicería del rey dela reyna con mucha
parte dela cámara.
Doña María Manrique
que lo supo de improviso
de Yllora embio ala reyna muchas y buenas camas y rica tapeceria suplicandole se sirviese dello: con mas camisas y cosas de lienzo labrado
a las infantas y damas
dio q de todo el fuego les hizo falta.
La reyna de su mano
le escribio: y en la carta y de
palabra mucho agradecimiento le dio. E ala noche venido Gonzalo
Fernández dela guarda del capo donde estuvo desde luego que el fuego dio rebato en el
real. La reyna le dixo: Gonzalo Fernández sabed que alcanzo
el fuego de mi cámara
en vuestra casa
que vuestra mujer
mas y mejor
me embio que se me quemó”, véase PÉREZ DEL PULGAR, H., “Breve parte de las hazañas del excelente nombrado
Gran Capitán, por (Sevilla, 1527)”,
en RODRÍGUEZ VILLA, A., Crónicas del Gran Capitán, Madrid,
Librería Editorial de Bailly/Bailliere e hijos,1908, pág. 576.
12.
“Doña María, mujer
de Gonzalo Hernández, el Gran Capitán, al Secretario Miguel Pérez
de Almazán (1500). Muy virtuoso señor: A sus Altezas escribo
suplicándoles quieran mandar
suspender en los pleitos que Gonzalo Hernández, mi señor, tiene,
pues está en su servicio,
y es cosa que se suele facer con otros en caso
semejante; en merced, señor, os tendré encaminéis como se haga, según Diego de Baerza de mi parte os lo pedirá por merced, el cual sea creído, y allende de ser
justa la petición, yo recibiré en ello mucha
merced. Nuestro Señor
vuestra muy virtuosa persona é casa
guarde e acreciente, como, señor, deseáis
(-). De Ecija 5 de Diciembre (de 1500). En merced de la Señora me encomiendo, á lo que, señor,
mandareis, /. Doña Marya”. Documento nº5. “Cartas del Gran Capitán”, en RODRÍGUEZ VILLA, A., Crónicas
del…, op.cit., pág. XX. Estamos
ante un documento inédito, en el sentido
de que no tenemos constancia de que haya sido
analizado anteriormente, a pesar de formar parte de la recopilación. En este sentido,
esta carta que confirma la formación de la Duquesa,
pues al pie de página, se confirma que es “de mano propia”, pero también sugiere
su establecimiento en Écija, ciudad
donde residía gran parte de su familia.
13.
“Provisión para que á Doña María Manrique, mujer de Gonzalo
Fernández, mostrando poder de su marido, se le acudiese
con dichos 100.000
maravedís, en atención á que aquél estaba
ejerciendo el cargo de Capitán
General de la armada contra
los turcos”. (Granada, 26 de Mayo de 1501). Documento nº
76. “Cartas del Gran…”,
op. cit., pág, LXVIII.
14.
Anónimo, “Crónica manuscrita del Gran Capitán”, en RODRÍGUEZ VILLA,
A., Crónicas del Gran Capitán, Madrid,
Librería Editorial de Bailly/Bailliere e hijos,
1908.,
pág. 440.
15.
“Continuando la guerra hasta el acabar, no lo pudo quitar el amor tierno que tenía á sus hijas y demasiado
querer a su mujer.” PÉREZ DEL PULGAR H., “Breve
parte de…, op.cit. pág.
586. En 1505
se produjo un primer intento pero
las inclemencias del
tiempo provocaron el retorno al puerto de Valencia. CALLEJÓN PELÁEZ, A. L., Los ciclos
iconográficos…, op. cit., pág. 210.
16.
Teniendo en cuenta
esta coincidencia, suponemos que el viaje
de la Duquesa se inició
de forma paralela
al de los reyes quienes
partieron de Barcelona “un dia después
de Nuestra Señora
de Agosto”. Documento nº
43. “Cartas del Gran…, op.cit. ,pág. XLV. En el pie de página
dice textualmente: “El rey Católico, navegando hacia Italia,
entró en el puerto de Génova el º de Octubre de 1506; desembarcó en Oaeta el 19 del mismo mes, é hizo su solemne entrada
en Nápoles el lº de Noviembre”.
17.
Esta soberanía aunada con los compromisos de Beatriz con Fabricio Colonna
en 1506 adelantó
la visita por sorpresa de los monarcas
hispanos a Nápoles.
Dice así el rey al embajador Rojas: “No lo digáis
á nadie, porque
nadie lo sabe,
ni quiero que lo sepan
fasta que me vean allá”. Documento nº 42.
“Cartas del Gran
…”,
op.cit.,pág.
XLV.
18.
En este episodio destaca
la insistencia de los reyes, que no sólo acudieron
personalmente a la galera, sino que también
mandaron a don Bernardo de Rojas, al Marqués de Dena, y a Miguel Pérez
de Almazán e incluso “la Reina se lo rogó; mas jamás se pudo acabar con ella, porque en la verdad venía mala” véase
Historia manuscrita del …, op,cit., pág. 440. Este relato
muestra la relación
de la Duquesa con la casa real y manifiesta una insistencia inusual
que ensalza la importancia
que estaba adquiriendo el matrimonio en aquellos años.
19.
Anónimo “Crónica manuscrita del…”,
op.cit., pág. 440.
20.
Los cuales no aceptó
en señal de modestia. DE HERRERA, F., Historia de las proezas
y hazañas del Gran Capitán
Don Gonzalo Fernández
de Córdoba. Su nacimiento, educación, excelentes costumbres y liberalidades escrita por el Capitán, Montilla,
1669, pág.64.
21.
Una vez en Italia Gonzalo
envió a Nuño de Ocampo,
alcaide de Nápoles,
para que las acompañara. Historia manuscrita de…, op.cit., pág.380.
22.
En la carta
tenía como objetivo “quejarse mucho
della en haber
pasado por aquella
cibdad, sin lo haber él sabido, sabiendo
ella lo mucho
que él debía á su marido, y cómo él los tenía
por hijos muy queridos”. Desde
su llegada a Italia, las relaciones entre
Gonzalo y el Papado habían
sido muy estrechas; de hecho Alejandro VI le dio la Rosa de Oro tras
su entrada en Roma (acontecimiento que aparece reflejado en uno de los frescos
del presbiterio de San Jerónimo en Granada) y el propio Julio II, tenía la firme intención de que el Capitán se convirtiera en su Gonfaloniere.
23.
Historia manuscrita del…, op.cit.,pág. 443 La vuelta
a España se explica por el fallecimiento de Felipe “El hermoso” el 25 de septiembre. Un hecho que fue
conocido por Fernando estando en Nápoles.
24.
Establecemos esta cronología teniendo presente que
Nuño de Ocampo,
falleció durante el viaje y fue enterrado en Sessa el 23 de noviembre de 1506, véase
Historia
manuscrita de…, op.cit.,
pág.439.
25.
CARRIO-INVERNIZZI, D., “Virreinas en la fiestas y el ceremonial de la corte
de Nápoles en el siglo
XVII”, en GALASSO, G., QUIRANTE J. V., COLOMER, J. L.,
Fiesta y ceremonia
en la corte virreinal de Nápoles (siglos XVI y XVII), Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2013, pág.
316.
26.
Estructura de madera decorada con telas lujosas
que se utilizaba para la entrada de los virreyes.
Ibídem.
27.
Más allá de los incuestionables problemas de salud de la Duquesa,
la negativa a la petición
real así como el retraso
del viaje, definieron una travesía caracterizadas por las muestra
de cortesía y agrados, que culminaron en una magna entrada en la ciudad
de Nápoles que no distaría
de la preparada para el cortejo real.
28.
Historia
manuscrita del…, op.cit.,pág. 442.
29.
Ibídem, pág.449.
30.
bídem, pág.442.
31.
En agosto de 1506 se había pactado el compromiso de Beatriz y Vespasiano, hijo de Próspero
Colonna, un compromiso al que el rey Fernando
se opuso rotundamente. Documento nº73. “Cartas
del Gran…”, op.cit., pág. LVII.
32.
Durante los meses que el rey Fernando permaneció en este territorio desarrolló una doble
estrategia: por un lado reconoció las hazañas del Capitán concediéndole la merced de títulos nobiliarios como el Ducado
de Sessa y Terranova; pero
por otro, con el objetivo de devolverlo a España, dispuso
una nueva organización del virreinato que contemplaba el nombramiento de los nuevos alcaides, magistrados, y del nuevo virrey, el sobrino del monarca, Juan de Aragón.
Además se rompieron los pactos
entre Gonzalo y el Papa Julio II para que el militar
tomara el mando
del ejército de la Iglesia
y se estableciera en Roma.
33.
Historia
manuscrita del…, op.cit.,pág.451.
34.
HERRERA F., Historia de las proezas
y hazañas del Gran Capitán
Don Gonzalo Fernández
de Córdoba. Su nacimiento, educación, excelentes costumbres y liberalidades escrita por el Capitán, Montilla, 1669.
35.
Citado en las crónicas como
Sancto Cratino. Vaso de una esmeralda de seis ángulos
ochavada, que se pensaba que era el cáliz de la última
Cena, y que
fue ganado por los genoveses en Siria, véase
Historia manuscrita del…, op.cit., pág.451.
36.
El rey francés
tenía tres deseos:
“ver a su sobrina,
a Fernando y al Gran Capitán.”, Historia manuscrita del…, op.cit., pág. 452.
37.
Íbídem., pág.452
38.
Ibid, pág.453.
39.
Esta desconfianza también plantea
la posibilidad de la actuación como diplomática de la Duquesa,
nexo de comunicación entre el Gran Capitán y el Papa hasta
la confirmación definitiva de Gonzalo como Gonfaloniere de Roma.
40.
Documentos 69-72. “Cartas
del Gran…”, op.cit., págs. LV-LVI.
41.
Ibídem, pág.LV.
42.
Tras la muerte
de María, el Íllora, Beatriz
era la heredera de un enorme patrimonio que había conseguido la familia, en ese sentido
su compromiso se había convertido en un asunto
de estado. En agosto de 1506 se había pactado
el compromiso de Beatriz y Vespasiano, hijo de Próspero
Colonna; pero, cuando esta noticia fue conocida por el rey Fernando éste
no lo aprobó. Por consiguiente se plantearon otros
candidatos entre los que se encontraba el francés Carlos
d’Amboise, Señor de Chamont, Gran Maestre,
Mariscal y Almirante
de Francia y General de las tropas
francesas de Lombardía
que solicitó la mano de la heredera.
Este caballero formaba parte de una de las grandes familias
de la Corona francesa, gozaba
de un gran Estado y además tenía la expectativa de la posible
herencia de Jorge d’
Amboise, Cardenal de la Santa
Iglesia Romana, Arzobispo de Rouen y Legado
Apostólico en Francia.
Teniendo en cuenta
las felices relaciones que mantenía la familia
con el gobernador de la ciudad y con el propio rey francés, esta unión parecería factible en estos
años que de residencia en Génova, ciudad
francesa. FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, F., Historia genealógica y heráldica…,op. cit., págs.154-155.
43.
Documento nº 69.“Cartas del Gran…”,
op..cit., pág.63.
44.
Sostenemos que el viaje duraría
unos 30 días,
el tiempo estipulado en la primera
ocasión
45.
“Y sin embargo en el año 1510 registra Zurita
un nuevo rumor
qu corría sobre
las actividades del Gran Capitán.
Se afirmaba que había ofrecido
sus servicios al Papa,
y que aquel Comendador Aguilera, considerado en Italia
como su secuaz,
hacía gestiones encaminadas a que el Papa le concediese y acogiese a la Duquesa
en el Señorío de Terracina” LOJENCIO, L. M., Gonzalo de Córdoba. El Gran Capitán, Madrid, Espasa-Calpe. S.A, 1965,pág.359. Esto plantea
que la estancia de la Duquesa
se alargara otro
año, sin embargo en la obra
que disponemos de Zurita, no encontramos el extracto exacto
donde se cita
este acontecimiento.
46.
Nombrado alcaide por Juana en 1508. Documento nº62.“Cartas del Gran…”, op. cit.,
pág.LII.
47.
Su palacio
debía estar ricamente ornamentado gracias a las riquezas
obtenidas a lo largo de los años como tapices,
estandartes, joyas o regalos
que les habían presentado.
48.
Documento nº77.Gonzalo Fernández
de Oviedo sobre la vida del Gran Capitán. “Cartas del Gran…”,
op.cit., pág.LIX.
49.
Ibídem, pág.LXVIII.
50.
Ibíd.,pág. LXX.
51.
La otra forma
de perpetuación del linaje era a través
del matrimonio de Elvira, quien
casó en 1520
con Luis Fernández de Córdoba y Zúñiga, que el mismo
año fue nombrado embajador en Roma.
52.
Consecuencia del paludismo que sufrió en 1504 en Italia LOJENCIO,
L. M., Gonzalo de Córdoba… op. cit.,
pág.343.
53.
FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, F., Historia genealógica y heráldica…, op. cit.,
pág. 144.
54.
Ibídem, págs.138-139.
55.
Autos para la modificación del testamento del Gran Capitán
por su esposa, María de Manrique.AHN.LUQUE,C.117,D.10. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/ servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=3995642&fromagenda=N> (20/09/2014)
56.
“Provisión Real de Carlos [I, rey de España] y Juana [I, reina de Castilla] a favor de María Manrique
[I] duquesa de Terranova reconociéndole la posesión del ducado de Terranova, como dispuso [Gonzalo
Fernández de Córdoba
Aguilar, I] duque de Terranova, su marido.” AHN. LUQUE,C.319, D.24.
http://pares.mcu. es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=3995622&fromagenda=N(208/09/2014)
57.
“Dos escrituras de consentimiento otorgadas por Elvira [Fernández] de Córdoba [Manrique, II] duquesa de Sessa, como heredera
de Gonzalo Fernández
de Córdoba, el Gran Capitán, [I] duque de Sessa y [I] duque de Terranova, cediendo
a su madre, María Manrique, [(I) duquesa de Sessa], el Ducado
y Estado de Terranova y el usufructo
de ellos durante
el resto de su vida, en lugar del quinto
de los Estados de Nápoles(Italia).” LUQUE,C.161,D.60-61. http://pares.mcu.es/
ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=3995624&fromagenda=N ( 20/09/2014) con
este poder Elvira
cede a María
el ducado de Terranova a cambio de Nápoles.1516. De esta forma
se aseguró la unidad de los territorios italianos dentro del mayorazgo.
58.
En ella también
incluía “la forma de su entierro
y traslación de los cuerpos
del dicho señor,
de su difunto marido y de los demás sus sucesores e hijos. Como del
adorno que había
de tener y dotación”. Legajo
1961. AHN. Sección
Clero. La petición
formal fue en 1522. BUSTAMANTE GARCÍA, A., “Hechos
y hazañas. Representaciones históricas en el siglo XVI”, en REDONDO CANTERA,
M. J., El modelo italiano en las artes
plásticas de la Península Ibérica
durante el Renacimiento, Valladolid, Universidad de Valladolid, pág.115.
59.
Murió en el parto de Diego, su tercer hijo
que falleció tres
días después. Ambos
fueron enterrados en la Iglesia
de San Francisco de los Frailes
Menores de Sessa. Testamento fue otorgado en Granada 17 de septiembre de 1724.AHN.Digitalizado. “Copia
del testamento de Elvira Fernández de Córdoba Manrique,
[II] duquesa de Sessa
y [(IV)] condesa de Cabra.”
60.
También los prototipos de cenotafio áulico
como el de Sixto IV, el principal modelo
de los sepulcros renacentistas españoles.
61.
Esta importante aportación quedó labrada en letras doradas
en los pies de la capilla mayor:
N.M.S.CLEMENTE VII /EN EL AÑO DE 1524,
Y SEGUNDO DE SU PON/TIFICADO CONCEDIÓ
A TODOS/ LOS FIELES QUE EN ESTA YGLESIA RE/ZAREN
TRES VECES AL PATER NOSTER/ CON EL AVE MARIA POR LAS
ANIMAS/ DEL GRAN CAPITAN, I SUS DIFUNTOS/
LAS MISMAS INDULGENCIAS Y GRACIAS/ QUE SE GANA AQUEL DIA DENTRO I FUERA DE ROMA HAN DE
TE/NER LA BULA DE LA SANTA CRUZADA.
62.
“Escritura principal y pública del concierto y asiento que
se dio entre la Señora
Duquesa de Terranova y entre el convento de San Jerónimo de Granada sobre la
capilla y enterramiento del Sr. Gran Capitán
y ella que sea en gloria. AHN. CLERO. Legajo 1961.
63.
BUSTAMANTE GARCÍA, A., “Hechos y hazañas…”, op.cit., pág.115.
64.
Ibídem, pág. 349. Artistas que, más allá de su incuestionable genialidad, pudieron ser conocidos por la Duquesa
en la hipotética visita a Roma durante
1508, puesto que estaban
trabajando para Julio
II.
65.
FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA,
F., “Historia de la Casa de Córdoba”, Boletín de la Real Academia, nº75, 1956, Córdoba,
pág. 220.
66.
El establecimiento de la Duquesa,
su familia y corte, unido
a los trabajadores de la obra contribuyeron a la constitución del actual barrio
de “La Duquesa”, donde la Duquesa de Sessa María de Sarmiento, difunta
de Gonzalo Fernández
de Córdoba III Duque, fundó el Convento
de la Piedad.
67.
Artista italiano plenamente consolidado en Granada
al que la Duquesa pudo
haber conocido 1508
en su viaje a Roma
mientras trabajaba con Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
68.
A pesar de los parámetros dispuestos por “El Indaco”,
las obras se paralizaron en parte por la sutil oposición de los Mendoza-Mondéjar y otras ramas del linaje que reivindicaban los mismos derechos FERNÁNDEZ
DE CÓRDOBA, F.,: Historia
de la …, op.cit., pág. 224.
69.
Durante la visita se notificó la temprana muerte
de Luis Fernández de Córdoba
en Roma, lo cual convirtió a María Manrique
en la tutora y administradora de los bienes de sus nietos
y herederos María,
Gonzalo, Francisca y Beatriz. Ibídem., pág. 221.Testamento ante Juan de Peruicis, Notario Apostólico, a 8 de agosto de 1526.
“De las cosas que él ordena,
una es encargar
a su suegra la Duquesa
de Terranova (a quien con la educación de sus hijos
deja la universal administración de
sus estados) que
si la tenencia de Alcalá
la Real se hubiera, que se la dé a Pedro de Pineda, con el salario
acostumbrado. Consta también de su
muerte en Roma”.
70.
FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, F., Historia genealógica y heráldica…, op .cit.,pág.152.
71.
Ibídem, pág.151.
72.
Su cuerpo había
sido trasladado en 1526.
73.
FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, F., Historia genealógica y heráldica…,op. cit.,
pág.154.
74.
SALAZAR Y CASTRO,
L., Historia Genealógica de …, op. cit., pág. 620.
75.
Documento nº 69. “Cartas
del Gran…”, op.cit., pág.63.
Fecha de recepción: 26/06/2015 Fecha de
aceptación: 29/09/2015