Mª Helena DÍEZ JORGE
Julio NAVARRO PALAZÓN (eds.)
La casa medieval en la
Península Ibérica
Madrid, Sílex Universidad, 2015. 155 págs.
ISBN 978-84-7737-899-0
La competente editorial Sílex ha regalado el año
pasado a sus lectores un libro útil y necesario. Coordinado por la profesora
María Elena Díez Jorge, del departamento de Historia del Arte de la Universidad
de Granada y por el investigador Julio Navarro Palazón, director del
Laboratorio de Arte y Arqueología de la Arquitectura de la Escuela de Estudios
Árabes de Granada, es el producto final de la labor de muchos investigadores,
integrados la mayoría de ellos en
dos magnos proyectos de investigación: “La arquitectura residencial de al-Andalus; análisis tipológico, contexto urbano y
sociológico. Bases para la intervención patrimonial” (HAR2011-29963) cuyo investigador principal es Julio Navarro
Palazón dentro del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e
Innovación, y “La arquitectura en Andalucía desde una perspectiva de género”
(HUM5709) cuya investigadora principal es María Elena Díez Jorge. Además recoge también los resultados del congreso
internacional “El espacio doméstico en la península ibérica medieval: sociedad,
familia, arquitectura, ajuar”, celebrado en Granada en el año 2013 bajo los auspicios
de la Escuela de Estudios Árabes (CSIC) y la
Universidad de Granada.
Así pues, la obra que nos ocupa nos presenta el estado de la cuestión y la
visión actualizada acerca de la casa en la Edad Media dentro del ámbito peninsular en sus dos vertientes, islámica
y cristiana, desde un punto de vista multidisciplinar en el que intervienen no
solo medievalistas sino también arqueólogos,
arquitectos, historiadores del arte, arabistas y antropólogos. Tras una clara y concisa introducción al
tema por parte de ambos coordinadores
Navarro Palazón y Díez Jorge, la arqueóloga Sonia Gutiérrez
Lloret realiza una atinada reflexión acerca
de la lectura social del espacio
doméstico medieval que sirve de pórtico a las
cuatro partes en que se divide este libro: la primera, un esclarecedor prólogo a la península
ibérica dedicado al Norte de África
y el Oriente donde se estudia no sólo el Magreb con los ejemplos
de Argelia y Norte de
Marruecos sino también los espacios domésticos del Macrek medieval con el paradigma de Alepo. La segunda parte está referida
a la vivienda en las ciudades
de al-Andalus al mismo tiempo que la tercera parte se
ocupa de las pervivencias medievales e islámicas en el reino de Granada tras
la conquista cristiana en 1492. Finalmente, la cuarta parte trata los espacios domésticos medievales en los reinos cristianos desde la Alta a la Baja
Edad Media.
Obviamente, la primera razón del
espacio doméstico como objeto arquitectónico es responder a las necesidades
primarias de cobijo de los individuos, reflejando dicho objeto arquitectónico
las tipologías de las distintas
estructuras familiares y de parentesco
de las sociedades a las que pertenecen así como las perennes tradiciones
arquitectónicas y los condicionamientos
del medio físico que influye con las diferentes condiciones climáticas y los
distintos materiales de construcción. En este sentido, el estudio de la casa en Oriente y el Norte
de África de la primera parte nos introduce perfectamente a lo que será al-Andalus con las formas de los espacios domésticos desde el
siglo XIII al XVIII en el Machrek medieval de Siria,
ejemplificado en la ciudad de Alepo
por Jean-Claude David mientras que una nueva
lectura de las casas de Sedrata en Argelia es
efectuada por Patrice Cressier y Sophie Gilotte y el uso de los espacios domésticos de la medina de
Argel en época otomana (1516-1830) es estudiado por Sakina
Missoum. Por otra
parte, el ámbito del espacio doméstico en la literatura hagiográfica medieval
del Magreb es tratado por Manuela
Marín al tiempo que Marie-Christine Delaigue y Rahma El Hraiki realizan una aproximación etnográfica a las mujeres
y casas del medio rural en el Norte
de Marruecos.
En cuanto a la población rural
andalusí respecto a la población urbana resulta evidente su heterogénea
complejidad como un importante factor a considerar a la hora de analizar sus
actividades sociales y económicas que tienen palmariamente su corolario en las distintas
manifestaciones de la arquitectura, algo que podemos constatar igualmente en los reinos cristianos. Las notorias
diferencias legales en lo tocante a la privacidad doméstica por las que se rigen las sociedades
islámica y cristiana y muy particularmente
en relación con el género femenino tendrá sus consecuencias en zaguanes,
fachadas y medianeras por lo que
compete a servidumbres de vista, que también repercutirán ulteriormente con su
pervivencia en el ámbito cristiano. Desde una perspectiva de género este factor se entiende como categoría útil
para el análisis histórico en relación con las categorías sociales, étnicas y
religiosas, habida cuenta de las coordenadas espacio y tiempo que variaron
también a lo largo del período medieval.
En consecuencia, la segunda parte de
la obra se ocupa de al-Andalus comenzando con un apurado análisis del espacio
doméstico en los diccionarios biográficos andalusíes a cargo de María Luisa Ávila
Navarro. Resultan curiosísimos los casos de litigio entre vecinos presentados
por Alfonso Carmona donde junto los típicos de medianeras y colindantes,
particiones o uso compartido de pozos, aparece también la compraventa de la
columna de aire sobre una edificación. Luis José García-Pulido estudia algunos
casos de la respuesta de la vivienda andalusí a los condicionantes climáticos
centrándose en los ejemplos mayúsculos de Madinat
al-Zahra y su secuela además de la elocuente Alhambra granadina, resultando asimismo del mayor interés la
investigación arqueológica de la hidráulica doméstica en función de los pozos
negros y las letrinas como espacio de convivencia andalusí llevada a cabo por Ieva Reklaityte. La experta
Christine Mazzoli-Guintard dedica su capítulo a los
usos de la algorfa en la Córdoba del siglo XI desde una perspectiva de género,
apurando las fuentes de época omeya y taifa, con agudos apuntes semánticos
sobre la gurfa andalusí mientras las fuentes
lexicográficas árabes son analizadas para el estudio del ámbito doméstico por
Dolores Serrano-Niza, quien realiza una importante aportación al conocimiento
del mobiliario textil de las casas andalusíes, deteniéndose en los objetos y su
significado, la lencería doméstica y
el ajuar de la casa. Finalmente, Julio Navarro Palazón, Pedro Jiménez Castillo y Fidel Garrido Carretero analizan la
forma y función de la casa-patio
andalusí, estableciendo sus analogías y diferencias entre los ejemplos de
Murcia y Siyâsa en los siglos X al XIII con un
completo estudio muy documentado de sus aspectos historiográficos, materiales y técnicas constructivas para
conducirnos a la descripción pormenorizada de los distintos espacios
domésticos: zaguán, establo,
patio, pórtico, cocina, salón, letrina y cuarto de
abluciones que presentan la casa como un espacio de sociabilidad y de protección de la intimidad familiar en
el que se puede constatar los indicios de relaciones de parentesco en las particiones
de las casas.
Los aspectos de la sociedad feudal
quedan ampliamente definidos en los distintos tipos de casas en la península ibérica cuyo estudio resulta inseparable del análisis urbanístico de
las ciudades, sus particiones en
parcelas o su crecimiento en altura andando
el tiempo, dado el escaso espacio intramuros, será un fenómeno perceptible
tanto en el ámbito andalusí como en el cristiano. En este sentido, resulta del
mayor interés la definición del espacio doméstico y su distribución, siguiendo
también las diferencias de género con sus usos y funciones, comprobando en qué manera se perpetúan las
tradiciones medievales después de 1492, cuando el reino nazarí se convierte en
reino cristiano manteniéndose las pervivencias andalusíes en época moderna.
Tal es el objetivo
de la tercera parte donde María Elena Díez Jorge se ocupa
de un modo exhaustivo de los cambios y pervivencias medievales de las casas
de la Alhambra después de la conquista cristiana, es decir, desde
1492 hasta 1516, aportando no sólo
una abundante documentación de archivo
sino también una completa
iconografía y dos espléndidos planos
del conjunto de la Alhambra
con la hipótesis de ubicación de las casas nazaríes
y la posterior situación de las casas
en el reinado de los Reyes Católicos, según la mencionada documentación. En el siguiente capítulo, Antonio Orihuela Uzal
analiza las casas andalusíes según el libro de habices de las mezquitas de Granada en el año 1527, dibujando quince de estas casas pertenecientes a
distintas iglesias de la ciudad en función de los datos proporcionados
por dicho libro. Para
terminar este apartado, María Aurora Molina Fajardo estudia la vivienda rural granadina después de 1492,
centrándose en las viviendas del
Valle de Lecrín y sus principales
características, materiales, técnicas constructivas
así como los diferentes espacios:
patios, portales, palacios, cocinas, bodegas, corrales y establos.
Así pues, como se puede percibir la
presente obra se articula en función de tres ejes que vertebran su estructura,
a saber: 1) la definición del espacio doméstico,
2) el análisis de la distribución de espacios en las distintas viviendas, 3) el
estudio de las funciones y usos de aquellos espacios.
Esta organización es la que
comprobamos al llegar a la cuarta y
última parte del libro que versa sobre los reinos cristianos. En ella, Alfonso Vigil-Escalera Guirado comienza exponiendo el espacio
doméstico en el ámbito rural del centro de la península entre los siglos V y IX
de nuestra era, según los registros arqueológicos que definen la estructura,
dimensiones y componentes de las parcelas habitacionales
así como el contenido, función y tradiciones constructivas de casas, cabañas y
sus diversas actividades domésticas. A continuación, los espacios domésticos
urbanos y rurales en el País Vasco son
tratados por Agustín Azkárate Garai-Olaun y José Luis Solaun Bustinza, ocupándose del ámbito
artesanal y agropecuario antes y después del año mil con el estudio de la
metalurgia y los campos así como del hábitat rupestre
en el asentamiento de las Gobas y, por otra parte, del ámbito urbano, con
espléndidas reconstrucciones de las distintas tipologías en Vitoria-Gasteiz.
John Moscatiello estudia los aspectos de la
privacidad doméstica a través de las fuentes jurídicas
castellanas del siglo XIII, particularmente las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio mientras Jean Passini analiza las fuentes escritas del siglo XV para
ofrecernos una visión diacrónica de los espacios de la casa medieval en la
ciudad de Toledo en los ejemplos de
la casa del tesorero de la catedral y la de don Luis de Daça así como en la casa islámica enterrada en el
callejón de Atocha. Los objetos de la vida cotidiana y el espacio doméstico de la Cataluña
medieval son estudiados por Teresa Vinyoles Vidal, introduciéndonos en la casa gótica en sus
diferentes vertientes rural (la masía) y urbana para darnos a conocer los
dormitorios y sus camas, los objetos que son guardados
en cajas y cofres, la cocina y el comedor, las mesas y los asientos, a través de los documentos e inventarios post mortem
así como de la iconografía con lo cual nos demuestra el índice de calidad
de vida, higiene y confort en la Edad Media.
La iconografía de la casa cristiana bajo-medieval a través de la pintura de los retablos góticos
aragoneses del siglo XV corre a cargo de la profesora María del Carmen Lacarra Ducay, mostrándonos
escenas de la vida cotidiana en los variados registros de los retablos góticos
de Aragón donde podemos apreciar tanto los exteriores como los interiores de
múltiples viviendas en los que quedan fijados en sus tablas los salones,
comedores y dormitorios de la España cristiana del siglo XV. Finalmente, Ana Aranda Bernal nos
presenta la vida doméstica de la nobleza sevillana en torno a 1500 con un
exhaustivo análisis de los inventarios de bienes de doña María de Mendoza y
doña Catalina de Ribera en los que podemos constatar el número y precio de
tapices y almohadas de asiento, guadamecíes, aparadores de plata, cubertería,
vajillas y botillería, ropa de mesa, manteles, camas, sábanas, ajuares y joyas
repletas de oro y piedras preciosas que disfrutaban estas grandes señoras. Como
expresivo colofón del libro este capítulo nos introduce admirablemente en el
ámbito de mansiones sevillanas tan principales como la Casa de las Dueñas y la
Casa de Pilatos, constituyendo un magnífico estudio que sabrán apreciar
no sólo los historiadores del
arte sino también los historiadores de las mentalidades pues que entramos
también en los espacios religiosos de la “devotio moderna” así como en el funcionamiento del
universo doméstico en todas sus plurales actividades en las que se puede comprobar
en qué manera las formas de vida medievales
–entiéndase no sólo cristianas sino también mudéjares y moriscas– perduraron en
la Sevilla del Renacimiento. En suma, un atractivo
final para comprender la vida que llenó aquellos
singulares palacios.
En efecto, La casa medieval en la península ibérica, como señalábamos al
principio de esta reseña, significa un libro útil y necesario que cubre un gran
vacío que existía desde el punto de vista de la investigación arqueológica y
documental. No obstante, cuando llegamos a la última parte dedicada a los
reinos cristianos hubiéramos deseado seguir leyendo más y más. Ciertamente, son
dieciséis capítulos los que tratan
sobre edificios islámicos frente a sólo siete capítulos que versan sobre el
mundo cristiano si consideramos que la impronta andalusí perduró en el reino de Granada hasta más allá del siglo
XVI. Si no supiéramos que hasta el siglo XVIII se construía en Lebrija una
bóveda de lazo almohade, y que el Compendio
de Carpintería de lo blanco (1633) de Diego López de Arenas difundió por
todos los reinos hispánicos el arte de las armaduras de cubierta mudéjares de
igual modo que haría también en tierras mexicanas el manuscrito del monje
carmelita fray Andrés de San Miguel, podríamos pensar que se ha abusado del
influjo de al-Andalus en la cultura española. Nada
más ajeno a la realidad histórica. La compleja existencia de la España medieval
a través de los testimonios de sus espacios domésticos queda admirablemente
reflejada en los diversos estudios de esta
obra que hemos tenido el honor de comentar: un libro de los que los franceses
llaman “pour lire et relire”, un libro del
que por mucho tiempo no sólo los medievalistas sino también los modernistas
darán buena cuenta de ello.
Rafael Cómez Ramos
Universidad de Sevilla
atrio n.º 21 | 2015
ISSN: 0214-8293