ENTRE SEVILLA Y NÁPOLES: JUAN ANTONIO
MEDRANO, FERDINANDO SANFELICE Y LOS BORBONES DE ESPAÑA DE FELIPE V A CARLOS III
Fernando Marías
Universidad Autónoma de Madrid
atrio, 10-11 (2005)
ISSN: 0214-8293 p. 47 - 56
RESUMEN
Este artículo analiza
algunos aspectos de la arquitectura en Nápoles durante el dominio de los
primeros monarcas de la Casa de Borbón, Felipe V y Carlos III de España,
centrándose en la actividad de dos arquitectos, el siciliano Juan Antonio
Medrano y Ferdinando Sanfelice, a quien se le ha visto tradicionalmente como
ajeno a la clientela real española. Se pasa revista a la carrera de Medrano,
desde su estancia en Sevilla, y su influencia en el gusto del joven Carlos
deBorbón, hasta sus proyectos napolitanos, el obelisco de Bitonto o el palacio
de Capodimonte.
PALABRAS CLAVE: Arquitectura, siglo
XVIII, Nápoles, España, Fernando Sanfelice
ABSTRACT
This article is devoted
to the analysis of different aspects of the history of Neapolitan architecture
in the age of the first Bourbon kings, Philip V and Charles III of Spain,
focusing on the professional activity of architecs on the royal service, as Ferdinando
Sanfelice and the Sicilian Juan Antonio Medrano. Medrano’s career is
particularly studied, from his stay in Seville as a teacher for the royal
Infants, and his influence on Prince Charles’ architectural taste, to his
projects in the kingdom of Naples, the obelisk of Bitonto or the royal palace
at Capodimonte.
KEYWORDS: Architecture, XVIIIth century, Naples, Spain, Ferdinando
Sanfelice
La falta de interés
-compartida por parte napolitana y española- sobre el estudio de las relaciones
arquitectónicas entre la clientela española de los virreyes y los arquitectos
napolitanos, durante los dos largos siglos del virreinato español en Nápoles,
constituye, al menos desde un punto de vista español, un hecho bastante difícil
de explicar, aunque probablemente desde una óptica italiana hayan existido
razones históricas que puedan haberla justificado. Mientras la historia de las
relaciones artísticas, de la clientela y el coleccionismo -tantas veces
contemplada como piratería de obras antiguas y modernas por partes de los
virreyes más que como exportación de bienes napolitanos hacia España- son temas
recurrentes para los historiadores del arte, el estudio de las relaciones
arquitectónicas parece haber seguido unas pautas estratégicas, marcadas ya por
Bernardo De Dominici en los albores de la historiografía napolitana, volcadas a
marcar una neta cesura entre el virreinato español, por una parte, y el
austriaco y el periodo independiente del reino de las Dos Sicilias, iniciado
con Carlos de Borbón, nuestro futuro Carlos III, por otra, valorando estos dos
últimos y olvidando en consecuencia el precedente y los posibles nexos de unión
entre ambos1.
Este olvido de las relaciones arquitectónicas entre el
virreinato español y la arquitectura napolitana parece haber comenzado con los
silencios que surgen en el citado texto inaugural de De Dominici, sus medias
palabras y su reenvío a otros autores, que ya habrían tocado un tema que a este
autor no le interesaba desarrollar. Ello ha afectado, por ejemplo, al casi
absoluto olvido en que han caído episodios como los de la exportación de
proyectos de Bartolomeo Picchiatti y de diseños y materiales marmóreos
arquitectónicos de Cosimo Fanzago a Salamanca, y la intervención del ingeniero
napolitano Curzio Zacarella en esta misma fábrica salmantina de las Agustinas,
requeridos aquéllos y enviado éste respectivamente por el virrey Conde de
Monterrey; o como el del pasaje por la ciudad partenopea, en 1648-1649, de un
personaje tan importante en el campo arquitectónico como el jesuita flamenco
Jean-Charles de la Faille (Juan Carlos de la Falla para los españoles),
profesor de matemáticas y arquitectura de Don Juan José de Austria tras enseñar
estas disciplinas en Madrid, en el Colegio Imperial, así como autor de un
manuscrito de arquitectura en el que por vez primera se trataría el tema de la
arquitectura oblicua, aun antes del libro "clásico" de Juan Caramuel
de Lobkowitz, demostrando que una síntesis entre estereotomía y construcción
material de la perspectiva se había convertido ya en un aspecto básico de la
cultura arquitectónica española desde el Quinientos.
De igual forma, se ha pasado por alto la estancia
napolitana del propio Caramuel, que llegó desde Viena con el Conde de
Peñaranda, y que escribió el mayor y quizá más temprano elogio de la escalera
imperial del Palazzo Reale, aunque no dejara de juzgarla con esfumaturas
irónicas por su excesivo tamaño. Como es sabido, Caramuel dejó en su tratado
sobre la arquitectura oblicua, además, la primera historia de la construcción
de la escalera de Picchiatti para el Conde Oñate, esto es, el comitente de
Francesco Borromini en
la obra de la escalera del Palazzo di Spagna, en Roma, y
sucesivamente para el Conde de Peñaranda y los hermanos el Cardenal don Pascual
de Aragón y Pedro Antonio de Aragón2, también interesados vivamente
por la arquitectura3.
Este último, Duque de Segorbe y Cardona y virrey de
Nápoles entre 1666 y 1672, imprimió de hecho en Nápoles en 1671 un tratado
dedicado a la arquitectura militar, regular e irregular, texto del que no
aparece prácticamente referencia alguna en la historiografía española o
napolitana4. Y las relaciones entre Francesco Antonio Picchiatti y
el Marqués del Carpio don Gaspar de Haro tuvieron que suficientemente estrechas
como para que las imágenes de dos vasos de pórfido y una urna antiguos de sus
respectivas colecciones -del Virrey Marqués del Carpio y de Picchiatti
"Napolitanishen Architecto"- fueran reproducidas por el austriaco
Johann Fischer von Erlach, en su Entwurf einer historischen Architektur
(Viena, 1721, IV, III y v), artista que las habría visitado y los habría
dibujado durante su estancia napolitana de cuatro años con su maestro Philipp
Schor, también al servicio del virrey, antes de asentarse en Viena hacia 16875.
Tampoco parece haberse conocido la presencia en Nápoles,
aun breve, venido desde España con Felipe V en 1702, del pintor-arquitecto y
caballero romano del hábito constantiniano Filippo Palotta (act.1700- 1721)6,
o de los intereses arquitectónico del último virrey (1702-1707) de la España de
los Habsburgo el VIII Marqués de Villena, XII Conde San Esteban de Gormaz y
VIII Duque de Escalona don Juan Manuel Fernández Pacheco (1650-1725)7.
Con estos dos
personajes, arquitecto y virrey, nos situaríamos ya en el siglo XVIII y en la
época tanto de los Borbones españoles, añadiéndosele a Felipe V el título de
Rey de Nápoles, como en la del arquitecto Ferdinando Sanfelice (1675-1748) como
figura principal de la arquitectura del reino partenopeo del cambio de centuria
(Figs. 1-4). Aunque tradicionalmente se ha pensado que entre los reyes de la
casa de Borbón y el napolitano se había producido una fractura, lo cierto es que
sus primeras obras de carácter público se enmarcaron entre los encargos
promovidos por los virreyes españoles. Si Felipe V había llegado a Madrid el 18
de febrero de 1701, en marzo Sanfelice se encargó de diseñar el catafalco que
por la muerte de Carlos II se erigió en la Cappella del Tesoro de San Gennaro
de la catedral napolitana, impreso ese mismo año con un grabado de Francesco
Aquila8.
Durante la visita del nuevo monarca Felipe V a Nápoles
(entre el 17 de abril y el 2 de junio de 1702), Sanfelice colaboró activamente
en los festejos oficiales, convirtiéndose -junto a Francesco Bibbiena9
- en uno de los protagonistas de éstos, al proyectar un pabellón en Poggio
Reale, el Arco Triunfal de Porta Capuana y los prospetti del Duomo,
asicomo el Seggio y altar de San Gennaro y otros ornamentos en las
plazas de Portanova y el puerto, y un Anfiteatro o Columnata de las Musas, con
estatua ecuestre del rey incluida, en el medio, delante de la Casa della Città,
en el Largo de San Lorenzo10. El protector de Sanfelice en la corte,
el arzobispo y Cardenal Cantelmi, incluso lo habría llegado a presentar al
nuevo rey, y éste habría expresado nada menos que su deseo de llevárselo
consigo a España. Por muy retórico que fuera tal proceder, constituiría un
halago para el joven artista, que sin embargo no tendría consecuencias, al
embarcarse el monarca en la Guerra de Sucesión y terminar por echar mano de
arquitectos nativos -como Teodoro Ardemáns- o franceses -como Robert de Cotte-
para sus primeras obras españolas.
No obstante este hipotético sinsabor, Sanfelice siguió
gozando de la estima de los virreyes; según nos cuenta De Dominici11,
como básica fuente contemporánea; para el Principe Borghese, hacia 1705,
Sanfelice habría preparado un inteligente sistema para distribuir y vender el
grano almacenado en la ciudad de Nápoles como harina, e incluso el Marqués de
Villena -tan preocupado por el estudio de las matemáticas como por el la
arquitectura civil y militar- se habría llegado a interesar, antes de 1707, por
su primera obra arquitectónica, visitando la magnífica escalera hexagonal que
había construido para su cuñado, el Marchese della Petina, en su Palazzo
Capuano (via San Pellegrino 24).
Para reencontrarnos con Sanfelice y los Borbones, ahora
en concreto con el mismísimo Carlos de Borbón, hemos de esperar lógicamente
hasta los primeros años treinta. Aunque desde De Dominici haya circulado la
idea -no abandonada por autores recientes como Yves Bottineau o Anthony Blunt12
- de que el nuevo Rey de Nápoles mantuviera una especie de actitud vindicativa,
a causa de la colaboración de Sanfelice con las autoridades del precedente y
antagonista virreinato austriaco, apartándolo de las más importantes comisiones
y desbancándolo de su posición privilegiada, a través de su apoyo a la mediocridad
arquitectónica que habría constituido Giovanni Battista Medrano, convertido en
la contrafigura de Sanfelice, un análisis menos apasionado y maniqueo de la
situación, debiera llevarmos a constatar una coyuntura mucho más compleja y
unos comportamientos no solamente justificados por supuestas actitudes
primarias.
Figuras 1 a 4
Carlos de Borbón,
desembarcó en Italia, en el puerto de Livorno, como soberano de Parma y
Piacenza, el 26 de diciembre de 1731, para convertirse en junio de 1732 en el
heredero del Gran Ducado de la Toscana y, a partir del Pacto de Familia de
noviembre de 1733 en el nuevo Rey de Nápoles, en cuya capital entraría el 10 de
mayo de 1734. A partir de este momento su actuación en el campo de la
arquitectura parece haber tendido a distribuir sus encargos directos o
indirectos hacia un conjunto plural de maestros, entre los que se contaría, en
primer lugar, el florentino Antonio Canevari (1681-1750)13,
discípulo de Nicola Salvi, quien ya había trabajado para un monarca en la
Península Ibérica, el rey de Portugal Joâo V, de 1728 a 1732; había mantenido
también contactos con los Borbones españoles, pues poco antes del famoso
incendio del Alcázar de Madrid, de la Navidad de 1734, en noviembre de ese
mismo año, había agradecido a Felipe V su deseo de contratarlo para marchar a
España; esta invitación se reiteraría en 1736, tras la muerte de Filippo
Juvarra, contemporáneamente a las de Ferdinando Fuga y Giovan Battista
Sacchetti -para hacerse cargo de la obra del Palacio Real Nuevo- aunque fuera
nuevamente declinada. En 1738 Carlos le encomendó el proyecto del nuevo Palacio
de Capodimonte, siguiéndole dos años después el de la Regia de Portici.
En segundo lugar, a Angelo Carasale, que había diseñado
los aparatos de la fiesta que la ciudad había preparado para celebrar la
llegada de Carlos a su nuevo reino. En 1737, Carasale recibió el encargo - con
Medrano- de diseñar el Teatro de San Carlo.
En tercer lugar, a Niccolò Tagliacozzi Canale, quien
recibió en 1735 el encargo del proyecto de las fiestas celebradas por la
conquista carolina del Reino de Sicilia, así como quien en 1739 proyectaría la
Fiera de Nápoles.
En cuarto y quinto lugar a Medrano y Sanfelice, sobre los
que naturalmente nos detendremos mucho más, para analizar sus obras y las
razones para su elección.
Juan Antonio Medrano
Fernández era un siciliano nacido en Sciacca –más que en Palermo- en 1703, y
que había entrado al servicio de España en 1719 como architetto militare,
aunque es probable que ya se hubiera incorporado al ejército de Juan Próspero
de Verboom (Amberes, 1665-Barcelona, 1744) en la campaña de Sicilia de 1718,
puesto que en diciembre de ese mismo año aparecía como ingeniero extraordinario
y subteniente de este cuerpo, y en 1720 trabajaba en el Principado de
Cataluña14. Su actividad durante esta década debió de centrarse en esta región,
aunque no dispongamos de noticias precisas, para reaparecer en 1729, momento en
que se le encargó la organización de los caminos para la jornada del viaje de
la familia real, encabezada por Felipe V e Isabel de Farnesio, desde Madrid a
Sevilla.
Durante este periodo andaluz, Medrano comenzó a ocuparse
de la educación militar y arquitectónica del Infante don Carlos y sus hermanos;
de estas tareas, para "instrucción y diversión del Serenísimo Príncipe
nuestro señor y Señores Infantes", se conservan dos planos de un Fuerte,
erigido entre 1729 y 1730 en Buenavista, en los alrededores de Sevilla, en el
que se incluía un revellín dedicado al propio Infante don Carlos15;
los príncipes podían prescindir de los soldaditos de plomo y sustituirlos por
los de carne y hueso y tamaño natural.
Aunque en 1730 se encontraba Medrano en Barcelona,
levantando el plano de la fortaleza de Montjuic, regresaría pronto a la capital
andaluza, pues en 1731 partió de Sevilla para acompañar al Infante don Carlos,
Duque de Parma y Piacenza, en su viaje a Italia. De 1732 a 1734 se mantuvo al
servicio del Infante, enseñándole geografía, historia y matemáticas, además de
ingeniería militar y arquitectura durante su estancia en las ciudades de
Florencia, Parma y Piacenza16; de sus esfuerzos y trabajo da
testimonio el hecho de que fue ascendido en 1733 a teniente e ingeniero
ordinario y, más tarde y ya en Nápoles, en 1737, a brigadier e ingeniero
director.
El primer encargo
arquitectónico que Medrano recibió en el Reino de Nápoles, tras la batalla de
mayo de 1734 de Bitonto (Bari), ganada por el Conde de Montemar don José
Castillo de Albornoz, fue la proyectación, que grabaría Antonio Baldi, de un
obelisco conmemorativo del triunfo militar en forma de pirámide, cuyas cuatro
caras se dedicaron al propio rey de Nápoles y Sicilia (aunque subrayándose
primero su calidad de hipotético heredero de la corona como Hispaniarum
Infans), a su padre Felipe V y al general victorioso don José Carrillo de
Albornoz, al frente de un Hispanici Exercitus17. Aparece también
Medrano como "Major Regius Praefectus Mathematicis Regni Neapolitani",
incluso aparentemente un año antes de ser nombrado ingeniero mayor del reino,
título no recibido hasta 1735 (Fig. 5).
De regreso a Nápoles, Medrano intervino todavía en 1734
-sin que sepamos qué alcance tendría su trabajo- en el Palacio de los Virreyes
de Nápoles de Domenico Fontana. En enero de 1735 acompañó al Rey, ya como
ingeniero mayor del Reino y Teniente Coronel, en su viaje a Sicilia, en
compañía del también ingeniero Michelangelo de Blasio, quien fue, sin embargo,
arrestado bajo el cargo de traición en el mes de febrero. Nuevamente en
Nápoles, en 1735 -según la fecha de su dibujo de planta en el Museo Nazionale
di San Martino en Nápoles18- trazaba el Teatro de San Carlo, cuya
obra, no obstante, no se iniciaría hasta 173719, al hacerse cargo de
la misma Medrano junto a Angelo Carasale. Situado junto al Palazzo Reale y sustituto
del de San Bartolomé, la obra se ejecutó en ocho meses.
Al año siguiente de 1738, Medrano iniciaba, esta vez en
solitario, la construcción de la nueva Casa de campo del Palacio de Capodimonte20,
donde debían alojarse de entrada las colecciones artísticas de los Farnese.
Nuestro arquitecto propuso tres variantes, de las que la más próxima a lo
ejecutado presentaba un patio con una escalera de doble rampa, mientras que
quedaba en un extremo una escalera de planta hexagonal. Aquí se iniciaron sus disensiones
con Antonio Canevari, quien le acusó de apropiarse de sus diseños e ideas,
oposición declarada entre ambos que reaparecería en 1741 con motivo de la
fábrica del Palacio de Portici21. A pesar de las críticas del estilo
de Medrano, todavía en 1740 diseñó una capilla, jamás realizada, para el
Palacio real de Portici, pero con posterioridad a 1741 su figura y su actividad
se diluyen.
No obstante, todavía en 1738, con el ingeniero zaragozano
Roque Joaquín de Alcubierre, Medrano inició las tareas de las excavaciones de
Herculano, dando cuerpo a un nuevo tipo de actividad22. También, con
motivo de las fiestas por el matrimonio de Carlos con María Amalia de Sajonia,
Princesa de Polonia, se levantó ese mismo año una cuccag na en la ribera de
Chiaia, delante de la iglesia de San Leonardo, allestita por Medrano, quien
quizá también proyectara el pabellón, en forma de castillo antiguo sobre un
palafito, con cuatro torreones de ángulo y uno central, baluartes, fosos,
almenas, troneras y garitas, además de dos rebellines con parapetos y nuevas
garitas23.
Es posible que poco después reemprendiera sus trabajos
como ingeniero militar, pues en 1746 firmó un plano de la plaza y bahía de
Gibraltar, adonde se habría traslado al efecto24, pero para regresar
todavía a Nápoles, donde se encontraba en 1751, proyectando la Terrasanta de la
iglesia de la Santissima Trinità dei Pellegrini (Santa Maria di Materdomini),
cuyo ambiente ha recordado soluciones de sabor vanvitelliano y testimonian un
solo relativo eclipse de su fortuna napolitana25. Tras esa fecha, su
nombre parece haber desaparecido por completo, ignorándose incluso si ello se
debiera a su fallecimiento.
Figura 5
En su obra más conocida,
el proyecto de palacio de Capodimonte, parece haber aunado, de acuerdo con el
gusto de Carlos de Borbón -nacido y educado en España como hemos visto en un
ambiente volcado hacia el gusto por una arquitectura de tintes militares y que
debió reformar a causa sus primeras experiencias italianas- referencias al
patio del Palazzo Pitti florentino con su militarización formal, tomada -tanto
en su interior como en el exterior- de los nuevos aires impresos por el círculo
de Verboom, en el que Medrano se había formado; éstos podían haberse hallado en
las obras -como la fachada del Arsenal, la residencia del propio ingeniero o el
palacio del gobernador de Alejandro de Rez- de la Ciudadela de Barcelona
(1716-1727), edificaciones visitadas por el Infante a su paso por la ciudad condal,
y que presentaban detalles tan modernos para lo hispano como las ventanas de
arcos segmentados de evidente influencia francesa26.
A su vez, nuestro
protagonista Ferdinando Sanfelice recibió otro tipo de encargos desde el mismo
1734, aunque los primeros parecen haber derivado de una decisión de los Eletti
della Città; con motivo de la fiesta celebrada con motivo del ingreso de
Carlos en Nápoles, Sanfelice proyectó el aparato de la iglesia de San Lorenzo27.
Cuatro años después, en 1738, en paralelo con el propio Medrano y con motivo de
las fiestas celebradas por la boda de Carlos y la Princesa de Polonia María
Amalia de Sajonia, volvió a encargarse Sanfelice del Teatro del Largo del
Castello que se levantó con motivo de la Fiera28. Se enviaron
a España descripciones del programa de fiestas "en Portela", de los
preparativos de sus recibimiento y las solemnidades
realizadas en Nápoles, ocupándose de ello el embajador extraordinario de
España, Conde de Fuenclara29.
Así mismo la llegada de la nueva reina precipitó la
necesidad de emprender diversos adornos para su cuarto en el Palacio real, que
nuevamente recayeron sobre las espaldas del napolitano30, como
también el diseño de las Fiere de 1740 y 1747, mientras que la de 1739
corrió a cargo de Bartolomeo Granucci. No obstante la falta de un monopolio
artístico por parte de Sanfelice, en 1740 fue el responsable del diseño de los
aparatos para la fiesta del nacimiento de la Infanta Maria Elisabetta31,
con un Teatro en la Piazza Reale, cuyo proyecto eligió el rey entre los que le
presentaron aparentemente diversos arquitectos del reino; se conservan en
Capodimonte dos dibujos de plantas estrelladas no realizadas y tres grabados de
Antonio Baldi, con la vista de la máquina, un detalle de la torre piramidale
o cuccagna y un detalle del lateral de su pedestal.
Sanfelice parece haber tomado la idea de la torre de uno
de los grabados de la "Historische Architektur" de Fischer von Erlach
(III, xii)32, inspirándose en la estructura de la Pagoda de Nanking
y la Torre de Porcelana de nueve pisos, mientras que la estructura del Teatro
podría ponerse en relación con la vista del Palacio del Rey de Persia en
Ispahan (III, ix)33; si algunas de las reconstrucciones históricas
de Fischer habían entremezclado el eco de construcciones antiguas y las
realizaciones festivas promovidas por el Marqués del Carpio durante su trienio
napolitano, parece lógico -con su síntesis de aires exóticos y festivos- que
volvieran a influir en el diseño de los aparatos celebrativos partenopeos. Para
las fiestas de San Gennaro de 1742, Sanfelice se encargó de erigir la Fiera de
la Piazza Reale, señalándose en la correspondencia que el Marqués de Salas (don
José Joaquín de Montealegre, Príncipe de Campoflorido y Marqués de la Mina)
dirigió a España, que había sido obra del ingeniero Ferdinando Sanfelice,
testimonio de que en la corte madrileña el napolitano era un personaje conocido
y estimado por su capacidad inventiva de este tipo de obras34.
Entre estos dos proyectos, Sanfelice ("Ferdinandus
Sanfelice inv./Francescus Sesono Sculp. Nap.") acometió en 1741 la
realización del diseño de la Audiencia que Carlos de Borbón concedió en el
Palacio Real al embajador turco Hagi Hussein Effendi, enviado del sultán Osmán
III (Mahmud-Han o Mohamed I, 1736- 1757)35. La visita del enviado
extraordinario de la Puerta Otomana causó verdadera impresión, como testimonian
los retratos que Giuseppe Bonito realizó del embajador y su séquito (Museo del
Prado, Palacio Real de Madrid y Palazzo Reale de Nápoles), y el envio a Madrid,
al año siguiente, por orden de Juan Lorenzo de Coira, de un cuadro sobre
plancha de cobre, hoy no localizado y quizá atribuible a Francesco Solimena,
con la entrada del embajador36.
No obstante, Sanfelice no se limitó a este tipo de
actividad. Ya en 1735 se le había encargado redactar un informe sobre el
Palazzo Reale de Nápoles, ordenándosele ampliar el ala sureste del Palacio.
Denunció el desplome de la fachada hacia el mar, señaló el riesgo que
comportaba la fábrica y recomendó que si se debía "ingrandire il Palazzo
Reale si dovesse... fare con la medessima semetria dell'antico Palazzo
disegnato dal celebre Domenico Fontana... seguitare l'istesso ordine, al meno
ornandolo di stucchi che fossero uniformi a sì cospicuo Palazzo, e portare
eguali li piani, levando le difformità così da fuori come da dentro"37.
En los años cuarenta, Sanfelice fue elegido como proyectista del Bosco de
Capodimonte, con un abanico de cinco calles, flanqueado por árboles dispuestos
regularmente y cortado por calles menores, que ofrecían una serie de
perspectivas imprevistas y una sistematización arbórea resuelta de forma
escenográfica, habiéndose conservado pagos fechados en 1742 por su intervención
en los jardines del Dattile y della Pigna de Capodimonte38; al año
siguiente proyectó una Capilla exenta cerca de la fábrica de porcelana de
Capodimonte. Contemporáneamente, como ya señalara De Domicici, se encargaba de
la remodelación del viejo Estudio Regio, con consecuencias difícilesde precisar
para la antigua fábrica, y del Serraglio de Ponte della Maddalena (1742-1743),
junto a las caballerizas de los virreyes Príncipe de Pietrapersia y Conde de
Oñate, un Teatro para espectáculos y combates en forma de anfiteatro en U39.
Todavía un año antes de su muerte, Sanfelice volvió al territorio de las
arquitecturas efímeras, como ya se ha indicado, con su enésima Fiera.
Como ya indicara Franco Marcini, estas últimas obras
sanfelicinas demostrarían que el napolitano sometió su estilo personal a una
especie de "castigatezza" decorativa, de autocontrol de sus
tendencias previas, a tenor del gusto carolino bien representado por Medrano;
más que verse "desterrado" de la actividad oficial por el nuevo rey de
las Dos Sicilias, Sanfelice supo adaptarse a las nuevas directrices impuestas
por el monarca, que no se limitaban al rechazo de los excesos ornamentales
vigentes en las últimas del virreinato español y del periodo austriaco, cuya
supuesta cesura habría que investigar más a fondo40. Un nuevo
aspecto "militarizado" es perceptible en muchas de sus intervenciones
para las Fiere de 1738 -como en las de Granucci de 1739- y un mayor control
sintáctico de algunos de sus leitmotiven son perceptibles a partir del asentamiento
en Nápoles de la corte de Carlos de Borbón, aun sin renunciar completamente a
un vocabulario que le había convertido en un proyectista de tanto éxito. Sus
pirámides, confrontadas con la de Bitonto de Medrano, podrían ser un botón de
muestra. Subsumidas en un aparato que las termina por ahogar en obras
preborbónicas como las decoraciones funerarias de las iglesias de San Lorenzo,
para las exequias de Eleonora de Neoburgo (1720), y de San Giovanni a
Carbonara, para los funerales del Duque Gaetano Argento (1731), tomaron un
nuevo protagonismo en su Fuente de la Plaza de la Fiera de 1738 o en la Torre
Piramidal de 1740. Una geometrización y una clarificación de los ornatos de sus
caras parece perfectamente perceptible en el de 1738, aun cuando todavía su
orientación mantuviera el carácter angular -oblicuo- del de 1731; la
ortogonalidad planimétrica de la cuccagna de 1740, quedando solo una oblicuidad
de alzado, justificada por el carácter ascendente de su estructura,
constituiría un nuevo paso hacia adelante en la senda de su adaptación respecto
a los nuevos aires que procedían, a la postre, de los intereses de un monarca
severo41, formados tanto en una España -menos simple en sus opciones
artísticas42- como en Italia.
1.
Este artículo parte de
la ponencia presentada al Convegno Internazionale Intorno a Ferdinando Sanfelice: Napoli e l'Europa, Faccoltà di
Architettura, Seconda Università degli Studi di Napoli, Nápoles-Caserta, en
1997, con el título "Ferdinando Sanfelice e i Borboni di Spagna: da
Filippo V a Carlo III". Así mismo, este trabajo ha contado con la ayuda
del proyecto de investigación (PB95-0192) de la DIGICYT del MEC "Fuentes
gráficas y teóricas de la arquitectura española de la Edad Moderna: dibujos y
tratados de los siglos XV al XVIII".
2.
Francesco Antonio
Picchiatti se encargó en 1666 de levantar la fachada y castellana efímera del
convento de Santa Chiara para celebrar la muerte del rey, celebradas el 18 de febrero, por orden del Virrey el
Cardenal don Pascual de Aragón. Véase MARCIANO, M., Pompe Funebri dell'Universo nella morte di Filippo Quarto il Grande re
delle Spagne, Nápoles, 1666; MÍNGUEZ, Víctor, "Exequias de Felipe IV
en Nápoles. La exaltación dinástica a través de un programa astrológico", Ars Longa, 2, 1991, pp. 53-62; ALLO MANERO, María Adelaida,
Exequias
de la Casa de Austria
en España, Italia e Hispanoamérica (Tesis dictoral en microfichas),
Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1993.
3.
Véase SLADEK,
Elisabeth, "Pedro de Aragón's Plan for a 'Private Port' (Darsena)
in Naples. Reconstructions and Genesis of a Classical Building
Type", en Parthenope's Splendor. Art
of the Golden Age in Naples, ed. Jeanne Chenault Porter y Susan Scott
Munshower, University Park, 1993, pp. 364-395; y MARÍAS, F., "Bartolomeo y Francesco Antonio
Picchiatti: arquitectos de los virreyes españoles de Nápoles", Carl Justi Vereinigung Mitteilungen,
1997, pp. 67-85 y, más extensamente,
"Bartolomeo y Francesco Antonio Picchiatti, dos arquitectos al servicio de
los virreyes de Nápoles: Las Agustinas de Salamanca y la escalera del Palacio
real", Anuario del Departamento de
Historia y Teoría del Arte,
IX-X, 1997-1998, pp. 177-195. Asimismo las investigaciones in fieri de Diana Carrió-Invernizzi.
4.
FOLCH DE CARDONA (OLIM)
DE ARAGÓN, Pedro Antonio Ramón, Geometría
militar en la qual se comprenden las matemáticas de la fortificación regular e
irregular y las tablas poliédricas proporcionales para dar medida a cualquier
plaza, Nápoles, 1671.
5.
Sobre Fischer en
Nápoles, véase SLADEK, Elizabeth, "Der Italienaufenthalt Johann Bernhard
Fischers zwischen 1670/71 und 1686. Ausbildung -Auftraggebererste
Tätigkeit", en Fischer von Erlach
und die Wiener Barocktradition, ed. Friedrich Polleross,
Viena-Colonia-Weimar, 1995, pp. 146-169, y especialmente pp. 153-158 sobre sus
relaciones con el Marqués del Carpio
y las realizaciones de Fischer
y Schor; también,
"Il soggiorno italiano
di Johann Bernhard
Fischer von Erlach (1656-1723)",
Studi Romani, 1977. Véase igualmente
POLLEROSS, Friedrich, "Docent und delectant. Architektur und Rethorik am
Beispiel von Johann Bernhard Fischer von Erlach", Wiener Jahrbuch für Kunstgechichte, II, 1996, pp. 165-206. Ahora,
sobre Carpio y la arquitectura, MARÍAS, Fernando, “Don Gaspar de Haro, Marqués
del Carpio, coleccionista de
dibujos”, en Arte y diplomacia de la
Monarquía hispánica en el siglo XVII, ed. José Luis Colomer, Fernando
Villaverde Ediciones, Madrid, 2003, pp. 208-219.
6.
En 1700 aparecía como
arquitecto delineador militar e ingeniero ordinario de Felipe V, a quien acompañó en diversas jornadas
militares, por lo menos la de Cataluña y la italiana, diseñando en 1700 la
Aclamación de Felipe V y en 1703- 1704 los grabados de Bruselas de
Jean-Baptiste Bertheran para el texto del Marqués de Ribas Antonio Ubilla, Succesion de el Rey D. Phelipe
V (Madrid, 1704).
En ellos se presentaba Palotta
como arquitecto de Su Magestad, ingeniero y ayuda de furriera de la caballeriza de la
Reina María Gabriela de Saboya; de hecho, en 1715 recibió el título de
delineador y en 1718 el de teniente de infantería; véase LLAGUNO Y AMIROLA,
Eugenio, Noticias de los arquitectos y
arquitectura de España desde su restauración, Madrid, 1829, IV, pp. 95-96; AGULLÓ Y COBO, Mercedes,
"Filippo Pallotta, arquitecto y dibujante de Felipe V (I)", Villa de Madrid, XXII, 81, 1984, pp. 3-20.
7.
COTARELO Y MORI,
Emilio, "La fundación de la Academia
Española y su primer director
don Juan Manuel
Fernández Pacheco Marqués de Villena", Boletín de la Real Academia Española, I, 1913, pp. 4-38 y 89-98.
Casado en 1674 con Josefa Benavides y Silva, hija del Conde de Santisteban del
Puerto, luchó y fue herido en la toma de Buda por parte del emperador Leopoldo
I en 1686, recibiendo el Toisón de
Oro en 1687. Fue embajador en Roma en 1689-1691, virrey de Navarra en
1691-1693, virrey de Aragón en 1693 y de Cataluña en 1693-1694, marchando a
Nápoles en 1701. Cayó prisionero del Conde Thaun en 1707, permaneciendo encarcelado por los austriacos en Nápoles y Pizzighittone hasta
1711. En 1713 fundó la Real Academia
Española, rodeándose de figuras como el historiador Fray Juan Interián
de Ayala, el historiador
y matemático Padre Bartolomé Alcázar y el matemático y tratadista de
fortificación el Padre José Cassani, y eligiendo como secretario a Vincenzo
Squarzafigo Centurión y Arriola. Nuestro virrey fue famoso por sus
conocimientos de matemáticas y geografía, y por su don de lenguas (latín,
griego, italiano, francés, alemán y turco). En su nuevo palacio de la Plaza de
las Descalzas Reales de Madrid, instaló -tras recuperarla de Nápoles donde la
había trasladado desde su casa familiar de Escalona (Toledo)- su enorme biblioteca y allí se reunió la primera Academia.
El inventario (de 1747-1753) de su
espléndida biblioteca -con innumerables libros de materia arquitectónica y
todavía inédito- se encuentra en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid,
Prs. 14.859-14860, fols. 470-1753. Véase DE ANDRÉS, Gregorio, "La
biblioteca del Marqués de Villena, D. Juan Manuel Fernández Pacheco, fundador
de la Real Academia Española", Hispania,
XLVIII, 168, 1988, pp. 169-200.
Véanse también las "Exequias"
de Fray Juan Interián de Ayala, Relación
de la oración fúnebre, Madrid, 1725 y S. Coniglio, I vicerè spagnuoli di Napoli, Nápoles, 1967, pp. 347 y ss. Sobre
Cassani y Alcázar, véase CAPEL, Horacio, Geografía
y matemáticas en la España del siglo XVIII, Oikos Tau, Barcelona, 1982; Cassani publicó en Madrid en 1704 su Escuela militar de fortificación ofensiva y
defensiva y, dedicada al rey, sus Consideraciones mathemáticas de architectura militar y cosmographía.
Véase VANDELVIRA GONZÁLEZ, G., Los militares ilustrados del siglo XVIII. Su
contribución a las ciencias humanas y sociales, Madrid, 1996.
8.
Funerali
fatti di questa fedelissima città di Napoli alla felice memoria di Carlo II Re
delle Spagne dentro l'insigne Cappella del Tesoro
di essa 16 marzo 1701, Nápoles, 1701.
9.
Quien proyectó una macchina en la piazza de San Domenico
Maggiore y el Templo del Sol, con las
estatuas del Rey Sol Luis XIV de Borbón (abuelo de Felipe V) y de los Reyes
Planetas Felipe IV y Carlos II de Habsburgo, aparato en el que se insistía en
la conexión dinástica con sus antecesores en el trono de España.
10.
Véase BOTTINEAU, Yves, L'art de cour dans l'Espagne de Philippe V, 1700-1746, Féret & Fils,
Burdeos, 1962, pp. 248-255, quien citaba ya los grabados y dibujos del Museo
Nazionale di Capodimonte y las estampas del "Diario de Filippo V".
11.
La fuente
primaria de la actividad de Sanfelice sigue
siendo DE DOMINICI, Bernardo, Vite de' pittori,
scultori ed architetti napoletani, Nápoles,
1741-1743, III, pp. 639-659 y 644-659.
12.
BLUNT,
Anthony, Neapolitan
Baroque and Rococo Architecture, Zwemmer, Londres, 1975 pp. 129-158 y
187-194 y BOTTINEAU, Y., op. cit. y L'art de cour dans l'Espagne
des Lumières, 1746-1808, Boccard, París, 1986, pp. 65-66.
Véase ahora sobre el tema, GARMS, Jörg, “Dal viceregno al regno - Napoli”, en CURCIO, Giovanna
y KIEVEN, Elisabeth, Storia dell’architettura
italiana. Il Settecento, Electa, Milán, 2000.
13.
VENDITTI, A., “Antonio
Canevari”, en Dizionario Bibliografico
degli italiani, Enciclopedia Trecani, Roma. Véase también Antonio Niccolini architetto e scenografo
alla corte di Napoli (1807-1850), ed. Anna Giannetti y Rossana Muzii.
Electa-Napoli, Nápoles, 1997.
14.
Véase CAPEL, Horacio et
alt., Los ingenieros militares en España.
Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Universidad de Barcelona, Barcelona, 1983, p. 322 y De Palas
a Minerva. La formación científica y la estructura institucional
de los ingenieros militares en el siglo XVIII, Serbal-CSIC, Madrid, 1988; MUÑOZ CORBALÁN,
Juan Miguel, Los ingenieros militares de
Flandes a España (1691-1718), Ministerio de Defensa, Barcelona, 1993, I, p. 307.
15.
Servicio Geográfico del Ejército
de Madrid. Véase SERRERA, Juan Miguel, OLIVER, Antonio y PORTÚS, Javier, Iconografía
de Sevilla, 1650-1790, Focus-El Viso, Sevilla, 1989, p. 250, nº 241-242.
16.
URREA, Jesús,
"Sobre la formación del gusto artístico de D. Carlos de Borbón", Boletín del Seminario de Arte y Arqueología,
XLVII, 1981, pp. 395-402 y en Carlos III
en Italia. Itinerario italiano de un monarca español, 1731-1759, Museo del
Prado, Madrid, 1989, pp. 23, 45, 53 y 57-68.
17.
"Monumento
conmemorativo de la victoria de Bitonto y de la recuperación de los reinos de
Nápoles y Sicilia", Biblioteca General de Palacio, Madrid, Arch. 2. Caja 2
(122-126) y tres ejemplares duplos (XIX-8188 (nº 7 al 21) 1115034).
1.
Nº 122: 670 x 320 mm.; escala en palmos
napolitanos y pies castellanos; "Carolo Hispaniarum Infanti neapolitanorum et siculorum Regi
Parmensium, Placentinorum, Castrensium Duci magno Etruscorum Principi quod
Hispanici Exercitus imperator Germanos deleverit"; escudo de Carlos VII.
2.
Nº 123: 670 x 320 mm.;
escala en palmos napolitanos y pies castellanos; "... Italicam libertatem
fundaverit Appuli Calabrique extulerunt. 1734"; escudo de Felipe V.
3.
Nº 124: 320 x 255 mm.;
escala en palmos napolitanos y pies castellanos; "Specimen monumenti Basis
Pyramidalis in agro Bitontino erecti".
4.
Nº 125: 670 x 320 mm.;
escala en palmos napolitanos y pies castellanos; "Iosepho Carrilio Comiti
Montemar quod eius opera ductu consilio Hispani Germanorum cuncta subregerint.
VIII Kal. Quinct. As. MDCCXXXXIV Honos Habitus"; escudo de Carlos VII.
5.
Nº 125: 670 x 320 mm.;
escala en palmos napolitanos y pies castellanos; "D. Joan Antonius Medrano
Major Regius Praefectus Mathematicis Regni
Neapolitani invenit et delineavit. Antonius
Baldi Neapolitanus Sculpsit. Philippo
V Hispaniarum Indiarum Siciliae utriusque regi potentissimo, Pio, Felici, quod
Afris Domitis, Neapolitanum Fulio Optimo italicis pridemditionibus aucto
adsignaverit. Monumentum Victoriae Poni Laetantes. Populi Volverunt";
escudo de Felipe V.
18.
MANCINI, Franco,
"Il 'trucco' urbano: apparati e scenografie tra finzione e realtà",
en Civiltà del '700 a Napoli, 1734-
1799, Centro Di, Florencia, 1979, II, p. 369, planta que se imprimió en la Encyclopedie.
19.
LLAGUNO Y AMIROLA, E., op. cit., IV, pp. 227-228.
20.
MAGDALENO REDONDO, R, op. cit., Legs. 5809 (5 y 6) y 5811 (98).
21.
ALISIO, Gian Carlo,
"I Siti Reali", en Civiltà del
'700 a Napoli, 1734-1799, Centro Di, Florencia, 1980, I, pp. 72-85 y Siti Reali dei Borboni. Aspetti
dell'architettura napoletana del Settecento, Officina, Roma, 1976, pp.
21-23, donde incluye como otra de sus obras el proyecto de la Caserma di
cavalleria de San Pasquale a Chiaia. El Palazzo di Persano corrió a cargo del
aparentemente también español e ingeniero militar Juan Domingo Plana (Giovanni
Domenico Piana) desde 1752, a pesar de haberse propuesto la paternidad del
arquitecto español Barrios o del propio rey.
22.
STRAZZULLO, Franco,
"I primi anni dello scavo di Ercolano nel diario dell'ingegnere militare
Rocco Gioacchino d'Alcobierre", en La
regione sotterrata del Vesuvio. Studi e prospettive, Nápoles, 1979. También
véase, FERNÁNDEZ MURGA, Félix, Carlos III
y el descubrimiento de Herculano, Pompeya y Estabia, Universidad de Salamanca, Salamanca,
1989 y MORA, Gloria, Historias de mármol.
La arqueología clásica española en el siglo XVIII, Anejos de Archivo Español de Arqueología XVIII,
CSIC-Polifemo, Madrid, 1998.
23.
MANCINI, Franco, Feste e apparati civili e religiosi in
Napoli dal Viceregno alla Capitale. Raccolti, commentati e descritti,
Nápoles, 1968, p. 46; sobre este tema, véase también su "Feste, apparati e
spettacoli teatrali", en Storia di Napoli, VI, 2, Nápoles, 1970, pp. 1179 y ss. y VII, 1971, pp. 651-714.
24.
Es posible que fuera el
mismo artífice el maestro de obras de Madrid que en 1748 reconoció, por orden
del primer ministro Don José Carvajal y Láncaster, la obra de la fábrica del
Real Sitio de San Fernando de Henares; véase RABANAL YUS, Aurora, El Real Sitio de San Fernando. Historia,
arquitectura y urbanismo, Ayuntamiento, Madrid, 1983, pp. 142-143.
25.
Civiltà
del '700 a Napoli 1734-1799, II, p. 440.
26.
Véase KUBLER,
George, Arquitectura de los siglos XVII y XVIII, Ars Hispaniae XIV, Plus Ultra, Madrid,
1957, pp. 328- 329; MARTINELL, César, Arquitectura i escultura barroques a
Catalunya. El barroc salomónic, 1671-1730, Barcelona, 1961; TRIADÓ,
Joan-Ramon, Historia de l'art català. V. L'època del Barroc. Segles XVII-XVIII,
Edicions 62, Barcelona, 1984, pp. 140-144.
27.
Relazione
della solennità celebrata a 23 maggio 1734 nella Real chiesa di San Lorenzo
Maggiore... per lo felice ingresso di S. M. Carlo di Borbone in questa
fedelissima città di Napoli, Ricciardo,
Nápoles, 1734. Se conservan dibujos de la fachada y altar mayor en Capodimonte,
y grabados de fachada y altar mayor, abiertos respectivamente por Francesco Sesoni y Ferdinando Strina.
Sobre las arquitecturas efímeras de Sanfelice, véase la bibliografía de la nota
22, y también BLUNT, A., op.cit.;
GAMBARDELLA, Alfonso, Note su Ferdinando
Sanfelice architetto napoletano, Istituto Editoriale del Mezzogiorno,
Nápoles, s. a; COSTAMAGNA, Alba, "L'antico negli apparati borbonici”, en Studi in onore di Giulio Carlo Argan,
Multigrafica, Roma, 1984, II, pp. 111-130.
Véase asimismo WARD, Alastair, The
architecture of Ferdinando Sanfelice, Garland, NuevaYork , 1988; DE SETA, Cesare, “Architettura del Settecento
a Napoli: Domenico Antonio Vaccaro e
Ferdinando Sanfelice”, en Pompeo Picherali, Annali
del barocco in Sicilia, 4 , 1997, pp. 91-97; RIZZO, Vincenzo, Ferdinandus Sanfelicius architectus
neapolitanus, Luciano, Nápoles, 1999.
28.
La relación se imprimió
con una carta de Don Paolo Mattia d'Oria: Breve
ragguaglio della rinomata Fiera che sotto la direzione di D. Ferdinando
Sanfelice Cavaliere Napoletano si celebrò nel mese di luglio dell'anno 1738 in
occasione del Real maritaggio del nostro Re D. Carlo di Borbone dedicato agli
eccellentissimi Eletti della Fedelissima città di Napoli, Ricciardo,
Nápoles, 1738. Se conservan en Capodimonte dibujos de la planta, ángulo de la
muralla, puerta del mediodía, puerta oriental y puerta occidental, así como los grabados de planta, puerta
de la Fiera, puerta septentrional, fuente, fuente
lateral, arco lateral de San Gennaro y dos barracche, abiertos respectivamente por Francesco Cepparuli, Giovanni
Donadeus, Ferdinando Strina, Bartolomeo de Grado, Francesco Sesone y De Grado
(la norte y sur y una barraca aislada quizá de la fiera de 1740 o 1747).
29.
MAGDALENO REDONDO, R., op. cit., Legs. 5816 (10 y 120) y 5817
(7 y 36).
30.
MAGDALENO REDONDO, R., Archivo General de Simancas XXI, Secretaría
de Estado. Reino de las Dos Sicilias, Valladolid, 1956, Leg. 5816 (14).
31.
Solo vivió del 6 de septiembre de 1740 a 1742. Una segunda hija, María Isabel,
vivió entre 1743 y 1749, mientras que la segunda hija María Josefa Antonia
solo vivió escasos meses en 1742. Sobre las fiestas del bautizo de la nueva primogénita, celebradas el 19 de
noviembre de 1742 por el Cardenal Acquaviva, véase R. Magdaleno Redondo, op. cit., Leg. 5830 (71).
32.
Sobre la presencia del
libro de Fischer en Italia, del que solo se ha rastreado la presencia de la
segunda edición de Leipzig (1725), véase GARMS, Jörg, "Libri non italiani
di architettura della prima metà del '700 in Biblioteche italiane", Saggi in onore di Renato
Bonelli (Quaderni dell'Istituto di Storia dell'Architettura), Multigrafica Editrice, Roma, 1992, II, pp. 755-764.
33.
Sobre las fuentes de
las pagodas, véase ANTINORI, Aloisio, "Le fonte seicentesche sulla Cina
nella cultura architettonica del primo Settecento. Note su un apparato di
Ferdinando Sanfelice", en Centri e
periferie del Barocco. Roma e l'Europa, ed. M. Fagiolo e M. L. Madonna,
Roma, 1992.
34.
MAGDALENO REDONDO, R., op. cit., Leg. 5838 (15).
35.
"Relazione della
venuta di Hagi Hussein Effendi inviato straordinario della Porta Ottomana e
della pubblica Udienza che a avuto dal Re nostro
signore il giorno 18 settembre 1741", Francesco Ricciardo impressore del
Real Palazzo, Nápoles, 1741 (Biblioteca Nacional de España, Sección de Bellas
Artes, ER 2769. Véase URREA, Jesús, en Carlos
III en Italia. Itinerario italiano de un monarca español, 1731-1759, Museo
del Prado, Madrid, 1989, pp. 124-126. No aparece en cambio referencia alguna en
URREA FERNÁNDEZ, Jesús, La pintura del
siglo XVIII en España, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1977.
La visita al Reino comenzó
en Messina, donde permaneció del 7 de julio a fin de agosto de 1741, residiendo en el Palazzo del Principe di Teora. En Nápoles estuvo del 30 de agosto
al 18 de octubre, siendo recibido en la Sala dell'Udienza, la Sala del Virey, decorada con tapices de Rafael
colocados como cuadros riportati con grandes marcos y espejos. Según la
relación citada, el embajador visitó la obra de Capodimonte, la villa de
Portici y el Teatro di San Carlo,
Pozzuoli y la Certosa di San Martino. Presentó valiosos regalos a Carlos, entre
ellos una tienda tártara y con cuatro tapices per envolver las columnas, que se
plantó en el cortile del Picadero del Palazzo Reale. Es posible que se alojara
en Nápoles en el Palazzo del Principe di Teora
(Palazzo Caivano, 66 Riviera di Chiaia junto a via Arco Mirelli),
edificio de Cosimo Fanzago cuya fachada había remodelado Sanfelice.
36.
MAGDALENO REDONDO, R., op. cit., Legs.
5837 (6) y 5830 (51).
37.
SCHIPA, Michelangelo,
"Per l'addobbo, l'ingrandimento e le decorazioni della Reggia di Napoli
alla venuta di Carlo di Borbone", Napoli
Nobilissima, XI, 1902, pp. 109-111; DI
RITA, Isabella,
"Sull'architettura di Domenico Fontana a Napoli", Saggi in onore di Renato
Bonelli (Quaderni dell'Istituto di Storia dell'Architettura), Multigrafica Editrice, Roma, 1992, II, pp. 675-682, en especial p. 680. La
Planta de la Planta Noble (1734/1737), con escala de palmos napolitanos
redactada en español (Archivio di Stato di Napoli, Piante e disegni, cart. X,
n. 3) que ha publicado esta última autora, permanece sin atribución.
Más tarde, Luigi Vanvitelli, quien debía
asegurar la fábrica por la parte de la plaza a causa del mal estado del
pórtico, encontró como razón primordial la incorrecta fundación del palacio
sobre un terreno blando. Véase DI STEFANO, R., "Luigi Vanvitelli ingegnere
e restauratore", en Luigi Vanvitelli,
Nápoles, 1973, pp. 223-224. Quizá hubieran sido causados los daños por la
construcción de una dársena en el área del Arsenal (1667-1668) (PARRINO, D. A.,
Teatro eroico, III, pp. 203-207) y
por el terremoto de 1688 (FUIDORO, I., Diarii
Giornali (1679-1680), B. N. N., Ms. X B 19, ff. 12-13) y a partir de 1735 a
causa de la adición de otros cuerpos de fábrica (SCHIPA, M., Il regno di Napoli al tempo di Carlo Borbone,
Milán-Nápoles, 1923 (ed. 1988), pp. 249-250).
38.
GIANNETTI, Anna,
Il giardino napoletano, dalle origini al Settecento, Electa
Napoli, Nápoles, 1994;
GIANNETTI, Anna y MARGIOTTA,
Maria Luisa, Parchi e giardini di Napoli,
Electa Napoli, Nápoles, 1999.
39.
APRATO,Germana,
"Il serraglio di Sanfelice al Ponte della Maddalena", Napoli Nobilisssima, III, 1963-1964, pp.
237- 246.
40.
Se ha supuesto demasiado
a la ligera que los austriacos mantuvieron una actitud hostil frente a la
tradición española; la actividad de Fischer von Erlach para el Marqués del
Carpio y la incidencia de un gusto español en la corte vienesa del Archiduque Carlos, emperador Carlos
VI desde 1711 a 1740 al suceder a José I son temas todavía por analizar.
Véase ahora BÉRENGUER, Jean, El
imperio de los Habsburgo 1273-1918, Crítica, Barcelona, 1992, pp. 335-371 y
WHEAT- CROFT, Andrew, Los
Habsburgo, Planeta, Barcelona, 1996, pp. 207-252.
41.
Sobre sus ideas religiosas, véase RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, Alfonso, "Piedad y vida religiosa en la corte durante
el siglo XVIII", en El Real Sitio de
Aranjuez y el arte cortesano del siglo XVIII, Madrid, 1987, pp. 191-202 y
"La reforma de la arquitectura religiosa en el reinado de Carlos III. El neoclasicismo español y las ideas jansenistas", Fragmentos, 12- 14, 1988, pp. 115-127.
42.
Sobre la arquitectura
efímera española de la época, representativa de una corriente que no podría
haber sostenido el
Infante Carlos, véase SOTO CABA, Victoria, Catafalcos
reales de los Borbones españoles. Un estudio de arquitectura efímera, UNED,
Madrid, 1991.