
Fig. 1. Inventario de pinturas del Colegio de Santa Catalina de
Córdoba (30 de septiembre de 1767). Archivo España de la Compañía de Jesús (AESI-A), Alcalá
de Henares. (Fotografía de Antonio Martín Pradas).
El catálogo de pinturas
del Colegio de Santa Catalina
de la Compañía de Jesús de Córdoba
The Catalog of Paintings in the Jesuits College of Santa
Catalina of Córdoba
Antonio
Martín Pradas
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Sevilla, España
https://orcid.org/0000-0002-3464-5531
Inmaculada
Carrasco Gómez
Universidad Pablo de Olavide,
Sevilla, España
https://orcid.org/0000-0002-2573-5711
Resumen
Presentamos en las siguientes páginas el inventario que en 1767 se hizo de las pinturas de la iglesia y Colegio de Santa Catalina
de Córdoba, convertida hoy en
parroquia de Santo Domingo de Silos y San Salvador. En él se mencionan
185 pinturas, de las que se recogen datos como su
soporte, advocación, medidas y tipo de marco y el lugar en el que se encontraban ubicadas, obviándose en la mayoría de los casos la autoría de las obras, con la salvedad de tres pintores muy
reconocidos en la época: Antonio Palomino y Velasco, Pablo de Céspedes y Juan Luis Zambrano.
Palabras clave: Compañía de Jesús;
Córdoba; Colegio de Santa Catalina; inventario de
pinturas; patrimonio mueble;
1767.
Abstract
In the following pages we present the inventory
completed in 1767 of the paintings in the Santa Catalina de Córdoba church and
college, which has since been converted into the Parish of Santo Domingo de Silos
and San Salvador. 185 paintings are mentioned in this inventory, in which we find
information concerning their mounts, dedication, measurements, and type of frame
as well as the place in which they were found. In most cases, the authorship of
the works is omitted, with the exception of three artists,
all well-known at the time: Antonio Palomino and Velasco, Pablo de Céspedes and Juan Luis Zambrano.
Keywords:
Society of Jesus; Córdoba; Santa Catalina
School; inventory of paintings; movable heritage; 1767.
Cómo citar este
trabajo / How to cite this paper:
Martín Pradas, Antonio, e
Inmaculada Carrasco Gómez. “El catálogo de pinturas
del colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús
de Córdoba.” Atrio. Revista
de Historia del Arte, no. 25 (2019): 58-81.
© 2019 Antonio Martín Pradas e
Inmaculada Carrasco Gómez. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de
la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA 4.0).
Atrio. Revista de Historia del Arte, no. 25 (2019): 58-81. eISSN: 2659-5230
El Colegio de Santa Catalina, origen y evolución
Según el padre Martín de Roa,
en su libro
titulado Historia de la provincia
de Andalucía de la Compañía de Jesús fechado en 1602,1 la orden llegó a Andalucía de la mano
de la nobleza más influyente y poderosa. El ingreso en la Compañía
de don Antonio de Córdoba y Figueroa, hijo de los condes
de Feria y marqueses de Priego,
propició el primer asentamiento
en Córdoba en 1552, contando con el apoyo de su madre doña
Catalina Fernández de Córdoba, quién donó “las casas del agua,” en el barrio del Alcázar viejo, para
el establecimiento de la Compañía.
El
Cabildo Municipal acordó costear
estos establecimientos y en la sesión del 25 de enero de 1553 determinó aplicar a las obras el dinero sobrante del encabezamiento general del reino,
tercias y alcabalas. También se acordó que se pidiese para las obras, real cédula
y facultad al Rey, haciéndose
depósito de todo, el veinticuatro Juan Pérez de Saavedra. El acuerdo
municipal fue trasladado a la
marquesa y el 18 de marzo de
1553 al padre Juan de Ávila, que en esos momentos se encontraba en Montilla
para gestionar junto a la marquesa
la fundación del Colegio, comisionando
poco después a los veinticuatros Juan de Valenzuela y Pedro Núñez de Godoy. En abril de 1553 fueron recibidos por doña Catalina en Montilla, quien
agradeció el ofrecimiento del
Cabildo de labrar a su costa
el Colegio y escuelas, prometiendo
que su hijo don Antonio de Córdoba
solicitaría del papa la unión
de los beneficios eclesiásticos
que gozaba para rentas del Colegio.
La ciudad acordó comenzar las
obras, comisionando a don Juan
de Cárdenas y don Diego Fernández de Córdoba, con otros
tres caballeros veinticuatros
y dos jurados para ejecutarlas,
autorizándolos a que gastaran
en el Colegio y escuelas
los maravedíes que fueran necesarios.
De
forma paralela, el deán don
Juan Fernández de Córdoba donó sus casas a la Compañía de Jesús y, aunque estas propiedades fueron bien acogidas, se continuaron las obras en “las casas del agua.”
El
3 de noviembre de 1553 se presentaron
ante el Cabildo Municipal los padres Francisco de Borja y Antonio de Córdoba, para
dar las gracias por la financiación
de las escuelas, cuyas puertas se abrieron el 13 de diciembre de ese año. Al día siguiente se repartieron los estudiantes en cinco grupos
recibiendo clases de gramática
y retórica, añadiéndose otras dos lecciones de casos de conciencia, cuyos lectores fueron el padre doctor Juan de la Plaza y el
padre doctor Miguel de Torres, primer provincial de Andalucía. Pocos días después
el deán don Juan Fernández de Córdoba les hizo la donación efectiva de sus casas,2 con ornamentos
preciosos y joyas de oro y plata que tenía para el servicio de la iglesia, señalándoles una renta fija para la fundación del Colegio. El 24 de enero
de 1554 se firmó la escritura
con los padres comisarios, Antonio de Córdoba y Francisco
de Borja, obligándose ambas
partes a suplicar al papa la
creación de una universidad
para el estudio de todas
las ciencias.
La
Compañía tomó posesión de las casas del deán el
día 24 de junio de 1555, acudiendo
en procesión desde “las casas del agua” el Cabildo
Municipal y el Cabildo Catedralicio, la Inquisición, nobleza, clerecía y el resto de las órdenes
religiosas. Tras tomar posesión pasaron a la iglesia, donde se cantaron vísperas y predicó el padre maestro
Juan de Ávila. Al día siguiente
dirigió la misa el deán, siendo ayudado
por sus dos sobrinos Francisco Pacheco, que fue obispo de Málaga y Córdoba, y don Luis de Córdoba, encargándose de predicar el padre
fray Pedro de San Juan, de la orden de Santo Domingo mientras
los estudiantes representaron una comedia de asunto cristiano. Tras estas celebraciones, se abrieron las escuelas que labró la ciudad, en las que gastó 6.000 ducados.
El
deán don Juan Fernández de Córdoba donó numerosas propiedades al Colegio, entre otras
28.600 ducados en piezas de oro y plata, libros, censos, casas y heredades; los sustentó durante doce años de trigo,
dándoles además 600 ducados al año; instituyó el mayorazgo —con 2.500
ducados de renta— en su hijo
y si no hubiera línea directa de varón, nombraba heredera a la Compañía.
Poco tiempo después ingresaron en la Compañía numerosos novicios pero al no contar con casa de probación fue necesario habilitar
un noviciado del que se encargó
el padre Plaza, ayudando el Colegio a su sustento. Siendo
este insuficiente, don Antonio
de Córdoba, que aún no era profeso
y gozaba de beneficios eclesiásticos, les rentó 4.000 ducados procedentes de la parroquia de San Lorenzo, consiguiendo
del papa que se unieran estos
beneficios al Colegio, aumentándose
su renta en 1.000 ducados anuales. Hacia 1577 el padre Juan
de Ávila persuadió al doctor Pedro López, médico de Carlos V, de que fundase
en Córdoba un colegio regido
por la Compañía, donde se hiciesen estudios seglares. Ese mismo año el papa Gregorio XIII concede la bula
para dicha fundación, bajo el
nombre de Asunción de Nuestra Señora,
guardándose la Compañía el derecho
a nombrar rector y patrón. El
cardenal Contaceno, asignó al Colegio el beneficio del
Puerto de Santa María y el medio pontifical de Benalcázar
con 40.000 ducados; el obispo don Antonio de Pazos, que hacía ejercicios en el Colegio, dio para la fábrica de la iglesia 1.600 ducados. Este fue el primer patrón del Colegio de
la Asunción dando 50 ducados anuales para el servicio de la capilla que labró a su costa a cambio de ser enterrado en ella, aunque
murió sin poder llevar a cabo sus propósitos. El padre Alonso de Molina entregó
durante quince años 50 ducados para la construcción de la
nueva iglesia. Una vez finalizada ofreció 600 ducados, donando a su muerte
toda su renta
que eran unas casas valoradas en 600 ducados y 3.500 en censos. Doña Francisca de Córdoba, fundadora
del Colegio de Écija, abonó
la cantidad de 300 ducados para
acabar los retablos de los dos altares
de la capilla mayor, mientras
que Constancia Rodríguez y Esperanza de Santisteban entregaron a la iglesia ricos ornamentos bordados por ellas, cuya obra se estimaba
en 2.000 ducados. La ciudad
de Córdoba dio primero para la obra
1.000 ducados, 500 dieron
los mercaderes y más de
24.000 personas particulares, cantidades
que se cobraron desde cuando comenzó la obra en 1564 y hasta que finalizó en 1588.
La
primera piedra fue colocada el 25 de noviembre de 1564, intitulándose el
templo de Santa Catalina. Esta fue
puesta por el obispo Cristóbal de Rojas Sandoval, acompañado de ambos cabildos, con predicaciones paralelas en
la iglesia y escuelas. El 1
de enero de 1589 fue bendecido el templo por el obispo
Francisco Pacheco, siendo trasladado
el Santísimo Sacramento trece
días después de la festividad de la Epifanía.
La
iglesia es de planta de cruz
latina cubierta por bóvedas baídas casetonadas, mientras que los brazos del crucero y el presbiterio se cubren con bóvedas de cañón, quedando al centro la cúpula sobre pechinas
con linterna. La portada principal
fue diseñada por Francisco de
Villalpando.3
El
21 de septiembre de 1589 por la tarde
hubo una tempestad seguida de un temblor de tierra, llevándose
la torre y las campanas de la nueva
iglesia del Colegio que cayeron
sobre las bóvedas del templo. Ante esta catástrofe muchos particulares ofrecieron dinero ascendiendo la cifra a 1.500 ducados con los que
se hicieron los reparos oportunos.
Respecto a la construcción del retablo mayor, Martín de
Roa nos lo narra de la siguiente forma:
Don Juan de Córdoba, fundador de
este colegio, varón, gran doctor
y santo y que siendo antes Obispo
de Málaga en una gran peste
que allí hubo el año de 83,4 no contento
con dar de limosna cuanta renta tenía,
vendió su plata y ta //14v. picería y con el
precio remedió a los pobres enfermos visitando él a menudo la ciudad por
su misma persona, sirviose de la Compañía y favoreciola como su predecesor con amor y estima, muy como padre y amigo. Dio de limosna más de 4.300 ducados, que por demás de las que algunas veces hizo, mandó
comenzar el retablo que hoy tiene
la iglesia y ordenó en su testamento
que se acabase a su gasto y porque saliese como ahora
se goza, quiso que fuese de mano de Pablo Céspedes, racionero de su Iglesia Catedral, hombre docto en todas
buenas letras y de tan insigne
pincel como lo ha tenido España, o visto el cual, por el amor que siempre tuvo a la Compañía y estima de sus cosas sacó esta
pintura de su mano tal que es
honra de la ciudad, patria suya
y estación de todos los forasteros
del reino y de los extraños.5
Debido a que el capital aportado por don Juan de Córdoba,
fundador del Colegio, no fue
suficiente para llevar a término la construcción del retablo,
este fue continuado gracias a las aportaciones
de don Francisco Pacheco, obispo de Córdoba. En su testamento, firmado el 1 de octubre de 1590, indica que mandó realizar el retablo de la iglesia
de la Compañía de Jesús de Córdoba, encargándose de la pintura de los lienzos
Pablo de Céspedes6 quien
en 1594 ejecutó las pinturas
del martirio y entierro de santa Catalina para el retablo mayor de esta
iglesia.7
En
1716 se construyó sobre la sacristía una nueva librería, con estantes en color azul y dorado y con
mesas de caoba distribuidas
en el centro. En el testero principal se situaba un lienzo de la Purísima Concepción
y frente a él un cuadro del
padre Suárez, disponiéndose alrededor
las imágenes de los diez cardenales jesuitas. Este mismo año se llevó
a cabo la decoración de la sacristía en cuya
bóveda se pintó la Gloria. Dos
años más tarde, en 1718, se aprobó la constitución de la Venerable
Congregación de la Buena Muerte
en el altar de la Virgen de los Dolores, que se encontraba situado en la entrada a la capilla sacramental, construyéndose también
un nuevo retablo con la advocación de Nuestra Señora del Patrocinio.8
En
1723, se planteó la realización
de un nuevo retablo mayor “de obra prima, moderna y primorosa,”
acorde con los gustos estilísticos
del momento, diseñado por Teodosio Sánchez de Rueda. El retablo es el que actualmente luce la iglesia, destinándose las pinturas de Pablo de Céspedes,
procedentes del antiguo
retablo, a decorar espacios
del interior de la propia iglesia.
Un año después fueron colocadas en el retablo mayor las cinco esculturas que había realizado el escultor Pedro Duque
Cornejo, de santa Catalina, san Joaquín, santa Ana, san José y santa Bárbara.9
La expulsión de
la Compañía de Jesús de Córdoba
En este lugar permanecieron
los padres de la Compañía de Jesús hasta que por Real Decreto de 27 de febrero de 1767, Carlos III ordena
la expulsión de los jesuitas
de los territorios de su Reino y la confiscación de todos sus bienes. Esta expulsión, llevada a cabo en la madrugada del 3 de abril del mismo año, fue significativa
porque constituyó el desmantelamiento del sistema educativo que había formado a generaciones de jóvenes durante sus casi dos siglos de existencia; también porque significó la desmembración y el reparto
del patrimonio mueble e inmueble de la Compañía.10
Ese
mismo año Campomanes, fiscal del consejo, encargó al obispo de Córdoba que aplicase lo estipulado en la
“Pragmática” y se destinase el edificio
del Colegio e iglesia a un fin determinado,
solicitando informe sobre casas de misericordia, refugio,
inclusa u hospicio. El prelado no contestó por lo que fue
consultado de nuevo, aplicándose tras varios oficios la resolución de 18 de mayo de 1769.11
Tras la expulsión de los jesuitas
de Córdoba se abrieron expedientes
para la venta de sus bienes, atendiendo a las solicitudes
de otras iglesias y parroquias de la ciudad y localidades
vecinas en las que pedían se les donasen ornamentos y objetos de plata para el culto. En este momento
se dieron por extinguidas las congregaciones y cofradías
fundadas en el Colegio, aunque
debían de cumplir con sus rentas, las cargas anexas y las pensiones asignadas a los regulares expulsados, siendo trasladados los estudios al
Colegio de la Asunción.12
En
la consulta realizada el 18 de mayo de 1769 se decidió por Resolución Real,13
utilizar el Colegio:
1.- Para Hospital de pobres, tratándose en la Sala primera de Gobierno del Consejo de reunir fondos para su dotación, y
arreglo.
2.- A la iglesia,
separada con pared divisoria,
se mandan trasladar las Parroquias de Santo Domingo de Silos, y San Salvador, que
es de uso promiscuo de la Parroquia, y Religiosas Dominicas.
3.- A éstas
le quedará libre el uso de la
última, con declaración de que
la traslación de la parroquia
de San Salvador sea sin prejuicio de cualquiera derecho que las corresponda.
4.- Se previene
que no hallando el reverendo
Obispo por absolutamente necesaria
la antigua Iglesia de Santo
Domingo para Adyutriz o Anexo, se profane con los ritos, ceremonias y autoridad Eclesiástica, aplicándose a alguna fábrica pública o redituable.
5.- Las cargas
espirituales se cumplirán en la Iglesia del Colegio, verificada la traslación de las Parroquias por el Cura y beneficiados.
6.- Y dejándola
provista de Ornamentos, se repartirá el sobrante, como está resuelto
por punto general. Seminario de la Asunción:14
7.- El Seminario, llamado de la Asunción,
que corría a cargo de los Regulares,
se destina para situar en él las enseñanzas
de primeras Letras, latinidad y retórica, con Casa de
Pupilage, arreglándose por la Sala primera de Gobierno del Consejo, como asunto
de Estudios.
8.- Se declara
que no se haga novedad por ahora en los Beneficios
simples unidos al Colegio de Córdoba, y por punto general
cumpliéndose con sus rentas
las cargas anexas asignadas a los Regulares expatriados, sin perjuicio del derecho
de la Corona, y de la Dignidad Episcopal, a su provisión, extinguidas
las Pensiones.
Gracias a Antonio Palomino
de Castro y Velasco conocemos los cuadros
que pintó Pablo de Céspedes
para esta iglesia y Colegio:
Hizo también la pintura y traza
del retablo del colegio de Santa Catalina de la compañía
de Jesús de aquella ciudad, que es admiración de los bien entendidos.
El cuadro
principal es del entierro de santa
Catalina mártir, con una gloria,
donde está Christo, nuestra Señora, y san Juan
Bautista, todo con admirable armonía
y composición. Los demás cuadros que contiene el retablo, son
de la historia de la Sierpe
de metal; otro del sacrificio
de Abrahán; otro de la degollación de santa Catalina, y el
que le corresponde del martirio
de la Rueda; y en lo superior del retablo un Christo crucificado, y a sus lados nuestra Señora y san Juan; y en el banco del retablo un Ecce Homo, y la Oración del Huerto.
Otros dos cuadros hay en los
colaterales de la misma iglesia, el uno de la Asunción de
Nuestra Señora y el otro de
los dos san Juanes Bautista y Evangelista, y en la gloria un Niño Jesús.15
En 1788 Antonio Ponz, hace una pequeña
descripción de la iglesia, Colegio
y elementos importantes, haciendo referencia a las pinturas que Pablo de Céspedes realizó para el retablo mayor:
En la iglesia que fue colegio
de los jesuitas hubo diferentes pinturas de Pablo de Céspedes,
que menciona y aplaude Palomino
en su Vida, y son el Entierro de Santa Catalina y su traslación por ministerio de ángeles al monte Sinaí; Martirio de la misma santa, y la Asunción de la Virgen, todos
cuadros de gran tamaño. Después que Palomino escribió deshicieron el precioso retablo mayor, donde estaban dichas
pinturas de Santa Catalina, y obras del citado Céspedes que fueron arrinconadas haciendo esta injuria a la memoria del célebre profesor. ¿Y para qué? Para poner en lugar
del retablo antiguo un solemne
mamarracho de hojarascas. También había en
un altar, del lado del Evangelio,
una tabla grande de mano del
divino Morales, y en ella Nuestra Señora con su Hijo, difunto,
en los brazos, figuras del tamaño natural, aunque no enteras. Esta tabla y el cuadro grande de la Asunción, con
una Concepción de Palomino que había en la sacristía, están ahora en
la Real Academia de las Artes, y otros se cedieron de orden superior al convento de San Francisco el Grande, de esa
corte, donde deben de haberse colocado. La arquitectura de la iglesia es buena, de orden dórico, obra
del Jesuita Alonso Matías, que
he nombrado en la narración del retablo de la catedral;
pero que importa si está afeada
con pegotes y colorines ridículos. La portada de esta iglesia puede
juntarse con el nuevo retablo principal, que seguramente sería muy arreglado en
lo antiguo, como son los dos
colaterales.
Lo que actualmente
hay de bueno y de suma importancia en cuanto al destino de este colegio es el celo con que el
señor deán de esta santa iglesia,
don Francisco Javier de Córdoba, lo ha ido y va adaptando para establecer en él
una buena educación de la juventud, en lo que gasta generosamente sus caudales. Si se logran excelentes maestros y una óptima y
útil enseñanza, conseguirá esta ciudad uno de los más grandes beneficios que un ilustre patricio puede dispensarle.16
Como indicaba Antonio
Ponz, al ser expulsados los jesuitas
del Colegio, las pinturas de Pablo de Céspedes fueron trasladadas a los almacenes de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, institución creada por el propio
Carlos III. En torno a 1785,
fray Francisco de Villanueva, provincial de la orden
de San Francisco de Asís, en
nombre de la provincia y del
convento Casa Grande de Madrid, solicitó
a la Real Academia que les adjudicase una serie de pinturas para decorar el
claustro y algunas oficinas del citado convento. Esta petición fue bien acogida por los directores de pintura
don Antonio González y don Antonio Velázquez, seleccionando
38 lienzos de los que se conservaban
en el almacén para que fuesen trasladados al convento de San Francisco el Grande. En
el listado que se adjuntaba
al traslado aparecen algunos
de los cuadros del retablo de la iglesia de Santa Catalina
de Córdoba, pintados por Pablo de Céspedes: “San Juan
Bautista.- San Juan Evangelista y el Niño de Dios, en una gloria.- Martirio de Santa Catalina.- El mismo
asunto (es decir, la degollación). Representa la traslación del cuerpo de dicha Santa al Monte Sinaí.- La Anunciación de la Virgen.”17
Ponz recoge la noticia en una carta, fechada el 17 de octubre de 1789,
en referencia a los tres grandes cuadros
con la historia de santa Catalina
pintados por Céspedes que fueron
trasladados a San Francisco el Grande, que el obispo de
Córdoba don Antonio Caballero pretendía recuperar para que fuesen trasladados de nuevo a su ciudad.
De este oficio se desprende, por un lado, que el cuadro de la Anunciación, los santos juanes y el Niño Jesús en gloria, no fueron
trasladados al convento madrileño, permaneciendo en esos momentos en el museo de la
citada Academia y, por otro,
nos deja la incertidumbre de si el obispo de Córdoba
alcanzó sus objetivos.18
Lo cierto y verdad es que se
desconoce el paradero de los
cuadros citados, perdiéndosele la pista a muchos de ellos tras la invasión
francesa.19
A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz se refiere al antiguo Colegio de la Compañía de Jesús de la siguiente
manera:
Parroquia del Salvador y Santo Domingo de Silos. Fueron unidas en el año
de 1782 y trasladadas a la iglesia
que fue del colegio de los jesuitas.
Es éste un hermoso templo de orden dórico, construido por el coadjutor
de la Compañía de Jesús, Alonso Matías.
En el altar mayor se colocó,
desde luego, un bello retablo
con excelentes pinturas de Pablo de Céspedes, el cual fue quitado posteriormente
para colocar en él lo que hoy existe de talla del color de la madera y de
muy mal gusto. En él se ven las imágenes
del Salvador, Santo Domingo de Silos y Santa Bárbara. De todos
sus retablos son los mejores el de San Bartolomé y el
de San Francisco Javier, que es de buena arquitectura, y su decoración igual a la de la portada de la capilla del Sagrario que está en frente. En
esta se sirve la cofradía del Santo Sepulcro, de que
son individuos los escribanos
del número, quienes también lo eran de Nuestra Señora de la Concepción, que fue fundada en 1337 por el jurado Juan Pérez, primer escribano
del Ayuntamiento de Córdoba.20
Tras la restauración de la Compañía
de Jesús en España en 1814, hubo que esperar hasta 1878 para que los jesuitas
volvieran a Córdoba. En un principio
se pensó entregarles su antigua iglesia
pero, como se ha indicado, tras la expulsión fue convertida
en la parroquia del Salvador
y Santo Domingo de Silos, lo que presentaba serios problemas para crear en el entorno una residencia para
los padres. En aquel momento se pensó en ofrecerles en
usufructo la Real Colegiata
de San Hipólito. En esta nueva sede
se erigieron el Apostolado
de la Oración, las congregaciones
marianas de San Luis y San Estanislao,
así como la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte.
Los jesuitas tuvieron otros ministerios como confesores del seminario diocesano desde 1898, se les encomendó la dirección de los alumnos en 1903 y se hicieron cargo del seminario desde 1940 hasta 1965. En 1946 fue inaugurada la Casa de Ejercicios en la Aduana dependiente de la Comunidad de San Hipólito.
Con la instauración de la
II República, la Compañía fue disuelta en
enero de 1932, pasando la Colegiata de San Hipólito a manos
del obispado quién lo volvió a entregar
a los jesuitas cuando regresaron en 1936, continuando las actividades apostólicas hasta el día de hoy. En 1961 fue inaugurada
la casa de formación (noviciado, juniorado y tercera probación) de San Francisco de Borja (la Aduana), noviciado que fue trasladado a Sevilla en 1969. Por último, en octubre de 1997 se erigió el Centro Cultural San Hipólito.
Instrumentos legales
para la expulsión: los inventarios
Los instrumentos
legales diseñados para expulsar a los jesuitas se centran fundamentalmente en una serie de documentos que fueron publicados en Madrid por la Imprenta Real de la Gazeta en 1767,
bajo el título Colección
General de las Providencias hasta aquí
tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento y ocupación de temporalidades de los
Regulares de la Compañía, que
existían en los Dominios de Su Majestad de España, Indias, e Islas Filipinas a conseqüencia
del Real Decreto de 27 de febrero,
y Pragmática-Sanción de 2 de abril
de este año. De las cuatro partes que conforman la publicación, apenas una decena de documentos se ocupan realmente de legitimar la expulsión de los jesuitas, centrándose el resto en instrucciones dirigidas a los comisionados de las temporalidades
de aquellas localidades que
contaban con colegios e instituciones
jesuíticas, para incautar, seleccionar, catalogar, administrar, distribuir y vender los
bienes de la Compañía.
De
entre estos documentos destacamos, por su importancia, el “Real Decreto de execución” de 27 de febrero de 1767
y la “Pragmática sanción de
Su Majestad en fuerza de Ley para el extrañamiento
de estos reinos a los Regulares de la Compañía, ocupación de sus Temporalidades, y
prohibición de su restablecimiento, con las demás precauciones que expresa,” dada en El Pardo a 2 de abril de 1767.
Por último, el 21 de julio
de 1773, el papa firma el llamado
Dominus ac redemptor, Breve de Nuestro
muy Santo Padre Clemento XIV,
por el qual Su Santidad suprime, deroga y extingue el Instituto y Orden de los Clérigos
Regulares, denominados de la
Compañía de Jesús, que ha sido
presentado en el Consejo para su publicación que legaliza, desde el punto de vista religioso, la expulsión,
argumentando el restablecimiento
de la paz.21
Los
instrumentos legales concebidos para ejecutar la expulsión,
no dejaron ni un cabo suelto: los documentos firmados por Carlos III,
el conde de Aranda y Pedro Rodríguez Campomanes, entre otros, abarcaban tanto el
ámbito socioeconómico como el
político. Desde el punto de
vista social, se desterró a todos
los jesuitas a los Estados Pontificios y obligó al papa Clemente
XIII a disolver la orden, y
aunque no llegó a hacerlo sí lo hizo
su sucesor. Con respecto al ámbito político se ocultaba en la “Pragmática Sanción” “con fuerza de Ley”22
su verdadero móvil, afirmando que se procedía “estimulando de gravísimas causas, relativas a la obligación en que me hallo constituido, de mantener en subordinación,
tranquilidad, y justicia mis pueblos, y otras urgentes,
justas y necesarias, que reservo en mi real ánimo; usando de la suprema autoridad, que el Todopoderoso ha
depositado en mis manos para
la protección de mis vasallos
y respeto de mi corona.”
Desde el punto de vista económico se aseguraron de poner a buen recaudo el dinero incautado en los distintos colegios,23
sin olvidarse de encargar la
realización de inventarios de
capellanías, juros, censos,24 misas cantadas y rezadas, de especies como granos
y paja, de animales como bueyes, caballos, ovejas y cabras25 y, por
último, de los bienes muebles e inmuebles, sus arrendadores y personas que debían
dinero a la Compañía.26
Estos inventarios se realizaron
separando, intencionadamente,
determinados objetos atendiendo a varios supuestos, según su uso, material, valor económico o valor artístico. Así nos encontramos
inventarios de ornamentos sagrados, objetos de culto como vasos
sagrados y objetos de plata, oro y otros materiales preciosos,
además de mobiliario religioso, pinturas, esculturas,
retablos…
Respecto a los inventarios de pintura, parten de una Carta Circular fechada
en Madrid el 16 de septiembre de 1767, en la que se recomienda, por consejo de don Antonio
Rafael Mengs, primer pintor del Rey “que las pinturas
de buenos Autores, que pueda haber en
los Colegios de la Compañía, y se pongan
a la venta, no conviene que
se saquen fuera del Reino, ha acordado igualmente el Consejo envíe usted lista de las pinturas
de esa casa de su cargo, con expresión
de lo que representan, y su
calidad, para acordar lo conveniente.”27 Con posterioridad
el consejo se ratificó en la importancia de mantener las pinturas dentro del Reino
siendo “interesante a la
causa pública,” para lo cual
y teniendo presente que los
comisionados no tenían por qué entender de pintura y que tampoco existían peritos que las valorasen en las provincias del Reino, mediante don Antonio Rafael
Mengs, se nombró, el 25 de abril
de 1769, a don Antonio Ponz28 para que se trasladase
a los colegios y casas para tasar y separar las pinturas, informando detallada e individualmente al consejo. En esta
orden dirigida a los comisionados se volvía a prohibir la venta de cualquier pintura, así como la de los libros de las bibliotecas de los colegios, ya que
se habían destinado para las
universidades y casas de estudio,
ordenando que los papeles del
archivo se enviaran a la Corte
perfectamente inventariados.29
El
8 de julio de 1769, don Pedro Rodríguez Campomanes, promulgó una nueva circular relativa a
“Pinturas y otras cosas de las
nobles Artes,” notificando la importancia
que tenía saber todo lo que
había en los colegios y casas
relativos a “Artes del dibujo,
como son Modelos, Estampas,
medallas, Museos, Inscripciones, y demás monumentos, que puedan
convenir a la instrucción de
los Profesores y beneficio público.” En esta
hace extensible la labor encomendada
a don Antonio Ponz, encargado de los inventarios de pinturas, a las “demás
nobles Artes de Arquitectura y Escultura,
para que haga el reconocimiento
y tasa de cuanto sea concerniente a ellas, y dé cuenta al Consejo
de sus operaciones, con las formalidades
prevenidas en la citada Orden Circular de 2 de mayo.”30
Tras recibirse en Córdoba
la Carta Circular fechada en
Madrid el 16 de septiembre de 1767, en la que se solicitaba entre otras cosas “envíe
usted lista de las pinturas
de esa casa de su cargo,” se
comenzó a realizar el inventario.
Inventario de las pinturas de
1767
El inventario
fue realizado por don Nicolás
Martínez, pintor de Córdoba, el 30 de septiembre de 1767, y se presenta
firmado por don Miguel Arrando
Carmona. El documento se titula
Lista de las pinturas que se han inventariado, aprecia / do, y se hallan en el Colegio de Santa Catalina
Mártir, que / fue de los regulares
de la Compañía de Jesús de esta ciudad, / sacada con sujeción de lo que consta de dichas diligencias, y con
/ la distinción, que previenen,
en cuanto a las que son ori / ginales, y sus autores conforme a lo declarado por Don / Nicolás Martínez, que lo es de Pintura en ella por quien
/ se hizo su justiprecio. Previniendo que las que
no contienen / el nombre de
autor,
consiste en no haber tenido conoci
/ miento de él, el dicho perito.31 (Fig.
1).
La
importancia que tiene este inventario radica en que nos
permite conocer el número exacto de cuadros que tenían la iglesia y el Colegio en el momento de la expulsión, así como el valor en el que se tasaron todos los cuadros, cuya
cantidad ascendió a 26.999 reales de vellón.
El
inventario cuenta con un
total de 185 lienzos, de diversa
advocación y tamaño, indicándose en muchas de las ocasiones si el marco estaba
dorado, pintado o tallado. Por otro
lado, el listado de pinturas
no se presenta estructurado
siguiendo la distribución de
las dependencias del Colegio y, a diferencia de otros
inventarios donde se enumeran los cuadros,32
en este caso
es una lista donde se suceden los nombres o advocaciones representadas en los lienzos sin especificar su ubicación, salvo algunos de ellos en los que se indica en notas
al margen, al ser considerados
lienzos de importancia. También se hace referencia a si están pintados sobre lienzo, sobre tabla o si
se trata de láminas; a las medidas de cada uno utilizando como unidad de longitud la vara castellana;33 su temática o advocación, consignándose también una valoración económica estimada.
Respecto a la autoría de los cuadros
solo se mencionan tres destacados artistas:
Acisclo Antonio Palomino de Castro y Velasco, cuyo nombre se referencia solo una vez en el inventario:
Un lienzo de Nuestra Señora de la Concepción / original de Don Antonio Palomino /
y Velasco, de dos varas de alto poco/ más o menos, en mil y quini
/ entos reales. (Nota al margen: Está en
la capi / lla de la sacris / tía con su retablo).
El
17 de octubre de 1789, Antonio Ponz, en relación a los cuadros procedentes de la iglesia de Santa Catalina de Córdoba, indica
que en la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando se conserva una obra de Céspedes
así como “una Concepción de
Palomino.”34
Por
otro lado
el marqués de la Fuensanta en el tomo CVII de la Colección de Documentos
inéditos para la historia de
España, al redactar la biografía de Palomino, indica que
el cuadro de la Inmaculada se conserva
en: “Idem. En la Real Academia
de San Fernando: La Concepción, que estuvo en el convento de jesuitas de Córdoba.”35
Tras consultar la base de datos
“Ceres, colecciones de los museos
españoles en red,” hemos detectado que efectivamente se conserva una Inmaculada
Concepción de Palomino en el Museo de la Real Academia36
(Fig. 2).

Fig. 2. Acisclo Antonio Palomino de Castro y Velasco, Inmaculada
Concepción. Museo de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, Madrid. (© de la institución).
Pablo
de Céspedes, a quien se le atribuye la autoría de 13 cuadros incluidos en el catálogo:
Otro lienzo
de dos varas en cua / dro, pintura de la Encarnación / original de Pablo Céspedes,
en cua / trocientos y cincuenta reales.
Dos lienzos con marcos de re / tablo, de cuatro varas y media de / alto, el
uno de la Asunción de / Nuestra Señora
y el otro de los dos Santos Jua
/ nes, Bautista y Evangelista, ori
/ ginales de Pablo de Céspedes,
a dos / mil reales cada uno, en cuatro
mil. (Nota al margen: Están
a la entra / da de la puerta
principal / de la iglesia, una a cada
/ lado).
Dos lienzos, pintura del mar /
tirio de Santa Catalina, con marcos
/ antiguos y dorados, de a tres
varas // cada uno. Originales de Pablo de / Céspedes,
cada uno en cuatrocientos / reales, ambos en ochocientos. (Nota al margen: Están
a los lados/ del altar mayor).
Otros dos más
pequeños, como de / a vara y media, pintura como las / anteriores. Originales del dicho Pablo / de Céspedes, ambas en quinientos
reales. (Nota al margen: Están puestas / sobre las anteriores).
Una pintura del Salvador, de vara
/ y media de alto con marco negro, / original de Pablo
de Céspedes en / ciento cincuenta reales. (Nota al margen: Está en el testero
/ del 2º claustro ha / cia el
rincón).
Otras tres iguales a las antecedentes / de Santa
Victoria, San Acisclo y San / Perfecto, originales del
dicho Céspedes, / todas tres en trescientos
sesenta reales. (Nota al margen: Están al otro la / do de la escalera/ y pintura igual a las antecedentes).
Otro de seis varas de alto y cinco de ancho, poco más o menos, del Tránsito de Santa
Catalina Mártir, original de Pablo de Céspedes, en seis mil reales. (Nota al margen: Está en el testero
de la meseta de la escalera
principal y es la superior que hay en el Colegio).
Otra de a vara
y media sin marco, de la Oración
en el Huerto, original de Pablo
de Céspedes, en ciento cincuenta reales. (Nota al margen: Está en la clase
alta de metafísica).
En
el inventario aparece un cuadro de la serpiente de metal que
no se menciona como de Pablo de Céspedes: “Otra pintura de la serpiente de metal,
de poco más de dos varas de alto, marco negro ordinario en cincuenta reales”
que formaba parte del
retablo mayor.
En
el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
se conserva un cuadro titulado Asunción de la Virgen o de Nuestra Señora, atribuido a Pablo de Céspedes, cuyas medidas reflejadas en el catálogo son de 370 cm de alto
por 240 cm de ancho.37 Si a esto aplicamos las medidas que aparecen en el inventario “cuatro varas y media de alto,” las dimensiones
coinciden, por lo que podríamos
afirmar que este cuadro es de Pablo de Céspedes y se
encontraba situado a los pies
de la iglesia de Santa Catalina frente
al lienzo de San Juan Bautista y Evangelista, este último procedente
del desaparecido retablo mayor y cuyo paradero se desconoce hoy día, al igual que el del resto de
cuadros antes mencionados.
De
la Asunción de Céspedes se conserva,
en el Museo de Bellas Artes
de Córdoba, una copia firmada
en 1610 por su discípulo Juan de Peñalosa y
Sandoval38 (Fig. 3).

Fig. 3. Pablo de Céspedes, Asunción
de la Virgen o Nuestra Señora. Museo de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid. (©
de la institución).
Juan
Luis Zambrano, en tres ocasiones:
Otra lámina
de más de dos varas / de alto,
con marco negro, Pintura / del Ángel
de la Guarda. Original / de Juan Ruiz Zambrano, en qui
/ nientos reales. (Nota al margen: Está en
el Claus / tro 2º, a mano derecha).
Otra pintura de San Cristóbal, / marco negro, de dos varas
de alto, / original de Juan Ruiz Zambra / na en doscientos
cincuenta reales. (Nota al margen: está en el dicho 2º/ claustro
en el tes / tero de mano izquierda/
como la del Ángel).
Otra pintura de San Jerónimo, mar / co negro como de siete
cuartas de / alto, original de Zambrana,
en / doscientos y cincuenta reales. (Nota al margen: Está inmediata a la/ antecedente, y de igual / pintura).
En
el Museo Diocesano de Córdoba se conserva un Ángel
de la Guarda que en un principio
estaba atribuido a Pablo de Céspedes, pero que con posterioridad
fue asignado a Juan Luis Zambrano.39 También
en la Catedral de Córdoba se
conserva un san Cristóbal, y podría tratarse del cuadro
de Zambrano adaptado y modificado
a un retablo.
En
las referencias incluidas en el inventario de cada uno de estos
cuadros, se indica el lugar en el que se encontraban ubicados dentro de la
iglesia o de algunas dependencias del Colegio.
Localización de los cuadros
La revisión
de la bibliografía existente
nos ha ayudado a localizar algunos de los cuadros que se enumeran en el inventario. Desde un principio hemos tenido en cuenta
que en la actual parroquia se
conservan cuadros que fueron trasladados a esta nueva
sede, lo que dificulta saber,
a ciencia cierta, qué cuadros distribuidos
físicamente en el edificio se corresponden con alguno de los referenciados en el inventario.
Otra dificultad añadida es la falta de detalles que
muestra el inventario, donde en muchos caso
únicamente se menciona el tema: “azotes de Cristo,” “san Juan,”
“Concepción,” “un mártir del Japón,” “Encarnación,” o “Nuestra Señora de Belén,” datos muy someros y superficiales que como único indicio aportan las medidas en varas
castellanas o cuartas.
Respecto a la localización de los cuadros
de los tres artistas mencionados, ha sido la propia bibliografía la que nos ha guiado hasta diversas instituciones. En primer lugar y como hemos mencionado
con anterioridad, en el Museo
de Bellas Artes de Córdoba40 se conserva
una copia de la Asunción de Pablo de Céspedes mientras que el original se puede contemplar en el Museo de
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando junto
al lienzo de “Nuestra Señora
de la Concepción/ original de Don Antonio Palomino / y Velasco. Este cuadro se situaba en la capilla de la sacristía embutido en un retablo de madera tallada y dorada.” En el Museo Diocesano de Córdoba se conserva un
cuadro del Ángel de
la Guarda, original de Juan Ruiz Zambrano, que
podemos relacionar con el que aparece en el inventario del Colegio y
que estaba colocado en el claustro segundo a mano derecha.
De
los 185 cuadros que aparecen
recogidos en el inventario, solo hemos localizado una decena de ellos, algunos embutidos en retablos, otros distribuidos por la capilla del sagrario, en el despacho del cura párroco o salas anexas a la sacristía y su capilla. Somos conscientes de que las diversas coyunturas por las que han pasado estas pinturas desde que los jesuitas fueron expulsados, hacen muy difícil
la localización de la gran mayoría
de los cuadros, bien porque
fueron vendidos a particulares o porque fueron trasladados a otras parroquias
y conventos o a la universidad,
Academia o catedral.
Por
otro lado, se conservan en la iglesia a ambos lados del retablo
mayor dos cuadros –que no figuran en el inventario–,
uno de san Pedro y otro de san Pablo, pintados en torno a 1590 y que según
recoge María de los Ángeles Raya se hicieron para el Colegio de Santa Catalina “dos cuadros que no había obligación de hazerlos, que valen más de 300 ducados.” El historiador Pedro M.
Martínez de Lara, incide en
que los marcos de las dos pinturas “parecen ser los originales, troceados de un retablo
del que se desconoce exactamente su procedencia”41 (Figs. 4 y 5).

Fig. 4. San Pedro. Iglesia parroquial del Salvador y Santo Domingo de Silos. (Fotografía
de Álvaro Holgado, Consejería de Cultura
de la Junta de Andalucía).

Fig. 5. San Pablo. Iglesia parroquial del Salvador y Santo Domingo de Silos. (Fotografía
de Álvaro Holgado, Consejería de Cultura
de la Junta de Andalucía).
En la iglesia encontramos que en el ático del retablo dedicado a san Bartolomé se ubica un lienzo que representa el calvario con María Magdalena a los pies de la cruz. En otro retablo dedicado a santa Teresa de Jesús, se disponen tres lienzos en la parte superior del mismo; en el ático se representa la transverberación de Santa Teresa, flanqueado por una pintura de san Jorge y otra de san Diego de Alcalá.
En los muros de la capilla
del Sagrario se distribuyen
nueve lienzos, de principios del siglo XVIII, que representan Niño Jesús en el templo, Descanso de la huida a Egipto, El nacimiento
de la Virgen, La Presentación en el templo, Anunciación,
Visitación de Santa Isabel, Adoración
de los pastores, y la Epifanía.
En el vestíbulo se encuentran los lienzos del Prendimiento,
Jesús ofreciéndose al Padre antes de la Crucifixión y Cristo atado
a la columna, que hemos
relacionado en líneas anteriores con la Flagelación. Además encontramos un Ecce Homo, el Bautismo
de Cristo, San José en el taller con el Niño Jesús
y una Piedad.
En la sacristía se conservan, entre otros, el lienzo de “San Luis Gonzaga,
San Esta / nislao, y San Juan
Francisco de Regis” embutido en
un marco de escayola sobre una de las puertas de esta dependencia. En uno de sus muros,
también embutido en un marco de escayola con pinjantes decorativos, el que re presenta a
san Francisco Javier como apóstol
de la India. Frente al mismo
se conserva el de san Ignacio de Loyola como fundador de la Compañía de Jesús (Fig. 6). Rematando
otra de las puertas de la sacristía encontramos “Otro lienzo de diferentes mártires / de la Compañía.” Se trata de los tres mártires del Japón, san Didacus, san Diego Kisai y san Juan Goto (Fig. 7). En la capilla de la sacristía se conservan dos cuadros ovalados. Uno de ellos puede ser el de san Luis
Gonzaga. Representa a un jesuita
con alas y la siguiente inscripción
en un libro que porta en la mano derecha: “HARET
SAPIENTIAM ANGELUS DEI UT INTELLIGAS OMNIA. Reg 11.7.; PROTEGIT SAPIENTIA, Ecle. 7.3.” El segundo cuadro, similar en proporciones y características representa a san Estanislao de Kostka. (Fig. 8). En otra de las dependencias de la sacristía se ubica otro cuadro que representa los azotes de Cristo, similar
al que aparece en el inventario de pinturas.

Fig. 6. San Ignacio de Loyola como
fundador de la Orden. (Fotografía
de Antonio
Martín Pradas).

Arriba Fig. 7. Los tres mártires del Japón. San Didacus, San Diego Kisai y San
Juan Goto. (Fotografía
de Inmaculada Carrasco Gómez).
Abajo Fig. 8. San Luis Gonzaga, con alas, a modo de ángel. (Fotografía de
Inmaculada Carrasco Gómez y Antonio Martín Pradas).

En la entrada del despacho del párroco de esta iglesia se conserva un lienzo de un crucificado que podemos relacionar con el que se menciona en el inventario como “Una lámina de dos varas de alto, / marco negro y dorado, pintura / de un crucifijo en ciento veinte reales.” Por último, en el hall, situado frente al despacho del párroco, se disponen un cuadro de san Amador, un crucificado que hemos identificado con un cuadro del inventario y santa Lucía.42 Custodiado en el despacho se conserva una Inmaculada.
Probablemente algunas de estas pinturas que no son de temática jesuita, pertenecieran a antiguas parroquias y fuesen trasladadas a esta nueva sede parroquial.
![]()
1. Al constituirse la provincia de Andalucía solo se contaba con el Colegio
de Córdoba, donde residían ocho sacerdotes y diez hermanos, muchos de ellos estudiantes, creándose la provincia con la idea de que la orden se expandiese por el resto del territorio andaluz, donde se estaban negociando en esos momentos nuevas fundaciones. Martín
de Roa, Historia de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús (1553-1602), ed. y con
introducción,
notas y transcripción de Antonio Martín
Pradas e Inmaculada Carrasco Gómez (Écija: Asociación de Amigos de Écija, 2005).
2.
Antonio José Díaz Rodríguez, “El Colegio de Santa Catalina
de Córdoba: notas sobre su documento fundacional,” Ambitos (Montilla) no. 19 (2008):
93-103.
3. Alberto Villar Movellán, M.ª Teresa
Dabrío González, y M.ª Ángeles Raya
Raya, Guía artística de Córdoba
y su provincia (Córdoba: Ayuntamiento; Fundación José Manuel
Lara, 2005), 126.
4.
Se refiere a 1583.
5.
Roa, Historia
de la Provincia de Andalucía, 97.
6.
Antonio Garrido Hidalgo, “Pablo de Céspedes (1538-1608), su obra pictórica en Córdoba,” en Homenaje al profesor Hernández Perera (Madrid: Departamento de
Historia del Arte II, Universidad Complutense,
1992), 365.
7.
Rafael Gálvez Villatoro, “Memorias del Colegio
de la Compañía de Jesús, en
Córdoba, desde el año 1555
hasta 1741,” Boletín de la Real Academia de Córdoba,
no. 68 (1952): 260.
8.
Gálvez Villatoro, 270-71.
9.
Gálvez Villatoro, 271.
10. Antonio Martín Pradas e Inmaculada Carrasco
Gómez, “La expulsión de la Compañía de Jesús de Écija. El Catálogo de pinturas del Colegio de San Fulgencio,” en Actas del VII Congreso de Historia
de Écija. Écija economía y sociedad (Écija, 11-13 de diciembre de 2003)
(Écija: Gráficas Sol, 2005), 246.
11.
Rafael Vázquez
Lesmes, “Extrañamiento de los
jesuitas y desamortización de sus temporalidades en Córdoba
(1767-1769),” en La desamortización. El expolio del patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España: actas del Simposium (6/9- IX-2007)
(Madrid, San Lorenzo
del Escorial: R.C.U.
Escorial-Mª Cristina, Servicio de Publicaciones, 2007), 250-51.
12.
Vázquez Lesmes, 252.
13.
Colección General de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento y ocupación de temporalidades de los Regulares de la Compañía que
existían en los Dominios de S. M. de España, Indias, e Islas Filipinas a conseqüencia del Real
Decreto de 27 de febrero, y Pragmática-Sanción de
2 de abril de este año (Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1769), 3:99-100.
14. Fundado en 1569 en Córdoba
por el doctor Pedro López
de Alba, médico de Carlos V. Fue una institución docente vinculada a la Compañía de Jesús.
Estaba destinada
a estudiantes pobres con vocación sacerdotal. Jesuitas en Córdoba, consultado el 28 de septiembre de
2017, https://jesuitas.es/es/actualidad/510-los-jesuitas-en-cordoba
15.
Antonio Palomino de Castro y Velasco, El museo pictórico y escala óptica (Madrid: Imprenta de Sancha, 1797), 409.
16.
Antonio Ponz, Viaje de España, vol. 4, t. 14-18 (1772-1794; facsímil de la primera edición, Madrid:
Aguilar, 1989), 514.
17.
Francisco M. Tubino, Pablo de Céspedes (Madrid: Imprenta de Manuel Tello, 1868),
182.
18.
Tubino, 182.
19.
Manuel Martínez Lara, “Pablo de Céspedes y la incorporación de las influencias italianas al retablo
cordobés,”
en El Barroco: universo de experiencias (Córdoba: Asociación Hurtado Izquierdo, 2017), 510.
20.
Pascual Madoz,
Diccionario geográfico-estadístico-histórico
de España y sus posesiones
de ultramar (1845-1850; facsímil
de la primera edición,
Madrid: Ámbito Ediciones, 1987), 6:125.
21.
Para profundizar en
las disposiciones legales instrumentalizadas para la expulsión de la Compañía de Jesús, remitimos a la Colección General
de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento.
22. “Pragmática sanción de Su Magestad, en fuerza de Ley, para el estrañamiento de estos Reynos a los Regulares de la Compañía, ocupación de sus Temporalidades, y prohibición de su restablecimiento en tiempo alguno, con las demás precauciones que expresa,” El Pardo, 2 de abril de 1767. En Colección General
de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento, 36-45.
23.
“Real Cédula, sobre crear Depositaría General
para el resguardo y manejo de los caudales de los jesuitas de España, é Indias, después de su estrañamiento.”
24.
“Real Cédula, que prescribe
el modo con que han de pagar los Pueblos
los Censos, deudas y cánones que pagaban a los Jesuitas,” en Colección General
de las Providencias hasta
aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento, 93-98;
“Carta Circular sobre los lugares de monte,
censos o efectos que tenían las casas de los Jesuitas a su favor, fuera del Reyno, los Juros y efectos de villa y pinturas
que se hallen en
ella,” Madrid, 16 de septiembre de 1767.
25. “Carta Circular dirigida a los Comisionados de los cuatro reinos de Andalucía, Extremadura y La Mancha,
para que suspendan la venta, y tengan a la disposición de D. Pablo de Olavide los ganados, granos, muebles y aperos de labor,
de las Casas
de los Jesuitas, en cuya ocupación de Temporalidades están entendiendo,” Madrid, 10 de julio de 1767.
26.
“Carta Circular, mandando que las Haciendas que fueron de los
Jesuitas,
elegidas por Escusado, paguen los Diezmos, por ahora, como acostumbraban pagarlos dichos regulares,” Madrid,
12 de junio de 1767. En Colección General
de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento, 93.
27.
“Carta Circular,
sobre los lugares de monte, censos, o efectos que tenían las Casas de los jesuitas a su favor, fuera del Reyno, los Juros, y efectos de Villa,
y pinturas que se hallen en ellas,” Madrid, 16 de septiembre de 1767. En Colección General
de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento,130-31.
28. Antonio Ponz (1725-1792) fue
tratadista de arte y uno de los personajes más significativos de la Ilustración en España. Estudió en Segorbe, se doctoró en Teología en la Universidad de Valencia y aprendió dibujo con el maestro Richart. Desde 1751 estuvo en Roma estudiando la obra de los grandes maestros. Tras nueve años
allí el gobierno español le encarga el estudio de los códices de El Escorial. Después de la expulsión de los jesuitas, el conde de Campomanes, le
encomienda el estudio de las pinturas
que poseían las casas de la Compañía en la España meridional. Este es el germen de sus viajes por la península, que comenzó en 1771.
Entre 1772 y 1794 se publicó el Viaje de España, verdadero catálogo artístico de las obras conservadas en España antes de la entrada
de los franceses. Jesús
Romero Valiente, “Medina Sidonia en
Viaje de España de
Antonio Ponz,” Puerta del Sol, año 2, no. 2 (2002), http://revistapuertadelsol.com/revistapuertadelsol/revistas/numero2/index.html
29. “Orden a los Comisionados sobre la separación de Pinturas, y destino de las Librerías y correspondencias o papeles reservados de los Colegios,” Madrid,
2 de mayo de 1769. En Colección General
de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento, 145-46.
30.
“Nueva Circular
a los Comisionados, sobre Pinturas y otras cosas de las nobles
Artes,” Madrid, 8 de julio de 1769. En Colección General
de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento, 145-46.
31.
Estante 2, caja 10, carpeta 7. Archivo España de la Compañía de Jesús (AESI-A), Alcalá de Henares.
32.
Véase, por ejemplo Martín Pradas y Carrasco
Gómez, “La expulsión de la Compañía de Jesús de Écija,” 245-62; Antonio
Martín Pradas, “La expulsión de la Compañía de Jesús
de Osuna. El Catálogo de pinturas
del Colegio de San Carlos
el Real,” Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística 92,
no. 279-281 (2009):
317-33; Antonio Martín Pradas e Inmaculada Carrasco Gómez, “El Catálogo de pinturas
del Colegio de San Ignacio
de Loyola de Morón de la Frontera
(Sevilla),” Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, no.
16 (Diciembre 2014):
114-19; Antonio Martín
Pradas e Inmaculada Carrasco Gómez, “La expulsión de la Compañía de Jesús de Utrera. El reparto de alhajas y bienes inmuebles,” Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, no. 18 (Diciembre
2016): 53-58.
33. Otorgamos un valor de 83,58 cm a la unidad de la vara castellana siguiendo la tabla de correspondencias de pesas y medidas de cara a la implantación del sistema métrico decimal, publicado en el número 6763 de la Gaceta de Madrid de 28 de diciembre de 1852.
34.
Francisco M. Tubino,
Pablo de Céspedes, 182.
35.
Marqués de la Fuensanta, Colección de Documentos inéditos para la Historia de España (Madrid: Imprenta de José Perales
y Martínez, 1893), CVII:205.
36.
CERES, Colecciones de los museos españoles en red, consultado el 13 de enero de 2018, http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?txtSimpleSearch=Palomino%20de%20Castro%20y%20Velasco,%20Antonio&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=&MuseumsRolSearch=1&listaMuseos=null
37.
CERES, Colecciones de los museos españoles en red, consultado el 13 de enero de 2018. http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?txtSimpleSearch=C%E9spedes,%3Cb%3E%20Pablo%20%3C/b%3Ede&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=&MuseumsRolSearch=1&listaMuseos=null
38.
José María Palencia Cerezo, Antonio del Castillo en el Museo de Bellas Artes de Córdoba (Córdoba: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2016),
82-83.
39.
M.ª de los Ángeles Raya Raya, Catálogo de pinturas de la Catedral de Córdoba (Córdoba: Monte de Piedad;
Caja de Ahorros de Córdoba, 1987),
86-87.
40.
Nuestro más sincero agradecimiento a José María Palencia
Cerezo, director del Museo de Bellas Artes de Córdoba.
41. Fuensanta García de la Torre y Benito
Navarrete Prieto, Antonio del Castillo en la senda del naturalismo (Córdoba: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía,
2016), 52.
42.
Alberto Villar Movellán, M.ª Teresa Dabrío González, y M.ª Ángeles Raya Raya, Guía artística de Córdoba
y su provincia, 127,
128 y 130.
Referencias
CERES. Colecciones de los museos españoles en red. “Antonio Palomino de Castro y Velasco, Inmaculada Concepción. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.” Consultado el 13 de enero de
2018, https://bit.ly/2OOL8ER
CERES. Colecciones de los museos españoles en red. “Pablo Céspedes, Asunción de la Virgen o de Nuestra Señora. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.” Consultado el 13 de enero de 2018. https://cutt.ly/rtnvXYW
Colección General de las Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento y ocupación de temporalidades de los Regulares de la Compañía que existían en los Dominios de S. M. de España, Indias, e Islas Filipinas a conseqüencia del Real Decreto de 27 de febrero, y Pragmática-Sanción de 2 de abril de este año. Parte tercera. Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1769.
Díaz Rodríguez, Antonio José. “El Colegio de Santa Catalina de Córdoba: notas sobre su documento fundacional.” Ambitos (Montilla) no. 19 (2008): 93-103.
Fuensanta, Marqués de la. Colección de Documentos inéditos para la Historia de España. T. CVII. Madrid: Imprenta de José Perales y Martínez, 1893.
Gálvez Villatoro, Rafael. “Memorias del Colegio de la Compañía de Jesús, en Córdoba, desde el año 1555 hasta 1741.” Boletín de la Real Academia de Córdoba, no. 68 (1952).
García de la Torre, Fuensanta, y Benito Navarrete Prieto. Antonio del Castillo en la senda del naturalismo. Córdoba: Consejería de Cultura
de la Junta de Andalucía, 2016.
Garrido Hidalgo, Antonio. “Pablo de Céspedes (1538-1608), su obra pictórica en Córdoba.” En Homenaje al profesor Hernández Perera. Madrid: Departamento de Historia del Arte II, Universidad Complutense, 1992.
Jesuitas en Córdoba. Consultado el 28 de septiembre de 2017. https://jesuitas.es/es/actualidad/510-los-jesuitas-en-cordoba
Madoz, Pascual. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. T. 6. 1845- 1850. Facsímil de la primera edición. Madrid: Ámbito Ediciones, 1987.
Martín Pradas, Antonio. “La expulsión de la Compañía de Jesús de Osuna. El Catálogo de pinturas del Colegio de San Carlos el Real.” Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística 92, no. 279-281 (2009): 317-33.
Martín Pradas, Antonio, e Inmaculada Carrasco Gómez. “La expulsión de la Compañía de Jesús de Écija. El Catálogo de pinturas del Colegio de San Fulgencio.” En Actas del VII Congreso de Historia de Écija. Écija economía y sociedad (Écija, 11-13 de diciembre de 2003). Écija: Gráficas Sol, 2005.
−−−. “El Catálogo de pinturas del Colegio de San Ignacio de Loyola de Morón de la Frontera (Sevilla).” Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, no. 16 (Diciembre 2014): 114-19.
−−−. “La expulsión de la Compañía de Jesús de Utrera. El reparto de alhajas y bienes inmuebles.” Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, no. 18. (Diciembre 2016): 53-58.
Martínez, Nicolás. Lista de las pinturas que se han inventariado, aprecia / do, y se hallan en el Colegio de Santa Catalina Mártir, que / fue de los regulares de la Compañía de Jesús de esta ciudad, / sacada con sujeción de lo que consta de dichas diligencias, y con / la distinción, que previenen, en cuanto a las que son ori / ginales, y sus autores conforme a lo declarado por Don / Nicolás Martínez, que lo es de Pintura en ella por quien / se hizo su justiprecio. Previniendo que las que no contienen / el nombre de autor, consiste en no haber tenido conoci / miento de él, el dicho perito. 30 de septiembre de 1767. Estante 2, caja 10, carpeta 7, Archivo España de la Compañía de Jesús (AESI-A), Alcalá de Henares.
Martínez Lara, Manuel. “Pablo de Céspedes y la incorporación de las influencias italianas al retablo cordobés.” En El Barroco: universo de experiencias. Córdoba: Asociación Hurtado Izquierdo, 2017.
Palencia Cerezo, José María. Antonio del Castillo en el Museo de Bellas Artes de Córdoba. Córdoba: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2016
Palomino de Castro y Velasco, Antonio. El museo pictórico y escala óptica. Madrid: Imprenta de Sancha, 1797. Ponz, Antonio. Viaje de España. Vol. 4, t. 14-18. 1772-1794. Facsímil de la primera edición. Madrid: Aguilar, 1989.
Raya Raya, M.ª de los Ángeles. Catálogo de pinturas de la Catedral de Córdoba. Córdoba: Monte de Piedad; Caja de Ahorros de Córdoba, 1987.
Roa, Martín de. Historia de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús (1553-1602). Editado y con introducción, notas y transcripción de Antonio Martín Pradas e Inmaculada Carrasco Gómez. Écija: Asociación de Amigos de Écija, 2005.
Romero Valiente, Jesús. “Medina Sidonia en Viaje de España de Antonio Ponz.” Puerta del Sol, año 2, no. 2 (2002). http://revistapuertadelsol.com/revistapuertadelsol/revistas/numero2/index.html
Tubino, Francisco M. Pablo de Céspedes. Madrid: Imprenta de Manuel Tello, 1868.
Vázquez Lesmes, Rafael. “Extrañamiento de los jesuitas y desamortización de sus temporalidades en Córdoba (1767-1769).” En La desamortización. El expolio del patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España: actas del Simposium (6/9- IX-2007). Madrid, San Lorenzo del Escorial: R.C.U. Escorial-Mª Cristina, Servicio de Publicaciones, 2007.
Villar Movellán, Alberto, M.ª Teresa Dabrío González, y M.ª Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Córdoba: Ayuntamiento; Fundación José Manuel Lara, 2005.
Apéndice documental
Transcripción
del inventario
Lista de las pinturas que se han inventariado, aprecia / do, y se hallan en el Colegio de Santa Catalina
Mártir, que / fue de los regulares de la Compañía de Jesús de esta ciudad, / sacada con sujeción de lo que consta de dichas diligencias, y con / la distinción, que previenen, en cuanto a las que son ori / ginales, y sus autores conforme a lo declarado por Don / Nicolás Martínez, que lo es de Pintura
en ella por quien / se hizo su justiprecio. Previniendo que las que no contienen / el nombre de autor, consiste en no haber tenido conoci / miento de él, el dicho perito:
Un lienzo de San Ignacio
de Loyola / de siete cuartas de ancho y una vara de / alto,
poco más o menos, en ciento / veinte reales. Otro de San Luis
Gonzaga, San Esta / nislao, y San Juan Francisco de Regis, / de una y media
de ancho, y alto cor / respondiente apaisado, en cien reales.
Otro lienzo de San Francisco Xavier de / dos varas y medio de alto con al / gunos indios, en doscientos y cincuenta reales. // Otro de igual tamaño de San Ignacio / en doscientos y cincuenta reales.
Otro lienzo de diferentes mártires / de la Compañía, de siete cuartas de / ancho y una vara de
alto en cien reales
Diez y seis lienzos de Cristo, Ma / ría Santísima, los Apóstoles, San Berna / bé y San
Pablo de dos varas de alto, y dos / tercias de ancho, cada uno a cien reales,
/ y todos en mil seiscientos.
Una lámina redonda, marco / de talla dorado,
retrato de un Padre / de la Compañía, de media vara / poco más o menos, en ciento y
/ cincuenta reales.
Otra lámina cuadrada con mar / co de talla
dorado de Nuestra Señora / con su
Niño en doscientos reales.
Un lienzo de Nuestra Señora de la Concepción / original de Don Antonio
Palomino / y Velasco,
de dos varas
de alto poco / más o menos, en mil y quini / entos reales.
(Nota al margen: Está en la capi / lla
de la sacris / tía con su retablo). // Otro lienzo de dos varas en cua / dro, pintura de la Encarnación / original de Pablo Céspedes, en cua / trocientos y cincuenta reales.
Una lámina con marco dorado, / pintura de la Encarnación de una / vara, en ciento veinte reales. Otra de Señor San Joseph,
marco or / dinario negro, de vara y media
/ de alto, en sesenta reales. Un lienzo, poco más de tercia de / alto, retrato de un Padre
de la Com / pañía, en quince
reales.
Dos lienzos con marcos de re / tablo, de cuatro varas y media de / alto, el uno de la Asunción
de / Nuestra Señora y el otro de los dos Santos Jua / nes, Bautista y Evangelista, ori / ginales de Pablo de Céspedes, a dos / mil reales cada uno, en cuatro mil. (Nota la margen: Están a la entra / da de la puerta principal / de la iglesia, una a cada / lado).
Una lámina
de dos varas de alto, / marco
negro y dorado, pintura / de un crucifijo en ciento veinte
reales. //
Dos láminas como de a media / vara, cada una, con marcos talla / dos y dorados de San Luis Gonzaga / y San Estanislao, a sesenta reales cada / una y ambas en ciento
veinte reales.
Otra de tres cuartas de alto con / marco de dosel negro de Nuestra Señora de / Belén, en cuarenta reales. Otra de a vara con marco dorado
/ y concha de San Juan Nepomuceno, / en cien reales.
Otra pintura de San Juan Francisco / de Regis,
de cinco cuartas de alto en / sesenta reales.
Una lámina pintura
de Nuestra Señora / de a vara, marco encarnado, azul / y dorado, en cincuenta reales. Otra pintura de la Encarnación, / de media
vara, marco azul y / dorado, en sesenta reales.
Dos lienzos, pintura
del mar / tirio de Santa Catalina, con marcos / antiguos y dorados, de a tres varas // cada uno. Originales de Pablo de / Céspedes, cada uno en cuatrocientos / reales, ambos en ochocientos. (Nota al margen: Están a los lados/ del altar mayor).
Otros dos más pequeños, como de / a vara y media,
pintura como las / anteriores. Originales del dicho Pablo / de Céspedes, ambas en quinientos
reales. (Nota al margen: Están puestas / sobre las anteriores).
Otra lámina de más de dos varas / de alto, con marco negro, Pintura
/ del Ángel de la Guarda. Original
/ de Juan Ruiz Zambrano, en qui / nientos reales. (Nota al margen: Está en el Claus / tro 2º, a mano derecha).
Otra como de siete cuartas de largo,
/ marco negro,
pintura de Nuestra
Señora / con el Niño dormido, en cincuenta reales. Otra con marco negro y dora / do, muy antiguo, de siete cuartas / de alto,
pintura de Santa
Inés, en cua / renta reales.
Un lienzo
de tres varas de alto, Re /
trato del fundador, en doscien / tos
reales. //
Una lámina
de a vara, marco / negro y
dorado, pintura de San Francisco / Javier, en ochenta reales.
Otra lámina, pintura de la Encar / nación, marco de talla en blanco, / muy
deteriorada, en sesenta y cinco reales.
Una pintura del Salvador, de vara / y media de alto con marco negro, / original de Pablo de Céspedes en / ciento cincuenta reales. (Nota al margen: Está en el testero / del 2º claustro ha / cia el rincón).
Otra pintura de San Ignacio,
mar / co negro muy maltratado, de siete / cuartas de alto, en veinte y cuatro reales. Otra pintura de la Concepción / marco negro ordinario, de dos va / ras de alto en treinta y seis reales.
Otra pintura de San Juan, mar / co negro ordinario, de dos varas y / medio
de alto, veinte reales.
Otra pintura Azotes de Cristo
/ con marco negro ordinario,
de siete cuartas de alto, en veinte y // quatro reales.
Otra pintura de los dos Santos Juanes, / Bautista y Evangelista, en ta / bla, de cinco cuartas de alto, en / sesenta reales. Otra pintura de un Mártir del / Japón, con marco ordinario mal / tratado, en seis reales.
Otra pintura de la Santísima
Trinidad, / marco negro muy
ordinario, de / dos varas
de alto, en quince reales.
Otra pintura de San Cristóbal, / marco negro, de dos
varas de alto, / original de Juan Ruiz Zambra / na en
doscientos cincuenta reales. (Nota al margen: está en el dicho
2º / claustro en el tes / tero de mano izquierda / como la del Ángel). Otra pintura de San Jerónimo, mar / co negro como de siete cuartas de / alto, original
de Zambrana, en / doscientos y cincuenta reales. (Nota al margen: Está inmediata a la / antecedente, y de igual /
pintura).
Otra pintura de San Eulogio, mar / con negro de poco más de dos varas, / original
de Pablo de Céspedes en // ciento y veinte reales.
Otras tres iguales a las antecedentes / de Santa Victoria, San Acisclo y San / Perfecto, originales del dicho Céspedes, / todas tres en trescientos sesenta reales. (Nota al margen: Están al otro la / do de la escalera / y pintura igual a las antecedentes). Un lienzo como de a vara, retra / to del Cardenal Belarmino,
en / veinte reales.
Otro del mismo tamaño de Don / Antonio Fernández de Córdoba, / en quince reales. Otro como el antecedente del Fun / dador, en quince
reales.
Una pintura en tabla, Adoración / de los Santos Reyes,
de una vara
de alto, / noventa reales. Un lienzo de a vara, retrato del / Cardenal de Toledo,
en veinte reales.
Un retrato
del General Viceco, co / mo
de media vara, en quince reales.
Una lámina,
marco negro de // a vara de
Nuestra Señora de los Dolores en
/ veinte reales.
Otra pintura de San Juan,
marco negro con perfiles dorados, de media vara de alto en doce reales. Otra pintura de un Apóstol con marco negro y perfiles dorados de media vara de alto en doce reales.
Otra pintura de la coronación de espinas, de dos varas de alto, marco antiguo dorado y negro en cien reales. Otra pintura del Padre Rodríguez, de tres varas de alto con marco dorado
antiguo en ciento y veinte reales.
Una lámina ovalada, pintura
de San Luis Gonzága, con marco de talla dorado como de tres cuartas en sesenta reales. Otra pintura de una Mater dolorosa, de dos varas de alto, muy mal tratada, con marco negro
en veinte reales.
Otra pintura de un San Juan, muy
// mal tratada con marco
negro de dos varas de alto en
veinte reales.
Otra pintura de la serpiente de metal, de poco más de dos varas de alto, marco negro ordinario en cincuenta reales. Otras dos pinturas
de los Mártires del Japón, marcos ordinarios, como de a vara cada una, ambas en doce reales.
Otra pintura de un Niño Jesús como
de a vara con marco dorado en treinta reales.
Otra pintura de Cristo disputando
con los doctores. Marco dorado todo
ordinario y antiguo en ciento y veinte
reales.
Un retrato de tres cuartas de alto del Padre Suárez,
con marco negro
y golpes dorados,
en treinta reales. Una lámina pintura
de San José // con marco negro de vara y media
en cuadro, cincuenta reales.
Una lámina pintura
de Nuestra Señora de la Concepción, de vara y media
de alto con
marco negro ordinario, en ochenta reales. Otra pintura de la Concepción, de poco más de vara y media de alto con marco dorado y un adorno de talla en blanco, en trescientos reales.
Una lámina de Nuestra Señora con el Niño dormido, marco dorado de cinco cuartas, en ciento y treinta reales. Un lienzo del Espíritu Santo de media vara poco más o menos en quince reales.
Una lámina
de Nuestra Señora de la Concepción de dos varas de alto, con marco dorado en quinientos reales.
Otras dos pinturas
de San Luis Gonzaga y San Estanislao, marcos dorados
y negros, con golpes de talla // de vara y media de alto cada una en ciento ochenta, ambos.
Otra pintura de un Crucifijo, marco ordinario de dos varas de alto en cuarenta reales.
Otra pintura de Santa Catalina,
marco dorado de a más de una vara en cuarenta y cinco reales. Otra pintura de San
Ignacio, marco negro
ordinario de media
vara de alto
en veinte reales.
Otra pintura de San Francisco Javier, marco negro de vara y media de
alto en doce reales.
Otra pintura de Nuestra Señora de Belén con marco dorado
y negro antiguo, de vara de alto en veinte reales. Otra pintura de San Pedro y San Pablo,
marco negro ordinario de a vara en veinte y cuatro reales.
Otra pintura de
Nuestra Señora con
el Niño dormido, marco dorado y negro
// ordinario como de a media vara, cincuenta reales. Otra de vara con el marco ordinario de un Padre de la Compañía, en veinte reales.
Otra pintura de San Ciro Mártir,
de media vara en quince reales.
Diez y ocho retratos de Generales de la Compañía, como de a media vara, los dos de Luis Centurión y Lorenzo Ricio, con marcos negros
ordinarios,
los dieciséis a quince reales y los dos a veinte y cuatro reales, y todos en doscientos ochenta y ocho reales.
Una lámina
de pintura de los Mártires del Japón,
con marco dorado de a vara
de ancho en ciento y diez reales.
Cuatro lienzos apaisados con marcos negros y borde dorado, pintura
de países, los dos a cien reales cada uno y los otros dos a cincuenta // y todos en trescientos reales.
Una pintura apaisada de media vara, marco negro de San Sen en veinte y cuatro reales. Un lienzo pintura de San Jerónimo, apaisado de media vara de largo en diez reales.
Tres lienzos uno de Nuestra Señora, otro de San Pablo
y otro de San Francisco de Borja, como de tres cuartas en sesenta reales, todos los tres.
Dos láminas con marco dorados y azules como de cinco varas de alto, la una de Jesús Nazareno, San Ignacio y el Padre Eterno, y la otra de San Francisco Javier a mil trescientos reales cada una y ambos en dos mil y seiscientos.
Otra apaisada como de a vara, marco negro del Misterio de Moisés dando agua al pueblo de Jerusalén, en veinticuatro
reales. //
Un cuadrito
de media vara de largo, pintura de un Anacoreta, en diez
reales.
Un cuadro
con marco negro de vara y
media de alto, efigie de San Ignacio en treinta reales.
Otro con marco negro de tres cuartas de alto de Nuestra Señora de Belén, en cincuenta y seis reales. Otro con marco negro de a vara de largo de San Francisco
en quince reales.
Otro con marco negro ordinario, de tres cuartas de largo, de Nuestra Señora de la Concepción, de medio cuerpo, en veinte y
cuatro reales.
Un lienzo
de los Mártires del Japón,
con marco ordinario como de a vara en seis reales.
Otro lienzo de a vara y media de alto y algo más de ancho
apai // sado de la Degollación de San Juan
Bautista, en ciento y cincuenta reales.
Otro de seis varas de alto y cinco de ancho, poco más o menos, del Tránsito de Santa Catalina
Mártir, original de Pablo
de Céspedes, en seis mil reales. (Nota al margen: Está en el testero de la meseta de la escalera principal y es la superior que hay en el Colegio).
Dos retratos de cardenales,
uno de Belarminio y otro del de Toledo, con
marcos negros y encarnados
de vara y media de alto, ambos ciento y cincuenta
reales.
Tres retratos de cardenales
con marcos y tamaños como los antecedentes, el uno de Álvaro Cienfuegos, otro de
Juan de Lugo y el otro
de Juan Bautista Tholomeo, todos
los tres en ciento treinta y cinco reales.
Otro con marco dorado
y negro del mismo tamaño, retrato del Padre Francisco Suárez
// en ciento treinta y cinco reales. Otros cinco
retratos de cardenales, con
marcos negros y encarnados,
del mismo tamaño, el uno de Juan Guerardo, Juan Casimiro, Juan Bautista
Salerno, Alejandro Ursino y el otro Esforcia Palavicino, todos en doscientos y veinte y cinco reales. Otro retrato de cardenal, marco encarnado y negro de vara y media de alto de Pedro Pazmini en sesenta reales.
Catorce láminas de los Mártires
del Japón con marcos ordinarios, como de tres cuartas, a seis reales cada una y todas en ochenta y cuatro reales.
Otra como de media vara, marco dorado
y quebrado, pintura
en tabla de Nuestra
Señora de la Concepción, en veinte y cuatro reales. //
Tres pinturas
de lienzo de a tres cuartas, una
de Nuestra Señora del Pópulo, otra de San Joaquín y la otra de Santa Ana, todas en noventa reales.
Dos láminas con marco negro, de tres varas de alto, una de San Luis Gonzaga y otra de San Estanislao, ambas en doscientos cuarenta reales.
Otra de tres varas de alto, marco negro, de
Cristo y Santa Teresa en doscientos
reales.
Otra lámina,
maltratada,
con marco negro
de más de tres cuartas de diferentes santos de la Compañía, en cien reales. Otra de a vara y media
sin marco, de la Oración en el Huerto, original de Pablo de Céspedes, en ciento cincuenta reales. (Nora al margen: Está en la clase
alta de metafísica).
Otra como de un remate de un retablo
antiguo, de media vara // pintura
de un Ecce homo, en cuarenta reales. Otra con marco antiguo de talla dorado, como de tres varas de alta con un crucifijo, en ciento veinte reales.
Otra como de un remate de retablo de una tercia
de alto con un Ecce Homo, en veinte
reales.
Un retrato
con marco negro ordinario,
de vara y cuarto de alto,
del Padre Rodrielpho Aguaviva,
en doce reales.
Tres lienzos como de tres cuartas cada uno con marcos negros
ordinarios,
de los Mártires del Japón, todos en diez y ocho reales. Otro de otro mártir del Japón, como los antecesores, en doce reales.
Otro con marco encarnado del mismo tamaño de los anteriores de San Carlos Borromeo, en
seis reales. // Una lámina de poco más de vara del Corazón de Jesús,
en treinta reales.
Otra apaisada como de a vara, con marco negro y dorado, de los Mártires
del Japón, en cien reales.
Dos laminitas
con marcos verdes y cristales con santos de medio cuerpo, ambas en
cuarenta y ocho reales.
Cuyas pinturas importan (26.999
reales) veinte y seis mil novecientos noventa y nueve reales de vellón, y se previene que las
que van anotadas al margen de conocido autor, están en los sitios que demuestran, y de ellas las más especiales son las de Nuestra Señora de la Concepción, Santo Ángel de la Guarda, Martirio de Santa Catalina, y su tránsito, y las de no conocido autor de pintura ordinaria, según informe del dicho Don Nicolás
Martínez, Pintor. Córdoba
septiembre treinta de 1767. Firmado D. Miguel
Arr.do Carmona.
Fecha de recepción: 23/11/2018 Fecha de revisión:
29/11/2018 Fecha de aceptación:
15/03/2019