MONTES MARTÍN, Juan Carlos

 

Sorolla y Sevilla

Colección Arte Hispalense 107. Sevilla: Servicio de Archivos y Publicaciones, 2015. 219 págs.

ISBN 978-84-7798-387-3

 

El autor Juan Carlos Montes Martín, de la mano de la colección Arte Hispalense, nos trae un libro producto de un trabajo de investigación sobre el genio español del impresionismo Joaquín Sorolla Bastida y su relación con Sevilla. La obra está a la altura   de los especialistas en la materia y, a su vez, resulta asequible para los no instruidos en ella. Esta nos es presentada por el autor como un trabajo necesario para completar la biografía del pintor valenciano, incompleta en una parte esencial de su vida: sus estancias en Sevilla. Es interesante ver la gran impor tancia de la correspondencia del autor en la obra, casi todas, cartas dirigidas a su mujer y su familia, textos que representan el cuerpo documental del libro referido.

 

El libro se divide en siete capítulos, más una introducción, una reflexión final a modo de epílogo y una selección gráfica de obras del autor. El hilo conductor de toda la obra se centra en la relación del autor con la ciudad andaluza. A lo largo de la misma, de diecisiete años de continuas idas y venidas a Sevilla, el pintor afincado en Madrid dirá de la ciudad adjetivos y opiniones diversas. Tocando extremos opuestos, Sorolla irá del primer rechazo que le produjo la capital andaluza, hacia una pasión absoluta por cada uno de sus rincones, callejuelas y jardines. Moviéndose siempre entre una dualidad amor-odio, como nos dice el autor, a lo largo de todos los años que visita la urbe.

 

Juan Carlos Montes también realiza, a lo largo de todo el libro, un recorrido por las principales obras del pintor. Haciendo un particular énfasis en las relacionadas con Sevilla, así como en las que realizó para la Hispanic Society, ya que estas fueron el mayor encargo del pintor en toda su vida.

 

En el que podemos considerar el primer capítulo del libro, “Los Amantes,” el autor realiza un repaso por la biografía de Sorolla, de una manera completa y general. Nos habla de su niñez en Valencia a cargo de sus tíos, pasando por su formación en la Escuela de Artesanos de Valencia. En 1888 contrajo matrimonio con Clotilde, hija de un fotógrafo. El pintor impresionista viajará por toda España y fuera de ella, a lo largo de toda su vida, persiguiendo lugares donde inspirar sus obras y visitando las ciudades en las que sus pinturas eran expuestas. El retiro forzoso le llegaría en 1920, cuando pintando un retrato sufrió una hemiplejia que lo dejaría con graves secuelas físicas hasta su muerte en 1923.

 

Además, en este capítulo J. Carlos Montes hará una detallada descripción de Sevilla a principios del siglo XX. De esta forma podemos ver la ciudad que paseó y pintó Sorolla, facilitando así al lector sumergirse en la Sevilla de principios de siglo y ver su viveza en la obra del pintor.

 

En el siguiente capítulo, “El Comienzo del Romance,” se tratan los primeros viajes de Sorolla a Sevilla. El pintor iría por primera vez en 1902, en Semana Santa, llegaría el Jueves Santo. La primera impresión de la ciudad andaluza no será buena.  Al artista, Sevilla le pareció sobrevalorada, según le hizo saber a su mujer mediante correspondencia. Esta primera impresión negativa se ve influenciada por la lejanía de su familia, pilar muy importante del pintor. La opinión de Sorolla acerca de Sevilla se irá modificando a lo largo de los años, y ya en su segundo viaje (1908) para pintar el retrato de la reina, esto cambiará. Esta segunda vez, el valenciano aprovechará la estancia para pintar sus primeros cuadros sobre los jardines de los Reales Alcázares. Además de unos retratos para el marqués de Viana y algunas perspectivas del puente de Triana. En 1909, Sorolla viajará de nuevo a la capital andaluza, pero esta vez realizando una corta estancia que aprovechó para documentarse.

 

La Consolidación del Amor,” tercer capítulo de la obra, es donde se relatan las visitas más prolíficas del valenciano a la ciudad. En 1910, el pintor impresionista viajará a Sevilla con su familia por primera vez. Le enseñará los jardines de los Reales Alcázares a su esposa y podrá pasar tiempo con ella paseando por la finca. El autor nos refleja muy bien la gran pasión del pintor: su familia. Será este viaje, con su esposa e hijos, recordado en multitud de ocasiones en los que el valenciano se encuentra solo. Será ya en 1914, cuando viaje de nuevo a Sevilla para atender  al mayor encargo de su vida, la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society. Visitará la ciudad en dos ocasiones este año, una primera vez en primavera para llevar a cabo su obra Sevilla. Los nazarenos y en octubre para pintar Andalucía. El encierro. Dentro de este capítulo, también se trata la estancia de Sorolla en 1915. Serán de nuevo sus compromisos con la Hispanic Society lo que lo traerán a la ciudad, momento en que realizará dos lienzos: Sevilla. El baile y Sevilla. Los toreros. En 1916 visitará la ciudad de nuevo por unos días, pero esta vez será un viaje de descanso con su familia.

 

En el cuarto capítulo, “Separación Anunciada,” el autor aborda las tres últimas visitas de Sorolla a Sevilla. Estas son tratadas en la obra con un ambiente de despedida, envueltas con un estilo triste, poniendo al lector en situación de lo que va a acontecer. El valenciano llegará a la ciudad en 1917, como lugar de paso y descanso antes de dirigirse hacia Extremadura. En 1918 hará otra visita, en esta ocasión realizando algunas obras con temática floral. Visitó la ciudad en Semana Santa y en sus cartas decía a   su esposa la intención que tenía de pintar la Virgen de las Flores. 1919 será el último año que el pintor valenciano visite Sevilla, serán tres días en los que pasee por la ciudad y en los que añore los momentos pasados en el lugar junto a su esposa y sus hijos. El autor sabe reflejar, una vez más, la tristeza que venía acumulando el pintor, por estar continuamente trabajando, lejos de su familia y en constantes viajes.

 

En los tres siguientes capítulos, se nos reflejan tres aspectos clave en la vida y obra de Sorolla, en relación con la ciudad andaluza. En el quinto capítulo, “Recordando Sevilla en Madrid,” J. Carlos Montes nos realiza una completa descripción de la casa de Sorolla en Madrid, actualmente museo del pintor. Este había adquirido gran cantidad de elementos para la decoración de su casa, además de inspirar partes de ella en rincones de Sevilla. En el siguiente capítulo, “Sevilla de amigos,” el autor recoge la gran cantidad de amigos que tenía el pintor impresionista en la ciudad. Desde aristócratas hasta otros pintores, algunos de ellos figuras clave para entender el paso del artista por la ciudad y su obra inspirada en ella.

 

En el último episodio del libro, entendido como tal, “Los ojos de Sorolla en Sevilla a través de la fotografía,” se destaca y defiende la figura del valenciano como uno de los grandes artistas impresionistas, que supo utilizar sus conocimientos de fotografía pero que nunca dejó de ser un pintor. Para finalizar la obra, se incluye un capitulo final a modo de conclusión y una recopilación gráfica de obras de Sorolla en Sevilla, obras todas de gran renombre, rebosantes de la calidad propia del artista y, sin duda, claves para entender el paso del pintor por Sevilla.

 

Podemos concluir que la obra es una magnífica biografía del pintor en Sevilla, algo que nunca hasta ahora se había realizado. Juan Carlos Montes Martín relata de manera completa y precisa cómo el genio del impresionismo se siente irremediablemente atraído por la capital andaluza y cómo incide en él de manera especial. Aunque pasara los últimos años de su vida alejado de los pinceles y no pudiera realizar su Virgen de las Flores, Sevilla le debe mucho a Sorolla, al igual que la pintura española. La presente obra es, de alguna forma, un tributo a Sorolla, algo necesario de hacer por la historia de Sevilla y por la memoria del pintor.

 

 

Ángel Bautista Portillo

Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España

 

Atrio. Revista de Historia del Arte, no. 25 (2019)

eISSN: 2659-5230