Fig. 1.
Consuelo Vargas, Las Locas: nuestra historia emocional nos cobija, 2019.
Trazo del tejido. Técnica mixta: vinilo, metal, textiles. Banco personal de
Consuelo Vargas.
Libertad femenina en la obra de Malu Valerio y Mariana Sellanes
The Liberation of Women in
the Work of Malu Valerio and Mariana Sellanes
Edmara
Elisa Jordán Montilla
Universidad de Los Andes, Mérida (Venezuela)
https://orcid.org/0000-0001-9394-6409
Resumen
A mediados del siglo XX,
se dio una revolu- ción cultural que dejó como resultado el sur- gimiento de
una mujer libre e indeterminada, la cual, podía hacer lo que desease sin estar
atada a estándares sociales o sexuados, típi- cos de las sociedades androcéntricas.
Esta mujer mostró que no estaba preordenada ni limitada a un patrón de conducta
específico, sino que podía elegir con libertad. Aun así, hay quienes todavía
asocian a la mujer a un conjunto de actividades de corte domésti- co. Es por
esto, que las artistas venezolanas Malu Valerio y Mariana Sellanes muestran a
través del trabajo textil la libertad y poder que ha adquirido la mujer,
demostrando de esta forma que ella es un sujeto dirigido por sus gustos y
emociones personales.
Palabras clave: mujer; indeterminado; liber- tad; hombre; igualdad; textil.
Abstract
In the mid-20th century, a cultural revolution
arose, and as a result, an independent and uncertain woman emerged. This new
woman could do anything she would like without ha- ving to be tied to social or
sexual standards that were common in androcentric societies, demonstrating she
was neither predisposed nor limited to a specific behavioral pattern; on the
contrary, she could have freedom of choi- ce. Nevertheless, there are certain
individuals who still associate women solely to activities related to domestic
duties. Therefore, the Venezuelan artists Malu Valerio and Mariana Sellanes
showcased in their textile work the freedom and power women have achieved. By
doing this, women are demonstrating they are individuals who are capable to
follow their own emotions and preferences.
Keywords: women; undetermined;
freedom; men; equality; textile.
Cómo citar este
trabajo / How to cite this paper:
Jordán
Montilla, Edmara Elisa. “Libertad femenina en la obra de Malu Valerio y Mariana
Sellanes.” En No solo musas. Mujeres creadoras en el arte iberoamericano.
Monográfico Atrio 1, editado por Eunice Miranda Tapia, 42-54. Sevilla:
Universidad Pablo de Olavide, Atrio, 2019.
© 2019 Edmara
Elisa Jordán Montilla. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo
los términos de la licencia Creative Commons Attribu-
tion-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA 4.0).
El surgimiento de la mujer libre
En la antigüedad, la mujer era percibida como una trampa mortífera,
seductora e impura que manchaba todo lo que tocaba.1 Debido a esto,
quedó excluida de las actividades de corte científico e intelectual: la
filosofía, la política y la medicina, como también otras actividades. Así,
todas estas labores hermosas e importantes cayeron en los brazos del hombre,
con- virtiéndose la figura masculina en el centro de las sociedades. La mujer,
por su parte, no le quedó más que asumir las actividades del hogar y la
procreación. De allí, que a lo largo de la historia a la mujer se le haya visto
como a un ser “preordenado, orquestado de cabo a rabo por el orden social,”2
el cual, las relegó a ser solo sujetos secundarios al servicio doméstico y del
hombre. No obstante, a mediados del siglo XX hubo una revolución cultural3
que dio con el surgimiento de una mujer libre e indeterminada: una mujer que
podía hacer lo que desease sin estar atada a estándares sociales o sexuados,
que fracturó siglos de violencia, discriminación, marginalización y abusos al
alzar su voz ante el mundo y sus instituciones androcéntricas.
A
esa figura femenina del siglo XX, el sociólogo Gilles Lipovetsky la denominó la
tercera mujer o posmujer,4 una mujer con conciencia de la autonomía
individual, la cual elige qué y quién ser, sin importar rozar con las
actividades que se atribuyen a los hombres. En ella habita la “desvitalización
del ideal de la mujer de su casa, legitimidad de los estudios y el trabajo
femenino, derecho de sufragio, “descasamiento”, libertad sexual, control sobre
la procreación”, entre otros donde se manifiesta la disposición de sí misma de
la mujer.5 Así pues, la mujer de la modernidad y la contemporaneidad
(la tercera mujer) no es una víctima preestablecida, no es un ser del mal ni un
objeto sexual. Tampoco está mal visto, a pesar de su emancipación, que esta
tercera mujer sea madre o ama de casa. Esto ya no es una imposición, sino más
bien una elección, pues la revolución cultural consistió en un mundo de
democracias y libertades.
No
obstante, existen quiénes creen que las mujeres acuden a lo doméstico como
consecuencia de las convenciones sociales. Asimismo, se critica y horroriza el
hecho de ver a una mujer cumpliendo actividades que rompen con la historia
convencional de las mujeres. Ahora bien, este tipo de pensamientos contrasta
con la libertad contemporánea y la democracia de la época. Son pensamientos desfasados
que ya no tienen cabida en la mayoría del mundo, debido a que:
en las sociedades contemporáneas se ha instaurado una
nueva figura social de lo femenino, que instituye una ruptura conceptual en la
‘Historia de las mujeres’ y expresa un supremo avance democrático aplicado al
estatus social e identitario de lo femenino. (…) El mundo cerrado de antaño ha
sido sustituido por un mundo abierto o aleatorio, estructurado por una lógica
de indeterminación social y de libre gobierno indi- vidual, análoga en principio
a la que configura el universo masculino. Si tiene sentido hablar de revolución
democrática en lo que concierne a la construcción social de los géneros, es
ante todo por el hecho de que en la actualidad se encuentran abocados al mismo
«destino», marcado por el poder de libre disposición de sí y la exigencia de
inventarse a uno mismo al margen de todo imperativo social.6
De
modo que todos los pensamientos e ideas degradantes y ‘machistas’ contrastan
ante la libertad que se grita en las sociedades. La mujer ya no es solo ama de
casa, amante o musa. Su lugar ha evolucionado y reivindicado. Por supuesto,
esta libertad de ser no tiene razón de hacer miramientos a quienes deciden
volcarse a la tradición de lo femenino. La democracia social constituye una apertura
a las decisiones y a los gustos personales.
Lo que se prolonga desde el pasado no es átono, sino que
obedece a la dinámica del sentido, de las iden- tidades sexuales y de la
autonomía subjetiva. Si las mujeres siguen manteniendo relaciones privilegiadas
con el orden doméstico, sentimental o estético, ello no se debe al simple peso
social, sino a que éstos se ordenan de tal manera que ya no suponen un
obstáculo para el principio de libre posesión de uno mismo y funcionan como
vectores de identidad, de sentido y de poderes privados; es desde el interior
mismo de la cultura individualista-democrática desde donde se recomponen los
recorridos diferenciales de hombres y mujeres.7
Sobre
esto mismo William Daros comenta que “la tercera mujer representa una
reconciliación de las mujeres con el rol tradicional (…) La persistencia de lo
femenino no sería ya un aplastamiento de la mujer y un obstáculo a su voluntad
de autonomía, sino un enriquecimiento de sí misma.”8
En
este sentido, hay mujeres que tienen un reconocimiento y encuentro íntimo con
las actividades delicadas y domésticas del pasado. En vez de mostrar un
feminismo victi- mista, hay un feminismo de poder,9 reconocimiento y
disfrute. Se reconoce que en algunas féminas abunda la delicadeza y el amor, por
tanto, las mujeres se relacionan con actividades específicas. No obstante,
claramente, esto último puede variar dependiendo de los gustos, deseos e
intereses de la mujer.
Debido
a esta democracia y cambio de pensamiento en la sociedad, surge que las mujeres
en la contemporaneidad se hayan encargado de hacer ver a las demás mujeres y a
la sociedad en sí, que ellas tienen cabida en el mundo, que no son sumisas ni
débiles. De ahí, que las mujeres utilicen el arte como medio expresivo para
demostrar a todas y todos la multiplicidad de la mujer y las libertades que ha
logrado obtener con mucho esfuerzo y lucha desde hace años.
La mujer en el arte: reivindicación
A las mujeres, se les ha
negado “la capacidad de crear durante muchos siglos (…) convirtiendo en natural
una división de trabajo que las apartaba de cualquier posibilidad de ser
considera- das como artistas.”10 Han sido meros objetos de deseo y
apreciación, modelos y musas para el hombre. Sin embargo, actualmente, las
mujeres se alejan del sillón o del taburete en el que posaban. Hoy, toman la
cámara y los pinceles para hacer y hablar de ellas como sujetos pensantes,
críticos y libres, puesto que en el ser humano, indiferentemente de su sexo,
habita el ‘genio creador’. El ‘genio’, según el DRAE, significa tener la
“capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y
admirables.”11 En concordancia con esto, la mujer como ser humano
está en capacidad de generar cosas hermosas, como también cosas reflexivas al
igual que el hombre. Es por esto que las artistas Mariángela Valerio y Mariana
Sellanes,12 ambas venezolanas, utilizan el arte para reivindicar a
la mujer y a sus actividades, mostrando así su capacidad de ser, pensar y crear
como otros, los hombres.
Mediante
el textil, estas artistas rescatan y reivindican las actividades tradicionales
de las mujeres. Y asimismo, muestran la indeterminación y libertad de ellas a
través de esos medios que se creían secundarios. He ahí donde radica su
genialidad. Hay que recordar que el trabajo textil, a pesar de llevar un arduo
proceso, nunca logró entrar dentro de las artes como la pintura o la escultura.
El bordado y todo que lo tuviera que ver con el textil se relegaba por el
simple hecho de ser trabajo de mujeres.13 Sin embargo, en la
actualidad la actividad es tomada por estas artistas como arte, para con ello
señalar un levantamiento de la mujer y sus actividades, su empoderamiento y
libertades.
Con
anterioridad esto no habría podido ser, ya que en las mujeres no había libertad
ni la posibilidad de ‘genio creador’, razón por la que ninguna de sus
actividades podía entrar en la escena del arte.14 Pero, a partir de
las revoluciones, según lo que apunta Marián Cao, se empezó a formular la idea
de que “hay un tipo de ‘genialidad’ para las mujeres artistas y otra para los
hombres, postulando la existencia de un estilo femenino diferente y
reconocible, tanto en sus cualidades formales como experiencias.”15
De forma tal, que se empezó a dar lugar a las artistas femeninas y a un arte
femenino. Sin embargo, esta formulación es categorizar y dividir el arte cuando
se supone que el arte actualmente no tiene divisiones. Lo realmente importante
es, que gracias a las revoluciones la mujer logró entrar en casi todas las
esferas del mundo, tanto así como para lograr ser artistas.
Hay
que mencionar respecto al trabajo textil de estas artistas, que el volcamiento
hacia el trabajo ancestral no sugiere que estas mujeres se confinen ellas
mismas, al contra- rio, muestran que ellas deciden qué hacer, reconciliándose
con su pasado. Evidentemente, con anterioridad, era una regla que las mujeres
se dedicaran a estas actividades, incluso se les educaba para ello, pero con el
pasar del tiempo algunas mujeres dieron con que estas actividades más que un
destino impuesto eran un quehacer natural de la mujer. De igual modo, el elegir
estas actividades no se puede ver como imposición o costumbre, puesto que la
mujer de hoy tiene la posibilidad de elegir según su deseo.
Hoy
en día “todo un conjunto de funciones y tradiciones perduran, y ello no tanto
por inercia histórica como por posibilidad de concordar con los nuevos
referentes de la autono- mía individual,”16 es decir, lo que
prevalece de lo femenino tradicional tiene que ver con “las identidades sexuales
y la autonomía subjetiva.”17 Trabajar lo textil es reconocer
actividades que siempre han sido de la mujer, pero también es demostrar que la
mujer puede elegir esas actividades a las que antes se le confinaba simplemente
porque hoy las disfruta, porque le gusta y se reconoce, y porque hay un poder
privado de elegir realizar esa actividad o no. Es por eso que ambas artistas
trabajan desde el textil, reivindican sus labores, llevándolas al mundo del
arte y, además, señalando el poderío y libertades que han ganado.
Malu Valerio, el textil y la libertad de
elección
La artista Mariángela
Valerio (Cumaná, 1982-), mejor conocida como Malu Valerio, quien ganó este año
(2019) el premio Eugenio Mendoza en su edición #1518 con la obra “La
regla de segundo Orden” (2018-2019),19 realiza trabajos desde el
bordado y el textil. Con esto, reivindica las tareas tradicionales de la mujer
y, al mismo tiempo, reflexiona en cuanto a la libertad de elección de ellas. No
obstante, no existe en su trabajo una sumisión o actitud frágil ante el mundo.
Valerio explica que “el decidir conscientemente emplear procesos creativos que
nacen de los oficios como labor doméstica para visibilizar, y en algunos casos
denunciar factores de riesgo hacia las mujeres, es un acto de apropiación cultural,”20
lo que quiere decir que estos materiales en escena hablan de igualdad y de
respeto hacia las mujeres, de poder y de posición en el mundo. Hoy, la libertad
e indeterminación que le pertenece a las mujeres, les otorga poder para decir:
yo elijo y yo decido. De manera que con estos métodos, Valerio grita al mundo
que ahora no se les impone, sino que ellas eligen para sí lo que desean.
En
muchas de las obras de la artista se critica, denuncia y cuestionan las formas
de actuar de la figura masculina en Latinoamérica al violar los derechos y
libertades de la mujer, empero, en otras de sus obras se aprecia cómo existe un
grupo de mujeres que gozan de su libertad e indeterminación.
En
la obra Formulario de contacto, perteneciente a la exposición Mujer
invisible (2016- 2017), Malu Valerio registra el poder de elección de la
mujer. En esta obra, a través de sedalina bordada en muselina blanca con
puntilla de algodón y algodón cosido a crochet, se presenta a Juanita Mota
(1904 o 1906-1972),21 la compañera y amante fiel del artista
venezolano Armando Reverón (1889-1954). Como en un típico formulario de
contacto, Valerio asoma la identidad de Juanita: “mujer de Reverón”, cuál es su
profesión: ”esposa”, entre otros cuestionamientos de los formularios de
contacto. La idea al mostrar a Juanita es señalar que esta se dedicó al hogar y
a ser amante. Pero, en el caso de Juanita Mota, esto ocurre porque ella así lo
deseó y lo quiso. Con Juanita, la artista se pregunta por la identidad de la
mujer en sí. “La referencia a esta mujer sencilla que dedica su vida a
acompañar la del artista venezolano y de quien es imposible separarle de ese
ser ingenuo y primitivo que supo acompañar silenciosa y solidariamente la
travesía interna del artista, habla de quien dedicándose a la realización del
otro, halló la suya propia.”22
Con
esto, se señala que ser abnegada y dedicada al hogar no significa sometimiento.
Si bien, con anterioridad era una obligación y tradición seguir las labores del
hogar y ma- trimonio, la mujer moderna y contemporánea también se encuentra y
regocija con ciertas actividades que se asocian al hogar.
Esta
entrega de Juanita, a pesar de que podría verse como el destino sellado de la
mujer, más allá de eso, indica cómo Juanita encontró su lugar en Reverón. El
amor y entrega de esta mujer hacia el artista fue una decisión propia y de
gusto. A esta mujer nadie la obligó a cumplir con Reverón. Juanita siguió al
artista por su naturaleza amorosa y delicada, por lo que su espíritu más íntimo
deseaba. Ella fue libre de elegir quedarse con él o no. Con relación a esto,
Lipovetsky señala que “la necesidad de amar, la ternura, la sensibilidad
aparecen cada vez más como atributos femeninos.”23 No es entrega de
lo femenino al hombre, es “fidelidad a la tradición pasional de lo femenino,
que no obstante, ya no se plantea como contradictoria con el ser sujeto sino
como compatible con los valores modernos de soberanía individual.”24
En
esta obra, aunque se aprecie la identidad designada a lo femenino (lo
tradicional), también se deja ver cómo los códigos naturales del sexo femenino
afloran sin necesidad de ley, para así dar lugar a un sujeto que se ha
encontrado en el otro, no por convención, no por regla, sino por deseo. Con
esta obra, se observa que Juanita marca las fronteras, conforme a sus gustos,
de lo que ella era. Pero Juanita no tiene porqué representar a las demás mujeres,
ya que cada una ellas es distinta, particular y contraria.
Mariana Sellanes y la indeterminación
femenina
La otra artista que
muestra por medio del textil la liberación e indeterminación de la mujer, es la
uruguaya y venezolana Mariana Sellanes (San José de Mayo, 1965-), quien
emprende un proyecto colectivo en el que muestra a través de experiencias
femeninas las diferencias emocionales que hay entre ellas, pero no sin reparar
que son esas experiencias y emocio- nalidades lo que las reúne.
Para
Mariana Sellanes, aparentemente, la mujer no es un marco cerrado ni una
especificidad generalizada. Para ella, y para muchas otras mujeres, la mujer
tiene multiples formas de ser y manifestarse. Es un ser sensible que padece y
siente según su situación y personalidad. Por eso, la artista generó la colcha
colectiva Las Locas: nuestra historia emocional nos cobija (2019),25
un lienzo textil que se encuentra en proceso formativo, en el cual varias
artistas han participado contando lo que son y han sentido y vivido como muje-
res. Sin embargo, a través de este proyecto se visibilizan las diversas
experiencias que han tenido distintas mujeres a lo largo de su vida. De este
modo, se dan a conocer las historias y experiencias heterogéneas del ser mujer,
reconociendo que no existe un camino específico de lo femenino, sino que en la
mujer habita la diferencia y lo contradictorio, siendo esto lo que las cobija.
Es
por eso que algunos de los trabajos que conforman la colcha marcan una ruptura
con la mujer tradicional, confrontándose de ese modo con otros trabajos que
hablan sobre el amor, la maternidad y el hogar.
Dentro
de los múltiples trabajos y experiencias que se aprecian en la colcha, se en-
cuentra la aventura de la artista Consuelo Vargas (El Vigía, 1972-), quien
muestra en su trazo una realidad diferenciada de lo que se supone debía ser
esta artista como mujer.
A
través de unas figurillas de un feto y unos bebés (Fig. 1): la artista cuenta
cómo el procrear es parte fundamental de la vida de una mujer. Por eso la
artista dispone una llave de forma central coronando la obra, alegando así que
cada mujer lleva la maternidad en sí. No obstante, Vargas comenta que esta obra
fue pensada en cómo el procrear no fue una prioridad para ella a pesar de tener
la llave de la vida. Para la artista, las mujeres son creadoras natas, siempre
están creando espacios, hogares y afectos, pero entiende que la sociedad espera
una creación específica de ellas, la maternidad. Como respuesta y frente a la
sociedad, la artista hace referencia a la elección que tomó como mujer, tomar
el camino de crear arte. De ahí que su obra se componga en sí por fetos y
recién nacidos, indicando directamente cuál fue su fruto como mujer: el arte.
De este modo, y paralelamente al poder de la vida que indica la llave, esta
llave y obra pueden entenderse como el poder de elección que tiene la mujer
para decidir si ser madre o no.
Esto
no es nada rupturista o escandaloso, que esto ocurriera tiene que ver con que
hace más de tres décadas la mujer “conquistó el poder de disponer de sí misma,
de decidir sobre su cuerpo y su fecundidad, el derecho al conocimiento y a
desempeñar cualquier actividad.”26
En
la contempora- neidad la mujer elige qué ser y cómo, pues demues- tra su poder
de elección rompiendo los esquemas que se tienen sobre ellas. Es así, que otra
de las artistas colaboradoras de la colcha: María Virginia Rodríguez (Mérida,
1984-) en dos de sus trozos, los cuales titu- la El viajero eterno (Fig.
2), habla de las inquietudes, sensaciones y aspiraciones que tiene como mujer
con- temporánea. Algunas de las ideas que recorren el trazo de la artista son: recreación
constante, movilidad, placer y éxito personal, lo que de- muestra, pues, que la
mujer no sueña solamente con jugar a la casita, a hacer de comer, lavar los
pañales y atender al marido. La mujer no quiere seguir un patrón tradicional,
ella no está satisfecha con un orden establecido y delicado. Ella quiere
desviarse, quiere saltos, quiere ser ella, única. Es un sujeto sin barreras, el
cual experimenta frecuentemente con la aventura, lo diferente, el reescribirse
y el reformarse.
Fig. 2.
Consuelo Vargas, El eterno viajero, 2019. Tela, bordado, papel. Banco
personal de Consuelo Vargas.
En
El viajero eterno (2019) la artista habla de esa mujer que no está
tranquila en casa, de esa mujer que recorre el mundo tratando de encontrarse
mediante la experimentación de lo otro, de esa mujer que cambia frecuentemente
según sus experiencias. De igual modo deja ver que es una trotamundos. No está
conforme ni aquí ni allá, no logra calar en un solo sitio de forma permanente.
Para señalar esto, la artista inserta imágenes de viajes y de ob- jetos
culturales que indican la mezcla que ha quedado en ella tras el viaje y la
aventura. De igual forma, acompaña a dichas imágenes con un fragmento de una
canción popular de su país: Tucusito, la cual canta: “te vestiste de
amarillo pa’ que no te conociera,”27 haciendo ver de esta forma que
la mujer cambia, se transforma y rehace (Fig. 3), por lo que, nadie puede
definirla. Aunque el amarillo es éxito y prosperidad, la artista señala que un
día es un color y un día es otro, siendo así muy distinta, nunca igual.
Habría
que comentar, empero, que esa inconformidad femenina y deseo de despla-
zamiento no es algo nuevo de esta época. La mujer, desde siempre, ha querido
desplazarse, experimentar, divertirse, no quedar atada al hogar o al marido.
Los hermanos Gall, respecto a esto, comentan que un autor del siglo XVIII “pone
en boca de su heroína: ‘en cuanto a mí, preferiría ser soldado antes que
princesa, tal es la insatisfacción que mi sexo me causa’,”28
evidenciando, pues, que la mujer siempre ha sentido insatisfacción, deseo de
hacer activi- dades diversas a las que se le ha acostumbrado.
De
este modo, la colcha demuestra parte de lo que siente, ha sido y es la mujer en
todo su esplendor. Se aprecian las libertades de elegir, la irreverencia, los
cambios y, sobre todo, lo indeterminada que es ella. En los dos casos
señalados, ambas artistas hacen ver que la mujer no sigue ningún patrón, que
ella elige quién ser y cómo ser. Los gustos y las elecciones no son los
convencionales a los que están acostumbradas las sociedades androcéntricas.
Pero esto no quiere decir que quien elige el hogar y la maternidad esté lejos
de ser libre. En la colcha son muchísimas las mujeres que muestran sus
experiencias siendo mujeres. No es raro ver que algunas indiquen gusto por lo
maternal, la cocina, el bordado y la tradición, puesto que esto habla
precisamente de lo indeterminado del sexo y de la libre elección según los
gustos y personalidades.
Cierre
Al fin y al cabo, pues, la
mujer ha buscado los medios por donde gritar su autonomía y cons- ciencia de sí
misma ante el mundo. Se ha ocupado de presentarse a los demás en su inde-
terminación, para con ello, educar y mejorar a la sociedad respecto al reconocimiento
y aceptación de la mujer y sus libertades. Tanto en Formulario de Contacto
como en Las locas: nuestra historia emocional nos cobija, puede notarse
que hay una aceptación de las labores ancestrales femeninas, un recurrir hacia
ellas, sin embargo esto se hace advirtiendo y demos- trando que estas
elecciones estéticas y sensibles se llevan a cabo por gusto y elección, más no
ya por sumisión u obligación. Igualmente, mediante este medio delicado, se
reconoce que no todas las mujeres eligen de igual manera. Algunas aceptan el
hogar, la familia, lo tierno, mientras que otras eligen los cambios, los viajes
y diversas actividades que se alejan de lo que se acostumbraba para las
mujeres. Es decir, en ambas obras se acentúa y explica que no hay una regla
estipulada para ser una mujer, lo que demuestra la existencia de esa tercera
mujer indeterminada, libre de prejuicios y preestablecimientos.
Fig. 3.
Consuelo Vargas, El eterno viajero, 2019. Collage, papel. Banco personal
de Consuelo Vargas.
1.
Gilles Lipovetsky, La tercera mujer, permanencia y
revolución de lo femenino (Barcelona: Anagrama, 1999), 216.
2.
Lipovetsky, La tercera mujer,10.
3.
En los años
60 del siglo XX, diferentes mujeres irrumpieron en la escena
social y política del mundo para
emanciparse de los roles de género impuestos por las sociedades androcéntricas, incluso se llevó a cabo una
conferencia en Pekín
convocada por la ONU,
con motivo de exigir por
los derechos de las mujeres
y su existencia como una
cuestión personal de cada mujer, lo que llevó a una ruptura
con la historia de la mujer sumisa
y determinada. Véase:
Marcela Legarde, Claves feministas para el autoestima de las
mujeres (Madrid: Cuadernos inacabados, hora y horas, 2000),
23.
4.
El sociólogo Lipovetsky plantea tres escenarios sobre la mujer
a lo largo de la historia. En el primero
de esos escenarios, ubicado en la antigüedad, la mujer era ‘desvalorizada y despreciada’. Se le atribuyeron roles secundarios, mientras
que a los hombres se le otorgaron valores
superiores. En ese primer escenario también se percibe
a la mujer como un ser malicioso y del demonio, por lo cual,
debía mantenerse apartada de todo para
que no se pusieran en peligro los planes de las distintas sociedades y hombres. El segundo escenario que plantea Lipovetsky, responde a los siglos XVIII
y XIX, donde
la mujer es sacralizada como
luz que brinda
fuerza al hombre,
como aquel sexo
bello al que
se debe tener
cerca… un buen
ejemplo de esa mujer es la situación de madame Pompadour. En el último
caso, aparece la tercera mujer,
aquella mujer indeterminada que no sigue patrón
alguno. Esta responde a la modernidad y a la contemporaneidad. Véase:
Lipovetsky, La tercera mujer, 213 y ss.
5.
Lipovetsky, La tercera mujer, 218.
6.
Lipovetsky, La tercera mujer, 9 y 10.
7.
Lipovetsky, La tercera mujer,11.
8.
William
Roberto Daros, “La mujer posmoderna y machismo,” Franciscanum, vol. 162 (2014):
111, https://doi.org/10.21500/01201468.789
9.
Lipovetsky, La tercera mujer, 242.
10.
Teresa Alario Trigueros, Arte y feminismo (Madrid: Nerea, 2008), 9.
11.
Diccionario de la Lengua
Española, “Genio,” consultada el 25 de octubre de 2019,
https://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=genio
12.
Mariana
Sellanes nació en 1965 en San José
de Mayo, Uruguay, sin embargo su corazón está
en Venezuela ya que desde
niña vive en Barquisimeto, un estado de dicho país.
13.
Marián López Fernández Cao, coord. Creación artística y mujeres, recuperar la memoria (Madrid: Narcea, 2000), 26.
14.
López Fernández Cao,
Creación artística, 16.
15.
López Fernández Cao, Creación
artística, 21.
16.
Lipovetsky, La tercera mujer, 10.
17.
Lipovetsky, La tercera mujer, 11.
18.
El Premio Eugenio
Mendoza es un reconocimiento que se otorga
a los jóvenes artistas venezolanos desde 1981, con motivo
de homenajear el talento y creatividad emergente en ese país.
Este premio tuvo lugar por primera vez en honor
al empre- sario y filántropo Eugenio
Mendoza Goiticoa (1906-1979), quien se convirtió
en el más grande empresario de Venezuela en la
modernidad.
19.
“La Regla de Segundo Orden”
fue la obra presenta por Malu Valerio
en la Sala Mendoza, para
optar así al premio Eugenio Mendoza. Sobre esta obra
el jurado del concurso dijo
que: “se reflejaba un ejercicio de sensibilización sobre
la violencia doméstica y opresión que
viven las mujeres
venezolanas.” Ver Robinna
de la Parra, “Malu Valerio: una obra textil
que cuenta historias,” consultada el 26 de junio de 2019,
http://www.lustermagazine.com/una-obra-textil-que-cuenta-historias-malu-valerio/
20.
Cindy
González, “Malu Valerio
habla de la mujer con
sus manos,” consultada el 24 de junio de 2019,
https://theamaranta.com/pop/malu-valerio-artista/
21.
La fecha
de nacimiento de Juanita Mota
no está confirmada.
22.
Mariángela Valerio, “Malu Valerio,
arte textil,” consultada el 24 de junio de 2019,
https://maluvalerio.wordpress.com/author/maluvaleri/
23.
Lipovetsky, La tercera mujer,17.
24.
Lipovetsky, La tercera mujer,
28.
25.
La colcha colectiva
Las locas: Nuestra historia
emocional nos cobija
(2019), está inspirada en los telares
de las abuelas la- renses, sin embargo, en esta oportunidad, se representa en la colcha
la heterogeneidad de la mujer.
De allí que la colcha
se encuentre recorriendo el mundo, para mostrar así las diferentes vivencias de mujeres
venezolanas, españolas, alemanas, entre
otras.
26.
Daros, La mujer posmoderna, 108
27.
Los Tucusitos, “Tucusito,” consultada el 28 de junio
de 2019, https://www.youtube.com/watch?v=CCEyXn8GQwg
28.
Jacques Gall y François Gall,
La pintura galante francesa
en el siglo XVIII (México: Fondo de Cultura
Económica, 1953), 18.
Bibliografía
Alario Trigueros, Teresa. Arte y feminismo. Madrid:
Nerea, 2008.
Daros, William Roberto.
“La mujer posmoderna y machismo.” Franciscanum, vol.
162 (2014):107- 29. https://doi.org/10.21500/01201468.789
De la Parra, Robinna. “Malu Valerio: una obra textil que cuenta
historias.” Consultada el 26
de junio de 2019. http://www.lustermagazine.com/una-obra-textil-que-cuenta-historias-malu-valerio/
Diccionario de la Lengua Española.
“Genio.” Consultada el 25 de octubre de 2019. https://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=genio
Gall Jacques,
y François Gall.
La pintura galante francesa en el siglo
XVIII. México: Fondo
de Cultura
Económica, 1953.
González, Cindy. “Malu Valerio
habla de la mujer con
sus manos.” Consultada el 24 de junio de 2019.
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Fecha de
recepción: 12/06/2019
Fecha de
aceptación: 09/09/2019