LOMBA SERRANO, Concha
Bajo el
eclipse.
Pintoras en España,
1880-1939
Colección Historia del Arte.
Serie Biblioteca de Historia del Arte
30. Madrid: CSIC, 2019. 272 págs.
ISBN: 978-84-00-10512-9
Es, sin duda, motivo de celebración la publicación de un libro como Bajo el eclipse. Pintoras en España,
1880-1939, cuidadosamente editado
en la Serie Biblioteca de Historia del Arte del CSIC y
cuya autora es la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de
Zaragoza Concha Lomba Serrano.
Detrás de su sugerente título, que de forma tan poética evidencia la oscuridad a la que
tanto la historia como la historiografía han recluido a las
artistas durante siglos, la autora despliega un riguroso estudio sobre el más de medio centenar de pintoras
que estuvieron activas en España en
el período que oscila entre
finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo
XX. Un trabajo que es fruto de la dilatada trayectoria
investigadora que Concha Lomba ha dedicado
al conocimiento de las artistas
en España y que se ha materializado
en numerosas publicaciones, además de en el comisariado
de exposiciones o de proyectos
como el I+D “Las artistas en España, 1804-1939,” del que es
investigadora principal y en
cuyo marco se han llevado a cabo
las investigaciones que ahora
presenta. Ello, con un objetivo
rotundo expresado por la autora: contribuir a paliar la
existente “laguna historiográfica, construyendo un nuevo relato histórico y estético de una parte sustancial de la Historia del Arte.”
La
publicación constituye un sólido estudio
fundamentado, principalmente, en tres tipos de fuentes. Por un lado, el libro es resultado del
examen del amplio acervo documental conservado en diferentes archivos,
como el Archivo General de la
Universidad Complutense de Madrid, el Archivo de la Biblioteca Nacional,
el Archivo de la Real Academia Catalana de Bellas Artes,
el Archivo de la Real Academia de Bellas
Artes de Zaragoza, el Archivo del Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía, o el Archivo del Museo Nacional de
Arte de Cataluña, entre otros;
asimismo, desarrolla un pródigo estudio sobre documentación hemerográfica con un alto valor para el conocimiento
de la consideración de las artistas
por parte de la crítica de arte; en tercer lugar, la autora ha
llevado a cabo con plena solvencia
la compleja tarea de localizar, en fondos
de museos y en colecciones privadas, las obras ejecutadas por las pintoras, una labor que presenta numerosas dificultades y que resulta fundamental para la valoración,
recuperación y restitución de
las artistas en la Historia
del Arte.
El
libro presenta dos partes
bien diferenciadas y complementarias que responden, en cierto modo, al título. Una primera parte, “De aficionadas a profesionales,”
donde se analizan pormenorizadamente las causas por las que se produjo el “eclipse,” mientras en la segunda parte,
“Lenguajes artísticos,” realiza un estudio de las principales
pintoras del período, a partir, aunque no únicamente, de una ordenación cronológica.
Ello, tras el estimulante prólogo escrito por Jaime Brihuega, catedrático de Historia
del Arte de la Universidad Complutense
de Madrid, y tras una introducción
iniciada por la autora con
una frase demoledora, que constituye una inmersión plena y desgarradora en la circunstancia existencial de ser mujer en la España
de 1880; circunstancia que, como
la doctora Lomba señala, experimentó un cambio sustancial hacia 1914, avanzó hacia un ilusionante futuro en los años 20 y cuya esperanzadora evolución se vio truncada en
1939.
La
primera parte del libro, “De aficionadas a profesionales,”
narra el complejo periplo por el que toda joven con aspiraciones artísticas
tenía que transitar en la España de fin de siglo. Se hace especial hincapié en los numerosos obstáculos que la joven había de superar, exclusivamente por el hecho de ser
mujer, para lograr el estatus de artista profesional; obstáculos que no afectaban a sus colegas varones, tal como
demuestra Concha Lomba mediante un esclarecedor estudio comparado de los itinerarios al respecto de ambos géneros. En ese recorrido, la autora
examina desde el fundamental apoyo familiar a los primeros intereses creativos de las jóvenes hasta la
consolidación de aquellas artistas
que lograron desarrollar una trayectoria afianzada; analiza
el desarrollo formativo –extraoficial y oficial– de las estudiantes y la discriminación
que sufrieron en determinados ámbitos del aprendizaje, el escaso acceso a
las codiciadas pensiones y becas, el machismo imperante
en la crítica, la ausencia de las artistas en las instituciones, el difícil
acceso al mercado o la diferente
cotización de su producción en relación
a sus colegas varones,
entre otros muchos aspectos. Un extenso aparato
documental respalda las argumentaciones
que vertebran cada uno de los apartados, poniendo de manifiesto la complejidad del tema de estudio, sobre el que la autora realiza un fino y atinado análisis.
Para ello, son utilizados tanto
datos procedentes de archivos, como percepciones íntimas contenidas en los diarios de las artistas, siendo muy reveladores
los emotivos testimonios personales
de Alejandrina Gessler —Madame Anselma—, Lola Anglada o Marie Bashkirtseff, que constituyen, en
ocasiones, un leit motiv enhebrador de las distintas etapas en el tránsito de las pintoras desde el despectivo calificativo de artista aficionada
al ansiado reconocimiento de
artista profesional.
La
segunda parte del libro,
“Lenguajes artísticos,” es un completo estudio sobre las algo más de cincuenta pintoras que marcaron las pautas para la visibilización y
el reconocimiento de las artistas
en la España de 1880 a 1939
y, más allá del ámbito español, también en escenas culturales internacionales tan relevantes
como París. Concha Lomba lleva a cabo a este respecto una rigurosa investigación que, además, se aparta del
habitualmente utilizado modelo de diccionario, lo que le permite
entretejer con solvencia el
poliédrico panorama cultural del período, poniendo en
relación la actividad de las pintoras
con el escenario artístico coetáneo, con las diferentes tendencias y lenguajes plásticos, así como con las inquietudes
e iniciativas que las artistas compartieron.
La lectura de los diversos apartados
ofrece la oportunidad de conocer a las distintas generaciones de pintoras y su evolución
cronológica, así como de comprender los cambios que se
operaron en la sociedad y en las mentalidades de la España del momento. Así, se abordan desde las pintoras de flores de 1880 a “posiciones divergentes” y “nuevos argumentos” del cambio de siglo, los “destellos de modernidad” de la nueva centuria y las artistas de las vanguardias. Artistas
todas —tanto las pintoras de flores
que lograron posicionarse como reconocidas profesionales, como las que se enfrentaron al sistema artístico y optaron por desarrollar su propia creatividad al margen de los condicionantes impuestos— que impulsaron el cambio hacia una consideración más justa de las mujeres
en el mundo del arte, hacia
la valoración de su talento y el reconocimiento de sus
méritos, abriendo las puertas para las futuras generaciones. Sus trayectorias, sus
aportaciones y los significados de sus obras son examinados de forma precisa por la autora, deteniéndose en pintoras como María Luisa
de la Riva, Aurelia Navarro, María Llüisa Güell, Llüisa Vidal, Marisa Roësset, Lola Anglada o Maruja Mallo, entre otras. Especialmente emotivo es el último apartado, en el que Concha Lomba narra las consecuencias de la guerra para estas últimas artistas y, posteriormente, para aquellas que
no optaron por el exilio; artistas que fueron testigos de la pérdida de sus
derechos y que tuvieron que renunciar
a la originalidad de su talento, fagocitada por la dictadura.
Presenta el libro en sus páginas finales varios anexos que proporcionan una valiosa
información inédita extraída de los diferentes archivos consultados y que permite conocer quiénes fueron las alumnas matriculadas en la Escuela Especial
de Pintura, Escultura y Grabado
entre 1880 y 1936, así como
porcentajes muy reveladores de su presencia en dicha
escuela en relación a sus colegas varones. Otros anexos proporcionan
datos sobre la participación de las artistas en las exposiciones nacionales de bellas artes y sobre aquellas que lograron los ansiados galardones.
Escrito no solo con rigor, sino con una pasión investigadora que en
algunos apartados adquiere un sentido especialmente lírico,
el libro nos regala una lectura hipnótica desde sus primeras páginas. Plantea,
además, reflexiones sobre cuestiones que continúan siendo ampliamente debatidas en la actualidad, como las celebraciones de las denominadas exposiciones “femeninas”
o “feministas,” es decir, aquellas dirigidas únicamente a la participación de mujeres artistas, o los imaginarios
comunes compartidos por algunas artistas, la denominada
“poética de género” por la autora.
Por
último, es reseñable la esmerada edición que ha realizado el CSIC, que inaugura con esta publicación un nuevo
diseño en la prestigiosa colección Biblioteca de
Historia del Arte iniciada
hace casi dos décadas. En este
sentido, la publicación presenta un extenso repertorio de
imágenes en color de las obras analizadas en el texto, la mayor parte de ellas
desconocidas o no reproducidas anteriormente.
Se
trata, en definitiva, de un libro necesario, cuyas contribuciones subsanan un amplio
vacío historiográfico. Un libro que se constituye como
una referencia imprescindible para el conocimiento del
arte contemporáneo en España y, muy
especialmente, para el conocimiento
de las pintoras que contribuyeron a su desarrollo y a las que, con esta publicación, se les devuelve el lugar que la historia y la memoria les arrebató.
Magdalena Illán
Martín
Universidad de Sevilla, España
Atrio. Revista de Historia del Arte, no. 25 (2019)
eISSN: 2659-5230