Fig. 1. Autor
desconocido, Santa Lucía, siglo XVIII. Madera tallada, dorada,
policromada y
estofada. Colección Museo Franz Mayer,
Ciudad de
México. (Fotografía del Museo Franz Mayer).
Santas mártires vestidas de oro y rica policromía.
Dos esculturas novohispanas del siglo XVIII en el acervo del Museo Franz
Mayer de México
Holy Martyrs Dressed in Gold and Rich Polychromy: Two
Novohispanic Sculptures from the XVIII Century in the Franz Mayer Museum
Collection in Mexico
Montserrat
A. Báez Hernández
Museo de Arte e Historia de Guanajuato, México
https://orcid.org/0000-0001-5770-7048
Resumen
El Museo Franz Mayer de la
Ciudad de México al- berga en su colección un par de esculturas de santas
mártires fechadas en el siglo XVIII, obras que des- tacan tanto por sus
características formales y orna- mentales, como por la singularidad
iconográfica que muestra una de ellas. Dichos elementos motivaron el interés
para realizar su análisis a partir de dos aproxi- maciones: la primera, en lo
concerniente a la calidad de la policromía y la caracterización de los motivos
presentes en la indumentaria de las santas, y la se- gunda, en lo relativo a la
identificación de una de ellas como la mártir Lucía de Siracusa. El objetivo es
llamar la atención a este par de tallas, ejemplos de la producción escultórica
novohispana, tanto por la lectura que implica su iconografía, como por el
despliegue de los múltiples recursos que el artífice anónimo utilizó para la
correcta representación de ricos tejidos y textiles.
Palabras clave: escultura policromada; mártir; santa Lucía; Nueva España;
iconografía.
Abstract
The Franz Mayer Museum in Mexico City is home
to a pair of sculptures representing holy martyrs that date back to the 18th
century. The works stand out due to their formal and ornamental
characteristics, and the uniqueness of the iconography depicted in one of them.
This led to the interest in studying these pieces from two different
approaches: first, the quality of the polychromy and the ornamental motifs
present in saint’s apparel, and the second, the identification of one of them
as the martyr Lucia de Siracusa. The aim of this study is to draw attention to
this pair of carvings as examples of polychrome sculpture in New Spain, taking
into account their iconography and the display of multiple resources used by
the anonymous sculptor in the correct representation of rich fabrics and
textiles.
Keywords: polychromed
sculpture; martyr; saint Lucía; New Spain; iconography.
Cómo citar este trabajo / How to cite this paper:
Báez Hernández, Montserrat A. “Santas mártires vestidas
de oro y rica policromía. Dos esculturas novohispanas del siglo XVIII en el
acervo del Museo Franz Mayer de México.” Atrio. Revista de Historia del
Arte, no. 25 (2019): 98-119.
© 2019 Montserrat A. Báez Hernández. Este es un artículo
de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons
Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA
4.0).
Atrio. Revista
de Historia del Arte, no. 25 (2019): 98-119. eISSN: 2659-5230
El Museo Franz Mayer de la
Ciudad de México tiene su origen en la colección formada por Franz Mayer
Traumann (Mannheim, Alemania, 1882-Ciudad de México, 1975), empresario
financiero alemán estableci- do en México desde 1905.1 Su éxito en
el ámbito de las finanzas y la bolsa de valores le permitió cultivar la fo-
tografía y el coleccionismo de arte decorativo, llegando a acumular alrededor
de diez mil objetos, de los siglos XVI al XIX, entre mobiliario, cerámica,
textiles, pintura, escultura, platería tanto de origen europeo como
novohispano. Antes de su muerte, Franz Mayer legó a México su colección, para
la cual fundó un patronato y un fideicomiso cultural administrado por el Banco
de México, así como los recursos económicos necesarios para instituir un museo
que la albergara.2 El 15 de julio de 1986, después de varios años de
trabajos de recu- peración, se inauguró el museo en el antiguo hospital de San
Juan de Dios de la Ciudad de México, inmueble histórico del siglo XVII
acondicionado para contar con salas de exposición permanente, salas temporales
y la Biblioteca Rogerio Casas-Alatriste H., espacio designado a resguardar la
vasta compilación de libros raros, incunables y antiguos que también forman
parte del legado del coleccionista.
El acervo artístico que Franz Mayer inició a partir de 1919 y que continuó acrecentando a lo largo de su vida se caracteriza por la singularidad y calidad de las piezas que lo componen, lo que demuestra el interés y la sensibilidad del empresario por el estudio de las artes decorativas y la Historia de Arte mexicano, temas presentes en la biblioteca que formó a la par del mismo. Sin embargo, la gran cantidad de objetos y su diversa naturaleza hace imposible su exhibición total en la colección permanente, quedando en resguardo numerosas obras que salen de bodegas solo con motivo de muestras temporales o préstamos. Un ejemplo de ello fue la exposición temporal Los escultores novohispanos y sus obras. Colección Franz Mayer, curada en el año 2012 por la Dra. María de Consuelo Maquívar, especialista en escultura producida en la Nueva España.3 El hilo conductor de la muestra se centró en caracterizar el trabajo de los escultores, talladores, ensam- bladores y pintores novohispanos a partir de la variedad de los formatos, técnicas y materiales presentes en las esculturas del museo. Para la muestra fueron seleccionadas más de cincuenta obras escultóricas, pinturas y documentos, de los siglos XVII al XVIII, muchas de ellas provenientes del resguardo de colecciones. Dentro de dicho conjunto, resultaron de especial interés para quien suscribe, un par de tallas de santas mártires (Figs. 1 y 2) presentes en el guion curatorial como muestra de los dorados y las policromías logradas por los artífices novohispanos.
Fig. 2. Autor desconocido, Santa Lucía o santa mártir,
siglo XVIII. Madera tallada, dorada, policromada y estofada. Colección Museo
Franz Mayer, Ciudad de México. (Fotografía del Museo Franz Mayer).
Al
respecto, un cúmulo de artículos y publicaciones recientes que problemati- zan
sobre la necesidad de proponer nuevos marcos de referencia para el estudio de
la escultura novohispana,4 plantean, además de abordarla desde sus
procesos construc- tivos —en los que intervenían escultores, doradores y
pintores—, la búsqueda de diseños característicos y señas presentes en las
policromías y la representación de textiles, generalmente denominados es-
tofados, que permitieran comenzar a ca- racterizar centros productores de la
Nueva España como la Ciudad de México o Pue- bla de los Ángeles. Este creciente
interés ha contribuido a afianzar la importancia de los estofados no sólo como
ejemplos de la maestría y destreza de los artífices poli- cromadores, sino
también como un rasgo de identidad de la imaginería novohispana que permite
identificar su presencia inclu- sive en regiones alejadas de América.5
Por
tanto, el propósito de este ar- tículo es contribuir al planteamiento an-
terior a partir de la valoración y recono- cimiento del trabajo de policromía y
la caracterización de los diseños presentes en las ya mencionadas esculturas de
san- tas mártires del Museo Franz Mayer de México, buscando además, resaltar la
peculiaridad presente en una de ellas como ejemplo y pervivencia de un
despropósito iconográfico ya condenado desde el Concilio de Trento (1545-1563).
Para el desarrollo del argumento fue necesario conjugar la revisión
bibliográfica, la inspección física de las obras y la búsqueda de fuentes
visuales y escritas para el desa- rrollo iconográfico de las santas. El pun- to
de partida fueron las fichas catalográ- ficas de control de obra del museo,
pues siendo las herramientas de registro de la institución que las resguarda,
permitie- ron conocer de primera mano los datos generales de cada escultura,
así como los comentarios realizados por los especia- listas involucrados en su
catalogación.6 Por otro lado, aunque las obras no se en- cuentran en
la exposición permanente, sí han sido sujetas de varias menciones en
publicaciones impresas, por lo que resultó imperativa la revisión de dichos
artí- culos para conocer las aproximaciones a partir de las cuales se han
estudiado. De igual forma, el trabajo directo con una de las tallas fue
imprescindible para la identificación de los rasgos relativos a su sistema
constructivo, los motivos orna- mentales de los estofados y policromías, así
como las particularidades iconográfi- cas de su representación.
Fig. 3. Autor desconocido, Santa Lucía (detalle),
siglo XVIII. Madera tallada, dorada, policromada y estofada. Colección Museo
Franz Mayer, Ciudad de México. (Fotografía del
Museo Franz Mayer).
Las esculturas en el acervo del Museo Franz
Mayer. Registro y menciones
Las fichas catalográficas
de control de colecciones del Museo Franz Mayer se dividen en varios campos,
siendo de utilidad para los objetivos de este artículo los relativos a “números
de identificación”, “datos ac- tualizados”, “comentarios” y “medidas de la
obra”. En el primero se observó que cada talla cuenta con cifra de procedencia,
inventario y catálogo; gracias a la primera fue posible inferir que ambas
fueron compradas por Franz Mayer, lo que las convierte, a diferencia de otros
ejemplares que se han integrado poco a poco al acervo, en parte de la cuidadosa
selección de piezas que el coleccionista adquirió a lo largo de su vida.7
Una revisión exhaustiva en el Departamento de Acervos Documentales queda
pendiente para ubicar información específica que aporte mayores datos sobre la
adquisición. El siguiente apartado denominado “datos actualizados” integra la
información relativa al tipo de objeto, técnica, materiales, procedencia,
época, etc., datos que permitieron reconocer las generalidades de las piezas;
por ejemplo, llama la atención que ambas aparecen intituladas en las fichas
como “Santa Lucía”. A continuación, en el campo de “comentarios” aparece la
descripción formal y observaciones que fueron retomadas para los siguientes apartados
de este texto. Por último, “medidas de la obra” registra las dimensiones de
cada talla: 72 x 38.5 cm para la santa que lleva una daga en la mano, y 73 x 33
cm para la segunda.
En
cuanto a las publicaciones sobre la colección del Museo Franz Mayer, la primera
mención de las esculturas se debe a Elisa Vargaslugo, quien en el apartado
“Escultura” del libro Franz Mayer. Una colección (1984), consignó que
una de ellas se trata de “una preciosa figura —obra del siglo XVIII— de Santa
Lucía en el momento de sacarse los ojos” (Fig. 3).8 Sin embargo, las
referencias más específicas se deben a la autoría de Consuelo Maquívar en
artículos dedicados al acervo escultórico del museo: en “Estofados novohispanos
del Museo Franz Mayer” (1988), del Boletín no. 25 de la institución,
describió al par de esculturas como “no- tables por la calidad de sus
estofados”,9 y en la edición especial de Artes de México, Corpus
Aureum. Escultura religiosa (1995), destacó el trabajo de la talla, la
policromía y los estofados.10 Finalmente, en el libro Museo Franz
Mayer. 20 años de arte y cultura en México (2006), las identificó como
santa Lucía y santa Águeda, y afirmó que “por su expresividad y movimiento
reflejan la maestría del artista que las elaboró”.11 Mención extra
merece santa Lucía, publicada como pieza del siglo XVIII en Imaginería
virreinal: memorias de un semi- nario (1990), en la sección de ilustraciones,
sin que esté directamente referida en los textos.12
Sentado
el precedente por Elisa Vargaslugo, Consuelo Maquívar destaca al describir a
las esculturas de las santas mártires como trabajos notables,13 con
cuerpos bien proporcionados y movimiento por el des- plazamiento natural de los
brazos y los paños de la vestimenta.14 Acerca de los estofados distinguió
las huellas de diferentes tipos de punzones que forman las texturas de las
túnicas y mantos,15 lo que a su juicio, revelaba la calidad que
alcanzaron los artistas novohispanos.16
Las
esculturas son de talla en madera y están formadas por piezas que son
perceptibles especialmente en las uniones de los paños y los brazos; también en
la base de santa Lucía se pudieron observar agregados correspondientes al área
del manto. Asimismo, la ficha catalográfica consigna que ambas cuentan con al
menos seis diferentes piezas, por ejemplo los brazos, los cuales seguramente
fueron tallados por separado y después agregados a la talla principal. Esta
forma de construcción corresponde al embón de un solo bloque, en el que se
agregaba a un núcleo los elementos necesarios para extender sus dimensiones.17
La figura de las santas es estilizada y en el caso de Lucía, con una ligera
inclinación del torso hacia el frente; ambas tienen los dos pies separados, con
uno levemente adelantado. La expresión de las tallas se centró en el
tratamiento de los rostros, los cuales muestran gestos ambiguos con los ojos
entornados y los labios entreabiertos, y también en la posición de los brazos,
que fueron planificados por el artífice para sostener la daga, o los atributos
hoy perdidos de la otra mártir. Para dar mayor realce, las tallas fueron
detalladas con aplicación de dientes y ojos de vidrio; los cabellos, los
ornamentos del los peinados, las cejas, las gotas de sangre en Lucía y las
peanas, están pintadas en tonalidades que van del marrón al rojo. El rasgo más
sobresaliente en definitiva es la ves timenta de las santas, la cual está
trabajada con estofados de rico colorido y textura. Por último los rostros,
cuellos y brazos, muestran encarnaciones brillantes o pulidas,18 con
toques de color rosáceo en las mejillas y en los labios. Debido a sus
similitudes y dimensiones, es posible que hayan formado parte de un conjunto
escultórico o un retablo.19
Vestidas de oro y ricos textiles, las
policromías presentes en la indumentaria
La obra escultórica
novohispana se caracteriza por un significativo e importante deseo de
representar a los personajes esculpidos de tal forma que su presencia sea más
palpable y convincente para el fiel.20 En el caso de las santas
mártires, la rica ornamentación para dar realce y movimiento a los pliegues de
los paños resalta no solo como elemento ornamental, sino también como un medio
para lograr verosimilitud, pues aunque fueron ataviadas con prendas iguales, su
ornamentación y colorido está individualizado, lo que permitió al artífice
policromador hacer un gran despliegue de recursos, como se verá a continuación.
Los
mártires de los primeros siglos del cristianismo, antes del Concilio de Trento
(1545-1563), eran personificados con mantos sencillos o bien según el gusto de
la región de los artífices, los cuales solían tomarse libertades con respecto a
los paisajes, las estancias y las vestimentas, siendo muchas veces pintados
portando ropajes civiles elaborados con lujosos textiles y joyería. Sin
embargo, el decreto “De la invocación, veneración y reliquias de los santos y
de las sagradas imágenes” incluido en la sesión XXV del Concilio de Trento
advertía que “no se pinten ni adornen las imágenes con hermosura escandalosa”,21
condenando los excesos generados por las inexactitudes antes mencionadas. En la
misma tónica, el cardenal italiano y arzobispo de Milán Car- los Borromeo
(1538-1584), uno de los promotores de la última sesión del Concilio de Trento,
refirió como eco en sus Instrucciones de la fábrica y del ajuar eclesiástico
(1577) las normas de decoro para la construcción y disposición de las
imágenes, los recintos sagrados y objetos litúrgicos. Así, en el apartado XVII,
“De las sacras imágenes o pinturas” hizo énfasis en que las imágenes de los
santos deben buscar que se “armonice apta y de- corosamente en el hábito del
cuerpo, en el estado y en el ornato, con la dignidad y santidad del prototipo”.22
En
consecuencia, tras el concilio, surgieron varias publicaciones enfocadas a
promover la coherencia en la representación de las sagradas imágenes: De
picturis et imaginibus sacris o De Historia sacrarum imaginum et
picturarum (1570) de Joannes Molano; Discorso intorno alle immagini
sacre e profane (1582) de Gabriele Paleotti; Diálogo de la pintura y su
defensa de Vicente Carducho (1633); El Arte de la Pintura, su antigüedad
y grandeza (1649) de Francisco Pacheco y El pintor christiano y erudito
(1730) de Juan Interián de Ayala, entre otros, siendo estos últimos de gran
relevancia para el ejercicio artístico en la Nueva España.23 Véase
por ejemplo, que Interián de Ayala aconsejaba que los artífices “han de leer
también a los poetas, deben tener conocimientos de historia, y han de leer y
revolver todos los escritores de buenas artes”,24 con el objetivo de
estar bien instruidos en las historias y costumbres de otras naciones, los
ritos de las religiones, etc., para evitar errores anacrónicos, y en el caso de
las vestimentas “el atribuir a los santos sin ninguna distinción los mismos
adornos y vestidos”.25 Por ello, los mártires de los primeros siglos
del cristianismo, bajo esta nueva búsqueda de veracidad y tomando como base el
hecho de haber perecido durante las persecuciones del Imperio romano, se les
representó con indumentaria de la época aunque de forma muy idealizada y con
gran lujo. Así, las mujeres fueron ataviadas genéricamente como matronas
romanas y los hombres como milites Christi, soldados de las huestes de Cristo.26
Este es el tipo iconográfico del pretendido mártir antiguo o
“historicista” que se trasplantó a la Nueva España, promovido también por la
difusión de grabados flamencos de las fami- lias Wierix, Galle, Collaert,
Bolswert y más, que sirvieron como inspiración de numerosas obras salidas de
los pinceles y gubias novohispanas.27
De
este modo, la vestimenta que portan las esculturas de santa Lucía y la santa
mártir podrían co- rresponder al tipo iconográfico del mártir de los primeros
siglos del cristianismo. Las fichas catalográficas de ambas piezas describen
que están vestidas con faldas largas cubiertas por una menor, olanes, pecheras
con guarniciones doradas, mangas largas, un manto que las cubre y zapatos
negros. En cuanto al peinado, llevan el cabello rizado y sujeto sobre la
coronilla con cintas.28 La particularidad que presentan es la
especie de pechera o corsé que remite a la loriga romana del atuendo de los
mártires masculinos como milites Christi, la cual es claramente
identificable en la estampa Miles Christianus (1619 aprox.) de
Hieronimus Wierix, y nombrada como lorica iustitiae (coraza de la
justicia), adjetivo tomado del texto bíblico Efesios, 6. En la búsqueda de
referencias visuales sobre la prenda en personajes femeninos, es destacable que
parece no haber sido un ele- mento común en la iconografía de las mártires,
aunque sí fue posible ubicarla asociada a imágenes de mujeres fuertes, como en
la obra Icones Illustrium Feminarum Veteris Testamenti (1590-1595), una
serie de estampas dedicadas a personajes femeninos de la Biblia publicada por
Philips Galle después de Maarten de Vos, en la que específicamente la portan
Thamar (no. 06), Sara (no. 16), Judith (no. 17) y Esther (no. 18). La loriga
presente en las mujeres de la historia del cristianismo que destacaron por su
fuerza, sabiduría y virtud parece estar emparentada con la alegoría de la
Fortaleza de Cesare Ripa, que aparece como “una mujer armada con coraza, yelmo,
espada y lanza”.29 Otro ejemplo es el emblema Fortitudo de la
Idea Vitae Teresianae (1686) en el que santa Teresa de Jesús también está
ataviada con dichos atributos: la loriga, el yelmo, el escudo y la lanza.
Por
tanto, es posible que las esculturas de las santas mártires porten una loriga
en versión feme- nina a la manera de los milites Christi y también como
un elemento asociado a la fortaleza, virtud que en definitiva debieron poseer
los mártires al haber ofrendado su vida en nombre de Cristo. Otra
interpretación de la prenda cuando lleva bordes o mangas lobuladas propone que
se trata de un diseño utilizado por los escultores para hacer alusión a un
personaje de un pasado remoto o antiguo, como es el caso de los mártires de los
primeros siglos del cristianismo.30 Si bien esta iconografía no
parece haber sido común para la Nueva España, existen ejemplos de representa-
ciones tanto pictóricas como escultóricas de santas mártires con la misma
prenda ricamente ornamentada sobre largas faldas, con mangas abiertas y
guarniciones: una talla de Santa Bárbara en uno de los retablos
laterales del templo de San Juan Bautista Coixtlahuaca, Oaxaca; un lienzo
anónimo de Santa Lucía en el templo de San Francisco Tehuacán, Puebla; y
un óleo de Santa Bárbara, ca. 1742, firmado por José Gabriel de Ovalle
en la catedral de Durango, México, por mencionar al- gunos ejemplos.
Curiosamente esta forma de representar la vestimenta de las santas mártires
parece más cercana a los modelos escultóricos portugueses y brasileños del
siglo XVIII, de los que existe un gran número de ejemplos.31 Un
último elemento a resaltar es el peculiar peinado de cabello recogido en un
moño en la parte superior de la cabeza presente en las tallas. Este tocado
aparece en obras italianas a partir del siglo XVI, como es el caso de los
lienzos de Santa Lucía (1521) de Domenico Beccafumi (1486-1551) y Santa
Lucía (1540) de Giovanni Filippo Criscuolo (1500–1584); y sucesivamente en
siglos posteriores. Al respecto, existen testimonios escultóricos de la
antigüedad clásica como la Cabeza femenina de la tumba 94 en Amphipolis
Grecia, del siglo IV d. C. que lleva los cabellos sujetos hacia arriba y
arreglados en un moño en la parte superior, o la Cabeza femenina del
Museo Nacional Romano Termas de Diocleciano, Roma, Italia, que igualmente lleva
el cabello anudado en la coronilla. Una publicación, aunque ya de siglo XIX que
versa sobre peinado teatral, incluye una lámina que detalla el mismo peinado y
explica que se trata de una “acabada idea de otro peinado griego, bastante
caprichoso, copia de su original en mármol que existe en el Museo provincial de
Antigüedades de Tarragona”.32 ¿Se trata este peinado de un elemento
más de la interpretación historicista de los mártires de los primeros siglos?
Para
cerrar con estos preliminares, es necesario apuntar que una de las fichas
menciona una escultura de santa Catalina en el Landesmuseum de Stuttgart,
Alemania, con la que guarda semejanzas formales y ornamentales; nota a la que
añado el hallazgo de una escultura en la iglesia de San Diego de Alcalá,
Aguasca- lientes, México (Fig. 4), en la que, sobre el marco de una puerta del
lado de la epístola, se ubicó una escultura de Santa Inés que comparte
numerosos rasgos con las esculturas del Museo Franz Mayer: presenta el mismo
tipo de vestimenta conformada por una falda larga a la que se le superpone una
corta, y aunque no porta la pechera o loriga, sí lleva el ornamento textil
cruzado sobre el pecho y adornado con guarniciones, así como el manto que
cuelga sobre su hombro. También ostenta el mismo peinado recogido en un nudo
sobre la frente.
Fig. 4. Autor desconocido, Santa Inés, siglo
XVIII. Madera tallada, dorada, policromada
y estofada. Iglesia de San Diego de Alcalá,
Aguascalientes. (Fotografía de Montserrat A. Báez Hernández).
Lamentablemente
debido a la altura y la presencia de una gruesa capa de polvo, no fue posible
observar con mayor detalle las policromías y motivos presentes en las prendas.
En
cuanto a las policromías presentes en la indumentaria de ambas esculturas,
imitan textiles ricos con diseños vegetales, distinguiéndose además que las
prendas como los mantos y las mangas poseen vista interior o “forro” y
exterior. La técnica ornamental muestra la planificación de grandes zonas de
oro reservadas o cubiertas con pintura al temple en verde, azul y rojo;
detalles realizados a punta de pincel y texturas logradas a partir de
esgrafiados, punzonados y juegos de picado de lustre para dar diferentes
efectos.33 Todos los diseños están adap- tados al movimiento de las
telas, y aunque carecen de sombreados, logran generar un efecto de profundidad.
Debido a la extensión de este artículo, y por el tratamiento similar en el tipo
de motivos y técnicas decorativas de las prendas, se tomarán ejemplos de ambas
tallas para ilustrar algunas particularidades de los estofados.
Las
faldas (Fig. 5). Para las más largas, se representó un textil de color
verde oscuro, donde los moti- vos vegetales fueron delimitados a partir de la
aplicación de delgadas pinceladas en tono gris y un punzonado continuo en el
borde; para los interiores de las formas vegetales el artífice utilizó hasta
tres punzones diferen- tes: cabeza fina, cabeza con línea horizontal y cabeza
cilíndrica que permitió marcar únicamente una pequeña circunferencia. Consuelo
Maquívar ya había distinguido con anterioridad el uso de este tipo de cabezales
en las esculturas del siglo XVIII.34 El borde de las faldas lleva
una cenefa reservada en dorado, donde a partir de un fino esgrafiado con formas
circulares y líneas verticales y horizontales, da la apariencia de tratarse de
un rico galón de oro. Las faldas cortas que llegan a la rodilla de las
mártires, son de un rosa pálido en Lucía y rojo en la santa mártir, y sus
motivos están formados de la misma manera que en la falda larga, por formas
vegetales reservadas y cubiertas de picado de lustre, mientras los fondos se
esgrafiaron horizontalmente con el fin de imitar la trama de una tela.
Fig. 5. Autor desconocido, Santa Lucía (detalle de
la policromía), siglo XVIII. Madera tallada, dorada, policromada y estofada.
Colección Museo Franz Mayer, Ciudad de México. (Fotografía del Museo Franz
Mayer).
Los
mantos. Están fondeados con color azul en el caso de Lucía, y rojo en la
santa mártir; nuevamente se aprecia el galón en el borde donde se usaron
diferentes punzones: cabeza fina, cabeza circular y cabeza en “s”, de la
combinación entre estos se generó un patrón con un borde marcado por medio de
pequeños toques, seguido por una línea de las marcas en “s” y figuras
triangulares complementadas con marcas de punzón en lí- nea horizontal. Los
diseños que los cubren en su totalidad son claramente apreciables en la parte
posterior de las tallas, tratándose de un motivo vegetal que consta de una guía
que se cierra sobre sí misma culminando en un medallón o flor estilizada,
acompañada por hojas y finas líneas doradas realizadas a punta de pincel (Fig.
6); el conjunto de estas composiciones céntricas da la apariencia de un textil
cubierto por dichos círculos que se cierran sobre sí mismos. Los motivos
muestran un patrón de líneas horizontales en su interior y están destacados a
partir de un punzonado con cabeza fina que los delimita, mientras que los
fondos se aprecian finamente esgrafiados de forma horizontal. La vista interior
de los mantos, rojo para Lucía y encarnado para la mártir, está cubierta por
una capa de pigmento donde se dibujaron a punta de pincel diseños vegetales
delineados con gris, cuyos fondos van ligeramente esgrafiados.
Fig. 6. Autor desconocido, Santa Lucía o santa
mártir (detalle del manto), siglo XVIII. Madera tallada, dorada,
policromada y estofada. Colección Museo Franz Mayer, Ciudad de México.
(Fotografía del Museo Franz Mayer).
Las
pecheras o corsé. Ambas prendas, reproducidas con gran riqueza,
van ajustadas al pecho y ceñi- das en la cintura y parte de la cadera. Al
contrario del manto y las faldas que poseen gran movimiento, estas dan la
apariencia de ser prendas rígidas ya que no revelan ningún pliegue. Si bien los
motivos ornamentales son parecidos a los encontrados en las faldas, no
presentan pi- cado de lustre, sino punzonados finos en los bordes y líneas
horizontales en el inte- rior, complementado por esgrafiado en los fondos de
ambos casos. Cada mártir lleva guarniciones diferentes en esta prenda: Lu- cía
porta en el cuello una especie de collar adornado con cinco piedras preciosas,
ter- minado en dos dijes en forma de flor que le cuelgan del pecho y del que se
sostiene un fino paño que le envuelve la cintura. Este paño también forma un
moño en el pecho, el textil es de fondo blanco con líneas ro- jas y verdes. La
santa mártir porta también una guarnición en el cuello, y paños que sostenidos
por un par de broches, uno de ellos cubierto por el manto, cruzan sobre su
pecho para unirse en un tercer broche, de donde también se sostiene una tela que
le envuelve la cintura.
Por
último sería pertinente destacar el motivo ornamental principal presente en la
indumentaria de las santas: una guía vegetal que se cierra sobre sí misma en
forma circular y que concluye en un medallón o flor estilizada. Un hallazgo con
respecto a este motivo, es que se ha podido ubicar en otros ejemplos
escultóricos, siendo el más destacado la Inmaculada Concepción de Ozumba
de Alzate, Estado de México.35 En el manto de la Inmaculada se
aprecia una voluta que cierra su centro en una flor pin- tada con los pétalos
ligeramente abiertos, o en una especie
de botón del que solo se han abierto los más externos. Las hojas que se
advierten en la voluta se ordenan en un mismo sentido, extendiéndose a veces
entre los otros círculos para dar movimiento al diseño, cual se diferencia del
presente en las mártires, que aparece muy sintetizado y menos geométrico. En
los tres casos ya mencionados, el diseño se asienta en la vista posterior del
manto, lo que permite apreciar claramente su estructura. En la ficha
catalográfica existe un comentario de Carla Aymes del 17 de junio de 2013 que
recomienda ver la capilla de Novicios de Tepotzotlán, a partir del semi- nario
con Héctor Schenone,36 y revisando algunas de las esculturas
presentes en el re- cinto, se aprecia que de hecho en el manto de san Juan
Bautista y la túnica y manto de san Juan Evangelista, se encuentra un mo- tivo
muy similar a la guía concéntrica ce- rrada en una flor. Únicamente la búsqueda
de referentes documentados podrá dar ma- yores luces acerca de este diseño, que
por su configuración se propone que podría ser datable en la primera mitad del
siglo XVIII, y para dilucidar si podría formar parte de un modelo ornamental
vigente en la Ciu- dad de México, como ya lo ha estudiado el Seminario de
Escultura Virreinal en el caso de las clavellinas37 y un diseño
ornamental en Chimalhuacán-Chalco y Ozumba.38
Santa Lucía: una iconografía inusual
Uno de los aspectos más
interesantes de este par de esculturas nos remite a la ico- nografía de la
santa identificada como Lucía, en la cual se centrará este apartado (Fig. 7).
La segunda escultura, por carecer de atributos, podría tratarse de cualquier
santa mártir de los primeros siglos: Cata- lina, Bárbara o Águeda; sin embargo
al no poseer ningún elemento que nos propor cione una pista, la atribución
queda abierta a futuras reflexiones. En el caso de santa Lucía, Elisa
Vargaslugo es la primera autora en registrar la pieza con este nombre por
“estar en el momento de sacarse los ojos”.39 En las subsecuentes
publicaciones Consuelo Maquívar también continúa reconociéndola como tal:
Según la tradición, [Lucía] fue acusada de practicar el
cristianismo en la época del emperador Diocleciano, y para obligarla a renegar
de sus creencias le aplicaron varios tormentos; como no lograron que se
arrepintiera, ella se sacó los ojos para que entendieran sus verdugos que
prefería la muerte a renunciar a su fe.40
Fig. 7. Autor desconocido, Santa Lucía, siglo
XVIII. Madera tallada, dorada, policromada y estofada. Colección Museo Franz
Mayer, Ciudad de México. (Fotografía del Museo Franz Mayer).
La
autora únicamente apela a la tradición popular en torno a la santa, sin
consignar otra fuente. En la sección de “observaciones” de la ficha catalográfica
existe una nota añadida en septiembre del 2005 por Natalia Ferreiro,41
donde citando a Louis Réau, comenta que el nombre de Lucía evoca a una idea de
luz, llevando por atributo un par de ojos que según una versión “novelesca”
ella misma se arrancó para apartarse de un pretendiente pagano.42
Por lo tanto, basándose únicamente en el gesto de arrancarse los ojos con el
cu- chillo, la pieza ha sido nombrada por las autoras como Lucía de Siracusa,
una mártir de los primeros tiempos del cristianismo, ya que no posee otros
atributos que la distingan. La leyenda de la mártir inmolando sus ojos es uno
de sus rasgos más populares y quizá el más arraigado en el imaginario en torno
a su vida. Sin embargo, revisando la literatura martirológica relativa a ella,
es notorio el silencio acerca de tal hecho.
El
Martirologio romano la consigna el 13 de diciembre y destaca que se trataba de
una doncella noble y cristiana que, habiéndose negado a casarse con un pagano,
fue denunciada por su fe y llevada ante el Prefecto Pascasio, quien ordenó que
fuera cruelmente martirizada. Sobre su martirio se explica que “habién- dola
atormentado con pez, resina y aceyte hirviendo, como no recibiese daño alguno
la atravesaron la gargan- ta con una espada y consumó el martirio”,43
otras fuentes posteriores como el Flos Sanctorum de Alonso de Villlegas
(1534-1615), el Flos Sanctorum de Pedro de Ribadeneyra (1526-1611) y
Alban Butler (1709-1773) coinciden en que la mártir murió por decapitación,44
mientras que los dos últimos autores denuncian lo in- cierto infundado de la
leyenda de los ojos ya fuera como parte del martirio45 o para
librarse del pretendiente lascivo que la perseguía.46
Dicha
denuncia en lo que respecta a la imagen de la santa apareció tras el Concilio
de Trento, pues siguiendo la recomendación de la sesión XXV de exterminar
imágenes que dieran ocasión a peligrosos errores,47 varios tratadistas
condenaron la leyenda de los ojos, siendo el primero de ellos el teólogo
lovainense Joannes Molano (1533-1585). Al haber sido una de las autoridades
encargadas en Trento de la discusión sobre las imágenes sagradas, Molano
publicó De picturis et imaginibus sacris o De Historia sacrarum imaginum
et picturarum (1570), un volumen sobre la correcta representación de los
personajes e historias de la fe, entre ellos la santa siracusana, de quien
comenta que su asociación con la salud ocular, estaba sustentada únicamente en
la piedad popular y la “vieja mitología”.48 A continuación cita al
teólogo jesuita Théophile Raynaud (1583-1663) quien afirma lo incierto de dicha
leyenda al afirmar que los pintores suelen caer en el error de pintar a santa
Lucía con los ojos arrancados y exhibidos en un plato, pues la antigua historia
del pretendiente que recibe sus ojos para rechazarlo en realidad podría
referirse a que Lucía cerró sus ventanas al mundo.49 Posteriormente,
Francisco Pacheco (1564-16644) en su Arte de la pintura, comenta que
aunque queda pendiente en su obra hablar de Lucía, definitivamente “no se los
sacò [los ojos] i embiò en un plato”.50 Por último, Juan Interián de
Ayala (1656-1730) proporciona una interesante pista acerca de la iconografía de
los ojos:
Esto sea evidentemente falso, y en realidad erroneo y no
conforme, ó contra la verdad de la historia, es facil de demostrar. Lo primero,
por el profundo silencio que hay sobre esto en sus actas, y escritos (…) los
quales todos, no hacen ni la mas ligera mencion de un hecho tan admirable (…) Y
ya que tratamos de Imágenes, opongamos á las falsas otras Pinturas ver-
daderas, y racionales. En el Convento de Madrid, que llaman de la Pasion, que
sirve de hospedage á los Padres Dominicos, he contemplado repetidas veces la
Imagen de una Santa Monja de dicha Orden, teniendo en un pequeño plato los ojos
que ella misma se sacó (…) que por una crasa ignorancia de los hechos, se
atribuye á Santa Lucia Martir.51
El
autor continúa y explica que la casta virgen dominica llamada Lucía, al ser
solicitada por un varón noble quien dijo que amaba sus ojos, se los arrancó y envió
al pretendiente, quien arrepentido despreció el mundo e ingresó a la Orden de
Predicadores de Santo Domingo; con lo que aclara que fue aquella virgen
dominica del siglo XV quien realizó dicha acción, y no la mártir siracusana.
Acerca de la beata Lucía “la cas- ta”, venerada el día 3 de diciembre en el
santoral dominicano, el Sacro diario dominicano de Francisco Vidal,
dice: “es venerada por Abogada contra el mal de los ojos, como Santa Lucia
Martir, a quien muchos aplican el sobredicho caso: pero todas sus Actas lo
callan”.52 En efecto, existen en Nueva España algunas obras que
representan a la dominica donde está vestida con el hábito de la orden y
sosteniendo el plato con sus ojos: un lienzo en el convento de Santo Domingo de
la Ciudad de México, identificada además por su nombre en la cartela (Fig. 8),
y una pintura al fresco en el convento de Santo Domingo de Oaxaca, México.
Otros ejemplos se encuentran en el convento de Santo Domingo de Scala Celi en
Córdoba, España, y en el Museu de Aveiro, Portugal, antiguo convento de Jesús
de monjas dominicas, en cuya iglesia se encuentra un lienzo con la beata Lucía
sosteniendo sus ojos en un plato y arrodillada ante Cristo.
Fig. 8. Autor desconocido, Beata Lucía “la casta”,
siglo XIX. Óleo sobre tela. Iglesia de Santo Domingo, Ciudad de México. (Fotografía
de Alejandro Hernández García).
De
este modo, queda clara la asociación entre santa Lucía de Siracusa y la
iconografía ocular, la cual apareció a partir de la etimología popular de su
nombre (Lucía, Lux, Lucia a luce),53 ya que ni las actas ni la
literatura martirológica incluyen la pre- tendida narración de los ojos
arrancados. Siguiendo la etimología, en algunas de sus representaciones
italianas del trecento ya aparece con los ojos al interior de una caja, un
plato, o ensartados en una daga: S. Lucia con donante femenina de Jacopo
de Casentino (1300-1349) o Santa Lucia en Santa Maria de Magnoli,
Florencia, de Pietro Lorenzetti (activo entre 1306 y 1345). A partir de lo ya
expuesto, el relato del amante con las santas Lucías parece es- tar solamente
relacionado a nivel popular debido la presencia de los ojos en la icono- grafía
de ambas.
A
diferencia de otras mártires de la antigüedad donde los autores aconsejaban
pintarlas de un modo en particular o en el momento de su martirio, en el caso
de Lucía no quedó claramente establecido. No obstante, sí posee un repertorio
icono- gráfico que se desarrolló a partir de la tra- dición italiana, país
donde nació su leyen- da y devoción: su iconografía más usual la muestra con
los ojos en la bandeja o al interior de una caja, un puñal en la garganta o en
la mano y una lámpara encendida,54 así como las escenas de su vida y
martirio. Son ejemplos de obras donde aparece con una lámpara encendida y el
puñal en la garganta Santa Lucía de Antonio Vivarini (1449-1450) y Santa
Lucía de Filippino Lippi (1457-1504); algunos ciclos de su vida, Vida de
santa Lucía de Giovanni di Bartolommeo Cristiani (1367-1398) y Santa
Lucia e storie della sua vita de Quirizio da Murano (1462-1478). En el caso
de Nueva España, su iconografía se desarrolló principalmente a partir de la
circulación de grabados flamencos como S. Lucia de Cornellis Galle (Fig.
9) donde aparece a manera de doncella con un peinado anudado en la coronilla, vestida
con manto y túnica, llevando la palma en sus manos y con los ojos sobre un
libro. Otras variantes la retrataban durante su martirio, y en un caso
excepcional, escenas de su vida, de las que se existe un único ejemplo en la
iglesia de San Francisco de Tehuacán, Puebla.
Fig. 9. Cornelis Galle I a partir de Sebastiaan Vrancx, Santa
Lucía, 1596-1633. Grabado,150 x 98 mm. Rijksmuseum, Países Bajos.
Disponbible en: http://hdl.handle.net/10934/RM0001.COLLECT.114334
Por
lo tanto, la talla de santa Lucía del Museo Franz Mayer destaca no solo por su
valor como objeto escultórico, sino también por la gran rareza de su
iconografía, ya que —hasta el momento—no se conocen otros ejemplos escultóricos
en la Nueva España.55 Debido al origen apócrifo del relato de los
ojos arrancados, parece poco probable que esta iconografía, ya condenada por
los tratadistas postridenti- nos, se arraigara en territorio novohispano o se
reprodujera numerosamente. La única referencia visual ubicada hasta el momen-
to que se puede relacionar con esta icono- grafía es un grabado de Zacarías
Dolendo (1561–1601), grabador holandés activo en el último tercio del siglo
XVI, titulado: Lucia haer selven d’oogen vytsteecken de om vanden Tyran niet
verkracht te werden (Fig. 10), la estampa forma parte de una serie de ocho
grabados nombrada De geschiede- nis van deugdzame vrouwen (La historia de
las mujeres virtuosas). El grabado mues- tra el interior de una habitación
donde se aprecia una cama con dosel, un espejo, un par de ventanas y una mesa;
en ella se en- cuentra una mujer joven ricamente vestida; con la mano izquierda
sostiene un cuchillo que dirige a las cuencas ya vacías de donde dramáticamente
cuelgan sus ojos, mientras un personaje corre a su encuentro con una mano
extendida en actitud de sorpresa. En la parte inferior se encuentra una cartela
escrita en holandés de la época, cuya tra- ducción aproximada es la siguiente:
Lucía apuñaló sus ojos para que el tirano no la violara:
¿Qué hice para merecer esto que tengo que sufrir?, no puedo soportar- lo, el
ladrón de mi honor, la causa de mi mal, el enemigo de mi alegría, quien está
tras mi pureza. Mis ojos son culpables: los espejos de mi vida. Ellos me
advierten, tendré mi venganza de la causa de mi vergüenza, y arrancaré mis dos
traidores con mis manos.56
Fig. 10. Zacharias Dolendo a partir de Jacob de Gheyn, Lucia
steekt haar ogen uit, Leiden, 1606. Grabado, 142 x 175 mm. Rijksmuseum,
Países Bajos. Disponible en: http://hdl.handle.net/10934/RM0001.COLLECT.106133
La
postura de la joven del grabado y la escultura del Franz Mayer guardan
similitudes, pues ambas acercan el cuchillo con la mano diestra a sus ojos, y
mientras en el grabado ya se ha consumado la acción, en la escultura las gotas
de sangre sobre su mejilla y cuello nos advierte del inicio del suplicio. Sin
embargo, parece poco probable que esta serie grabada pudiera haber circulado en
la Nueva España. ¿Fue la iconografía de esta escultura de santa Lucía la
petición especial de un comitente o un despropósito del artífice que la
elaboró? Aunque no es posible dar una respuesta certera a esta cuestión, queda
claro que nos encontramos ante un ejemplo único de esta simbiosis iconográfica
profundamente arraigada en el imaginario de la vida de la mártir y sus devotos,
quizá la única escultura sobreviviente de la censura en territorio novohispano.
Consideraciones finales
Las tallas identificadas como santa Lucía de Siracusa y una santa mártir son ejemplos destacados de la es- cultura novohispana del siglo XVIII —como bien han apuntado otras autoras en publicaciones del siglo pasado— pues resaltan por la calidad de la talla y sus estofados al ser dignas representantes de los obradores novohispanos, así como también por la imagen particular que presenta una de ellas. Ambas características permiten reflexionar sobre el proceso de creación de la escultura novohispana y sus diferentes momentos: la selección del motivo o personaje a representar, la planeación y ejecución sobre la materia prima, y por último los procedimientos de ornamentación y acabado.
Las ricas policromías y estofados que revisten a la santas son en definitiva los protagonistas de ambas esculturas, pues la resolución de los motivos y diseños de los textiles son los que complementan y dan expre- sión al movimiento de los paños tallados en la madera. La combinación de la hoja de oro, oculta o revelada por medio de la aplicación de capas de pigmentos al temple que fueron rayados, punzonados o esgrafiados, son todo un despliegue de los recursos del policromador para crear diseños y verosimilitud en la imitación de ricos textiles, llegando en algunos casos a convertirse en diseños que comienzan a ser tipificados gracias a los nuevos estudios en el campo de la escultura novohispana. De este modo, este artículo propone que el motivo visible en el manto de las mártires que se ha podido ubicar en al menos otras dos obras, y consistente en una guía vegetal que se cierra sobre sí misma en forma circular concluyendo en un medallón o flor estilizada, po- dría comenzar a rastrearse para dilucidar si puede tratarse o no de un diseño más que contribuya a establecer señas de identidad para la escultura novohispana.
Además de la pericia que requería transformar la madera por medio de las herramientas propias de quehacer escultórico, hay que destacar el trabajo intelectual previo que implicaba para el artífice la búsqueda de un modelo idóneo para resolver la forma de representar al personaje sagrado, pues aunque este era de- terminado por el comitente, dependía también de su capacidad para elegir el motivo correcto en su calidad de “adornador de Credo Divino, porque las obras que hicieren sean decentes para ser adoradas”.57 Por ello, el uso del despropósito iconográfico en la representación de la mártir santa Lucía, la convierte en una pieza única en territorio novohispano al haber sobrevivido a la censura. Finalmente, esta obra también permite reflexionar sobre los procesos de desarrollo de la imagen de los personajes sagrados y cómo se modificaban, asimilaban o mezclaban con otros, creando muchas veces leyendas que a pesar de la censura, pervivían en el imaginario de sus devotos.
El primer acercamiento vertido en estas páginas representa un ejercicio de reflexión que pretende sumarse a la problematización del estudio de la historia de la escultura novohispana, dirigiendo nuevamente la atención a este par de esculturas. Aunque las obras se encuentran descontextualizadas y desprovistas de noticias documentales que permitan relacionarlas con espacios específicos o sus comitentes, sí pueden ser estudiadas a partir de sus características formales e iconográficas como destacados ejemplos del trabajo inte- grado entre los escultores o entalladores y los policromadores novohispanos.
1.
Quiero expresar mi agradecimiento a Ricardo Pérez
Álvarez, Director de Colecciones, y a Tania Vargas
Díaz, responsable del Departamento de Acervos Documentales del Museo Franz Mayer de
México. Su apoyo fue imprescindible para la realización de este artículo.
2. María Sánchez Vega, “Museo Franz Mayer: origen,
historia y actualidad de una institución cultural dedicada a las artes decorativas y el diseño,”
Intervención. Revista internacional de Conservación, Restauración y Museología 4, no. 8 (2013): 55.
3.
La muestra permaneció del 3 de febrero de 2012 al 15 de abril del mismo año.
4. Las publicaciones se desprenden de las actividades del Seminario
de Escultura Virreinal del Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional Autóno- ma de México: Pablo
F. Amador Marrero y Patricia Díaz
Cayeros, coord., El tejido
polícromo. La escultura novohispana y su vestimenta (México: IIE-UNAM, 2013) y Pablo
F. Amador Marrero et al., Ensayos de escultura virreinal en la Puebla de los Ángeles (México: Fundación Amparo, IIE-UNAM, 2012).
5. Dos ejemplos de ello son los artículos: Pablo F. Amador Marrero
et al., “Las
clavellinas como una de las posibles señas
de identidad de los policromadores de la ciudad de México durante
el siglo XVIII,”
en Amador Marrero
y Díaz Cayeros, El tejido polícromo, 35-50;
y Pablo F. Amador
Marrero, “Fatto in Indie Chita
delli Angeli, Puebla, México.
Una imagen de San José con el Divino Infante
atribuido a los Cora como parte del legado artístico de Santiago Durante
a la parroquia de Toirano, Savona,”
Atrio. Revista de Historia
del Arte, no.
23 (2017): 74-93.
6.
Agradezco
a la Mtra. Mayela Flores
Enríquez, entonces miembro
del Departamento de Investigación del Museo Franz
Mayer, por todo
el apoyo otorgado en 2016 para el desarrollo de lo que resultó una primera
versión de este artículo, así como el permitirme examinar ambas piezas.
7.
En comunicación personal
con la Mtra. Mayela Flores
Enríquez.
8.
Elisa Vargaslugo, “Escultura,” en Franz Mayer. Una colección (México: Bancrecer, 1984), 125.
9.
María del Consuelo
Maquívar, “Estofados novohispanos del Museo Franz Mayer,” Boletín bimestral, no. 25 mayo-junio (1988): 3.
10.
María del Consuelo Maquívar, Corpus aureum. Escultura
religiosa. Colección uso y estilo,
Museo Franz Mayer (México: Artes
de México, 1995),
53.
11.
María del Consuelo
Maquívar, “Escultura,” en Museo Franz Mayer.
20 años de arte y cultura en México (México: Banco de México,
2006), 272.
12.
Gustavo Curiel, coord.,
Imaginería virreinal: memorias de un seminario (México: IIE- UNAM, INAH, 1990),
145.
13.
Maquívar, Corpus
aureum, 53.
14.
Maquívar, “Escultura,” 272.
15.
Maquívar, Corpus
aureum, 53.
16.
Maquívar, “Escultura,” 272.
17.
Maquívar, “Escultura,” 250.
18.
Maquívar, “Escultura,” 54.
19.
Maquívar, Corpus
aureum, 53.
20.
Luis Amaro Cavada
et al., “Los diseños polícromos de la indumentaria de las siete
esculturas principales en Santa Prisca,” en Amador Marrero
y Díaz Cayeros,El tejido polícromo, 79.
21. El Sacrosanto y Ecuménico Concilio
de Trento traducido al idioma castellano por Don Ignacio
López de Ayala.
Agrégase el texto latino corregido según la edición auténtica de Roma, publicada en 1564. Tercera edición
(Madrid: Imprenta real,
1787), 359.
22.
Carlos Borromeo, Instrucciones de la fábrica
y del ajuar eclesiástico (México: UNAM, 2010), 39.
23. Montserrat A. Báez Hernández, “Del cuerpo violentado al cuerpo glorificado. La imagen del mártir como exemplum
maius,” en Gisela von Wobeser,
Carolina Aguilar García, y Jorge Luis Merlo Solorio,
coords., Las funciones de la imagen en el catolicismo novohispano (México: IIH-UNAM, Fideicomiso Felipe Teixidor y Monserrat
Alfau de Teixidor, 2018),
195.
24. Juan Interián de Ayala, El pintor
christiano, y erudito, ó tratado de los errores
que suelen cometerse freqüentemente en pintar,
y esculpir las Imágenes Sagradas. Dividido
en ocho libros con un apendice. Obra útil para los que se dedican
al estudio de la Sagrada
Escritura, y de la Historia
Eclesiástica, escrita en Latín
por el M. R. P. M. Fr. Juan Interian
de Ayala, de la Sagrada
Real, y Militar Orden de nuestra Señora
de las Mercedes, Redencion de Cautivos, Doctor
Theólogo de la Universidad de Salamanca, catedrático Jubilado de Theología, Maestro de Sagradas
Lenguas en dicha Universidad, y Predicador de S.M. y traducida en castellano por D. Luis de Durán y de Bastéro, presbítero, Doctor en Theología, y en ambos Derechos, del Gremio, y Claustro de la Pontificia, y Real Universidad de Cervera, Examinador Sinodal
del Obispado de Urgél, y Académico de la Real
Academia de Cánones, Liturgia, Historia, y Disciplina Eclesiástica de esta Corte. Tomo Segundo (Madrid: por D. Joachin
Ibarra, Impresor de Cámara de S.M., 1782), 58.
25.
Interián de Ayala, 58.
26.
Louis Réau, Iconografía de los santos
G-O, t. 2, vol. 4 (Barcelona: Ediciones
del Serbal, 2000),
496.
27.
Al respecto, véase Báez Hernández, “Del cuerpo violentado al cuerpo glorificado,” 204-6.
28.
Fichas catalográficas: Santa Lucía y santa Lucía. Museo
Franz Mayer. Fecha
de consulta, enero de 2019.
29. Cesare Ripa, Iconologia overo descrittione di diverse imagini
cavate dall’antichità, & di propia inventione, trovate
& dichiarate da Cesare Ripa Perugino Ca- valiere de Santi
Mauritio & Lazaro.
Di nuovo revista
& del medesimo ampliata di 400
& più imagini. Et di figure
d’ intaglio adornata. Opera non meno
utile che necessaria a Poeti, Pittori,
Scultori, & altri,
per rappresentare le Virtù, Vitij,
Affetti, & Passioni
humane (Roma: apresso
Lepido Faeij, 1603),
168.
30.
Amaro Cavada et al., “Los diseños polícromos,” 80.
31. Santa Catalina
de Alejandría y Santa Cecilia en
la iglesia de San Francisco de Guimarães, Portugal; Santa Quiteria, talla portuguesa en el Museu da Inconfidên- cia, Ouro Preto, Brasil;
Santa Quiteria en el Museu de Arte da Bahia, Brasil;
y Santa Lucía en
la iglesia de San Gonzalo
García, San Juan
del Rei, Minas
Gerais, Brasil, por mencionar algunas.
32.
Francisco Barado, Historia del peinado. Obra utilísima a los pintores, actores y peluqueros de teatro (Barcelona: José Serra Editor,
1880), 65.
33.
Amaro Cavada et al., “Los diseños polícromos,” 81.
34.
María del Consuelo
Maquívar, El imaginero novohispano y su obra. Las esculturas de Tepotzotlán (México: INAH, 1995), 224.
35.
Agradezco a la Dra. Patricia
Díaz Cayeros el proporcionarme dicha noticia.
36.
Ficha catalográfica. Santa Lucía.
Museo Franz Mayer.
Fecha de consulta,
enero 2019.
37.
Amador Marrero et al., “Las clavellinas como una de las posibles,” 35.
38.
Guillermo Arce Valdez, “Un diseño ornamental en el estofado
de algunas esculturas en Chimalhuacán-Chalco y Ozumba,” en Amador Marrero
y Díaz Cayeros, El tejido
polícromo, 93.
39.
Vargaslugo, “Escultura,” 125.
40.
Maquívar, “Escultura,” 272.
41.
Ficha catalográfica: Santa Lucía, Museo Franz Mayer. Fecha de consulta, diciembre de 2015.
42.
Réau, Iconografía
de los santos G-O, 268.
43. Martirologio Romano publicado por orden del Papa Gregorio
XIII, y reconocido con la autoridad de Urbano VIII, de Inocencio
XI, de Clemente X, y últimamente
corregido y aumentado por el Sumo Pontífice Benedicto XIV. Traducido al castellano por D. Agustin
Alvarez Pato y Castrillon, con Licencia (Madrid: en la Imprenta
Real, 1791), 341.
44. Alonso de Villegas, Flos Sanctorum. Vida, y hechos
de Jesu-Christo Dios,
y Señor Nuestro,
y de todos los santos
de que reza la Iglesia
Catholica. Conforme al Breviario Romano, reformado por Decreto del Santo Concilio
Tridentino. Junto con las Vidas de los Santos Proprios
de España. Por el M. Alonso de Villegas,
Capellan de la Capilla de la Santa Iglesia de Toledo. En esta ultima
impresion se han coordenado en uno solo cuerpo por mes, y dia propio de todos los Santos, y algunos otros.
Con Licencia (Barcelona: por la Viuda Piferrer, vendese
en su libreria, administrada por Juan Sellent,
1787), 832.
45. Alban Butler, Vidas de los Padres,
Martires y otros
principales santos: deducidas de monumentos riginales, y de otras
memorias autenticas: ilustradas con notas de historiadores y criticos juiciosos y modernos: corregidas, y aumentadas por
manuscritos del mismo
autor. Escribíalas en el Idioma
Inglés el célbre
Rev. Albano Butler: y las traducía
al Castellano el Lic. D. Joseph Alonso
Ortiz. Tomo XII (Valladolid: En casa de la Viuda,
é Hijos de Santander, 1791),
286.
46. Pedro de Ribadeneyra, Flos sanctorum
de las vidas de los santos, escrito
por el Padre Pedro de Ribadeneyra de la Compañía
de Jesus, natural
de Toledo. Aumentado de muchas por los PP. Juan Eusebio Nieremberg, y Francisco Garcia,
de la misma Compañía de Jesus. Añadido
nuevamente las correspondientes para todos
los dias del
año, vacantes a las antecendentes impressiones, por el muy reverendo Padre Andres Lopez
Guerrero, de la Orden de Nuestra Señora
del Carmen, de la Observancia, de la Provincia de Castilla. Y en esta
ultimamente addicionado con las vidas
de algunos santos
antiguos y modernos, para satisfacer a las piadosas ansias,
y vivos deseos de tantos,
como las piden y solicitan. Dividido en tres Tomos,
y cada uno destos en quatro meses del año. Tomo Tercero. Contiene las vidas de los santos
incluidos en los meses de Setiembre, Octubre,
Noviembre y Deziembre. Dedicado a la Magestad Soberana
de Christo, Rey, Señor y Redemptor Nuestro.
Con Licencia (Barcelona: En la Imprenta
de Juan de Piferrer, 1734),
476.
47.
El
Sacrosanto y Ecuménico Concilio, 359.
48.
Johannes Molanus,
De historia SS. imaginum
et picturarum, pro vero earum usu contra
abusus, libri quator;
auctore Joanne Molano,
regio theologo, et cive
lovaniensi. Ejusdem oratio de Agnis Dei, et alia quaedam. Joannes Natalis
Paquot, Recensuit, Illustravit, Suppplevit (Lovanii: Typis academicis,
1771), 395.
49.
Théophile Raynaud,
Hagiologium lugduvinense. Videlicet. Tomus octuavuus. Pars hactenus inedita,
pars altera tanto
fere auctior, cum indice copiosissimo (Ludguni: Sumpt.
Horatii Boissat,& Georgii Remeus, 1650), 514-15.
50. Francisco Pacheco, Arte de la pintura
su antiguedad y grandezas. Descriven
los hombres eminentes
que ha avido en ella,
assi antiguos como modernos, del dibujo y colorido; del pintar al fresco; de las encarnaciones, de polimento, y de mate; del dorado,
bruñido, y mate. Y enseña
el modo de pintar todas las pinturas sargadas. Por Francisco Pacheco, vezino de Sevilla. Con privilegio (Sevilla: por Simon Faxardo,
impressor de libros
a la cerrajeria, 1649), 592.
51.
Interián de Ayala,
El pintor christiano, 461.
52. Francisco Vidal, Sacro Diario
Dominicano en el qual se contiene una breve insinuacion de las Vidas de los Santos. Beatos
y Venerables de la Orden
de Predica- dores para cada día del Año,
con alguna Reflexión y Oración. Traducido del italiano al español, y añadido por el M.R.P.N.Fr, Francisco Vidal, Regente de Estudios,
y Prior que fue del Real Convento
de Predicadores de Valencia, y Vicario General
de la Provincia de Aragón.
Con licencia (Valencia: por Joseph Thomàs
Lucas, Impressor del Ilustr.
Sr. Obispo Insquisidor General,
1747), 562.
53.
Réau, Iconografía
de los santos G-O, 269.
54.
5Réau, 269.
55.
Existe un óleo sobre lienzo
del pintor novohispano Juan Rodríguez Juárez
(1675-1728) dedicado al mismo tema
perteneciente a la catedral de San Luis Po-
tosí, México. Paula
Mues Orts, “Santa
Lucía,” en Pintado en México, 1700-1790: Pinxit Mexici, ed.
Ilona Katzew (Los Angeles: Los Angeles County
Museum of Art, México:
Fomento Cultural Banamex, A.C., y DelMonico Books, 2017), 213-14.
Publicado en conjunto con una exhibición del mismo título,
organizada y presentada en Fomento Cultural
Banamex, A. C., Ciudad de México, 29 de junio
a 15 de octubre de 2017, Los Angeles County
Museum of Arte,
Los Ángeles, 19 de noviembre
de 2017 a 18 de marzo de 2018, y The Metropolitan Museum of Art, New York, 24
de abril a 22 de julio de 2018.
56.
Traducción aproximada al inglés por Jonas Derongé.
57.
Maquívar, “El imaginero,” 45.
Referencias
Fichas
catalográficas
Santa Lucía.
BEA0009. Museo Franz
Mayer, México.
Santa Lucía.
BEA0010. Museo Franz
Mayer, México.
Fuentes
documentales
Barado, Francisco. Historia
del peinado. Obra utilísima a los pintores, actores y peluqueros de teatro. Barcelona:
José
Serra Editor, 1880.
Butler, Alban. Vidas de los Padres,
Martires y otros
principales santos: deducidas de monumentos riginales, y de otras memorias autenticas: ilustradas con notas de historiadores
y criticos juiciosos y modernos: corregidas, y aumentadas por manuscritos del mismo autor. Escribíalas en el Idioma
Inglés el célbre Rev. Albano Butler:
y las traducía al Castellano el Lic. D. Joseph Alonso
Ortiz. Tomo XII. Valladolid: En casa de la Viuda,
é Hijos de Santander, 1791.
El Sacrosanto y Ecuménico Concilio
de Trento traducido al idioma castellano por Don Ignacio
López de Ayala. Agrégase el texto latino corregido según la edición
auténtica de Roma, publicada en 1564. Tercera edición. Madrid: Imprenta
real, 1787.
Interián de Ayala,
Juan de. El pintor
christiano, y erudito,
ó tratado de los errores
que suelen cometerse freqüen- temente en pintar,
y esculpir las Imágenes Sagradas.
Dividido en ocho libros con un apendice.
Obra útil para los
que se dedican al estudio
de la Sagrada Escritura, y de la Historia Eclesiástica, escrita en Latín
por el M.
R. P. M. Fr. Juan Interian de Ayala, de la Sagrada
Real, y Militar
Orden de nuestra
Señora de las Mercedes,
Redencion de Cautivos, Doctor Theólogo de la Universidad de Salamanca, catedrático Jubilado de Theología, Maestro de Sagradas Lenguas
en dicha Universidad, y Predicador de S.M. y traducida en castellano por D.
Luis de Durán y de Bastéro, presbítero, Doctor en Theología, y en ambos
Derechos, del Gremio,
y Claustro de la Pontificia, y Real Universidad de Cervera, Examinador Sinodal del Obispado
de Urgél, y Académico de la
Real
Academia de Cánones,
Liturgia, Historia, y Disciplina Eclesiástica de esta Corte.
Tomo Segundo. Madrid:
por D. Joachin Ibarra,
Impresor de Cámara
de S.M., 1782.
Martirologio Romano publicado
por orden del Papa Gregorio
XIII, y reconocido con la autoridad
de Urbano
VIII, de Inocencio XI, de Clemente
X, y últimamente corregido y aumentado por el Sumo Pontífice Benedicto XIV. Traducido al castellano por D. Agustin
Alvarez Pato y Castrillon, con Licencia. Madrid: en la Imprenta Real, 1791.
Molanus, Johannes. De historia
SS. imaginum et picturarum, pro vero earum usu contra abusus, libri quator;
auctore Joanne Molano,
regio theologo, et cive lovaniensi. Ejusdem oratio de Agnis Dei, et alia
quaedam. Jo- annes Natalis
Paquot, Recensuit, Illustravit, Suppplevit. Lovanii: Typis academicis, 1771.
Pacheco, Francisco. Arte de la pintura
su antiguedad y grandezas. Descriven los hombres eminentes que ha avido en ella, assi antiguos
como modernos, del dibujo y colorido; del pintar al fresco; de las encarnaciones, de po- limento, y de mate; del dorado,
bruñido, y mate.
Y enseña el modo de pintar todas
las pinturas sargadas. Por Francisco Pacheco, vezino de Sevilla. Con privilegio. Sevilla: por Simon Faxardo, impressor de libros
a la cerrajeria, 1649.
Raynaud,
Théophile. Hagiologium lugduvinense.
Videlicet. Tomus octuavuus. Pars hactenus inedita, pars altera
tanto fere auctior, cum indice
copiosissimo. Ludguni: Sumpt.
Horatii Boissat,& Georgii
Remeus, 1650.
Ribadeneyra, Pedro de. Flos sanctorum
de las vidas de los santos, escrito
por el Padre Pedro de Ribadeneyra de la Compañía de Jesus,
natural de Toledo. Aumentado de muchas por los PP. Juan
Eusebio Nieremberg, y Francisco
Garcia, de la misma Compañía de Jesus. Añadido
nuevamente las correspondientes para todos los dias del año,
vacantes a las antecendentes impressiones, por el muy reverendo Padre Andres
Lopez Guerrero, de la Orden
de Nuestra Señora del Carmen, de la Observancia, de la Provincia
de Castilla. Y en esta ultimamente addicio- nado con las vidas
de algunos santos
antiguos y modernos, para satisfacer a las piadosas ansias, y vivos
deseos de tantos, como
las piden y solicitan. Dividido en tres Tomos, y cada uno
destos en quatro
meses del año.
Tomo Tercero. Contiene las
vidas de los
santos incluidos en los meses
de Setiembre, Octubre, Noviembre y Deziembre. Dedicado a la Magestad
Soberana de Christo,
Rey, Señor y Redemptor Nuestro. Con Licencia. Barcelona: En la
Imprenta de Juan de Piferrer, 1734.
Ripa, Cesare. Iconologia overo
descrittione di diverse
imagini cavate dall’antichità, & di propia
inventione, tro- vate &
dichiarate da Cesare
Ripa Perugino Cavaliere de Santi Mauritio
& Lazaro. Di nuovo revista
& del medesimo ampliata di 400 & più imagini.
Et di figure d’ intaglio
adornata. Opera non meno utile che neces- saria a Poeti, Pittori,
Scultori, & altri,
per rappresentare le Virtù, Vitij,
Affetti, & Passioni
humane. Roma:
apresso
Lepido Faeij, 1603.
Vidal, Francisco. Sacro Diario
Dominicano en el qual se contiene una breve insinuacion de las Vidas
de los Santos. Beatos y Venerables de la Orden
de Predicadores para cada día del Año, con alguna
Reflexión y Oración. Traducido del italiano al español, y añadido por el M.R.P.N.Fr, Francisco Vidal, Regente de Estudios, y Prior que fue del Real Convento
de Predicadores de Valencia, y Vicario General
de la Provincia de Aragón.
Con licencia. Valencia: por Joseph Thomàs
Lucas, Impressor del Ilustr. Sr. Obispo
Insquisidor General, 1747. Villegas, Alonso
de. Flos Sanctorum. Vida,
y hechos de Jesu-Christo Dios,
y Señor Nuestro, y de todos
los santos de que reza la Iglesia
Catholica. Conforme al Breviario Romano,
reformado por Decreto
del Santo Concilio Tridentino. Junto con las Vidas
de los Santos Proprios de España. Por el M. Alonso
de Villegas, Capellan
de la Capilla de la Santa Iglesia
de Toledo. En esta
ultima impresion se han coordenado en uno solo
cuerpo por mes, y dia propio
de todos los Santos, y algunos otros.
Con Licencia. Barcelona: por la Viuda
Piferrer, vendese en su libreria, administrada por Juan
Sellent, 1787.
Fuentes
bibliográficas
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Fecha de
recepción: 01/06/2018 Fecha de revisión: 11/06/2018 Fecha de aceptación:
19/10/2018