RESEÑA

GARCÍA ZAPATA, Ignacio José

El arte de la Platería en Lorca (Catálogo de la exposición homónima, 24-I/1-III-2020)

Murcia: Ayuntamiento de Lorca, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, 2020. 109 págs.

ISBN 978-84-09-18090-5

La platería de la región de Murcia ha atraído la atención de diversos investigadores a lo largo del último siglo. Al estudio pionero llevado a cabo por Sánchez Jara, que vio la luz en 1950, han seguido interesantes aportaciones debidas a Agüera Ros, Candel Crespo, Cruz Valdovinos, Pérez Sánchez y Rivas Carmona. Este último autor ha potenciado el estudio de esta manifestación artística desde el grupo de investigación “Artes Suntuarias”, adscrito al Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, mediante la edición anual de los Estudios de Platería San Eloy desde el año 2001, publicaciones que se han convertido con toda justicia en una auténtica enciclopedia de la platería, no solo española, sino también europea y americana.

A los trabajos de esta pléyade de investigadores hemos de añadir la obra objeto de nuestra recensión. Se trata del catálogo de la exposición El arte de la Platería en Lorca que, bajo el comisariado científico del Dr. Ignacio José García Zapata, también autor de la obra, se ha celebrado en el Museo Azul de la Semana Santa de Lorca. García Zapata, profesor del Departamento de Historia del Arte de la Universidad murciana, inicia la publicación con un estudio introductorio donde hace un somero recorrido historiográfico sobre los estudios de platería en la región, destacando a Lorca como uno de los principales centros productores de orfebrería, al tiempo que pone en valor el relevante papel de las ferias que tenían lugar en septiembre, pues contribuyeron sobremanera al intercambio de modelos, tipologías y repertorios ornamentales traídos por artífices, especialmente cordobeses, no faltando los procedentes de otros destacados centros plateros, como Murcia y Cartagena. Asimismo, el investigador presta atención a los conflictos originados entre los artistas de la plata labrada, fundamentalmente a la hora de levantar sus tiendas en las mencionadas ferias septembrinas. Este estudio culmina con unas notas referentes a los ricos ajuares de platería que llegaron a atesorar los templos lorquinos, especialmente la parroquia arciprestal de Santa María y la colegiata de San Patricio, conjuntos en buena parte perdidos en la desamortización de 1823 y en los lamentables sucesos de 1936.

A continuación sigue el catálogo propiamente dicho, que ofrece las correspondientes fichas catalográficas y fotografías de cada una de las piezas expuestas. Entre las mismas habría que destacar, por su antigüedad y finura de traza, la custodia del catalán Mateo Danyo y la cruz procesional de la parroquia de San Mateo, magníficos exponentes de la platería gótica levantina y valiosas creaciones de la platería bajomedieval de la diócesis de Cartagena.

Del período renacentista descuella el denominado cáliz de las calaveras, asimismo custodiado en el templo de San Mateo, labrado por Carlos Vergel (h. 1569). La pieza, según han señalado diversos autores, reviste gran importancia al combinar los elementos góticos de su estructura con los de progenie renacentista y manierista de su repertorio ornamental.

En la centuria del Seiscientos brilla con luz propia la figura del cordobés Juan Bautista de Herrera, a quien se debe la labra de la purista cruz procesional de la parroquia de Santiago. La sobria presea constituye una excelente muestra de las labores plateriles del momento –como es el caso de la interesante serie de cruces procesionales localizadas en varias parroquias y conventos tinerfeños–, estando provisto el ejemplar murciano de macolla cilíndrica y cubierta cupuliforme, costillas con perfiles perlados y espejos ovales lisos. Se trata de un repertorio decorativo que, a nuestro juicio, la emparenta con otros trabajos murcianos del Quinientos, caso de la esbelta y anónima cruz de altar perteneciente al tesoro de la catedral de Murcia (1567).

Entre las piezas ejecutadas en el siglo XVIII habría que destacar el relicario de San Clemente (h. 1732) de la colegiata de San Patricio. En esta obra, trabajo anónimo romano, sobresale su astil antropomorfo, elemento cuyos precedentes se pueden rastrear en la platería alemana del Seiscientos (ostensorio de la iglesia de La Asunción de Castronuevo, Zamora, 1670), hallándose asimismo interesantes ejemplos en las creaciones posteriores, tanto en la platería española (custodia de Santo Tomás de Aquino, de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1734); como americana (custodia peruana de la iglesia Santa María de Guareña, Badajoz, h. 1750); e italiana (ostensorio de San Juan Nepomuceno de la catedral de Sevilla, 1775).

En los últimos años de la misma centuria se encuadra la labor de dos eximios plateros, el cordobés Antonio José de Santa Cruz y Zaldúa (1733-1793) y el italiano Carlo Zaradatti, cuya labor tiene asimismo cabida en la publicación que estamos reseñando. De los cinceles del primero, una de las más preclaras figuras de la orfebrería dieciochesca de la Ciudad de la Mezquita, salieron el cáliz y el copón que se custodian en las parroquias de San Cristóbal y Santiago, respectivamente, piezas cuyo lenguaje rococó un tanto atemperado las convierten en excelentes muestras de la transición del rococó al neoclasicismo. En lo que al segundo artífice concierne, procedente de Milán y afincado en Murcia en el último cuarto del siglo XVIII, es autor del elegante juego de cáliz y copón que atesora el templo de Santiago. Nos hallamos ante unas labores llevadas a cabo en un preciosista estilo rococó, con un fino repujado de depurado dibujo, y combinando la plata en su color y sobredorada, que no hacen sino pregonar la elegancia y las altas cotas de virtuosismo técnico logradas por la platería murciana en las postrimerías del Setecientos.

Elegante exponente del neoclasicismo decimonónico es el hermoso ostensorio de San Patricio, labor salida de un obrador valenciano que exhibe un hermoso sol, con viril de oro y pedrería, y astil con la escultura del pelícano alimentando a sus polluelos. Se trata de una recurrente alegoría eucarística ya empleada por notables artífices, como el reputado platero aragonés José Alexandre y Ezquerra (Zaragoza, 1722-Sevilla, 1781), máxima figura de la platería rococó hispalense, quien la incluyó en el astil de la custodia que atesora la iglesia gaditana de Santa María, en Arcos de la Frontera, fechada en 1768.

Por último, en el catálogo también tienen su espacio algunas obras procedentes de obradores del Nuevo Mundo, como el cáliz y las vinajeras mexicanas que testimonian el tránsito de la dicción plástica rococó a la neoclásica, o la gran cruz exornada con delicada labor de filigrana del convento de Madre de Dios de la Consolación. Esta alhaja, ahora expuesta por primera vez, es puesta en relación por García Zapata con los talleres guatemaltecos del Setecientos, siendo posible también –a nuestro juicio– relacionarla con los afamados maestros filigraneros de San Cristóbal de la Habana. No en vano, a uno de ellos, el alférez mayor Jerónimo de Espellosa y Ballasbriga (1617-1680), oriundo de la ciudad oscense de Barbastro, debemos la espléndida gran cruz (2,40 m. y 47 kg.) del Museo de la parroquia matriz y arciprestal de San Marcos Evangelista, de Icod de los Vinos (Tenerife), donada en 1665 al convento franciscano de la población por el deán de la catedral de Santiago de Cuba, el icodense Nicolás Estévez Borges (1617-1665), y catalogada como la mayor obra del mundo confeccionada con la técnica de la filigrana.

En definitiva, hemos de congratularnos por la aparición de este libro, puesto que con un lenguaje claro y documentación gráfica en color de calidad, ofrece un sucinto balance de lo que ha supuesto el arte de la plata labrada en la Ciudad del Sol, mediante el análisis de obras que arrojan una cronología desde el siglo XV hasta el presente, contribuyendo en buena medida al mejor conocimiento y puesta en valor de la plata labrada en esta zona del sureste peninsular. No obstante, creemos que hubiese sido deseable la inclusión de notas a pie de página conteniendo las referencias bibliográficas, hemerográficas y, en su caso, documentales de cada una de las preseas analizadas, así como su numeración y la bibliografía específica junto a los datos técnicos.

José Cesáreo López Plasencia

Consejería de Educación y Universidades. Gobierno de Canarias,
Santa Cruz de Tenerife, España

https://orcid.org/0000-0002-7506-467X