Virgen de Guadalupe de México: protectora a ambas orillas
del Atlántico (siglos XVII-XVIII)
MARÍA DE LOS ÁNGELES FERNÁNDEZ VALLE
Universidad Pablo de Olavide
Fecha de recepción: 13 de septiembre de 2010
Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2011
atrio, 17 (2011) ISSN: 0214-8289 p. 31 - 46
El intento de Maria Santisima,
quando se apareció en Mexico,
no se limitó á la proteccion de las Indias:
pretendió también ampliar su patrocinio
á la Europa, á la Asia, y al
Orbe todo.
Teobaldo Antonio de Ribera, 1785
Resumen: En España se conservan numerosas
obras, copias fieles al original
en algunos casos, de la Virgen
de Guadalupe de México. Presencia artística y cultural
que refleja el culto popular
y a gran escala desarrollado durante los siglos
XVII y El poder milagroso y protector fueron
los principales motivos
que fomentaron e impulsaron la piedad y devoción de los ciudadanos de la Península, además de la difusión
fomentada por los americanos residentes a este lado del Atlántico.
Palabras clave: Virgen de Guadalupe, Taumatúrgico, Indulgencias, Americanos, Atlántico, México,
España.
Abstract: In Spain you will find many works, faithful to the original copies in some cases, the Virgin of Guadalupe in Mexico. Artistic and cultural presence that reflects the large-scale popular cult developed during the seventeenth and eighteenth centuries.The miraculous power and shield were the main reasons that encouraged and promoted piety and devotion of the citizens of the Peninsula, as well as the dissemination encouraged by american residents on this side of the Atlantic.
Keywords: Virgin of Guadalupe, Thaumaturgic, Indulgences, American, Atlantic, Mexico, Spain.
Durante el periodo barroco
las devociones americanas incidieron en diferentes ciudades españolas, destacándose la presencia de muchas de sus imágenes en los territorios andaluces. En este sentido, el jesuita Francisco de Florencia ya se refirió, a finales del
siglo XVII, a la extensión que tuvo la
Virgen de Guadalupe de México
(Fig. 1). Pese al elevado número
de obras que se conservaban hubo que esperar
a las investigaciones de Genaro
Estrada1 y Joaquín
González Moreno2, para conocer
el impacto que tuvieron las
representaciones de la Virgen mexicana
en la Península, además de otros
estudios en las últimas décadas3. En general, estas
imágenes se han asociado a
los españoles que
retornaron del nuevo continente4. Sin
embargo, la presencia de americanos en España y el poder
taumatúrgico5 de la Guadalupe también incidieron en la difusión del
culto de la devoción novohispana.
Fig. 1.
Grabado de la Virgen
de Guadalupe. La Estrella del Norte de México, México, 1688.
Fig. 2.Virgen de Guadalupe. Iglesia de Santa
Cruz, Écija, Sevilla.
La mayoría de las obras
que conservamos datan
de finales del siglo XVII y
de la centuria siguiente6; dentro del primer periodo
se conservan copias realizadas por Juan Correa7. En 1666 se hizo un examen al ayate, momento
en el que ejecutaron varias
obras siguiendo el modelo original. Estas imágenes, “tocadas al original” (Fig.
2), tenían como objetivo propagar
el culto y devoción, tanto en el Virreinato de la Nueva España como en los centros europeos. Precisamente, en estos años, el Padre Florencia fue un importante impulsor del carácter taumatúrgico de la virgen
mexicana. Con posteridad, en 1751,
se hizo un segundo examen
para analizar nuevamente las características milagrosas del ayate y como consecuencia se nombrase a la
Virgen de Guadalupe Patrona
de Nueva España. En este trabajo
técnico intervinieron los mejores
artistas mexicanos junto a Miguel Cabrera. Este último, además de examinar el ayate y realizar copias
del mismo, escribió
la obra Maravilla Americana8, texto que defendía la pertenencia de la imagen
al mundo divino. Curiosamente se conserva un número importante de obras pertenecientes a este período,
hecho que podría encontrar su razón de ser en la propaganda política y religiosa de los dirigentes del virreinato novohispano. Pero este no sería
el único motivo que explicase la extensión de la devoción. A partir del siglo
XVII se conoce
de la existencia y residencia de americanos en la Península, en algunos casos
vinculados a las órdenes religiosas, actores protagonistas que ayudarían
a propagar las virtudes y actos piadosos
de sus vírgenes. Sin duda, los mexicanos serían
los mayores impulsores de la Guadalupana aunque nos encontramos también con naturales de otros virreinatos americanos. Pudieron afectar
creencias personales, más allá del lugar de
origen de los devotos, que alentarían a orar ante la imagen9. Asimismo, el carácter
taumatúrgico también tuvo sus
efectos para quienes
no habían tenido contacto
directo con el nuevo continente pero que recurrirían a la madre mexicana
para proteger a los suyos
que se encontraban del otro
lado del Atlántico. También hubo quienes quisieron beneficiarse directamente de los dones que otorgaba, como el caso del andaluz,
que tras escuchar
los milagros que intercedían gracias a la vera efigie, decidió viajar a México para solicitar su ayuda y curación en la Basílica de Guadalupe10. Sin olvidar
los constantes agradecimientos de quienes fueron
ayudados en situaciones malversas. El investigador Francisco Montes González analizando la devoción en
la capital hispalense resaltó el carácter
protector, de “amuleto”, durante la travesía
marítima11.Estos fueron, en parte,
quienes operaron en la fundación de numerosas capillas, altares, e incluso en una villa
en su honor en la campiña gaditana (Fig. 3)12.
Fig. 3. Altar con la imagen
de la
Virgen de Guadalupe. Iglesia parroquial, Algar, Cádiz.
Por tanto, la devoción a la madre mexicana
no se reduciría a los españoles que
habían retornado del virreinato sino que su extensión tuvo
mayor repercusión en el culto popular peninsular. En este
sentido, el investigador Jesús Urrea Fernández matizó:“parece como si
hubiera existido el ferviente deseo de que su imagen calase en los sentimientos
religiosos de la metrópoli”13.
Frente al apogeo
económico que se vivió en la Nueva España,
paralelamente en la metrópoli se sucedieron varias crisis,
durante la segunda mitad del siglo
XVII, afectando sobre
todo a la región andaluza,
prosiguiendo en la Guerra de Sucesión española. Esta situación indujo a que muchos españoles
buscaran oportunidades en territorio americano, pese a que las coyunturas de la época
no permitirían el regreso de muchos de ellos. Sin embargo, estos
no cayeron en el olvido de
sus familiares, quienes
se consagraron a las vírgenes
americanas con la esperanza de proteger a sus seres
queridos. Este es uno de los motivos que explica la extensión y culto de la Virgen
de Guadalupe, como veremos a continuación, entre otras
devociones americanas, a lo largo y ancho de la Península.
Paralelo al viaje de los españoles, también existieron traslados
en sentido inverso, es decir, de americanos a España. Se trató de viajes realizados por civiles y religiosos que influyeron también
en la propagación y culto
de los festejos celebrados a la virgen
mexicana. En Santiago
de Compostela (Fig.4), Antonio de Monroy14, natural de Querétaro, fue arzobispo entre
1685 y 1715, quien
en la sede catedralicia hizo
varias fiestas en su honor,“de las más lucidas que suele haber”, celebración descrita así en 1778:“Celébrase con Processión
Mitrada, en que se lleva bajo el Palio una Imagen de plata sobredorada de la
Virgen de Guadalupe, que donó SSI.Vístense seis
Niños, seis Niñas, un hombre, una muger con una
criatura de pecho en los brazos.Todos con velas van
en la Procession, y asisten á
la Misa mayor, Sermón en la capilla del
Santo Apóstol.Es en la Octava de la purissima Concepción,cuyo Mysterio representaba la Soberana Imagen, según se ve en la
que colocó SSI en el centro del Retablo mayor que labró en la Iglesia de Santo
Domingo de Santiago.Tanto era el deseo que tenía este devoto y noble
Mexicano de que su Guadalupana fuesse conocida y
venerada de todos”15.
Fig. 4.Virgen de Guadalupe. Juan Patricio Morlete Ruiz. 1770. Catedral de Santiago de Compostela.
Es también ejemplo
el caso de la religiosa
Beatriz de Arrúe, nacida
en Quito, quien
financió gran parte
del convento de la Purísima Concepción de Segura, donde
se conservan dos pinturas de la Virgen
de Guadalupe de Miguel
Cabrera16.También en Llerana, Cantabria, se encontraba Antonio
de Obregón y Ecevedo, natural de Pénjamo,
México, quien profesó
devoción en dicha
ciudad a la Virgen de Guadalupe17.
En el pueblo
de Ea,Vizcaya, se celebraron fiestas
a la Virgen de Guadalupe y al Cristo
de Zacatecas. Láriz Olaeta, natural
de dicha población, financió una capilla en
la iglesia de Santa María
de Jesús para que se hiciesen
las festividades el 12 de diciembre, día
de aparición de laVirgen mexicana, y otra el 26 de enero para el Cristo
de Zacatecas18.
En la Corte
también se disfrutó
de una gran aceptación siendo
uno de los impulsores Pedro de Gálvez, del consejo de su majestad, quien llevó una
tela mexicana a la iglesia
de San Agustín y se la encomendó
al fraile Miguel de Aguirre. Este religioso, natural
de Lima, fue un impulsor
de la devoción de la Copacabana y de la Guadalupe en la Corte19. En la iglesia de San Felipe Neri,
en Madrid, también
se celebraban fiestas
públicas, para las
que el doctor Teobaldo
Antonio de Ribera
dispuso: “donde se
estipularon Entierro y Honra para los Congregantes, y donde se ilumina freqüentemente el Altar de la Sagrada Imagen, y se ha
establecido Rosario cantado por las calles con bastantes Indulgencias á quantos le rezasen delante de la misma Imagen, además de
concederse trescientos días de Indulgencia por cada Ave Maria que se rece ante qualquier Estampa, Medalla, Pinturas, y qualquier
genero de Efigie de esta Soberana Princesa, y
cien días solo solo por decir ante las mismas estas palabras:Ave
Maria; con todo lo qual se ha solicitado el auge de
los propuestos Cultos”20.
Paralelamente al culto en San Felipe
Neri, se creó la Real Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe de
México por iniciativa de un grupo de mexicanos residentes en Madrid. En 1742 FelipeV asumió
por Real Cédula el cargo de Hermano
Mayor y de que también lo fueran a perpetuidad sus sucesores21. En la cuarta utilidad
de las ordenanzas se detalla
la asistencia y protección para aquellas
personas que pasasen
de los reinos de Indias
a España, indefensos en muchos casos y de ahí la necesidad de crear un hospicio para: “amparar el honor en las desgracias, en las
enfermedades, en los frangentes todos, á los
Patricios Americanos, à los habitantes en las Americas,
y á los Congregantes y dependientes de las Indias.
Pretende el culto de la Soberana Imagen de Maria aparecida en Mexico. Pretende el acreditar à ésta en Europa, y fomentar
su devoción”22. En territorio
andaluz sabemos de la fiesta
que se celebraba en el santuario de la Cinta
en Huelva. A mediados del siglo XVIII
el onubense Francisco Martín Olivares agradecido por la protección de la Guadalupe en México dispuso
un altar en su ciudad
natal junto a la Virgen
de Cinta, y otorgó un poder para que se celebrasen fiestas por ambas patronas, que expresaba
lo siguiente:
“Sepan cuantos esta carta vieren cómo
yo, D.Andrés Valiente,Cura Presvítero de esta villa, en nombre de D. Francisco Martín
Olivares […] digo que por cuanto el nominado […] como fervoroso afecto e
inclinado a la devoción de nuestra Madre y Señora de Cinta […] ha determinado
fundar una memoria para que en cada año, y en el dia 8 de septiembre en que se celebra la fiesta
de dicha milagrosa imagen, se solemnice este acto con primera y segunda
víspera, misa cantada con sermón y procesión; y asimismo se agregue otra
memoria a Nuestra Señora de Guadalupe”23.
Este culto se multiplicó en otros templos
onubenses, en la capilla del Hospital de la Caridad,
en la parroquia de la Concepción e iglesia de las Agustinas, “siendo muy abundantes las referencias populares a
este culto”24. Asimismo, en Rubielos Altos,
Cuenca, se conocen
por fuentes documentales
de la devoción a la Guadalupe, en una villa
donde la patrona
es la Virgen de Copacabana25.
Por consiguiente, debemos
destacar y reconocer que las imágenes de la Guadalupe disfrutaban de un elevado
culto popular, como veremos en otras ciudades del norte de España.
Pese al alto
porcentaje de obras
localizadas en iglesias y conventos, las investigaciones se han
orientado a analizar el carácter devocional privado por parte de los españoles que retornaban a la Península26. Paralelamente, esta devoción
tuvo una difusión popular
a mayor escala27, ya que fue el e tandarte religioso y protector que medió entre los dos mundos. El jesuita Francisco de Florencia plasmó
la difusión que lograron las copias de la vera efigie a finales del siglo XVII,
y dice así: “En Cadiz, en Sevilla, en Madrid y en todas partes de Catholicos, que tiene comercio la Nueva España, es tan
conocida, tan venerada y aplaudida esta Santa Imagen, que apenas ay casa, en
que no la tengan”28. El intercambio comercial y global
que se estaba viviendo en aquellos años facilitó
el acceso no sólo de mercancías sino también de devociones, creencias, y leyendas de los milagros
que acontecían en otras partes del mundo. Estas informaciones se transmitieron por diferentes vías
y poco a poco
irían adentrándose e integrándose en el sentir de la sociedad.
La dimensión pública
que adquiere la devoción a la Virgen
de Guadalupe se demuestra
en algunas de las leyendas
que se conservan en las copias que
se hicieron del
ayate, indulgencias que
la Iglesia concede
a los fieles para facilitar al alma un pronto ingreso
al Reino de los Cielos.
Estas indulgencias impulsaron a los fieles
a orar por sus difuntos
y por su devenir
con la esperanza de que sus plegarías fuesen
escuchadas por la madre mexicana.
Fig. 5.
Capilla de la Virgen de Guadalupe. H. 1725. Palacio de Cuesta- Mercadillo o de la Rañada, Liérganes, Cantabria.
Llama la atención
el carácter público
que se concede a los fieles que rezasen ante
la imagen de la Guadalupe.; por ejemplo, en la Catedral de Segovia
se conserva una pintura con
la siguiente inscripción: “El Ex.mo S.or D.n Baltazar de Mendoza y Sandobal,
del Consejo de Su Magª y Obispo de esta Santa Ygª concede quarenta días de
indulgencia á todos los Fieles que rezaren vna Salve delante de esta S.ta Ymagen dla Concepcion
de la
Ciudad de Mexico, de la nueva España”. Además de la apertura
a que todos los fieles
orasen, es también
destacable que el obispo Baltasar
de Mendoza y Sandoval
no hubiese viajado al virreinato de Nueva España. Sin embargo queda patente su piedad y
su interés por
promover y fomentar la religiosidad a los ciudadanos.
En la iglesia de Santo Domingo, en Jerez
de la Frontera, se localiza
otra pintura con la siguiente inscripción: “El Excmo. e lltmo. Sr. Don
Alonso Núeñez de Haro y Peralta, Arzobispo de Méjico,concede 80
días de indulgencias
por cada Ave María que se rezase
ante esta soberana Virgen”“Se tocó al original en el
mes de Julio del año 1790”29. Si bien se desconoce en qué momento
llegó la obra
lo que
no cabe duda es que las indulgencias se daban a todos aquellos
que rezasen ante el lienzo.
De la misma forma en la iglesia
de Vidania, Guipúzcoa, se conserva una pintura
de la Guadalupe con la siguiente cartela:
“El Ilmo. Sr.Arzobispo de Mexico concedió
40 ds. de indulgencia, a los que rezasen una salve a ella SSta. Imagen”30.
Además de la difusión a gran escala
de las plegarías a la madre mexicana promovida por parte de los obispos
y arzobispos, como
los casos citados, existen testimonios de ciudadanos que fundaron capillas
y ermitas con el
cometido de que sus vecinos participasen también en las celebraciones y así lograsen
la protección de Nuestra Señora
de Guadalupe. En el norte de España existió
un extenso culto popular
como demuestra la investigadora Carmen González Echegaray.
En 1725 en Liérganes, Cantabria, se edificó una capilla adosada
al Palacio de Cuesta –Mercadillo o de la Rañada (Fig. 5), ubicándose en la hornacina exterior una imagen
en piedra de la virgen
(Fig. 6)31 y en el dintel
una inscripción que dice así: “Ganan 200 indulgencias todas las personas que
hicieren devotamente un acto de contriccion delante de esta imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe, concedidas por el Señor Arzobispo de Zaragoza, con facultad de
Benedicto XIII”32. Esta inscripción
es quizás
una de las más elocuentes en cuanto a la confirmación del culto público que se desarrollaba y a la participación por
importantes representantes de la alta
jerarquía eclesiástica de la zona
como fue la del arzobispo de Zaragoza José
Crespo Agüero.
Fig. 6. Detalle de la Capilla de la Virgen
de Guadalupe. H. 1725. Palacio
de Cuesta- Mercadillo o de la Rañada, Liérganes, Cantabria.
Poco tiempo después, concretamente en 1744,
Alejandro Antonio,
residente en México, antes
de retornar a su localidad natal Saro quiso crear
una capilla para sus familiares y vecinos
como reflejó ante
notario:
“Teniendo yo
especial devoción con la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de
Méjico, deseo labrarle capilla y colocarla en este lugar [se refiere a Saro],
para que tenga en él, culto y reverencia, y logren mis vecinos y parientes su
protección soberana en sus necesidades, y que las misas se celebren en la
capilla que yo labrase para colocar por Patrona a esta señora, en conformidad a
que mi ánimo e intención es que dichas misas se celebren en paraje a donde los
vecinos puedan oírlas con igual alivio, sin distinción de personas”33.
Es de recordar
que las indulgencias ganadas constituían un perdón
otorgado en vida pero también
servían para los difuntos. En este sentido, es posible que muchos
españoles que nunca
viajaron a América, pero sí sus familiares, se consagrasen a las devociones americanas de la zona donde se encontraban los suyos para protegerles.
En la ciudad
de Carmona, en la provincia de Cantabria, perdura
una leyenda sobre la construcción de una ermita
dedicada a la imagen mexicana. La
tradición cuenta que los fundadores de dicha ermita
tenían tres hijos
radicados en los reinos de Indias, quienes
en el viaje de regreso
a su patria perecieron al hundirse el navío. Poco tiempo después,
llegó el equipaje
en otro barco con una copia
de la vera efigie, motivo que indujo a los padres
a fundar una ermita
para poder dedicar
el resto de sus días
a la oración, impetrando de la Señora de Guadalupe la gloria eterna para aquellos
tres hijos que tanta
devoción demostraron tener a la madre mexicana34.
Fig. 7.
Retablo de la Virgen
de Guadalupe. Iglesia
de San Salvador, Guetaria, Guipúzcoa.
Fig. 8. Retablo de la Virgen de Guadalupe. Iglesia de San Salvador, Guetaria, Guipúzcoa.
Otro caso similar
ocurrió en Puente de San Miguel,
Cantabria, donde Antonio Pérez Bustamante en 1742 encargó misas en una capilla localizada en su casa para
orar por la salud y bienestar de sus dos
hijos que se encontraban en la Nueva España35. Asimismo, en San Vicente
en Murielas, Cantabria36, se mandó
edificar una capilla
a la Virgen de Guadalupe y otra a San José
con la particularidad de que ambas fuesen
públicas para los fieles que profesasen piedad y devoción37.
En Prádanos de Bureba,
Burgos, se dio
un proceso similar
pero en este caso
un padre emigrado
a Nueva España y su hijo, cura de la parroquia
de la citada población, operan
en favor de la incorporación de la imagen
novohispana38. Ambos serían, en este caso, protagonistas de la continuidad devocional por
razones de tradición y creencias familiares.
Estas capillas y ermitas contenían pinturas
de la mexicana y piezas litúrgicas que ayudaban a las celebraciones de las misas.
En algunos recintos se localizaban amplios retablos
conformados con cuatro o cinco lienzos con la imagen de la Guadalupe y las apariciones a Juan Diego.
Al respecto, es destacable el retablo de la iglesia
de San Salvador, en Guetaria, Guipúzcoa (Figs.7-8)39, conjunto único tanto por sus dimensiones como por el protagonismo dada la ubicación de las imágenes.
Fig. 9.Virgen de Guadalupe y Juan Diego.
Palacio de los Medina Sidonia, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz.
También se encuentran otros retablos
en las iglesia de Jesús
en Conil de la Frontera, Cádiz, San Andrés de Morentin, Navarra;40 en la iglesia de la
Concepción en Ágreda, Soria41; e incluso podemos
identificar lienzos que probablemente formaban parte de conjuntos
más amplios, tal
es el caso de la pintura con
una de las apariciones de la Virgen
de Guadalupe a Juan Diego en la iglesia de San Miguel
en Jerez de la Frontera, o el conservado en el Palacio
de los Medina
Sidonia en Sanlúcar
de Barrameda (Fig.
9), ambas en la provincia de Cádiz.
Estas telas son huellas de la devoción
que suscitó la guadalupana a los peninsulares y que incentivó, de alguna
forma, la llegada
de obras de los artistas
novohispanos más afamados, tales
como Juan Correa,
Miguel Cabrera, José de Páez,
etc. Al respecto, el investigador Julen Zorrozúa Santisteban se refirió a la diversidad de los envíos, desde
los legados testamentarios hasta las peticiones solicitadas a los residentes de Indias por familiares o por alguna institución local42. Se trata de obras que entran en
el ámbito cotidiano frente a lo que había sido el coleccionismo de los ídolos de oro durante
el siglo XVI43.
Por consiguiente, el reconocimiento de la Virgen de
Guadalupe se expresó
en las fiestas,
plegarias, y oraciones, además de las fundaciones de numerosas capillas44 y ermitas en su honor, recintos que prueban
el culto público
que ésta adquirió durante
los siglos XVII y XVIII.
En general
la historiografía ha dado por hecho que las obras
anónimas, sobre la Virgen de Guadalupe, localizadas en la Península
fueron realizadas en la Nueva España.
Se basan en la similitud que tienen el conjunto de las
obras con el ayate, tanto en la composición como en los rasgos indígenas de su rostro.
Por el contrario, imágenes de otras devociones americanas, cuya autoría también
se desconoce, se han catalogado como realizadas por escuelas españolas como las que tienen como
tema a Santa Rosa de Lima. Es posible que
en ésta última
haya incidido el conocimiento de la producción de lienzos de artistas
tan afamados como
Bartolomé Esteban Murillo
o Claudio Coello, además
de las obras de artistas locales. Frente al objetivo de los dominicos de dar a conocer diferentes momentos de la santa, sin un original único que al menos
prevaleciese en la producción artística, el proceso de la
Virgen de Guadalupe fue distinto
puesto que, precisamente, adquiría especial protagonismo la copia literal
del original. Sin embargo, consideramos que este hecho no contradice la posibilidad de que hubiera
artistas españoles o que residiesen en la Península, dada la complejidad cultural de la época, que se sirviesen de las imágenes
que llegaron del virreinato novohispano para realizar
sus propias pinturas
a reflejo y semejanza de la vera efigie.
Al respecto, ya el investigador Joaquín González Moreno
se refirió a la producción de copias de la imagen
guadalupana en la ciudad de Sevilla: “siendo
algunos tan atrevidos de agregar la
engañosa frase, para hacerla más comercial
en la península, de Tocada a su sagrado original”45. Según este investigador en las
gradas
de la Catedral de Sevilla, en la calle
Alemanes 2, existía
un taller que realizaba copias en papel
aceitado de la Virgen de Guadalupe46. Pese a que no
hemos localizado este documento, a mediados del siglo XVIII el pintor mexicano José de Ibarra
era conocedor de las copias
realizadas en Europa:
“[…]y
fuera de los contornos, que tiene nuestra Señora, que se conoce que quisieron
imitarla; mas no se consiguió, hasta que se le tomó perfil á
la misma Imagen original, el que tenia mi Maestro
Juan Correa, que lo vi, y tuve en mis manos, en papel aceytado
del tamaño de la misma Señoraobras anónimas […]y assi no me admiro ya de que en la Europa toda no hayan
podido hazer la Imagen de nuestra Señora de
Guadalupe; y si han hecho alguna, de que puedo dar fee,ha
sido como las que antiguamente se hacían aca (y luego
mas adelante dice) prueba, de que es tan única y tan
extraña, que no es invención de humano Artifice, sino
de el Todo Poderoso”47.
El investigador Francisco Montes González
ha dado a conocer la referencia
que hizo Antonio
Palomino sobre el ornato realizado en una imagen
de la Guadalupe por el artista sevillano Lorenzo Montero, a finales del siglo XVII,
obra para el convento
de San Francisco el Grande de Madrid48.
Fig. 10.Virgen de Guadalupe. Siglos XVIII-XIX.
Iglesia parroquial de Santoña, Cantabria.
Además de estas
noticias, algunos investigadores han visto la posible
intervención e incluso
creación de obras por artistas españoles. Santiago
Sebastián analizó cuatro pinturas que se conservaban en Palma de Mallorca, señalando la procedencia mexicana
de uno de los lienzos mientras que consideró la posibilidad de que las restantes telas fuesen realizadas en la misma ciudad de Palma49. Por otro lado, el investigador Rafael Martínez
González señala que la pintura con
la Guadalupe, de mediados del siglo XVIII, localizada en el
Monasterio de Santa Clara de Palencia, pudo haberse creado
por un artista español50. Curiosamente de finales del siglo
XVIII e incluso de principios del XIX en la iglesia
parroquial de Santoña, Cantabria, existe un lienzo de la Virgen de Guadalupe (Fig. 10), con la particularidad de sustituir el rostro y la tez
de la mexicana por el de una “mujer mediterránea”51. Por otro lado, en el convento de San Francisco de Viana, Navarra, se conserva un retablo dedicado a la Virgen
de Guadalupe y que se ha atribuido al pintor aragonés Francisco del Plano, datado entre 1710-172052; también debemos recordar la atribución al pintor local Simón
Petti de una pintura
del convento salmantino de las
Madres Carmelitas de Alba de Tormes53. Con cambios iconográficos, el pintor compostelanoVicente Cardama a finales del siglo XVIII
o principios del siglo XIX, realizó
una obra
de laVirgen de Guadalupe. Como
ha indicado el investigador Juan M.
Monterroso Montero54 no realiza
una copia literal
de la imagen del Tepeyac, sino que reinterpreta la obra, con mayor o menor
fortuna.
Asimismo, el investigador Alberto Ibáñez Pérez apunta
que no son mexicanas dos pinturas, datadas
en el siglo XVIII, conservadas en Covarrubias y Santo Domingo
de Silos55, a lo cual habría
que preguntarse sobre
el origen español e incluso de otras zonas de América.
Por último, referirnos a la presencia de pinturas mexicanas en el taller de un pintor sevillano. La investigadora Ana
Aranda Bernal dio a conocer
el inventario de bienes del pintor Domingo
Martínez, realizado por su viuda Mariana de Espinosa en 1751, en el cual
aparecía: “una lamina dorada y tallada con cañas negras de la Virgen de
Guadalupe en lienzo de México”56. Si bien desconocemos si este artista,
como los citados
de la calle Alemanes por González
Moreno, hizo copias de la Virgen del Tepeyac,
lo que no cabe duda
es la aceptación que tuvo en diferentes grupos sociales.
El valor económico que adquirieron las copias realizadas en la ciudad
de México pudo ser una de las razones
por la que los artistas
españoles viesen una veta comercial y de ahí
la posible falsificación con los epígrafes “tocadas al original”57 o “copiadas al original”, ya que estas referencias establecían una vinculación
directa con la vera efigie.
En 1785 el doctor
Teobaldo Antonio
de Ribera destacaba la exclusividad y valor que tenían las pinturas que llegaban del
Virreinato de la Nueva España: “El
difundido conocimiento de la Soberana Imagen motiva una suma ansia por
Historias, Devocionarios, Estampas y Pinturas, lo que aumenta el valor y estimacion à las que vienen de Mexico”58. ¿Fray Teobaldo quiso
decir que se copiaban
en España las pinturas que llegaban de México? o bien, ¿qué
tenían mayor éxito que las obras
de la Virgen de Guadalupe extremeña? Cualquiera de las dos
ideas podrían ser ciertas, e incluso ambas,
a lo cual no debemos
olvidar la reflexión del pintor novohispano José Ibarra.
La investigadora Concepción García Sáiz
expone las elevadas cifras que alcanzaron algunas
obras que tenían
como tema a la Virgen
de Guadalupe. En 1734 el octavo
Duque de Veragua recibió
por una imagen
de la mexicana 400 reales,
frente a una obra de Andrés de la Calleja
con características similares pero sólo tasada
en 100 reales en 1748. Posteriormente, ocho
años después, se valoró otra imagen
de la Guadalupe, propiedad del comerciante Martín de
Echenique, en 500 reales59.
Fig. 11.Virgen de Guadalupe. Escuela guatemalteca. Siglo
XVIII. Iglesia de Santa Úrsula, Ageje, Santa
Cruz de Tenerife.
Pese a que hasta la fecha
no conocemos documentos que certifiquen el mercado en sentido inverso, es decir, de Nueva España a España, el investigador Fernando Quiles
enfatiza la importante labor que tuvieron
los capitanes de Indias y los yangüeses
en la distribución de obras americanas en el ámbito
hispano60.
El investigador Agustín Clavijo García analizó dos pinturas de la Virgen
de Guadalupe firmadas por Juan de San Pedro Flores,
una conservada en el Museo
de América y la otra en una colección
particular malagueña, señalando de ésta última:
“En realidad, es una obra idéntica a la mencionada del Museo de América, por
lo que podemos pensar en una producción seriada por parte del pintor con destino a un bien organizado mercado de
exportación”61. La investigadora Mª Isabel
Astiazarain también planteó el comercio artístico de los artistas novohispanos, concretamente del
taller de Miguel
Cabrera, dada la fuerte
demanda62. Con anterioridad, Xavier Moyssén señaló
la red comercial que
tuvo este artista y el también
novohispano José de Páez en otras ciudades
americanas y españolas63. Por consiguiente, es muy posible
que los talleres prestigiosos de la época
tuviesen encargos de este lado del
Atlántico. En este
sentido, es importante destacar al artista Miguel
Cabrera dado el éxito del que disfrutó, acrecentado aún más por la publicación de su obra:
Maravilla Americana, impresa en México en 1756 y en Madrid en 178564.
Así
pues, el poder
taumatúrgico de la Virgen de Guadalupe, difundido a través de numerosas obras impresas y de imágenes en diferentes
soportes (Fig. 11) se adentraría en la sociedad
hispánica. En el estudio Iconografía
Guadalupana en Andalucía se citaron
la presencia de “tres mil pico de imágenes de Santa María de Guadalupe
de México65, número que podría
aproximarse al proceso devocional que se vivió
durante los siglos
XVII y XVIII, aún cabiendo la posibilidad de que fuera más elevado
dadas las noticias
de la época.
Fig.
12. Función solemne del 12 de diciembre de 2010
dedicada a María Santísima de Guadalupe
de México, en la Capilla de Nuestra
Señora del Rosario, en Sevilla,
a
cargo del Director Espiritual Monseñor Giovanni Lanzafame di Bartolo.
En 1937 Genaro
Estrado en un estudio pionero
sobre la localización de obras artísticas mexicanas en España, expone
la presencia de pinturas en diferentes partes de España:
“No es raro
encontrar en el comercio de antigüedades de Madrid y de provincias, pequeños
cuadros guadalupanos-mexicanos, casi todos anteriores al siglo XIX.Tuvimos ocasión de ver ejemplares de estas pinturas en
Sevilla, Burgos, San Sebastián y Vitoria y en los establecimientos madrileños
de los señores Chávez, Fabriciano, Ferreres, Linares, López (Pedro), López (Santiago) y Siravegne. Es del todo probable que en busca por templos,
conventos y colecciones privadas, aparezcan no pocos ejemplares más”66.
Este comentario confirma, de alguna forma, la
magnitud que tuvo la Guadalupe en el periodo barroco y añade el interés comercial
adquirido en tiempos de la Guerra Civil
española, momento que posiblemente facilitó la salida de muchas
obras hacia México y otros centros
americanos. Lienzos que tras
convivir con los peninsulares, durante
los siglos XVII y
XVIII, con posteridad se trasladaron cerca
de la única Madre,
la vera efigie de la Basílica de Guadalupe de México. Aquellas
imágenes que se quedaron
y protegieron a este lado
del Atlántico durante
el barroco, estuvieron dormidas durante el siglo pasado
con la esperanza de despertar de nuevo
en nuestro tiempo (Fig. 12)67.
1.
Estrada, Genaro.
El arte mexicano en España. México,
Porrúa, 1937.
2.
González Moreno, Joaquín. Iconografía y catálogo guadalupanos: Clasificación cronológica
y estudio artístico de las más notables reproducciones de la Virgen de
Guadalupe de Méjico conservadas en las provincias españolas. México,
Editorial Jus, 1959-74;
Iconografía Guadalupana en Andalucía. Sevilla, Consejería de Cultura y Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 1991.
3.
Desde
la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días se han realizado numerosos estudios sobre
las obras americanas conservadas en España,
destacando la presencia de la
Virgen de Guadalupe –además de los trabajos de Estrada y González Moreno–—, por los investigadores Concepción García Sáiz, Santiago Sebastián, Jaime Cuadriello, José Garcidueñas, Patricia Barea
Azcón, Patricia Andrés
González, Francisco Montes
González, Domingo Martínez de la Peña, entre
otros investigadores.
4.
En
general los investigadores se refieren al indiano como
el español que retornaba
del otro lado del Atlántico. Sin embargo, en el periodo
barroco el indiano
tenía connotaciones más amplias al incluir también
al natural de las Indias.
Sobre este tema véanse los estudios de Daisy Rípodas Ardanaz: El indiano en el teatro
menor español del setecientos. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1986, págs. XX-XI;
Lo indiano en el teatro
menor español de los siglos
XVI y XVII. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1991, págs. LXIV-LXV, entre otros trabajos
de esta investigadora.
5.
Respecto al poder milagroso de las imágenes, especialmente las copiadas
y tocadas al original, véanse los trabajos
del investigador Jaime
Cuadriello:
Maravilla americana: variantes de la iconografía guadalupana, siglos XVII-XIX. México,
Museo de la Basílica de Guadalupe, 1989, págs.
35-43;“La propagación de las devociones novohispanas: las guadalupanas y otras imágenes preferentes”, México en el mundo de
las colecciones de Arte. Nueva España. México,
Azabache, 1994, págs. 261-263. El investigador Francisco Montes González se refirió al carácter taumatúrgico en
Andalucía, véase:“Cultos y devociones americanas en
la religiosidad andaluza de los siglos
XVII y XVIII”, Actas del Congreso Internacional Andalucía Barroca. Sevilla, Junta de Andalucía y Consejería de Cultura, 2009,
págs. 257-265.
6.
García Sáiz, Concepción. “Arte colonial
mexicano en España”,
Revista de Artes de México, núm.22, 1993, pág.36;
“Pintura mexicana en España”, Revista de Artes de México,
núm. 22, 1993, pág. 61.
7.
Sebastián, Santiago.“El tema de la Virgen de Guadalupe en Juan Correa”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 46, 1976, pág. 65.
8.
Cabrera, Miguel. Maravilla americana y conjunto de raras
maravillas observadas. Con la dirección
de las Reglas del Arte de la Pintura en la prodigiosa imagen de Nuestra Señora
de Guadalupe de México [1756].
Prólogo de Eduardo Enrique
Ríos. México, Editorial Jus,
1977. En esta obra refleja el carácter milagroso
del ayate. Miguel Cabrera
tras el examen técnico realizó tres copias, una se envió a Roma, otra
al monarca y la tercera
estuvo en su poder, copia
que le serviría para realizar otros lienzos.
9.
La
mayoría de las imágenes son replicas, en algunos casos fieles al original y tocadas
al mismo, en óleo sobre
lienzo, además de los grabados que se difundieron en los impresos, aunque también
se conservan en España pequeñas
esculturas de marfil
realizadas por el escuela hispano-filipina, y otras de mayores
dimensiones como la de la iglesia de Santa Úrsula, en Adeje,
Canarias. Esta última
ha sido estudiada por Margarita Rodríguez González: Arte hispanoamericano en Canarias. Santa Cruz de Tenerife, Instituto
de Estudios Hispánicos de Canarios, 1992,
pág. 23.
10. El jesuita Francisco de Florencia describió el acontecimiento así:“A un hombre de cierta Ciudad de la Andalucía de algun
caudal, y porte, maltrataba vn Demonio, que estaba
apoderado del. Para librarse de tan
cruel, y perverso huésped, se habia valido de los
conjuros Santos de N. Madre de la Iglesia, de las Oraciones de muchos buenos, y de la intercession,
y Reliquias de
varios Santos: remedios siempre saludables, aunque no siempre eficazes, por altos fines de Dios. Habiendo oydo
á caso, aunque no sin consejo Divino, á un
conocido suyo, que habia estado en aqueste Reyno;
que las regiones del y muy en
particular la Ciudad de Mexico, gozaban de inmunidad contra los Espiritus infernales, por beneficio de la milagrosa Imagen
de N. Señora de Guadalupe […] se
persuadió este espiritual enfermo, que
en la Santa Imagen de Guadalupe de Mexico havia de hallar la curación de su dolencia […] A este fin, sin decir nada à nadie, porque no le estorvasen el embarque, se vino à Cadiz,
y con algunos generos mercantiles[para dissimular el viage] se embarcó,
y vinó à la Veracruz
[…] Subiò â Mexico, visitó el Santuario, adorò la devotatissima Imagen; de que quedó controlado, y en su
esperanza satisfecho, de que havia asegurado por ella
el total remedio, à que havia venido”; véase: La estrella del Norte de México. México, por Doña María
de Benavides, viuda
de Juan de Ribera, 1688,
págs. 228-229. Este milagro también aparece descrito en un impreso
valenciano con motivo de la festividad a la Guadalupe en dicha ciudad,
véase: Relación breve de la prodigiosa aparición de María
Santísima de Guadalupe en Mégico.Valencia, en la Imprenta de D. Benito Monfort,
1829, págs. 32-33. También fue recogido por Francisco Montes
González. Op. Cit, pág. 260.
11. Montes González, Francisco.“Sevilla y la Virgen
de Guadalupe”, Caminos encontrados. Itinerarios históricos, culturales y comerciales en América Latina.
Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume
I, 2009, pág.
198.
12. Domingo López de Carvajal tras
ser milagrosamente salvado
de un naufragio, por
intermediación de laVirgen de Guadalupe, prometió fundar una villa
en su honor, cometido que cumplió,
y que actualmente es conocida
por Algar, localidad que sigue teniendo
a la Guadalupe como patrona. Respecto
a la fundación de la villa, véase:
Pérez-Blanco Sánchez, Lydia. Domingo López de Carvajal y la fundación de
Algar: la consecución de un ansiado y difícil proyecto. Cádiz, Diputación de Cádiz,
1999.
13. Urrea Fernández, Jesús.“Pintura mejicana
en Castilla”, Miscelánea de arte. Homenaje a don Diego Angulo. Madrid, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1982, pág.
197.
14. La investigadora María
Teresa Ríos Miramontes realizó
un estudio sobre
las importantes aportaciones artísticas del dominico Antonio
de Monroy durante su cargo de arzobispo de Santiago de Compostela. En su obra da a conocer las pinturas de la Virgen
de Guadalupe donadas por el arzobispo en diferentes centros gallegos,
véase: Aportaciones al barroco gallego. Un gran mecenazgo. Santiago de
Compostela, Obradoiro de Encuadernación,
1986.
15. González Lopo, Domingo
L.“Devociones
marianas de origen americano en Galicia”, De ida y vuelta.América y España:
los caminos de la cultura. Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 2007,
pág. 139.
16. Astiazarain, Mª
Isabel.“La
iconografía de la Virgen de Guadalupe. Dos cuadros de Miguel Cabrera
en Guipúzcoa”, Cuadernos de Arte Colonial, núm. 7, 1991,
pág. 141.
17. Fue nieto de Agustín de Obregón y de la Puebla, natural
de Llerana, quien
residió en la Nueva
España. Con el tiempo Antonio
de Obregón y Ecevedo viajó a la localidad de su
abuelo, y en 1780 fue nombrado Conde
de la Valenciana y siete años después recibió
la Cruz de la Orden por Carlos III.Véase: González
Echegaray, Carmen.
La patrona de México en las montañas de Santander. México,
Jus, 1973, págs.
36-37. En el siglo XX también tenemos constancia de hijos –de emigrantes burgaleses en este caso– que trajeron
la imagen; en el
muro de la epístola de la iglesia
parroquial de Noceco, Burgos,
se localiza un mosaico con
la representación de la Guadalupe con una inscripción:“Como recuerdo al Solar Familiar, los hijos de Jovita López, 1982”, véase: Ibáñez Pérez,Alberto.“Relaciones
artísticas entre Burgos y América. La Virgen de Guadalupe en Burgos”, Relaciones artísticas entre la Península Ibérica y América.Actas del V Simposio Hispano-Portugués de Historia
del Arte [11-13 de mayo de 1989]. Valladolid, Universidad de Valladolid, 1990, págs. 140, 143.
18. Zorrozúa Santisteban, Julen.“Representaciones de la Virgen de Guadalupe en Vizcaya”, Letras de Deusto, núm.
73, vol. 26, 1996, pág. 140.
19. Florencia, Francisco de. Op. Cit, pág. 90.
20. Ribera,Teobaldo Antonio de.“Relación y estado del culto, lustre,
progresos y utilidad de la Real Congregación sita en Madrid”, Colección de obras y opúsculos pertenecientes a la milagrosa aparición de la bellísima imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe que se venera en su santuario extramuros
de México. Madrid, en la Imprenta
de Lorenzo de San Martín,
Impresor de la Secretaría de Estado y del Despacho
Universal de Indias,
y de otras varias oficinas
de S.M, 1785, pág.
733.
21. Mariluz Urquijo, José M. “El indiano en la Corte.
La Real Congregación de Nuestra Señora
de Guadalupe”, Tres estudios novohispanos. Buenos Aires, Libros de Hispanoamérica, 1983, págs. 9-44.
22. Ribera,Teobaldo Antonio de. Op. Cit, págs.
90-91.
23. González Moreno, Joaquín. Iconografía Guadalupana… Op, Cit, págs. 69-70.
24. Gozálvez Escobar, José Luis.“Huelva y América. La emigración onubense
en las fuentes locales. SS. XVI-XVIII”, Actas de las I Jornadas de Andalucía y América, Huelva,
Instituto de Estudios Onubenses, 1981,Vol. 1, pág. 318.
25. Luján López, Francisco B.“Nuestra Señora de Copacabana, una devoción andina patrona de Rubielos Altos
(Cuenca)”, Revista Murciana de Antropología, nº8,
2002, págs. 194, 221-222.
26. Barea Azcón, Patricia.
“Pintura guadalupana en Cádiz”, Atrio, núm. 13-14,
2007/2008, pág. 42; véanse otros estudios de esta
investigadora: “Pintura guadalupana en Cádiz”, Anales
del Museo de América, núm.
16, 2009, págs.173-188;“Los legados de pintura novohispana a instituciones religiosas españolas” Tiempos de América.
Revista de Historia,
Cultura y Territorio, núm. 13, 2006,
págs. 29-40; “La iconografía de la Virgen
de Guadalupe de México en España” Archivo Español
de Arte, núm. 318, 2007,
págs.177-206;“Localización de
pinturas novohispanas en España” Revista Complutense de Historia de América, núm.
32, 2006, págs.251-268;“Iconografía de la Virgen
de Guadalupe de México en Granada” Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, núm. 38, 2007, págs.
317-332;“La iconografía guadalupana en Málaga”, Boletín de Arte,núm.29,2008,págs. 69-84;“Iconografía guadalupana en España”, Cuadernos de Arte e Iconografía, Tomo 17,
núm. 34, 2008,
págs. 441- 465;
“Pintura virreinal mexicana en Andalucía” Alonso Cano. Revista
Andaluza de Arte, núm. 7, 2005.
27. El doctor
Teobaldo Antonio
de Ribera expuso:
“Venerase en Santiago
de Galicia,
Valladolid,Guadalajara,Alcalá,Barcelona,Sevilla,Cadiz,Salamanca,en la Rioja,en las Provincias de Guipuzcoa,Alava,en
el Señorío de Vizcaya,y en otro lugares,Ciudades,Provincias
y Reynos de esta Pensinsula
de España. Solo en Madrid tiene tres Capillas, ocho Altares, y se hallan
colocadas las Imágenes en mas de cinqüentas Iglesias”, véase:
Op. Cit, pág.
727.
28. Florencia, Francisco de. Op. Cit, pág. 181.
29. Barea Azcón, Patricia.
“Pintura guadalupana en Cádiz”, Atrio, núm. 13-14,
2007/2008, págs. 46-47.
30. Astiazarain, Mª Isabel.
Op. Cit,
pág. 144.
31. Agradezco a Pedro José Oslé Cantolla, vecino del municipio de Liérganes, y a Ana María Fomperosa Herrero,
administrativa del Ayuntamiento, la cesión de la imagen.
32. Campuzano Ruiz, Enrique
y Mª Concepción García Saíz. Los indianos. El arte colonial en Cantabria 2. Catálogo de la exposición. Santander, Centro
Cultural de Caja
Cantabria, 1992, pág. 57. González Echegaray, Carmen.
Op. Cit, pág. 24.
33. Ibídem, pág. 28.
34. Ibídem, págs. 48-49.
35. Sus hijos ocuparon
importantes cargos en los reinos
americanos. Francisco Antonio fue abogado de la Real
Chancillería de México
y Alcalde Mayor de la ciudad
de los Ángeles de la Nueva España, Juan Domingo gobernador de Nuevo México y José, presbítero y Vicario General del Obispado de Durango. Ibídem, pág.
35.
36. En otras poblaciones de Cantabria
existieron más ermitas
y capillas: Francisco Banzález Bedoya fundó
una ermita en Obeso, donde
se celebraban 78 misas anuales, en la parroquia de San Andrés
de Luena existió
una capilla, y la antigua
ermita a la Guadalupe en Tagle, entre otros muchos
lugares peninsulares. Ibídem, págs. 43-46.
37. Ibídem, pág. 22.
38. Felipe López de Themiño trajo de México una pintura de la
Virgen de Guadalupe, la cual donó
a la iglesia de Prádanos de Bureba,y posteriormente su hijo José
López Temiño costeó el retablo
que albergaría la imagen como consta en la inscripción del banco, fechada en 1799,
véase: Ibáñez Pérez, Alberto,
Op. Cit, págs. 141-142.
39. En la actualidad se conservan dos pinturas de las siete
que componían el retablo. El historiador Xabier Alberdi
nos ha informado que tras el Concilio
Vaticano II se quitaron las pinturas y se guardaron en el coro, desconociendo el paradero final
de las mismas.
Agradecemos la información facilitada, así como la atención y la cesión
de la imagen del retablo a Erkunde Albizu Unamunzaga y a Erun Ortiz.
La fotografía en blanco y negro se muestra
en la publicación de Genaro Estrada
de 1937.
40. Barea Azcón,Patricia.“La iconografía de la Virgen
de Guadalupe de México en España” op.cit, pág. 196.
41. González, Patricia Andrés.“Un temprano
cuadro de la Virgen de Guadalupe, con el ciclo
aparicionista, en las Concepcionistas de Ágreda (Soria)”, Anales del Museo de América,
núm. 7, págs. 1999, págs. 237-247.
42. Zorrozúa Santisteban, Julen.“Representaciones de la Virgen de Guadalupe en Vizcaya”, Letras de Deusto, núm.
73, vol. 26, 1996, pág. 144.
43. Aguiló Alonso, María
Paz.“El coleccionismo de objetos procedentes de Ultramar a través de
los inventarios de los siglos
XVI y XVII”, Relaciones artísticas entre España y América. Madrid, Consejo Superior
de Investigaciones Estéticas, 1990,
pág. 117.
44. En 1757 se construyó en la iglesia
de la Virgen de Natividad
de Castañares, en la Rioja,
una Capilla dedicada
a la Virgen de Guadalupe por Manuel Silvestre Pérez de Camino, Contador
Mayor del Tribunal
y Audiencia de Cuentas de Nueva España,
véase: Sánchez Trujillano, María
Teresa.“Los Envíos
de Indias. El Arte Colonial
en la Rioja”, Ana- les del Museo
de América, núm. 9, 2001, pág.
259; Macías, Rafael
y José María Sánchez. “El patronazgo artístico de Manuel Silvestre Pérez de Camino en la Rioja”,
Atrio, núm. 15-16, págs. 85-108.
45. González Moreno, Joaquín.
“Presencia cuatrisecular de México en España”, Catálogo
de la exposición de Imágenes guadalupanas. Cuatro siglos. México, Fundación Cultural Televisa, 1987, pág.
11. En la obra Arte Hispanoamericano en Navarra se
plantea la difusión
y multiplicación de obras de la Virgen
de Guadalupe en la Península desde los talleres
sevillanos planteados por Gónzalez Moreno.Véase: Heredia Moreno,
María del Carmen,
Mercedes de Orbe Sivatte y Asunción de Orbe Sivatte. Arte hispanoamericano en Navarra. Plata,
pintura y escultura. Pamplona, Gobierno de Navarra, 1992,
pág. 33. Este
planteamiento también ha sido destacado por el investigador Francisco Montes González, véase:“Sevilla y la Virgen…. Op. Cit, pág.
199.
46. González Moreno, Joaquín.
Op. Cit, pág. 11.
47. Cabrera, Miguel. Op. Cit
48. Montes González, Francisco.“Sevilla y la Virgen….Op. Cit, pág. 199.
49. Sebastián, Santiago.“Iconografía guadalupana en
Palma de Mallorca”, AIIE, núm. 44, 1975,
pág. 137.
50. Martínez González, Rafael.“Virgen de Guadalupe”, Catálogo de la exposición de Arte americanista en Castilla y León.Valladolid, Junta
de Castilla y León, 1992,
pág. 97.
51. González Echegaray, Carmen. Op. Cit, pág.
56.
52. Jover Hernando, Mercedes.“Un conjunto
de pintura mural
ilusionista en la iglesia
de San Francisco de Viana”, Príncipe de Viana, núm.
11, 1988, págs.
262-263.
53. Montaner López, Emilia.
La pintura barroca en Salamanca. Salamanca, Universidad de Salamanca, 1987, citado por Antonio
Casaseca Casaseca. “Arte
colonial en Salamanca”, Relaciones
artísticas entre la Península Ibérica y América.Actas
del V Simposio Hispano-Portugués de Historia del Arte [11-13 de mayo de 1989].Valladolid, Universidad deValladolid, 1990,
pág. 60; Nieto
González, José Ramón
y Eduardo Azofra
Agustín. Inventario
artístico de bienes
muebles de la Universidad de Salamanca. Salamanca, Universidad de Salamanca, pág. 35.
54. Monterroso Montero, Juan
M. “La Imagen
de América en Galicia. Un viaje de ida y vuelta. Encuentros y recepciones” (en prensa). Agradezco al investigador el haberme
facilitado el artículo y la imagen de la Virgen
de Guadalupe conservada en la Catedral
de Santiago, que presentamos en el artículo, así como su amabilidad y consejos.
55. Ibáñez Pérez, Alberto. Op. Cit, pág.
143.
56. Aranda Bernal, Ana.
“Apéndice documental”, Catálogo de la exposición: Domingo Martínez. En la estela de Murillo. Sevilla, Fundación el Monte,
2004, pág. 144.
Sobre este inventario véase también de dicha investigadora: “La biblioteca de Domingo Martínez. El saber
de un pintor sevillano del siglo XVIII”,
Atrio, núm. 6, 1993,
págs. 63-98.
57. Las imágenes que estaban tocadas
a la vera efigie adquirían un especial poder
milagroso. El pintor Miguel Cabrera
describió el proceso:
“El mismo fragil hilo ha resistido a los
embates, que padece todo el Lienzo en las innumerables Pinturas, y otras
alhajas piadosas, que se tocan, y han
tocado á la Sagrada Imagen en las ocasiones, que se
abre la vidriera: que aunque esto no se executa todos
los dias; no puede menos,
que aver sido muchas al cabo de mas de doscientos años.
En una sola ocasion
por los años de mil setecientos y cincuenta
y tres,
que estando yo presente, se abrió la vidriera,fuera
de innumerables Rosarios,y otras alhajas de devocion,pasaron,á mi vèr de
quinientas las Imagenes, que se tocaron á el Lienzo;
pues gastaron en este piadoso exercicio varias
personas Ecclesiasticas de distincion,
mas de dos horas; con lo que confirmè
en el dictamen, que tenia formado, de parecer essento este Lienzo, y su celestial Pintura de las comunes leyes
de la naturaleza”: Cabrera, Miguel. Op. Cit, págs.
2-3.
58. Ribera, Teobaldo Antonio de. Op.Cit, págs. 731-732.
59. García Sáiz, Concepción.“Arte colonial…, Op, Cit, pág. 36.
60. Quiles García, Fernando.
“Los yangüeses y la `conducta
de plata´de América”, Actas del III Congreso Internacional de Barroco Iberoamericano, vol. I. Sevilla, 2001,
págs. 175-190; “El arte en un emporio mercantil, la Sevilla barroca”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, nº 43, 2006,
págs. 67-90.
61. Clavijo García, Agustín.“La pintura colonial
en Málaga y su provincia”, Andalucía y América en el siglo
XVIII. Sevilla, Escuela
de Estudios Hispanoamericanos, 1985, págs. 90-91.
62. Astiazarain, Mª Isabel.
Op. Cit, pág.
145.
63. Toussaint, Manuel. Pintura Colonial en México. México,
Universidad Autónoma de México,
1982. Edición de Xavier Moyssén, pág. 269.
64. El texto
Maravilla Americana se incluye
en la obra: Colección
de obras…. Op. Cit, págs. 613-721.
65. González Moreno, Joaquín. Op. Cit, pág. 9. Prólogo de Luis Martínez
Camberos.
66. Estrada, Genaro. Op.Cit, págs. 20-21.
Por otro lado, el investigador Francisco
Montes González señaló
la importancia que tuvieron los catálogos de Joaquín González Moreno para
la adquisición de obras, que se localizaban en Andalucía, por el comercio
internacional. Véase:“Pintura virreinal
americana en Sevilla. Contextos, historiografía y nuevas aportaciones”,
Archivo Hispalense, núm. 276-278,
2008, pág. 376.
67. En los últimos años se ha reactivado el culto a la
Virgen de Guadalupe, junto a otras devociones americanas, gracias fundamentalmente a la comunidad mexicana que vive en España. En Madrid, Barcelona, Cantabria, Sevilla, Sanlúcar de Barrameda, entre
otras muchas ciudades, el día 12 de diciembre se celebran misas
por civiles y religiosos, dando
a conocer a los españoles una vez más el amor y devoción a la vera efigie.