La maestría mayor de obras de la Real Audiencia de
Sevilla (siglos XVII-XIX)
Francisco Ollero Lobato
Universidad Pablo
de Olavide
Fecha de recepción: 18 de septiembre de 2011
Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2012
atrio, 18 (2012) ISSN: 0214-8289 p. 27 - 42
Resumen: El presente artículo estudia el cargo
de maestro mayor de obras de la
Real Audiencia de Sevilla, uno de los más importantes puestos de la arquitectura en la
ciudad durante la Edad Moderna. A través
de la documentación inédita revisada,
analizamos las funciones y naturaleza de este oficio
concreto, así como su relación con el
contexto profesional de los arquitectos y maestros de obras de Sevilla. Su análisis
permite aproximarnos al concepto que los propios protagonistas de la construcción tienensobresuprofesión,yaloscambiosqueseapuntanenunatrayectoriacronológica
que abarca desde
fines del XVII
hasta comienzos del siglo XIX, a la vez que nos ofrecen noticias biográficas y datos
de interés sobre
la actividad concreta de estos artistas.
Palabras clave: Real Audiencia, gremio,
arquitecto, Barroco, Ilustración
Abstract: This article deals with architects who
tried to become master builders of the Real Audiencia, the law court of Seville, one of the most
important positions
on the
city’s architecture from
the seventeenth century. This research uses documents
of historical archives, that offers information about life and professional activities of architects who wanted to be
elected for this work. Also it analizes
the concept that they had acquired about their profession, and the changes that occurred in this concept over time.
Keywords: Court of law of Seville, Guild, Architect, Baroque, Enlightenment.
Para los
miembros del gremio
de la albañilería en la Sevilla de la Edad
Moderna, la obtención de la titularidad de su oficio
en alguna de las principales instituciones laicas o religiosas de la ciudad
se convertía en un importante puntal para sus aspiraciones
de supervivencia profesional. Sujetos
como estaban a los duros concursos y condiciones establecidas a la baja por
sus clientes, a salarios muy ajustados, o a la responsabilidad jurídica
sobre el resultado de sus trabajos, la obtención de estos cargos
como responsables de las obras
de construcción y albañilería de los edificios y fábricas de esas
entidades suponía una fuente de ingresos segura
a través del sueldo
fijo que obtenían por el ejercicio de sus obligaciones, además de una
confirmación de su pericia
personal más allá de la aprobación de su maestría, que otorgaba un cierto
prestigio con el que contar
en la competencia por otros
encargos y tareas.
En una ciudad
que tenía a mediados del
siglo XVIII más
de 80 maestros de albañilería,y que superaba el centenar de oficiales adscritos
al aprendizaje o ejercicio como subalternos de la profesión, y donde el jornal ascendía
a 8 reales para los maestros aprobados, sólo unos pocos
–concretamente 22 según
las Respuestas… al Catastro de Ensenada- podían
generar las utilidades relacionadas con la dirección o titulación de obras y los ingresos obtenidos por los aprecios
y apeos que efectuaban1
Precisamente entre estos maestros de obras, aquellos que
destacaban por el capital
que podían acumular
eran los que habían conseguido situarse al servicio de las principales instituciones eclesiásticas y civiles de la ciudad. Por orden de
ingresos, correspondía el primer lugar al cargo de maestro mayor del arzobispado de Sevilla, que
podía recaer sobre
varios arquitectos, dispuestos jerárquicamente y que hacían sus intervenciones por turno. Estos eran
nombrados por el cabildo eclesiástico, y proporcionaban sus
servicios en la construcción, intervención y mantenimiento de los edificios de la archidiócesis. Tras los ingresos que estos podían
obtener, se situaba
en el siguiente puesto
inmediato el maestro
mayor de obras del cabildo de la ciudad,con funciones en un amplio campo de cuestiones relativas al urbanismo, la
arquitectura y la policia urbana
de la ciudad. Un tercer
puesto en el escalafón correspondía a la maestría
mayor de obras de los Reales
Alcázares, que atendía a las necesidades de construcción y reforma en el palacio
real de la capital, así como al extenso
patrimonio inmueble de viviendas y propiedades de ese real sitio2
La titulación que nos interesa
–la de maestro mayor de obras
de la Real Audiencia- ocuparía el cuarto lugar tras las ya referidas; aunque
la Única contribución adscribe unas mismas utilidades para
el maestro de obras que desempeñaba este
cargo con el correspondiente de los Reales
Alcázares, lo cierto es que el prestigio,
y las posibilidades profesionales del
titular del Real palacio eran
mayores, por
lo que no es de extrañar la renuncia a la solicitud para ser nombrado maestro
de la Audiencia por parte
de algún alarife, como en el caso
de José de Escobar, quien
se retiró al recibir la noticia de su elección
como maestro de los Reales
Alcázares en 17253. En cualquier caso, los titulares de todas las instituciones
mencionadas, -arzobispado, cabildo del municipio, Reales Alcázares y Real Audiencia-, eran habitualmente llamados
para la consulta
sobre problemas edificatorios en los edificios
relevantes de la ciudad,
como se hizo
en el mismo alcázar en 1758, para
informar sobre los problemas de ruina que
afectaban a los
salones del palacio
gótico, o como ocurriría
igualmente en el caso del Sagrario de la Catedral
de Sevilla, para exponer sus opiniones sobre
el posible estado
de ruina del edificio4 De este
modo se colige la posición
social y profesional destacada de esta maestría
entre las relacionadas con la arquitectura en la ciudad
de Sevilla. Sin duda, tal
situación era una excelente plataforma profesional para dar un salto posterior a titulaciones de mayor prestigio y emolumentos, como
ocurriría en la
carrera laboral de varios de estos maestros.
La documentación inédita
cuya información damos
a conocer en este
trabajo5 recoge una serie
de nombramientos ininterrumpidos de maestros mayores
de obras de la Real
Audiencia de Sevilla
desde el año
de 1684 hasta el de 1801, al que se suma el del arquitecto Sebastián Aldanas, que recibiría
su encargo en 1833. Se trata de solicitudes individuales de los arquitectos que aspiran a la plaza, a los que se añade el acuerdo
general del Regente y
oidores de la institución por el que
se designa al candidato seleccionado.
Poco podemos concluir
sobre la serie
de funciones, obligaciones y derechos que el ejercicio de este cargo
conllevaba para los
elegidos; en la recopilación
de leyes y normas
relativas a esta real institución de la Audiencia de Sevilla, las Ordenanças de la Real
Audiencia de Sevilla, impresas por Bartolomé Gómez en 1603, no se recogen
datos ni mención
alguna a esta
figura como un apartado reconocido en la administración interna de la entidad. Desconocemos sin embargo si tras
1639, fecha de la última
adición de normas
a estas ordenanzas, o en disposiciones posteriores ahora perdidas
o desaparecidas, existía alguna descripción de las obligaciones o características del titular de la arquitectura de esta entidad6. Que existían unas actividades reconocidas como propias para el ejercicio de las funciones de la maestría de la institución lo conocemos a través de alguno de los acuerdos
para la elección
de los maestros, -el nombramiento de Juan Navarro
el menor como maestro de obras
de la Real Audiencia, del 11 de noviembre de 1698- donde
se indica que sería responsabilidad del arquitecto seleccionado determinar las posibles obras y operaciones que hubieran de hacerse
en el edificio de esta institución, situado en la plaza
de San Francisco, debiendo el maestro
detallar el coste de tales acciones, así
como dar cuenta
a la Sala de las
reformas que debieran emprenderse en las casas
y posesiones de la misma.
La posición del titular
de la arquitectura de la institución sería, pues, más completa y superior en rango al del conjunto de maestros de obras
– 6 en 1725– autorizados por la Real
Audiencia para el servicio del variado abanico de propiedades que debían atenderse en su vinculación al desarrollo de los autos
judiciales7.
Fig. 1. Edificio de la Real Audiencia en 1730 (Archivo Municipal de Sevilla)
Fig. 2. Patio
de la Real Audiencia
Es posible que
el devenir de la Real Audiencia llevara a una definición paulatina de
las funciones y responsabilidades del maestro de obras asociado a su servicio, hasta una
definitiva institucionalización
del mismo,
de manera semejante al modo en que
otros aspectos del desarrollo de la entidad
judicial eran concretados por escrito, y por tanto, incorporados a su corpus normativo, tras la actividad
de jueces y visitadores de la institución. De hecho, la documentación revela la existencia de una mayor concreción en el tiempo
del proceso de nombramiento del maestro mayor de la Real Audiencia:
Tras
el concurso de un único
aspirante y posterior nombramiento en el caso de los dos primeros
maestros mayores de los que tenemos noticia,
Juan Navarro el mayor y de su hijo del mismo nombre,
nombrados en 1684
y 1698 respectivamente, empiezan a aparecer en la documentación elecciones abiertas a la participación de los maestros
de la ciudad, conformando un grupo más o menos numeroso
de solicitantes. Así,tras elección efectuada a la muerte de Juan Navarro
el menor en 1725 le siguen
con similar procedimiento las de 1733-1734, 1775 y 1800-1801, cuatro procesos de selección que conllevan la presentación y custodia de las solicitudes de los aspirantes y la decisión
de la sala sobre el nombramiento final. Es por
ello que, a falta de otros datos, y observando la ausencia de documentación anterior
al respecto, podamos
apuntar que en la
figura del mayor de los Navarro pudiera
concurrir no sólo el nombramiento como maestro mayor,
sino la propia aparición de este cargo
como tal.
Un caso similar descrito en las fuentes
utilizadas es la creación en 1768
de la maestría
de carpintería de la institución, puesto que solicitara para sí el carpintero Jacinto de Morales
en razón de sus servicios a la entidad.
Morales, que había
intervenido en “muchas obras
y grandes, quela Sala del crimen
ha puesto a su cuidado en las casas, carzel
y oratorio de esta real Audiencia” pidió este cargo, paralelo al del titular de albañilería, sin remuneración añadida
y con la única finalidad de prestigiar su dedicación a la Audiencia, pues, como expusiera el interesado en su escrito,
“ningún costo se sigue a el tribunal y el supplicante consigue la distinzión que le dará este título…”.Aunque posiblemente el puesto no tuvo continuidad a la muerte
de su beneficiario, sabemos que en efecto le fue concedido al solicitante por acuerdo del 2 de mayo, siendo aceptado por él mismo bajo juramento
tres días más tarde; de este modo, observamos una efímera ampliación de la norma
sobre el asunto
de los responsables de la construcción en la Audiencia, de
modo semejante a la que
pudo concretar la génesis del propio puesto
de maestro mayor de las obras de albañilería.
Junto a las operaciones constructivas que fueran precisas
en el edificio de la propia
sede, y las llevadas a cabo en
virtud de aprecios y tasas de sus posesiones inmuebles,
parece frecuente el que los maestros
de obras de Audiencia fueran
llamados para intervenir en otras instituciones con capacidad de reclusión penal o
criminal, como
es el caso de la Cárcel Real
de la ciudad, situada en la calle de
Sierpes y cercana
geográficamente al edificio
judicial. Así ,es conocida
la actividad del arquitecto Juan
Navarro en esta
prisión, cuyas operaciones fueron explicadas mediante un amplio
despliegue gráfico en forma de planta
y alzados
variados del edificio8, tareas
que desarrolló el maestro mientras desempeñaba la titularidad de las obras
de la Real Audiencia de la ciudad.
En este edificio también trabajaría algunos años más tarde, en 1732, el también maestro
de la Real Audiencia Cristóbal Dávila Portillo.
Algo semejante ocurriría
con la Casa
de la Contratación, entidad que
contaba también con cárcel propia, y en el que intervino igualmente Juan Navarro el menor, en 1717,
en unas obras
financiadas por la real Audiencia9.
Del mismo modo, el disfrute de la titularidad sobre las obras
de la Audiencia no conllevaba una
dedicación exclusiva y contraria al ejercicio de otros puestos
de relevancia en la construcción en la ciudad,
no al menos en el campo privado, por cuanto en alguno de los casos
conocidos, como el del
referido maestro
Juan Navarro, simultanearía tal dedicación con la maestría mayor del ducado de Medinaceli10. Pese al caso
ya mencionado de la renuncia
de Escobar, no parece que hubiera una incompatibilidad de iure entre
el cargo de la Real Audiencia y el de maestro de los Reales
Alcázares, puesto que algunos
de los arquitectos de la institución judicial
activos en las últimas décadas
del siglo XVIII,
-como Lucas Cintora-
y en los albores ya del siglo
XIX, –el caso
de su hijo Manuel Cintora–, aunaron en el tiempo esta ocupación con sus tareas
como titulares de la arquitectura de aquel palacio11.
Fig. 3. Plaza de San Francisco sobre 1830 (grabado de Chapuy)
Siendo el cargo de maestro mayor de la Real
Audiencia de carácter
vitalicio, la desaparición de su titular
conllevaba el inicio
de un nuevo proceso
de elección. Consistía esta en un período de presentación de solicitudes para cubrir la plaza por parte de los candidatos, y en el posterior nombramiento del elegido
por decisión del
gobierno de la Audiencia mediante acuerdo del presidente y regidores. Cada aspirante presentaba un
memorial o solicitud escrita, documento donde se podían
exponer cuantos títulos,
méritos y consideraciones quisieran alegar para
favorecer su candidatura. Precisamente es interesante analizar estas solicitudes, que
aportan un notable cúmulo de noticias sobre
la vida profesional de los arquitectos sevillanos de los siglos XVII y XVIII, a la vez que también permiten
deducir aspectos relevantes de la profesión de la arquitectura en la ciudad,
su consideración y sus características, desde el testimonio de sus propios
protagonistas.
Uno de los motivos
esgrimidos por los maestros aspirantes para reforzar el interés
de su candidatura era el disfrute de cargos previos
en otras instituciones o casas de la ciudad;
sin duda servían
para demostrar un consumado
dominio de los rudimentos del oficio, así como una sólida experiencia en su vida laboral; sobre un total
de 31 aspirantes a los nombramientos comprendidos entre los años documentados (1684-1801) , tal mérito
fue expuesto en 14 ocasiones (45,1%)
Es de interés
observar el alto porcentaje de maestros que deciden optar
por definirse como
“arquitectos” (10 de ellos, prácticamente un tercio de los aspirantes). Su uso resulta
un tanto más sugerente por cuanto no existía una distinción legal
entre los términos
de maestro de obras y de
arquitecto, toda vez que la facultad para el ejercicio de la profesión estaba determinada por la corporación gremial
local, que no hacía más distingos
para la práctica independiente del oficio que la aprobación del examen de maestria; evidentemente,el empleo de la
titulación de arquitecto en este
contexto apoya una visión
amplia y completa
de sí mismos como artífices de
la construcción, aludiendo a una capacidad particular para el dominio del diseño, en especial la creación y el dibujo
de edificios o sus partes
ex novo. Recordemos que, según la cultura
del clasicismo, el desarrollo de la idea arquitectónica, a través del entendimiento, permitía una mayor cualificación del constructor, elevando su rango hacia una
profesión intelectual y liberal, frente a las artes puramente mecánicas12.
La continuidad de este significado del arquitecto debe
matizarse en el caso del Barroco
hispánico, y en particular en el ámbito
sevillano, con una vertiente del concepto relacionado con la capacidad
artística para el dominio del ornato, de modo que
configurase, más que una condición, una virtud artística, por encima de una consideración específica de su arte. La participación en la capacidad
de diseñar se concreta, entonces, en la cualidad para
la creación del adorno, de modo que un amplio
panorama de artífices –más allá que los maestros de obras-, pudieran
desarrollar tales elaboraciones, incluidos escultores o pintores, lo que conduce
en no pocos casos a un uso asociado del término que traspasa las barreras corporativas. Así, y en el caso sevillano, ensambladores como Bernardo Simón de Pineda
o pintores como Domingo Martínez serían titulados en la documentación catedralicia como
arquitectos, a modo
de distinción de su capacidad artística13 Por encima de las cuestiones estructurales y técnicas, el dominio de los adornistas se comprendía como
una capacidad para
la composición y la forma,
característica esta que había
definido de tal modo el quehacer de los artistas
barrocos del XVIII que se convierte en adjetivo propio
de los maestros y arquitectos del período, y en campo
de batalla propio
de la crítica ilustrada14; en el entorno de este significado, debe entenderse la recurrente denominación de arquitectos con que la documentación define a los autores de las trazas
de los retablos, fueran
estos artistas profesionales incluidos en el grupo de los carpinteros, ebanistas, escultores o entalladores, y que define
a los autores de las máquinas
lignarias del Barroco
local15.
El número de maestros que
aluden al término
de arquitecto como presentación o conclusión en sus títulos
expone bien a las claras,
y de acuerdo con la literatura artística del período, que el concepto de arquitecto surgido durante el Renacimiento y vinculado a la capacidad intelectual para elaborar trazas continuó ligado a la imagen de la profesión
y a la consideración propia del profesional sevillano
de la arquitectura, de acuerdo
a la consideración cultural
del clasicismo, sin
menoscabo de las derivaciones del
término que hemos comentado anteriormente.
Junto a los títulos, los maestros que aspiraban al cargo de la Audiencia exponen su experiencia profesional, (13 de ellos,
en torno al 42%) como
un factor favorable para
su elección, definiéndose de modo concreto las labores efectuadas (9 de ellos);
estas operaciones, de las que serán posteriormente expuestas las más
significativas, aluden tanto a la capacidad para el diseño o
creación de elementos o partes de edificios, como
a la intervención del individuo en un proyecto arquitectónico genérico. Abundan las referencias
a intervenciones sobre
arquitectura civil, -género
correspondiente con las operaciones que debiera
realizar el maestro
titular de la institución judicial-, y en particular aquellas relativas al servicio a la Real
Audiencia cuando así se
había producido previamente. En 1684, fecha
de la primera elección de maestría de obras de la Audiencia, será Juan Navarro
el Mayor el que mencione los más de 9 años
que había servido
a la institución con anterioridad, experiencia que
le avalaría para
ser nombrado en el cargo
con fecha de 19
de diciembre de ese año;
precisamente su hijo obtendría la maestría en interinidad desde
1695, con la promesa de ser nombrado a la muerte
de su padre para el puesto,
sustitución que se confirmaría el 11 de noviembre de 169816. Más
tarde, en 1775,
el arquitecto Ginés
de San Martín, aludiría, en la solicitud que cursó para
optar a la maestría de la Audiencia, al servicio realizado “…en el reconocimiento y plan que se a formado para la nueva
obra que se manda
haser
por el Real Conzejo (sic)”
intervención que efectuó
en el contexto de
inspección y reforma del vetusto
edificio judicial durante
la segunda mitad del
XVIII17.
Otro aspecto que entienden
los solicitantes como mérito favorable para
mover la decisión
de la sala hacia su nombramiento es la referencia a su participación en los cargos del gremio de albañiles
de la ciudad. Su elección
como alcaldes alarifes o examinadores votados por
los maestros de la corporación
se considera un rasgo de madurez profesional y un reconocimiento público de su experiencia y valía como constructores; además,
las obligaciones de los
cargos gremiales conllevaba la participación en aprecios y tasas públicas, valor
añadido para las funciones que debían realizarse en el desarrollo del cargo como maestro
de obras de la Audiencia. Desde el primer
maestro de obras elegido
del que tenemos
noticia, Juan Navarro
el Mayor, se hará
alusión a esta
participación en la responsabilidad de gobierno de la agrupación laboral, y en el caso del alarife citado,
de su participación en la hermandad
asociada a la corporación como
mayordomo y fiscal. Serán
en total 11 maestros los que harán
referencia explícita en su solicitud a la intervención en el gobierno de la corporación.
Finalmente, algunos maestros
expondrán en sus escritos de solicitud su contexto familiar como un mérito relevante para la obtención del cargo. En algunos casos,el
mantenimiento de sus miembros se convierte en argumento
que se entiende favorable para promover
su elección. Francisco Tirado prometerá, en su solicitud del 7 de septiembre de 1775, atender
a la viuda del anterior
maestro Francisco Sánchez
de Aragón; por su parte,
Manuel Talabán, en su escrito
del 15 de diciembre de 1800 reconoce
la necesidad de disfrutar del cargo en razón de “la manutención de su cresida
familia...18”
Pero podemos destacar
dos grupos esenciales entre los maestros
que acuden a esta
referencia privada en sus curricula. Están, en primer
lugar, aquellos que expusieron su parentesco con otros arquitectos que disfrutaban con anterioridad del cargo en la Audiencia. No fue cuestión
menor tal coyuntura, puesto que dos de los maestros nombrados serían sucesores de sus
progenitores en el disfrute
del título. Así ocurrió,
tal como mencionamos, con Juan Navarro
el menor, que sustituyera a su padre,
primero como interino, y finalmente como nuevo maestro elegido
en 1698; también
ocurrió con Manuel
Cintora, quien sustituye a su padre,
muerto en la epidemia de fiebre amarilla de 1800,
en la maestría de la Audiencia. Un tercer caso de
relación familiar no fue mérito
suficiente para su elección: se trata del
concurso del maestro
Luis Martínez de Aponte en 1775, para
quién solicitará su hermana Ceferina, viuda del anterior
maestro,Francisco Sánchez de Aragón, la
plaza de titular
de arquitectura de la Audiencia19.
En un segundo lugar
habría que considerar el conjunto de aquellos
arquitectos que acentúan
el valor de sus solicitudes alegando su pertenencia a un linaje de arquitectos de prestigio en la ciudad,
como es el caso de José
Tirado, hijo del maestro de mismo nombre
que sería arquitecto del arzobispado a comienzos del siglo XVIII
-solicitud de 25 de octubre
de 1725- o el
de Luis Rodríguez de Escacena, que en 1775 comenta su pertenencia a un
linaje reconocido, “siendo su padre y abuelos también
harquitectos conocidos por su
notoria abilidad acreditada por las grandes obras que han hecho..:”. Precisamente apunta este postulante la razón última de esta aportación como mérito, pues los antecesores mencionados “han ystruido al suplicante en todo lo que
comprehende el Arte de suerte que se halla abil para servir
qualquier maestría que se le confiera...”20. En una formación
artística tradicional como era la de los profesionales sevillanos, caracterizada por la participación práctica y la adquisición
empírica de los
medios de resolución de los problemas que la construcción planteaba, un aprendizaje avalado
por la familia aparecía a los ojos de los constructores como un rasgo
laboral digno de ser expuesto.
Más allá de este esquema
de tipos de méritos que hemos esbozado, cabe destacar la evolución
genérica de las solicitudes en el tiempo;
las correspondientes a los años previos al último cuarto
del siglo XVIII
son, por lo general, escuetas, deteniéndose el maestro únicamente en la exposición de los títulos con que se encabeza su escrito; las que pertenecen a un momento histórico cercano a la etapa ilustrada son más amplias,
detallándose aspectos más variados del perfil profesional en los hechos
que se alegan, como en el
caso de las tareas y obras que se les
fue encomendada en sus ocupaciones anteriores, así
como consideraciones sobre la propia formación del maestro, en especial en cuanto a su capacidad para el dominio
del diseño y sus habilidades para el trabajo
en la obra. Es el caso de Gabriel de Alba, que en su solicitud de 1775 señala estar
”… el Suplicante adornado con alguna
instrucción en la Arismética (sic) y
líneas, y siendo
delineador, y al mismo tiempo
con la práctica necesaria para executar por sí qualesquiera lavores como
lo acreditan las
obras citadas y teniendo conocimiento de aprecios
y de las Ordenanzas…”21
En especial, destaca
la redacción más elaborada de las solicitudes de los arquitectos vinculados de manera más directa con el
fenómeno academicista y su plasmación local en la Real Escuela
de las Nobles Artes de
la ciudad. Estos artífices
aluden al carácter
distintivo de su formación
al mencionar sus conocimientos teóricos o matemáticos, a la vez que hacen mención a la naturaleza más o menos reglada de su formación o perfil, cuya
cualificación les permite hacerse eco de su denominación como profesores, tan unida a la categorización ilustrada cortesana de los artistas unidos a la real institución de la Academia. Sin duda, la más amplia
de estas solicitudes corresponde a Lucas Cintora, “Architecto de profesión, y Maestro Alarife
de esta Ciudad,
Director de la Real Academia
de las tres nobles Artes” de
la ciudad,
quien señala su formación
en las “Academias de España”, de las que concreta las de Zaragoza
y Sevilla, así como otras
ocupaciones y obras concretas, para terminar
detallando su participación en la creación y d cencia de la Real
Escuela de diseño local22.
Otros aspirante inmerso en la retórica ilustrada
fue el arquitecto Vicente de San Martín, que se define
como “Profesor del arte de Arquitectura civil y militar,” en su solicitud del 13 de septiembre de 1775. Por su parte,
José Echamorro, vinculado al servicio de la maestría
de obras de la ciudad,
se titula como “Arquitecto mayor
de esta ciudad,
con título de Real y Supremo Consejo de
Castilla”, y alude a un supuesto
título como “académico de mérito” de
la Real escuela sevillana23; en el caso del maestro de obras Antonio
Aboza, declarará en su solicitud tras la muerte
de Lucas Cintora
en 1800, el haber sido su suplente
en las clases de arquitectura de la Real Escuela24. Finalmente, algún solicitante, como
es el caso de Rafael
de Ledesma, expondrá claramente que su capacidad profesional será su mayor distinción, alcanzando un reconocimiento en su labor
“sin tener otra recomendación que su buen modo de manejarse25”
Las solicitudes presentadas por los
alarifes y arquitectos que aspiraron al cargo de maestro de obras de la Real Audiencia revelan aspectos
novedosos sobre
el devenir profesional de estos artífices, que permiten completar algunos aspectos de sus biografías
particulares o dotar de autoría a alguna atribución tradicional sobre la arquitectura local
del Barroco.
Así sucede con las solicitudes emitidas por integrantes de las familias más destacadas en la arquitectura local
durante este período;
entre el notable
linaje artístico de los Figueroa
serían Ambrosio y Matías aquellos
que participarían en los procesos de selección de la Real Audiencia. Un activo Ambrosio de Figueroa se titula en su informe
de 1733, fecha
de su compromiso para la obra de la capilla
de San Leandro, como “Arquiteto
(sic) y maestro de obras en esta Ciudad y de los Monasterios de Señor San Gerónimo y SanYsidro
del
Campo…”; se manifiesta así el servicio de este artífice a estos conjuntos edilicios de los jerónimos
en Sevilla, labores
desempeñadas al comienzo
de la madurez laboral
de este arquitecto, hijo del reputado Leonardo de Figueroa,
y que eran inéditas hasta
el momento26. Su hermano
Matías, que participa en la misma elección, se presenta como
arquitecto del colegio
de San Telmo,
maestro en ausencias del cabildo municipal, -datos estos conocidos de su actividad-, y asimismo, como
maestro “del templo y nobisiado (sic)
de San Luis” de la Compañía de Jesús, confirmando la
relación apuntada recientemente de este artista
con la gran obra dieciochesca de los jesuitas
en la ciudad27.
Por su parte,
son tres miembros de la familia
de los Tirado, destacados maestros de obras de la capital
sevillana, los que acreditan sus méritos para
la obtención del cargo en la Real Audiencia. Para la elección
de 1725 se presentan las solicitudes de José y Silvestre Tirado,
maestros de obras e hijos del
arquitecto José Tirado,
quién llegara a ser titular
de las obras del arzobispado a finales
del siglo XVII28. José
Tirado hijo expone
en el escrito de solicitud su experiencia de más de 26 años en el ejercicio del oficio, quince
de ellos como
maestro aprobado29.
Su hermano Silvestre se titula como maestro de obras del convento
de carmelitas descalzas de la ciudad,
con más de veinte años
de experiencia en el
momento de cursar
a la plaza de la Audiencia30. Recoge Silvestre en su exposición algunas de sus principales intervenciones al servicio del arzobispado, para quién trabajase como
maestro asentista en diversas iglesias y parroquias. Así, señala su tarea en la obra de la torre de la iglesia
de la ciudad de Moguer,
sin duda intervención que desaparecería tras
la reconstrucción del templo
durante la segunda mitad del
XVIII; también menciona
su participación en las
tareas de erección
de la torre parroquial de Campillos, donde
también trabajara su padre,31 así como su trabajo en “la torre de la Yglesia
Mayor de Calañas y las Portadas”, edificio que se amplía
en los primeros años del siglo
XVIII mediante la extensión de su nave central
y el alzado de sus
laterales, y donde trabajaría posiblemente como maestro
alarife. Sobre esta parroquia,
en 1703 el visitador del arzobispado declararía que faltaba erigir las portadas
para consumar la conclusión de la iglesia;
la parroquia soportaría igualmente una amplia renovación en los años
iniciales del siglo
XIX32. Después de este intento de convertirse en maestro de obras de la Real Audiencia, Silvestre Tirado desempeñaría funciones
de maestro mayor del obras del
arzobispado hispalense, determinando las condiciones para la construcción de la
iglesia de Cabezas Rubias y Higuera
de la Sierra a comienzos
de la década de los treinta, entre otros trabajos33.
El último aspirante de esta familia
al cargo sería
Francisco, vástago de Miguel, un tercer hijo
de aquel José Tirado que fuese maestro
de obras del cabildo eclesiástico; Francisco presenta su solicitud en 1775, y expone en ella,
entre otros méritos
“la fábrica de sesenta
casas que ha hecho en esta ciudad, la portada
del convento de Nuestra Señora
de la Merced, el cañón
del de Nuestra Señora
del valle”, así como su intervención en el que califica como “ruidoso” pleito entre El Colegio de San Telmo y el convento de
San Diego. Efectivamente, se trataba
de un maestro de obras
activo en el último
tercio del siglo, que también ostentaría el cargo de mayor de obras del Hospital de la Misericordia, y que llegaría
a ser alcalde alarife del gremio local
de albañiles34. El pleito que menciona es el que
existió en la ordenación de los
terrenos extramuros al sur de la Puerta
de Jerez entre las dos entidades que comenta; en cuanto a la portada de la Merced,
bien pudiera referirse
a la lateral de la iglesia,
fechada sobre estos
años y atribuida hasta ahora
al arquitecto José Álvarez35.
De la familia
de arquitectos San
Martín, aquella a la que
perteneció la figura de Pedro de San Martín, arquitecto titular del cabildo
del municipio desde 1749
hasta su muerte
ocurrida en 1784, concursó
a la plaza de obras de la Real Audiencia en 1775 su hijo Ginés36. En su escrito
destacaría el haber
participado como asesor
de las operaciones del propio edificio judicial en esos años, cuando se consideró que su estado de deterioro
requería el consejo de expertos para
proceder a su consolidación y posterior reforma37; su hermano
Vicente también solicitaría la plaza de esa convocatoria38; de él señalamos con anterioridad el carácter del perfil expuesto
en su solicitud como profesional de la arquitectura, en donde se ofrecían pinceladas de un concepto ilustrado sobre la comprensión de su oficio;
de sus intervenciones concretas, este maestro aporta
en su escrito las obras
oficiales llevadas a cabo
en la Real Fundición de Artillería de Sevilla, donde
trabajó en ayuda
de su padre como delineante, durante
la ampliación ordenada
por el brigadier Juan Manuel de Porres. Refiere
también su intervención en los castillos de defensa de la costa de Málaga para la protección de sus poblaciones, así como su intervención en la Plaza
de toros de la Maestranza sevillana, donde
delineó el plano de ochavas
que informaba sobre
lo que quedaba
por hacer en este
edificio para su conclusión. En su solicitud incluye igualmente las obras
encargadas por la ciudad para la reparación de las murallas y paseos entre
el puente y la Puerta
de San Juan, y finalmente comenta su participación en la obra en el convento de San Francisco de la ciudad,
donde sabemos que sustituyó
los arcos del coro por un único arco escarzano de gran luz, solución arquitectónica en el concurrido templo
que fue alabada por sus contemporáneos y que permitió
la cita de este arquitecto por la historiografía decimonónica39.
Los memoriales o solicitudes elevados a la Real Audiencia ofrecen
también información sobre otros recorridos individuales de algunos destacados maestros del
gremio sevillano. Es el caso
de Francisco Sánchez
de Aragón, que llegaría
a tener cierta
relevancia en el panorama del oficio de la albañilería desde
mediados del siglo.
Uno de sus
primeros logros profesionales sería sin duda la obtención de la plaza de arquitecto de la Real Audiencia, de la
que fue elegido el 14 de diciembre de 1734 por acuerdo de la sala.
Más tarde se convertiría en arquitecto suplente
del cabildo de la ciudad, ostentando, junto al cargo mencionado, el de Maestro
de la Real Fábrica de Salitre de la ciudad40. En su solicitud, presentada un año antes, se declara
maestro de la
provisión general, y cita su intervención, coetánea al escrito, en la obra de
la Casa de Caridad de Cádiz, desarrollada posiblemente en la ubicación
primitiva de esta institución, en las afueras
de la ciudad, en el sitio de la
ermita de Santa Elena,
donde se situaba
desde el siglo
XVII y antes, por tanto, de la construcción del nuevo edificio del Hospicio, realizado desde 1763 por Torcuato Cayón en aquella población bajo el patrocinio del Conde O`Reilly41.
Un alarife sevillano muy activo
en la segunda mitad del siglo XVIII fue
Gabriel de Alba,
hijo del también
maestro Mateo. Sus encargos fueron amplios en el campo
de la arquitectura doméstica, y también en la religiosa, realizando en 1765
la obra del Hospital de San Ildefonso de Alcalá de Guadaira. Para 1775, fecha
en que elevó su solicitud para la plaza vacante de la Real Audiencia, Alba se presenta como un arquitecto de sólida
trayectoria, avalado por sus intervenciones en las iglesias parroquiales del
arzobispado. En la súplica correspondiente refiere
la construcción de la iglesia
de Lucena del puerto,
templo onubense donde trabajaría con su padre,y
cuya intervención acabó
en el año de 1761,
así como sus intervenciones en la de Paterna
y Guillena. Menciona también en su escrito
su participación reciente
en las obras del convento
dominico de San Jacinto de Sevilla42.
En 1775 presentaría su solicitud José
Camino, un activo maestro
de albañilería local,
que llegaría a prestar asesoramiento al cabildo eclesiástico sobre la reforma de determinados templos
del arzobispado43. Camino declara
en su solicitud ser
autor de la obra de la tribuna
del órgano del
Convento casa grande del Carmen en la ciudad,
así como estar
en el momento del escrito siguiendo como aparejador “la obra de la casa del Sr. Marqués de valhermoso”, quizás alusión a alguna reforma
en la casa-palacio de los Bucarelli de Sevilla,
propiedad de los marqueses de Vallehermoso, o bien en algún inmueble
de los Fernández de Villavicencio, familia relacionada con la administración
de la ciudad
y que ostentaba el marquesado de Valhermoso de Pozuela.
Finalmente, el arquitecto elegido en esas fechas, Lucas
Cintora, fue autor de un extenso
memorial que hemos
comentado anteriormente, donde alega como ejemplo de intervenciones realizadas en su trayectoria profesional varias obras de carácter
religioso; así, comenta
su quehacer en “la media naranja
y linterna” del
convento trianero de la Victoria, cenobio casa
grande de la orden de los Mínimos
en la ciudad, participación que suponemos debió
ser del agrado
de sus patronos, esta intervención, puesto que algunos años
más tarde intervino en la reparación de los arcos
torales de la iglesia del colegio de San Francisco de Paula, de la misma
orden religiosa44. También señala
en su memorial, haber “sacado de cimientos y finalizado la iglesia de las Monjas
de dicha Triana”, refiriéndonos así su intervención en la construcción del convento
de clausura de monjas mínimas
de aquel arrabal histórico, que sería edificado con el patrocinio del canónigo Miguel
Cossío, y estrenado el 20 de mayo de 176045. Cita también Cintora
otras intervenciones en su haber como asentista de obras del arzobispado de Sevilla, siendo éstas
la torre y sacristía de la iglesia
de Manzanilla, y la iglesia
Mayor de las Cabezas, ambas
desarrolladas bajo las condiciones del arquitecto Ambrosio de Figueroa
y levantadas desde los años finales de la década
de los cincuenta y a lo largo de la siguiente
del siglo XVIII.
Para completar su presentación
de una amplia experiencia laboral, señala genéricamente su participación en otras construcciones, como ”casas,
molinos, haciendas de campo y otras obras de menos consideración dentro
y fuera de Sevilla46”.
De este modo, la
documentación de estas convocatorias descubre
el paso por ellas
de buena parte
del gremio sevillano de la albañilería, que aspiraba al disfrute de un importante puesto de la arquitectura de la ciudad,
cuyo cargo y funciones parecen
institucionalizarse en el seno de una entidad
que, desde la reforma de la justicia impuesta por los Austrias
mayores en Sevilla, tendrá un papel destacado en la administración y vida social
de la misma durante la Edad Moderna. Sus solicitudes desvelan
el ejercicio puntual
de sus intervenciones,
interesante por ofrecer información y precisar su papel concreto en las obras locales de fines del XVII y el siglo XVIII, pero sobre todo porque revelan las inquietudes profesionales de estos aspirantes, a
quienes el peso de la tradición o las opciones
de renovación ilustrada condicionan enormemente la comprensión de sus propios
méritos. El cargo al servicio de la Real Audiencia se convirtió para ellos en un medio de subsistencia o ascenso laboral y social en una Sevilla
jerarquizada y poco
flexible, donde la libertad del artista,–sujetos como estaban al control del ejercicio de su oficio, a la dureza
de las condiciones de trabajo
y a las limitaciones impuestas por el gremio– era
aún una aspiración lejana.
SOLICITUDES AL PUESTO DE MAESTRO DE OBRAS DE LA REAL AUDIENCIA DE SEVILLA
(1684-1801) |
|
MAESTRO |
FECHA DE
SOLICITUDY NOMBRAMIENTO (EN NEGRITA) |
1684 |
|
Juan Navarro el mayor |
Nombramiento 19 de diciembre de 1684 |
1698 |
|
Juan Navarro el menor (+ 1725) |
Maestro de obras “en ausencias” de su padre el 22
de septiembre de 1695; Nombramiento como titular el 11 de noviembre de 1698 |
1725 |
|
Cristóbal Portillo Dávila (+1733) |
21 octubre de 1725. Nombramiento 29 de octubre de 1725 |
Manuel de Silva |
25 octubre 1725 |
José de San Martín |
25 octubre 1725 |
José Tirado, |
25 de octubre de 1725 |
José de Escobar |
25 de octubre
de 1725 (retira su solicitud 29 octubre de 1725) |
Silvestre Tirado |
29 de octubre de 1725 |
Francisco Escacena |
29 de octubre de 1725 |
1733-1734 |
|
Ambrosio de Figueroa |
20 abril 1733 |
Clemente Ignacio Moreno |
20 de abril de 1733 |
Francisco Escacena |
20 de abril de 1733 |
Matías de Figueroa |
27 de abril de 1733 |
Francisco Sánchez de Aragón (+ 1775) |
17 de diciembre de 1733. Nombramiento 14 de diciembre de 1734 |
Manuel Sánchez |
11 de enero de 1734 |
Manuel de Silva |
7 de octubre de 1734 |
1775 |
|
Ginés de San Martín |
7 de septiembre de 1775 |
Francisco Tirado |
7 de diciembre de 1775 |
José Camino |
11 de septiembre de 1775 |
Luis Martínez de Aponte |
10 de septiembre de 1775 |
Luis Rodríguez de Escacena |
11 de septiembre de 1775 |
Manuel de Castro |
12 de septiembre de 1775 |
Lucas
Cintora (+ 1800) |
11 de septiembre de 1775. Nombramiento en 5 de octubre de 1775 |
Vicente de San Martín |
13 de septiembre de 1775 |
Gabriel de Alba |
18 septiembre 1775 |
Diego García |
18 septiembre 1775 |
1800-1801 |
|
Manuel Cintora |
2 diciembre de 1800. Nombramiento el 23 de enero de 1801 |
José Echamorro |
17 diciembre 1800 |
Antonio Aboza |
Sin fecha |
Rafael de Ledesma |
20 diciembre 1800 |
Manuel Talabán |
15 diciembre 1800 |
1. En las Respuestas al Catastro
en 1755 (DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio et al.
La Sevilla de las Luces
con las Respuestas y Estados Generales del Catastro de Ensenada. Sevilla: Comisaría de la ciudad de Sevilla para
1992, 1991. Unos
años más tarde,
en 1762, el maestro Francisco Escacena cifraría el número de maestros en 112, en 80 el de oficiales, 560 de peones y 30 aprendices en Archivo
Municipal de Sevilla.
Sec. II. Única
contribución. Carp. 334. 299v-300. Relación de utilidades de algunos maestros alarifes. Documento citado
por PLEGUEZUELO, Alfonso:“Sobre Cayetano de Acosta,
escultor en piedra”,
Revista de Arte Sevillano, 2, 1982, 35-42.
2.
En
el documento citado
inmediato y anterior,
Pedro de Silva, primer
maestro mayor de obras
del arzobispado, generaba unas utilidades de 2500 reales,
Ambrosio Figueroa, como segundo maestro de obras
del cabildo eclesiástico, 2000; Pedro de
San Martín, el maestro de obras del cabildo de la ciudad,
otros 2000 reales;
por su parte, Ignacio Moreno, maestro de obras de los Reales
Alcázares, y Francisco Sánchez de Aragón,
de la Audiencia, compartían la misma cifra de 1500 reales.
3.
Véase nota 5. Exp. 2.
4.
OLLERO LOBATO, Francisco: “La reforma
del Palacio Gótico de los Reales Alcázares de Sevilla
en el siglo XVIII”, Laboratorio de Arte, 11, 1998, 233-252;
FALCÓN MÁRQUEZ,Teodoro: El Sagrario de la Catedral de Sevilla. Sevilla: Diputación, 1977.
5.
Archivo Histórico Provincial de Sevilla. Sección Archivo
de la Real Audiencia. Leg. 357. Exp. 2 al 6. Expediente sobre nombramientos de maestros mayores de obras de esta
Real Audiencia.
6.
Cfr.
Ordenanças de la Real
Audiencia de Sevilla. Sevilla: Bartolomé Gómez,
1603 (Sevilla, Guadalquivir, 1995, con estudio introductorio de Bartolomé CLAVERO:“Sevilla,
Concejo y Audiencia. Invitación a sus ordenanzas de Justicia”, pp. 7-95
7. Archivo de la Real Audiencia… 25 de octubre
de 1725. Solicitud de José de Escobar para ser nombrado maestro
mayor de obras de la Real
Audiencia, quién alude
como mérito haber sido “uno
de los seis artífises nombrados por esta Real Audiencia para poder apreciar,
y obrar sin acompañado”
8.
Cfr. CABRA LOREDO, María Dolores y SANTIAGO PÁEZ, Elena María: Iconografía de Sevilla 1400-1650. Madrid: El Viso, 1988;
SERRERA, Juan Miguel et al.: Iconografía de Sevilla. 1650-1790. Madrid: El Viso,
1989; GONZÁLEZ MORENO, Joaquín: De Cárcel Real
a sede de Caja San Fernando. Sevilla:
Caja San Fernando
de Sevilla y Jerez,
1997; FALCÓN MÁRQUEZ,Teodoro:“La Cárcel
Real de Sevilla”en Laboratorio de Arte, 9, 1996, págs. 157-170
9.
HERRERA, Francisco: Noticias de arquitectura 1700-1720. Sevilla:
Guadalquivir, 1990, Pág. 109
10. Tal como se titula en la documentación
catalogada por HERRERA, Francisco: Noticias… Op. Cit
11. Cfr. OLLERO LOBATO,
Francisco: Cultura artística y arquitectura en la Sevilla
de la Ilustración (1775-1808) Sevilla: Caja San Fernando, 2004,
y CHÁVEZ GONZÁLEZ, María del Rosario: El Alcázar de Sevilla en el siglo
xIx. Sevilla: Patronato del Real Alcázar
de Sevilla, 2004, especialmente el capítulo dedicado a las intervenciones neoclásicas
12. Al arquitecto lo define Covarrubias: “vale tanto como maestro de obras, el que
da las trazas
en los edificios y hace las plantas,
formándolo primero en el entendimiento” (COvARRUBIAS, Sebastián de:Tesoro de la Lengua
Castellana o española,
Madrid: Luis Sánchez, 1611, 84v) y el Diccionario de Autoridades indica
como tal a un “maestro de obras que
idea y traza las fabricas y los edificios” (Diccionario de la lengua
castellana, en que se explica
el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases
o modos de hablar,
los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua [...] Compuesto por la Real Academia Española. Tomo I. Madrid: Imprenta de Francisco del Hierro, 1726,
378. Fundamental estudio
sobre la introducción en el Renacimiento hispano de la acepción albertiana del arquitecto sigue
siendo MARÍAS, Fernando:“El problema
del arquitecto en la España
del siglo XVI”en
Academia, 48, 1979, 173-216.
13. QUILES GARCÍA, Fernando: El Teatro de la Gloria.
El universo artístico de la Catedral de Sevilla en el Barroco. Sevilla: Diputación. Universidad Pablo de Olavide, 2007,
pp. 343 y 351.
14. Por ejemplo, la lucha por la autonomía de la arquitectura frente a pintores
y retablistas adornistas llevada a cabo
por la Academia de San Carlos
en el ámbito valenciano. Cfr. Parte III de BÉRCHEZ,
Joaquín: Arquitectura y academicismo en el Siglo xvIII valenciano. Valencia: Edicions Alfons
el Magnànim, 1987
15. Cfr. HERRERA GARCÍA,
Francisco J.: El retablo sevillano en la primera
mitad del siglo
xvIII. Evolución y difusión del retablo de estípites. Sevilla: Diputación, 2001. En especial, el capítulo 2
16. Son, por tanto, dos maestros
del mismo nombre
los que sirven
a la real institución. Sobre los datos biográficos ya conocidos de Juan Navarro, cfr.
FALCÓN, T.: “La Cárcel
Real…” Op. Cit.
17. Archivo de la Real Audiencia… 7
sept. 1775. Cfr. ALADRO, José Manuel,
y OLLERO, Francisco: “Documentación, fuentes
impresas e iconografía” en Documentación, estudio y análisis histórico
e arquitectónico del edificio de la antigua
Audiencia de Sevilla,
sede actual de Cajasol (en preparación)
18. Se titula como “maestro
Alarife en esta
Ciudad de las temporalidades de la Colegial del Señor San Salvador del Excemo Señor Marques de los Balvases del Excmo Señor
Marquez de Santa Cruz,” y junto a la necesidad de mantener a su familia, alude a su habilidad y suficiencia para el empleo. Archivo de la Real
Audiencia… 15 diciembre 1800.
19. Archivo de la Real Audiencia… Solicitud del 10 de septiembre de 1775
20. Archivo de la Real Audiencia. 11 de septiembre de 1775
21. Archivo de la Real Audiencia… Solicitud de 18 de septiembre de 1775
22. …“con
grande aplicación ha asistido muchos años a varias Academia de España para adistrarse en la noble
Arte de Architectura, y especialmente desde el año de 1746,
4 años a la de Zaragoza,
3 años en esta Ciudad en la que a sus expensas
costearon algunos aficionados en casa de Don Juan Alcaide y 4 en la de Matemáticas que dirigía Don Pedro
Miguel Guerrero, que al mismo tiempo ha exercido la práctica de dicho Arte con la aprobación necesaria // 5 años en el famoso templos
de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, y 11 en la Real fábrica de tabaco de esta Ciudad
que siendo Maestro Alarife de la Santa Inquisición y de algunas
otras comunidades ha desempeñado sus encargos a satisfacción,haviendo ideado y executado la media naranja
y linterna de lavictoria
de Triana,y sacado de
cimientos y finalizado la iglesia de las Monjas
de dicha Triana, la torre y sacristia de la iglesia
de Manzanilla,y la iglesia
Mayor de lavilla de las Cabezas,sin contar casas,molinos,haciendas de campo
y otras obras de menos consideración dentro
y fuera de Sevilla. Finalmente que haviendo sido uno de los
primeros que a sus propias
expensas comenzaron a establecer y sostener la Junta de aficionados que después se dignó proteger
Su Magestad y dotarla para enseñanza pública
como Real Academia de las tres nobles artes ha tenido la honrra de haver sido empleado en ella para la pública
enseñanza de las Matemáti// cas como Director
de Architectura. Con estos tales quales méritos
de que podrán informar, si fuere necesario, el Señor Don Francisco de Bruna, y el Señor Don Ignacio
de Aguirre, que están
más enterados que otros en el interior
de la Academia…” Archivo de la Real Audiencia… 11 de septiembre de 1775
23. Sin facultad para
emitir tal título.
Cfr. SUÁREZ GARMENDIA, José
Manuel: Arquitectura y Urbanismo
en la Sevilla del siglo xIx. Sevilla: Diputación, 1986.; OLLERO,
F: Cultura artística… Op. Cit.
24. Menciona haber suplido
“el exponente en las ausencias y enfermedades de dicho difunto en la clase de Arquitectura que tenía en la Real // Escuela”
durante más de veinte años.Archivo de la Real Audiencia. Solicitud
sin fecha.
25. En su solicitud del 20 de diciembre de 1800 se titula como “Maestro de los Reales Pósitos e igualmente lo es de los Combentos
de la Merced, Asumpción, Santo
Ángel, Parroquia de la Magdalena, de la Capillas
de la Corona; de los Señores Conde de Hornachuelos, y Marqués de Guadalcazar, y Arenales, y assimismo por nombramiento del Cavildo eclesiástico de esta Ciudad ha
construido variasYglesias nuevas en este Arzobispado, y ha // reparado otras”
26. Real Audiencia… 20 de abril
de 1733. La monografía del
artista ARENILLAS, Juan Antonio:
Ambrosio de Figueroa. Sevilla: Diputación, 1993.
27. “Archittectto y maestro mayor
de las obras del Real
Colegio y Seminario de San Telmo, y assimismo Maestro en ausencias y enfermedaddes de las obras
del Cavildo y rregimiento de esta ciudad, maestro mayor del templo y nobisiado
de San Luis de los Padres de la Compañía
de Jesús, y Alcalde Alarife que e sido de esta ciudad…”
Real Audiencia… 27 abril de 1733. Sobre
los Figueroa y San
Luis, consultar entre
otros el estudio
reciente de RAVÉ PRIETO, Juan
Luis: San Luis de los
Franceses. Sevilla: Diputación, 2010
28. Cfr. HERRERA,F.: Noticias de arquitectura… Op. Cit., y CRUZ ISIDORO, Fernando: Arquitectura sevillana
del siglo xvII. Maestros mayores
de la Catedral y del Concejo
Hispalense. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1997
29. Archivo de la Real Audiencia... Solicitud del 25 de octubre de 1725
30. “Hallandome como es notorio
con más de veinte años de maestro
alarife y con la ynteligencia que se requiere
para dicho arte pues el Yllustrisimo Cavildo
de la Santa Yglesia siempre
que se an ofresido obras en diferentes tenplos
en el arzobispado // se las ha puesto a mi cuydado
como a sido la torre de laYglesia de la ciudad
de Moguer; Y la torre de lasYglesia de Canpillos; y la torre de la Yglesia
Mayor de Calañas y las Portadas; como asimismo aver echo diferentes cassas…”.Archivo de la Real Audiencia… 29 de
octubre de 1725
31. CRUZ ISIDORO, F.: Arquitectura sevillana…
Op. Cit., págs. 152-153
32. http://webcristobal.iespana.es/COMPONENTES.HTM 23/01/2011
33. MATA TORRES, Josefa: “Noticias sobre Andrés de Silva, Maestro
Alarife” en Laboratorio de Arte, 8, 1995, págs. 431-445
34. OLLERO, F: Noticias de arquitectura… Op. Cit., pág. 463
35. Así se atribuye en FERNÁNDEZ ROJAS, Matilde: El convento de la Merced
calzada de Sevilla. Actual
Museo de Bellas
Artes. Sevilla: Diputación, 2000.
36. Sobre Ginés de San Martín,
cfr. OLLERO, F: Noticias
de arquitectura… Op. Cit., págs. 386-390; y Cultura artística… Op .Cit.
37. ALADRO, José Manuel, y OLLERO,
Francisco:“Documentación, fuentes impresas e iconografía” Op. Cit.
38. Real Audiencia… 13 de septiembre de 1775
39. Sobre el arquitecto, cfr. OLLERO, F: Cultura
artística... Op. Cit. Extractamos parte de
la solicitud: “Edifique, primeramente, la Real Fundición, Hice diferentes Castillos en las costas de Málaga, para
defensa de aquellas
Poblaciones immediatas: las obras que se ven executadas desde
el Puente de esta Ciudad
hasta la Puerta
de San Juan. La plaza
de funciones de la Real Maestranza de Caballería. He delineado en veinte y siete años, todos
los planos y perfiles de distintos proyectos
que se han recomendado a los Señores
Asistentes, que en estos tiempos,
han existido en esta Ciudad,
añadiendose otras obras de varios templos,de
que ofresco certificación.Y finalmente están actualmente executando otra
en el Real Convento casa
grande de Nuestro
Señor Padre San Francisco de esta ciudad…”
40. Cfr. OLLERO, F: Noticias de arquitectura… Op. Cit.,
págs. 375-383 y notas
41. “Arquitecto con inteligencia en dicho arte y maestro
mayor que esta executando oy la obra de la Casa de la Charidad de Cádiz, maestro
también mayor de la Provisión General, en donde
se ha construido diversas
obras para el Servicio Real…”
Hizo dos memoriales para solicitar la plaza,
fechados en 30 de junio y el 17 de diciembre de 1733, este último del que extractamos el texto anterior
42. OLLERO: Noticias de arquitectura… Op. Cit., págs.
27-35 y notas.
Precisamente la
fecha de la inauguración de las obras
del convento. Cfr. SÁNCHEZ
DE LOS REYES, Francisco J. y NOGALES
MÁRQUEZ, Carlos F.:“El convento
dominicano de San Jacinto
de Sevilla”, en
Monjes y Monasterios españoles.Actas del Simposium. Madrid:
Estudios Superiores de El Escorial,
1995, págs. 675-700.
43. Sobre Camino, Noticias de arquitectura…, págs.
85 y 86
44. OLLERO, F: Cultura artística… Op. Cit.,
pág. 128
45. La iglesia, de una única
nave, se cubre con
cañón en el que se abren lunetos
en el presbiterio.Véase MONTOTO, Santiago:
Esquinas y conventos de Sevilla,
Sevilla: Universidad de Sevilla, 1991 (3º ed.),
p. 167.
46. Cfr. Real Audiencia… Solicitud de Lucas
Cintora. 11 septiembre de 1775. Sobre
las intervenciones citadas, véase
ARENILLAS, J.A.: Ambrosio de Figueroa…, Op. Cit.,
OLLERO, F: Cultura artística… Op. Cit.