Pintura
guadalupana en Cádiz
Patricia Barea Azcón
Universidad de Granada. España
atrio, 13-14 (2008) ISSN: 0214-8289 p. 37 - 52
Resumen: La existencia de un buen número de pinturas de la Virgen de Guadalupe de México en Cádiz
da fe de las intensas relaciones mantenidas con el virreinato de Nueva España durante los siglos XVII y XVIII, como
consecuencia de su categoría de Puerto de Indias. La
mayoría son óleos sobre lienzo situados en edificios religiosos y domicilios particulares, traídos por gaditanos afincados en la Nueva España con un sentido básicamente devocional. Su presencia tiene un gran valor simbólico y atestigua un proceso de intercambio cultural en el que intervinieron factores de diversa índole.
Palabras clave: Pintura religiosa, siglos XVII y XVIII,
México, Cádiz, virreinato de Nueva España,Virgen de Guadalupe.
Abstract: The existence of a great number of paintings
of the mexican Virgen of Guadalupe in Cádiz proves the
intense relationships kept with the New Spain viceroyalty during the XVIIth
and XVIIIth centuries, as a consequence of its category
of Port of Indias. Most of them are oil paintings situated
in religious building and particular addresses, brought by people of Cádiz settle
down in the New Spain with a basically devotional sense.Their presence has a great symbolic value and proves
a cultural interchanging process in which took part different kind of factors.
Key words: Religious painting, XVIIth and XVIII centuries, México, Cádiz, New Spain vicerroyalty,Virgin of Guadalupe.
La presencia de un buen número de pinturas mexicanas en Cádiz y su provincia
avala las intensas relaciones mantenidas con el virreinato de Nueva España. Son en su mayoría
de representaciones de la Virgen de Guadalupe de
México, diseminadas en iglesias, conventos y domicilios particulares que llegaron entre los siglos XVII y XVIII por vía marítima.
Los contactos de Cádiz con América
fueron múltiples y de diversa
índole debido a su condición de puerto
de Indias. Sevilla ofrecía una
serie de ventajas dadas sus
características de puerto interior
y fluvial, pero Cádiz gozaba de una mayor amplitud y tradición marina. El hecho de ser
una ciudad casi completamente
circundada por el mar, situada
en la encrucijada entre el Mediterráneo y el Atlántico, le confería
una posición privilegiada. Pero
a pesar de estas ventajas, Cádiz carecía de buenas infraestructuras y servicios. Además, tuvo que enfrentarse a adversidades como
los sucesivos ataques piratas y una serie de tormentas y vendavales.
Las relaciones de Cádiz con el Nuevo
Mundo fueron bastante estrechas desde los inicios de la empresa americana: el segundo viaje de Colón, que exigía un puerto más amplio
y mejor dotado que el de Palos,
partió desde el de Cádiz. Además, la procedencia geográfica de los Cargadores a Indias correspondía a esta ciudad en
un alto porcentaje. A mediados
del siglo XVI adquirió protagonismo en el tráfico americano. Pasó de ser un
simple antepuerto complementario a Sevilla, a sustituirla
como capital de la Carrera de Indias.
El punto de partida fue la autorización de la Corona a todos
los navíos que quisieran a cargar sus mercancías allí. En 1535 se instituyó el Juzgado
de Indias, y unos años después se promulgaron dos reales cédulas que ponían fin a la
obligación de retornar a Sevilla.
A comienzos del siglo XVII
la actividad mercantil gaditana inició una fase de crecimiento. En 1666 fue suprimido
el Juzgado de Indias, restituyéndose de nuevo en 1679. Desde entonces Sevilla sólo conservó el aparato burocrático del comercio, mientras que Cádiz se convirtió en el verdadero núcleo del comercio americano.
Entre las ventajas que ofrecía Cádiz con respecto a Sevilla
estaba el ahorro de tiempo y dinero, aunque por otra parte poseía una debilidad militar que la hacía muy vulnerable ante los ataques enemigos. En opinión
del historiador Antonio García-Baquero,
Cádiz aportó al mercado americano
un realismo económico del
que Sevilla careció.1 La competitividad entre estas
dos ciudades no era una novedad
en el siglo XVII.A medida que Cádiz mejoraba sus condiciones y adquiría mayor protagonismo,
Sevilla se debilitaba debido al cambio estructural que
se estaba produciendo en el comercio indiano. El modelo de Cádiz como capital del monopolio fue distinto de los anteriores, confiriéndole una personalidad especial:“Lo
que hace sobretodo importante a Cádiz, lo que la iguala
a los demás importantes emporios comerciales del mundo, es la inmensidad de su comercio”.2
Durante el siglo XVII Cádiz experimentó una evolución demográfica, una gran afluencia de
riquezas, y un importante movimiento portuario. En 1738 la Casa de la Contratación
se trasladó allí. Un año antes lo había hecho la Universidad de Cargadores
a Indias. La investigadora Ana
Crespo sostiene que el anhelo
de Felipe V de controlar el comercio
colonial fue el principal motivo
de los intentos de la Corona por reorganizar
el tráfico, y que las reformas políticas que se llevaron a cabo con ese fin pretendían mantener el sistema basado en el puerto único
para asegurar el monopolio.3
En 1744 un decreto atribuía igualdad de electores para Sevilla
que para Cádiz, lo que supuso el fin del supuesto estatus de ventaja de la comunidad mercantil de Sevilla. En 1769, con
la restitución a Cádiz de su
«Tabla de Indias y tercio de
toneladas», se reconoció a su puerto como
el verdadero foco del comercio hispanoamericano.A
partir de 1778 perdió su carácter de único tribunal mercantil con jurisdicción en la Carrera, y desde entonces sus atribuciones quedaron reducidas al ámbito local.
Cádiz conserva actualmente significativas huellas de su pasado americanista. En
la ciudad y su provincia subsisten hoy día un buen número de edificaciones con estas connotaciones. Una de las más importantes es la Catedral. Prácticamente todo el capital que
se invirtió en ella procedía del comercio americano.Además
de edificios oficiales como la Casa de la Contratación, la Aduana, la Casa del Juez de Indias o el Consulado de Cargadores a Indias, perviven bastantes construcciones religiosas
con vinculación americana como el Oratorio de San Felipe Neri.
Cada una de las grandes órdenes monásticas tenía una casa destinada a hospedar y atender a los frailes de su misma
orden que marchaban a las misiones de América. Uno de ellos
fue el Convento el de Santo
Domingo, de finales del siglo XVII. En su camarín
se encuentra la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad y de la Carrera de Indias.
Conocida como “La Galeona”, era trasladada al muelle y embarcaba con la Flota de Indias cada vez que esta
zarpaba a América para velar por un buen viaje.4 Otro centro emblemático
fue el Convento de Nuestra Señora del Rosario, fundado en 1636 junto a Puerta de Tierra. Desde
sus orígenes estuvo relacionado con la aventura americana, ya que se creó para albergar a frailes que partían hacia el Nuevo Mundo en misión evangelizadora.
También numerosos edificios civiles poseen reminiscencias americanas. La
Casa Fragela, institución destinada al recogimiento de viudas fundada a mediados del siglo XVIII por el comerciante Juan Clat Fragela, está vinculada con el comercio indiano.
En la Plazuela de San Martín se encuentra
la Casa del Almirante, con dos altas
torres para ver venir los barcos que cargaban mercancías ultramarinas. Debe
su nombre a que su dueño, Ignacio de Barrios, fue Almirante de la Armada y Flota
de Nueva España.
Un amplio número
de personajes mantuvieron contactos con América. Muchos de ellos fueron los responsables de la llegada de pinturas
indianas. Los inventarios de
las colecciones artísticas de
clérigos gaditanos del siglo XVIII da fe de ello. Don Gaspar Ximénez Parrado era
propietario de 17 cuadros de
iconografía religiosa: “Tránsito
de Nuestra Señora, la Cena del Rey Baltasar, Nuestra Señora de Guadalupe,
Nuestra Señora del Rosario...”.5 Otro gaditano de gran relevancia en este
siglo fue Vicente Pulciani, propietario de una inmensa biblioteca y fundador de diversas instituciones religiosas. Realizó transacciones comerciales con América. “De sus paredes
colgaban láminas con figuras de santos (San Antonio de
Padua, la efigie de Ntra. Sra.
de los Dolores, San Vicente, San Juan Nepomuceno, Ntra.
Sra. de Guadalupe)...”, lo que demuestra
que entre sus devociones se encontraba la virgen mexicana.6
Muy cerca de Cádiz se sitúa un enclave
que tuvo una especial significación en las relaciones marítimas
con las Indias: Sanlúcar de
Barrameda. Su importancia viene dada por su función de antepuerto
de Sevilla desde época muy temprana. Su
embarque fue autorizado por la Corona en 1508.7
Podemos hablar de una Sanlúcar
americana, que recorre longitudinalmente toda la ciudad.
Entre estos vestigios americanistas se encuentran el Barrio
de los Bretones, la calle de
la Bolsa, o casas solariegas de cargadores a Indias como
la de los Arizón. En el Callejón del Truco se ubicó la Casa de la Contratación,
fundada antes que la de Sevilla. Una de las familias más
insignes y relacionadas con el Nuevo Mundo fue la de los
Guzmán, Señores de Niebla y
Duques de Medina Sidonia. Su
palacio alberga un importante
archivo histórico y numerosas obras de arte, entre ellas representaciones de la Virgen de Guadalupe de México.8
Algunos edificios religiosos dieron cobijo a las expediciones de
los primeros frailes evangelizadores y albergan en su interior obras de arte enviadas
por sanluqueños desde el virreinato: la antigua Iglesia de la Victoria, el
Convento de Capuchinos, el Convento de Madre de Dios, la Iglesia
de San Nicolás, la Iglesia de Nuestra Señora de la O, el Convento de Carmelitas Descalzas, la Iglesia
de Nuestra Señora de la Caridad, o
la Iglesia de la Santísima Trinidad.
No es de extrañar por lo tanto el gran número de pinturas
guadalupanas conservadas en esta ciudad: “Correspondiendo al gran arraigo devocional que obtuvo la Virgen de
la Antigua en Ultramar, en los
templos sanluqueños se veneran hasta 17 cuadros indianos de la Virgen de Guadalupe, así
como otros numerosos objetos de culto que corroboran este destacado efecto «boomerang» que cruza el Atlántico para enriquecer
el panorama artístico de la Baja Andalucía”.9
Otro lugar cercano a Cádiz que ocupó un importante puesto en las relaciones
con América es El Puerto de Santa María. Era un puerto
seguro que contó con el patrocinio de los Medinaceli y experimentó un esplendor económico y un gran incremento demográfico durante el siglo XVIII. Era sede de una de las
Capitanías Generales del Mar
Océano y tenía buenos astilleros donde se equiparon muchas naos de la carrera indiana.10
Junto a un numeroso grupo de hidalgos existía un amplio estamento eclesiástico. Aún quedan palacios de comerciantes y
cargadores, como el de Purullena, el de los Valdivieso o
el de las Cadenas, erigido a
finales del siglo XVII por Juan
Vizarrón y Araníbar. Pero quizás el edificio más importante es el Castillo de San
Marcos, una primitiva mezquita
donde residió Colón en 1484.
Podemos citar importantes nombres de gaditanos que tomaron parte en la empresa
americana. Manuel Benítez de Aranda, natural de Jerez
de la Frontera, se instaló en
Nueva España como maestro platero y ensayador. Fray Fernando
de Sierra, también jerezano,
fue Vicario General de las provincias de Nueva España
a mediados del siglo XVIII e
hizo legados de piezas artísticas al Convento de la Merced de Jerez. Un tal Camacho, oriundo de El Puerto
de Santa María, fue general y capitán
de guardias del virrey de México
a finales del siglo XVII e hizo
donativos a la Iglesia Prioral.11 Muchos de ellos fueron los responsables de la presencia de una
o más de las abundantes obras novohispanas que se localizan
en esta provincia.
La mayor parte de las pinturas novohispanas conservadas en Cádiz tienen por tema a la Virgen
de Guadalupe de México. Antes de referirnos a ellas, es necesario
aludir al surgimiento y la difusión de esta advocación en el virreinato de Nueva España.
Virgen de Guadalupe. Iglesia de
la Victoria. Medina Sidonia (Cádiz). Anónimo. Siglo XVIII. Óleo sobre lienzo.
Aunque tomó el nombre de su homónima extremeña, puede
considerarse una advocación totalmente novohispana.
Una antigua leyenda presuntamente escrita por el indio
Antonio Valeriano y denominada
«Nicam Mopohua» (aquí se narra) cuenta como
en 1531 la Virgen se le apareció
a un indio recién bautizado llamado Juan Diego, en las afueras de la ciudad de México.
Cuando le pidió que fuera a ver al arzobispo fray Juan de Zumárraga y le solicitara la construcción de un santuario en su honor, el arzobispo desoyó su ruego. La Virgen le dijo entonces al indio que recogiera rosas con su ayate
(túnica) y se las llevara.Al desplegarlo en su presencia,
había obrado el milagro de dejar impresa su imagen en él.
Este hecho, conocido como el Milagro de las Rosas, dio
origen al culto guadalupano
en Nueva España.12
Todas las castas del virreinato se identificaron con la
Guadalupana. Su condición milagrosa y carácter popular, alentados por la
literatura criolla, la hicieron
triunfar sobre el resto de las
advocaciones. En palabras de
Francisco de Florencia,“no se
hallará en todo el reino, iglesia, capilla, casa ni choza de español
ni indio, en que no se vean y adoren imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe”.13 Pero también
poseía importantes connotaciones políticas, llegando a encarnar la búsqueda de la identidad novohispana.
Fue sin parangón el tema más representado
en los talleres virreinales. Su iconografía quedó establecida de una forma fija: sin
niño, suspendida en el aire, con corona, túnica rosa y manto
azul de estrellas, rodeada de una aureola de rayos solares. Su rasgo más
distintivo era la tez morena como la de los indios, exaltando su origen novohispano.
Algunos atributos como la luna sobre
la que se apoya, las manos en
actitud de oración, la corona
o los rayos revelan su origen apocalíptico.
Uno de los máximos difusores
de su culto fue el bachiller Miguel Sánchez, considerado el creador de la tradición guadalupana. El pintor Miguel Cabrera exaltó su origen divino
en Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de las Reglas del el Arte de la Pintura en la prodigiosa imagen de Nuestra Señora
de Guadalupe de México, un opúsculo publicado en 1752.
Muchos teólogos relacionaron a la Virgen de Guadalupe con la Inmaculada Concepción,
también de ascendencia apocalíptica.
El indio Antonio Valeriano se
refería a ella como una Inmaculada india.14 Fray Servando Teresa
de Mier contaba que el taller dirigido por fray Pedro
de Gante había producido en masa imágenes de la Virgen que Juan Diego había
visto bajo el aspecto de una Inmaculada Concepción.15
Para el historiador Antonio Moreno, es la mejor muestra de lo que la Inmaculada
fue para América.16 El jesuita
Mateo de la Cruz escribió: “…Y poniendo
los ojos en la Santa Imagen
(la Virgen de Guadalupe), ¿quién no ve que sus señas todas son de la Concepción?”.17
Aunque han existido intentos de relacionarla con la española, poco tiene que ver la una con la otra. En una carta dirigida a Felipe II
el virrey Martín Enríquez en 1575 afirmara que “pusieron nombre a la imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe, por decir
que se parecía a la de España”,
pero su iconografía
difiere bastante de la de su homónima extremeña.
Más acertadas son las teorías
que señalan su semejanza con la imagen de Nuestra Señora
de la Concepción que se conserva en
el coro de la iglesia de este santuario, una imagen gótica apocalíptica, con el niño en brazos,
apoyada sobre la luna sostenida por un querubín y rodeada de rayos solares.
Como
consecuencia de su desmesurado culto, la Virgen de Guadalupe
fue pintada por los principales artistas virreinales como Juan Correa, Miguel
Cabrera o Cristóbal de Villalpando. Existen varios modelos iconográficos.
El más sencillo, conocido
como “Fiel copia del original” se caracteriza
por mostrar únicamente la figura de la Virgen, con ausencia de cualquier elemento decorativo.
El más común es el que la muestra rodeada por cuatro escenas, situadas en los ángulos del lienzo, que relatan sus apariciones al indio Juan Diego con un marcado carácter narrativo. Este suele incluir también
decoración de flores o/y angelitos, y a veces un paisaje del Monte Tepeyac a los pies de la Virgen. Además en
algunas pinturas está acompañada de diversos santos o
advocaciones marianas. En una
de las versiones más polémicas, denominada “el Taller Celestial”
aparece la encarnación humana del Padre, el Hijo o el Espíritu Santo pintándola, reclamando así su autoría.18 En el siglo XVIII se realizaron ricas alegorías guadalupanas que integraban elementos políticos, sociales,
teológicos…
A su
vuelta del virreinato, muchos
españoles trajeron consigo pinturas novohispanas, especialmente copias del retrato guadalupano. No se trató de una actividad organizada, sino perteneciente al ámbito privado. Las
obras formaban parte de los equipajes personales, con un sentido más devocional que artístico. Su propósito
era decorar sus domicilios,
regalar a conocidos o donar a instituciones religiosas de su localidad natal, a menudo con un deseo
de reconocimiento social. Esta
situación deriva sobretodo del valor devocional que habían alcanzado algunas imágenes religiosas. Con frecuencia se trataba funcionarios del gobierno o personas que habían hecho fortuna en
las Indias, y clérigos con el
propósito de propagar su culto en
la comunidad. Estas pinturas
fueron muy apreciadas. Se trataba de una iconografía
exótica, desconocida en nuestro país, de
connotaciones profundamente americanistas. Las personas de mayor poder adquisitivo eran las principales
poseedoras de obras de arte. En
el equipaje de virreyes, militares o altos cargos eclesiásticos
se incluía con frecuencia alguna pintura guadalupana. En ocasiones,
una inscripción informaba de su procedencia.
La que se conserva en el antiguo convento de los Padres Mínimos de Puerto Real (Cádiz), obra
de Miguel Correa, data de 1718 y tiene una que revela que fue pintada:“A
devoción del Cap. D. Juan de Reina”. Junto con el estamento
más noble, muchos comerciantes, artesanos, marineros… quisieron traer una imagen
de la Virgen de Guadalupe al regresar a España: Pero “debemos llegar a finales del
siglo XVII cuando en un estamento social diferente a la nobleza aparece un mayor
número de piezas, no de coleccionistas como los ídolos de oro, sino pertenecientes ya al ámbito cotidiano”.19
A menudo
las donaciones tenían el fin
de dar a conocer en su tierra
natal a laVirgen o al santo
al que se habían encomendado
en su viaje
o estancia en el Nuevo Mundo y al que atribuían la fortuna adquirida en esas
tierras.A veces, al morir el propietario, las pinturas eran enviadas a través de intermediarios, y a en España eran encargadas
a un representante. Los testamentos
y expedientes de Bienes de Difuntos conservados en el Archivo General de Indias de Sevilla han aportado interesantes datos.
La mayoría de las pinturas de la Virgen de Guadalupe que permanecen en España
se encuentran en las provincias de Sevilla y Cádiz debido
a su sucesiva función de puertos de Indias. El historiador Joaquín González Moreno recogió muchas
de ellas en su obra Iconografía
guadalupana en Andalucía,
cuya primera edición data
de 1959.
En Cádiz varios conventos e iglesias albergan pinturas guadalupanas de
diferentes modelos iconográficos:
Son las
representaciones de la Virgen según
el modelo tradicional, sin ningún tipo de elemento decorativo. En el Convento de Santa María se conserva
una pintura del siglo XVIII realizada
sobre tabla, de gran tamaño, en la que con el fin de destacar el rostro de laVirgen se
le abultó la cabeza.También
una de pequeñas dimensiones
que data del primer tercio del siglo XVIII.
Otras se sitúan en el Colegio de Santa Cruz y en el
Oratorio de la Santa Cueva. La primera es de pequeñas dimensiones, del siglo XVII. La segunda ha sido catalogada por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Es una obra realizada por el pintor novohispano Antonio de Torres entre 1760 y 1790, de gran tamaño.
Es el
modelo más abundante, que muestra a la Virgen
rodeada por las cuatro escenas de las apariciones al indio Juan Diego en los ángulos. Por lo general incluyen también decoración de angelitos y
rosas.
En el Convento de Santa María se localiza
un lienzo que “ofrece la originalidad de colocar unidas
en la parte inferior del lienzo, las cuatro cartelas formando un gran rectángulo dividido por filetes dorados en cuatro partes iguales”.
Este es un caso excepcional
en la pintura guadalupana. Un
modelo parecido lo encontramos en el lienzo que se conserva en la catedral de Astorga (León). Además se conserva otro, que según González Moreno es la primera
imagen que encontramos rodeada
de cabezas de ángeles alados.
De hecho, afirma que “la mayoría de las imágenes del último tercio del siglo XVIII conservadas en España con los
ángeles se encuentran actualmente en iglesias y conventos de la ciudad
de Cádiz. Parece como si la ciudad de Hércules hubiera heredado de Sevilla a fines
de este siglo no sólo el comercio indiano, sino la devoción a laVirgen de Guadalupe rodeada de ángeles”.20
Recordemos que en el siglo XVIII casi la mitad de las pinturas de la guadalupana
van acompañadas de angelitos.
El Padre Francisco de Florencia decía que “pareció a la piedad de los que cuidaban el culto de la imagen (a
raíz de la aparición) que sería bien adornarla de ángeles, que alrededor de los rayos del sol le hiciesen compañía”.21 En el Convento de San Juan de Dios se ubica
una pintura de grandes dimensiones
que data del siglo XVIII. Exhibe
las cuatro cartelas en los ángulos, en marcos octogonales,
y una escena del Tepeyac a los pies de la Virgen, enmarcada en un rectángulo. Dos angelitos se apoyan en las cartelas inferiores, y otros dos sostienen las dos superiores.
Entre ellos aparece decoración de rosas. Los ángeles se asemejan a los que aparecen en «La Virgen de la Servilleta» de Murillo.
En la iglesia del ex Convento de Capuchinos se halla una de gran tamaño
que data del segundo tercio del siglo
XVIII. Incluye las escenas de
las apariciones enmarcadas en óvalos con rocalla,
y un paisaje del Tepeyac a los pies de laVirgen. Junto a cada óvalo hay un angelito, y el resto
del lienzo está cubierto de flores.
Joaquín González Moreno menciona
una pintura en la sacristía
de la Iglesia de San Agustín
que incluye las escenas de las
apariciones y el milagro en marcos ovalados
con rocalla y una vista del Tepeyac a los pies de laVirgen. Apoyados en las dos cartelas inferiores hay dos angelitos, y otros
dos sostienen las superiores. Entre ellos aparece decoración
de rosas.
En el Colegio de Santa
Cruz existe un lienzo que presenta
las tradicionales cartelas con molduras rococó. Fue parcialmente destruido, aunque se conserva intacta la parte más interesante.
En un principio tenía seis cartelas (siendo el único ejemplar en alcanzar este
número), con marcos rococó unidos entre sí por seis bellísimos ángeles.Actualmente
sólo se conservan cinco cartelas, cuatro ángeles, y el busto de la imagen de la Virgen. Los ángeles,
al igual que los que aparecen
en los lienzos de la Iglesia de San Agustín, el ex Convento de capuchinos, y uno de una colección particular (la del Sr. Conte), evidencian
el parecido iconográfico con
los de Valdés Leal.
En el Hospital de Mujeres hay una pintura de gran tamaño
catalogada por el Instituto Andaluz
del Patrimonio Histórico que
data de la segunda mitad
del siglo XVIII.
En la sacristía de Iglesia del Oratorio
de San Felipe Neri se encuentra
otra, realizada entre 1675 y
1724.
La que se ubica en la sacristía de la Iglesia de San Antonio, de grandes
proporciones, fue pintada según los datos del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en el siglo XIX.
En la Iglesia parroquia de Santa Cruz (antigua catedral vieja) se encuentra una pintura no muy grande del primer tercio del siglo
XVIII.
En el Convento de Santo Domingo
se halla un lienzo de gran tamaño con la misma cronología.
En la sacristía de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la
Palma se conserva una pintura del segundo
tercio del siglo XVIII.
En la sacristía de la Iglesia de San José
se encuentra una pintura guadalupana con las cuatro apariciones
en marcos decorados, un
angelito sosteniendo cada uno, un paisaje del Tepeyac
a los pies de la Virgen y rosas a ambos lados.Tiene una inscripción que dice:“Se tocó a su original el 24 de Septiembre de 1748”.
Otra representación guadalupana de esta tipología se conserva en la Iglesia parroquial de San Lorenzo.
Difieren del modelo tradicional por sus materiales o temática. En la Casa Fragela de recogimiento de viudas se conservan cuatro lienzos
que tienen por tema las apariciones de laVirgen de Guadalupe al indio Juan
Diego. En muchas iglesias y conventos de pueblos de
la provincia de Cádiz se custodian pinturas de la Virgen
de Guadalupe. Una de ellas copia
exacta del original se localiza en
el altar mayor de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe
en Algar. Según cuenta el investigador Salvador Moreno, “no es de extrañar
que esta devoción cruzara el Océano Atlántico hasta
llegar a Cádiz y de Cádiz pasara
a toda España”.22
El promotor de este vínculo
fue el señor Domingo López
de Carvajal, Vizconde de Carrión
y Marqués de Atalaya Bermeja, natural de Duancos (Galicia) pero avecindado en
el Puerto de Santa María.A él
se debe la fundación de Algar
en el último cuarto del siglo XVIII con motivo de una promesa hecha a la Virgen de Guadalupe de México durante su travesía
de regreso, al sorprenderle una tempestad.
Virgen de Guadalupe. Iglesia de
San Antonio. Cádiz. Anónimo. Siglo
XVIII. Óleo sobre lienzo.
Joaquín
González Moreno cuenta que en
la Villa de Algar del Río existió
un lienzo, hoy desaparecido, que reproducía el conjunto terminado
de todas las edificaciones del Tepeyac tal y como estaban a finales del siglo XVIII.23 En 1757
el marqués colocó en el altar de su iglesia una talla de madera de la Guadalupana, traída de México. El 13 de Octubre de 1773 el Rey Carlos III concedió
título de Villa al lugar de
Algar y quedó desde entonces bajo el patronato, único en España,
de la Virgen de Guadalupe de México.
Desde
la fundación de Algar, la Virgen de Guadalupe ha recibido devoción en tres pinturas y tres imágenes. La primera pintura
data de 1763 y fue dañada en
1818 durante la cruzada napoleónica. La segunda pintura es
de 1813. La tercera, la única
que se conserva, es una copia
del original hecha en el siglo XVIII. Posee dos inscripciones: “Restaurado en los estudios Cañete. Moratín, 28. Sevilla” y “Copia exacta
de la patrona de Méjico –siglo XVIII- adquirida en dicho país
por don Bernardo Taravillo de La Loma, en 1917. Cedido a D. Augusto Díaz
Pérez, y donado por este a la
Iglesia parroquial de Algar de Santa María de Guadalupe”. La segunda
imagen se bendijo en 1814. Durante
un tiempo estuvieron las dos
en la iglesia, cada una en su
altar. Ambas desaparecieron
en el asalto en incendio de Domingo de Ramos, 19
de Abril de 1936.
Virgen de Guadalupe. Iglesia de
San José. Cádiz. Anónimo. 1748. Óleo
sobre lienzo.
En la Iglesia de Santo Domingo
de Jerez de la Frontera hallamos una pintura guadalupana, en una capilla lateral. En la zona inferior
del lienzo, en dos óvalos, se lee la siguiente inscripción:“El
Excmo. E Iltmo. Sr. don Alonso
Núñez de Haro y Peralta, Arzobispo de Méjico, concede 80 días de indulgencias por cada Ave María que se rezare ante
esta soberana Virgen”. “Se tocó al original en el mes de Julio del año 1790”. En la sacristía de la Iglesia parroquial de San Mateo hay
otra, de gran tamaño, con las
tradicionales cartelas en los ángulos. Data del primer
tercio del siglo XVIII. En la
Iglesia de San Miguel otra, cuyo motivo principal es el
pasaje de la primera aparición.
La pintura muestra la imagen de la Virgen de Guadalupe
tal y como es habitual, y a Juan Diego arrodillado en el ángulo inferior izquierdo.
En la sacristía de la Iglesia Parroquial de San Miguel se
conserva un original lienzo
que representa una de las apariciones
de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego. Es de grandes dimensiones y data del siglo XVIII. Esta pintura muestra una iconografía distinta de la habitual, especialmente en la figura del angelito, que aparece de medio cuerpo. Juan Diego se sitúa, arrodillado, en el ángulo inferior izquierdo del lienzo.
En el Convento de las Concepcionistas del Puerto de Santa María se custodian tres, una de ellas con las cartelas en sus extremos. Una inscripción revela que fue pintada por Ambrosio de Avellaneda en
1711. En una escena recoge el momento de la aparición de la Virgen a Juan Bernardino, el tío de Juan Diego, cuyo precedente
lo podemos encontrar en un lienzo que se venera en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México. Esta se observa también en el lienzo del Colegio de
Santa Cruz de Cádiz, y en uno
que pertenece a una colección
particular sevillana (la de don Santiago Martínez). En una de las celdas bajas existe otra,
del primer tercio del siglo XVIII. En el locutorio se ubica otra. Una más se localiza en la sacristía de su iglesia. Data de la segunda mitad del siglo XVII, y sus ángeles recuerdan a los que pintaba Francisco Pacheco.
En el Monasterio de San Miguel
Arcángel del Puerto de Santa María hay un lienzo de la Virgen de Guadalupe del siglo
XVIII con las cuatro apariciones
y rodeada de guirnaldas de flores.“Puede ser esta la imagen de culto que hubo en el presbiterio en un retablo que costeó Don Juan
de Palma Torón, que en 1748
obtiene licencia para tener entierro con su madre y parientes
hasta 4º grado, frente a este retablo”.24
En un lateral de la iglesia se
encontraba el retablo dedicado
a Nuestra Señora de Guadalupe que fue
costeado por el presbítero don
Juan de Palma Torón, a quien
se le autorizó a ser enterrado
en él. En
el legajo 10 de los denominados “Documentos de la Caja” se incluyen autorizaciones para pedir limosnas en América a favor de las
obras en este convento. El legajo 33 es un documento en el que la Comunidad manifiesta su agradecimiento
al Pbro. don Juan de Palma por las donaciones hechas al convento. Entre ellas se cita el altar de la Virgen de Guadalupe (a. 1751).
En el Convento de Capuchinas se ubica un lienzo del siglo XVIII, y en la iglesia otro,
del siglo XIX. En la Iglesia parroquial de Santa María,
se conservan dos pinturas de la Virgen de Guadalupe que llevan
las cartelas en los ángulos. Una de ellas, situada en la sacristía,
data del segundo tercio del siglo XVIII. En el Convento de las Madres Agustinas existen dos representaciones de laVirgen de Guadalupe, una de ellas
en el Refectorio y otra en la Escalera
Reglar, ambas del siglo XVII. Una más se conserva en la Iglesia de San Telmo. En la Capilla de la Virgen de la Soledad
de la Iglesia Prioral de Santa
María hay un lienzo guadalupano
de gran tamaño realizado en el último tercio del
siglo XVIII.
En Sanlúcar de Barrameda se localizan varias pinturas guadalupanas. Una
en la Iglesia del Convento de las Descalzas, en el coro. Es de pequeñas
dimensiones y presenta una iconografía bastante original.“En 1737 un anónimo pintor mejicano trazó tres lienzos
de distinto tamaño, conservando uno en el Convento de las Descalzas de la ciudad de Sanlúcar
de Barrameda (Cádiz), otro en la Colección de la Sra.Viuda de Pérez Barquín, en Sevilla y otro en la Colección del Sr. Sánchez, de
Sevilla. En los tres presentó diez ángeles
que sostienen cartelas, coronas
y rosarios, entre los cuales
hay rótulos con letanías”.25
Los dos que se sitúan sobre
las cartelas superiores portan coronas y pronuncian el “Regina
Angelorum” y el “Regina Patriarcarum”.
A la derecha de la Virgen hay tres,
que sostienen las leyendas “Regina Prophetarum”,“Regina Martirium”, y “Regina Virginum”. A
la izquierda hay otros tres, en postura
asimétrica, portando las invocaciones
“Regina Apostolorum”, “Regina Confessorum”,
y “Regina Sanctorum omnium”. En la parte inferior dos ángeles sostienen un rosario, extendiéndolo en forma
triangular. Sobre ellos aparece la famosa inscripción:“Non
fecit taliter omni nationi”. Y bajo la cruz se lee: “Regina
Sacratissimi Rosarii”. Posee una cartela en la que se puede leer: “Rto. De Sta. María Virgen de Guadalupe Patrona
principal de Nueva España, Jurada
en Méjico en 27 e Abril año de la Epidemia de 1737”. Existen dos más, copias exactas del original.
En la Iglesia de la Santísima Trinidad de Sanlúcar de
Barrameda se encuentra otra Guadalupana. En el Convento de Madre de Dios se
ubica un lienzo copia exacta del original, y otro
con las cartelas en los ángulos. En el Convento de Regina Angelorum se localiza una copia exacta del original
de pequeñas dimensiones, realizada en el siglo XVII. En la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen hallamos
una pintura con las tradicionales cartelas que data de
la segunda mitad del siglo XVII. Al igual que la de la
iglesia del Convento de las
Concepcionistas del Puerto, de la misma
época, recuerdan al estilo de los de Pacheco. Otra es
la de la Iglesia parroquial de Santo Domingo, copia exacta
del original. En esta iglesia existe otra con las consabidas cartelas. Data del segundo tercio del siglo XVIII. En la Iglesia parroquial de San Nicolás
se conservan dos pinturas, ambas copias exactas del original que datan del siglo XVII. Una de ellas se ubica en la sacristía.También
en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen se encuentra una
pintura de la Virgen de Guadalupe con las cuatro apariciones.
En la Iglesia parroquial de la Caridad se encuentra
un lienzo que incluye las escenas
de las apariciones y un paisaje del Tepeyac. Posee una
inscripción: “Anttº de Torres,
f. año de 1730”. En un salón-despacho del claustro se conserva otro. En este “colocó
a la manera tradicional cuatro ángeles sosteniendo las cuatro cartelas. En los rostros de estos querubes se pueden descubrir los rasgos característicos de la raza mestiza
mejicana”.26 Está
firmado en el ángulo inferior derecho por “Matheo
de Montesdeoca”. Al dorso lleva una inscripción que reza “De la Caridad”.
Virgen de Guadalupe. Iglesia
de Nuestra Señora de la Caridad. Sanlúcar
de Barrameda (Cádiz). Mateo Montesdeoca.
Último tercio del siglo
XVIII. Óleo sobre lienzo.
En la sacristía de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la O hay dos lienzos copia exacta del original. En la
Capilla del Santísimo Sacramento hubo uno con la figura
de su donante a los pies y rodeado de los tradicionales símbolos marianos. Estos símbolos acompañaban a la Virgen como recuerdo de una procesión que tuvo lugar “el 14 de Mayo de 1634,
conduciéndose laVirgen de
Guadalupe al Tepeyac bordándose en
la pedrería los atributos de
Na. Sa., dejando el verde del
ciprés, palma y huerto, las
esmeraldas, los rubíes a la rosa, topacios
y zafiros al lirio, diamantes
a las luces y estrellas”.27 Los dos existentes actualmente son posteriores. Uno de ellos, fiel copia del original que se ubica en la sacristía, fue donado por don Enrique de Silva
e inicialmente se colocó en el centro del retablo.28
Está firmado por “Josephus ab
Alzíbar, pinxit Mexici, aº 1778”.
Posee una inscripción que dice:“Está fielmente
copiada y/arreglada a las/medidas, número de Rayos, y Estrellas de su Sagra-/do/Original”.
En la sacristía de la Iglesia del Seminario Menor se exhibe una pintura guadalupana del siglo XVII sin ningún elemento decorativo, y en la escalera otra, con las tradicionales cartelas. Esta data de la segunda mitad del siglo XVII y está firmada por “Diego Ruiz”.
Los Duques de Medina Sidonia poseen en su palacio dos representaciones guadalupanas.Ambas son piezas de pequeñas
dimensiones y gran calidad,
realizadas sobre lámina de cobre y decoradas con pan de oro. El Instituto
Andaluz del Patrimonio Histórico cataloga una de ellas como del siglo XVII y otra de los siglos
XVII al XIX.
En la Iglesia de la Victoria de
Medina Sidonia (antiguo Convento
de San Francisco de Paula) se localiza una que no incluye las cartelas con las escenas de las apariciones. En la Iglesia de Santiago del mismo pueblo se halla otra guadalupana que presenta únicamente los dos medallones superiores, lo que hace pensar que el lienzo está cortado por la parte inferior. De esta localidad era natural el célebre arquitecto carmelita fray Andrés de San Miguel, avecindado
en el virreinato, por lo que
tal vez la presencia de alguno de estos lienzos esté relacionada
con él.
En la Capilla de Jesús de Conil de la Frontera se encuentra
un retablo dedicado a laVirgen
de Guadalupe que incluye cinco
lienzos: uno fiel copia del original y cuatro con las escenas de las apariciones.
En la Iglesia de Nuestra Señora de la Oliva de Vejer de la
Frontera se localiza una que incluye
las escenas de las apariciones,
un paisaje del Tepeyac, y la tradicional
decoración de rosas y angelitos.
En la Iglesia de San Francisco
de San Fernando hay un lienzo guadalupano del último tercio del siglo XVIII.
Otras son las situadas en la Iglesia parroquial
de Bornos, un lienzo del siglo XVIII, y en la iglesia del Hospital Municipal de las Misericordias de Puerto
Real (antiguo Convento de los
Padres Mínimos).
Muchas pinturas se localizan
en domicilios particulares gaditanos. La mayoría son obras anónimas del siglo XVIII. Muy pocas son fiel
copia del original o presentan
iconografías alternativas. Algunas pertenecen a familias aristocráticas que estuvieron vinculadas al virreinato, como los Señores Díez o
la Baronesa de Algar de Jerez
de la Frontera. Esta última
posee tres pinturas de pequeñas dimensiones, dos realizadas en el primer tercio del
siglo XVIII, otra en el segundo. Una de las primeras incluye las cartelas de las apariciones con molduras rococó.
El investigador Joaquín González Moreno catalogó algunas.29
Obviamente, muchas de estas obras han
debido cambiar de dueño. Según su información, el Sr.Augusto Conte posee varias. Una de ellas, de pequeñas dimensiones, incluye la inscripción:“Se tocó al Sagrado Original el día 24 de Abril de 1747”.También posee
un lienzo firmado por Antonio
Rodríguez con la inscripción “Non fecit
taliter ovni Nationi” (“No hizo lo mismo en otras
naciones”), y un cobre de pequeño formato, obra de Manuel Serna, en el que igualmente se lee la inscripción:“Non
fecit taliter omni nationi”. Otra, la más original, es una copia del rostro
de la Virgen de Guadalupe. Es de pequeño tamaño, del siglo XVIII, y se sitúa en las afueras
de Jerez de la Frontera.
Otra representación guadalupana del siglo XVII pertenece al Sr. don Joaquín Barquín.
La de los herederos de los Sres.
Díez, de Jerez de la Frontera, data del último tercio
del siglo XVIII.
Don Fernando
Romero posee otra, del último tercio del siglo XVIII en su domicilio
de Sanlúcar de Barrameda. Es
un lienzo de pequeñas dimensiones.
El Sr.
Obispo de Cádiz es el dueño de una pintura guadalupana del siglo XVIII situada en el palacio episcopal.
El Sr.
Martínez del Cerro tiene una pintura del siglo XVIII que incluye las apariciones en óvalos con marco de rocalla y un paisaje del Tepeyac.
En el resto del lienzo aparece decoración de flores. El marco es de un gran barroquismo.
Además de estas representaciones guadalalupanas, se
conoce la existencia de algunas pinturas novohispanas
de otras temáticas. Entre
ellas podemos mencionar «María Santísima del Rosario, Patrona
de Cádiz» o la «Inmaculada Concepción» de Miguel Cabrera situadas
en la Catedral (Antón, 1995),30
«Las Ánimas Benditas» situada en la Iglesia
de San Antonio, o «Ierarchia Angelorum»
en la Iglesia de San Nicolás de Sanlúcar de Barrameda.
Como
queda patente, la presencia de la pintura novohispana en Cádiz alcanza niveles
bastante significativos. Se trata
en su mayoría de representaciones de la Virgen de Guadalupe
de México de los siglos XVII y XVIII (preferentemente
del XVIII), anónimas (aunque
algunas de ellas están firmadas por prestigiosos artistas
novohispanos), de distintos
modelos iconográficos, que residen en edificios
religiosos o domicilios particulares y fueron traídas con un fin fundamentalmente
devocional. Aunque es probable que existan aún pinturas
sin catalogar, son bastantes
de las que se tiene conocimiento.
Su presencia es sin duda producto de las estrechas relaciones mantenidas entre Cádiz y el virreinato
de la Nueva España durante la
época colonial y atestigua un
proceso de intercambio cultural
en el que intervinieron factores sociales, políticos, artísticos,
religiosos, y meramente humanos.
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25.
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26.
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pág. 28.
27.
GÓMEZ DÍAZ,
A. M., Op. Cit.,
pág. 108.
28.
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29.
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