El
indiano en casa. Los Soto
Sánchez retornan a Sevilla a mediados
del siglo XVII
Fernando Quiles
Universidad Pablo de Olavide,
Sevilla. España
atrio,
13-14 (2008)
ISSN: 0214-8289 p. 111 - 126
“A España volví, y querría Dar un verde á la edad mía En
los campos del sosiego. Traigo mucho que me sobre, Y aunque más lo multiplico, Tengo tesoros de rico, Mas no descansos
de pobre.”1
Resumen: En el puerto sevillano trabajaron numerosos comerciantes. Entre ellos destacó el grupo de indianos, que habían retornado a España tras vivir en
las Indias durante años. A uno de ellos está dedicado
este artículo.
Palabras
clave: Intercambio artístico, barroco,
Sevilla, América.
Abstract: The harbour of Seville was the
work place of many merchants dedicated to trading with the Americas. Among them
was a particular group know as the “Indianos”, the merchants who had returned to Spain after living in America for many years. One of these people is the
subject of this article.
Key
Words: Artistic change, baroc art, Sevilla, America.
La Carrera
de Indias fue campo abonado para el desarrollo de un grupo humano que ocuparía un lugar de privilegio en el medio artístico sevillano, por su peculiar carácter y su solvencia
económica. Un grupo que rivalizó e incluso desalojó a la nobleza y a las élites
eclesiásticas de este lugar de privilegio en la protección
de las artes locales. El prototipo
ha sido definido por Vila y
Lohmann, inspirándose en la
familia Almonte2. Ésta
se valió de la gran fortuna,
amasada en años de tratos en el virreinato del Perú, para alcanzar un alto status social, con el consiguiente
cambio en los hábitos de vida. El patrón no es rígido y tiene variantes, perdiendo consistencia a medida que Sevilla se aleja del escenario americano. A mediados del
XVII, con el final del periodo de bonanza económica, todavía nos encontramos individuos que pugnan por acreditarse en el medio sevillano, adoptando los mismos usos.Valga como ejemplo el de los Soto López,
que intentaron abrirse un hueco en el laberinto
hispalense haciendo exhibición de su poder a través del principal escaparate, la casa. En las páginas que siguen se hace balance de esta actuación3.
Aun cuando el término indiano se asocia a las grandes fortunas hechas en América durante el XIX, fue acuñado tres
siglos antes como referencia
al peninsular que hizo carrera
en Ultramar y “de ordinarios”
retornaba rico4.
Por su complicado engarce social, fueron tratados con cierto desprecio por la literatura del siglo de oro español5.Al
decir de Uslar Pietri, fue “aquel
personaje extraño que aparece en las comedias”, siendo “estrafalario y caricatural que provoca curiosidad
y burla”6.Al extremo
se llevó la crítica de uno de los más representativos miembros de este heterogéneo grupo, Juan Ruiz de Alarcón, contra
el que Quevedo lanzó sus mordaces
puyas, valiéndose de su tara física,
la joroba (“quién para Indias cargó / espaldas, no mercancías”)7.
En la Sevilla americanista, en el emporio comercial que agota sus días, todavía la ostentación era un hábito social, que hacía aflorar al rostro de las moradas las señas
de identidad familiar. Los adinerados comerciantes de
Indias tuvieron una notoriedad pública que manifestaron en su doble vertiente
física y espiritual. La casa,
que es el espejo del linaje,
fue el primer resorte expresivo. Su magnitud
y posición urbana daría claves para reconocer al propietario y a sus apellidos.Y
los blasones que penden de la
fachada serán la principal seña de identidad, en tanto que en el interior se construía
la imagen familiar.
Pero, curiosamente, no todos los hombres de negocios tenían casas en propiedad. Antes bien, abundaba la
itinerancia, el cambio de domicilio con mayor o menor celeridad, motivado, en gran medida, por el carácter temporal de sus estancias. De ahí
que la compra de una casa y su
adaptación a las nuevas necesidades familiares, de índole espacial y simbólica, tenía gran significación.Al menos daba cuenta
de la potencia económica del
propietario y de su deseo de arraigo. Durante el siglo XVII era una práctica que iría disminuyendo a medida que avanzaba hasta su ocaso, cuando
sólo los más adinerados podían permitírselo.
Este grupo también
cuidó de su segunda morada, la que le iba a acoger tras
la muerte, la capilla funeraria, en la que también se hacía exhibición del linaje. Sin embargo,
no era fácil adquirir un espacio para enterramiento familiar,
en una ciudad cuyos ámbitos religiosos estaban prácticamente colmatados. Y aun así se produjeron algunas fundaciones de la envergadura de la efectuada por el
capitán Gonzalo Núñez de Sepulveda en la capilla catedralicia
de la Concepción, colateral de la Real. La documentación informa de la
espléndida actuación de este
promotor artístico, que empleó
una auténtica fortuna en acondicionar el recinto, contratando los servicios de los mejores artistas del momento8.
(fig. 1)
Fig. 1. Capilla de la Inmaculada.
Catedral de Sevilla
La elección del lugar respondió inicialmente al deseo de ocupar uno de los emplazamientos más nobles de la catedral, que
además carecía de patronato. Pero también pudo estar basada en su valor simbólico del recinto, por estar dedicado dedicada a san Pablo, un Apóstol que
sufrió una accidentada conversión, ejemplar para más
de un hombre de negocios cristiano.
No en vano era habitual la presencia, en los hogares de estos individuos, de la pintura que relata
la Conversión de San Pablo9.
La carga simbólica del tema tiene que ver con que el capitán Pedro Fernández
de Miñano y Contreras lo eligiera
para ornato de su capilla funeraria en la catedral de Segovia10.
(fig. 2)
Fig. 2. Ignacio de Ríes. Conversión de san Pablo. Catedral
de Segovia. 16.
No
se reduce a este detalle iconográfico las necesidades expresivas del conjunto de
mercaderes asentado en Sevilla. También hicieron acopio de otros temas religiosos
que se habían popularizado en el contexto de las actividades
ultramarinas, como las series
de ángeles, vírgenes y hombres
de la fama, tan del gusto de la población americana como
la hispana11.
Sin
embargo, serían otros los géneros que encandilaran a al conjunto de los agentes indianos, el retrato y el paisaje. El primero porque le permitió hacer exhibición de la estirpe y el segundo por su valor decorativo, pese al eventual componente sacro. Consecuentemente ambos géneros
experimentaron un notable desarrollo, que en el caso del
retrato fue más un reverdecer, en el que participaron algunos de los más destacados especialistas, como Murillo, Schut y sus epígonos
–Tovar, sobre todo-, aparte de algunos otros artistas hoy desconocidos, como Diego López12.
(fig.3)
Por otro lado, el paisaje
caló en todas
las capas de la sociedad sevillana, por el hecho de haberse convertido en el principal resorte decorativo de
sus hogares. Con estos cuadros solían enriquecerse las paredes de los patios.
Dentro de este grupo temático hubo una variedad que fue muy apreciada en
ciertos sectores del mundo mercantil, el de las vistas
urbanas. Las ciudades portuarias de Génova y Nápoles se encuentran entre las más conocidas. En Sevilla sería el Arenal y la Alameda
los lugares más representados. Con esta apertura al mundo de algunos hogares sevillanos, se entiende la importancia de los mapas, que asimismo formaron parte de estos repertorios artísticos13.
Más allá de las series, hay que ponderar
la presencia en los hogares sevillanos de ciertos detalles que trascienden barreras sociales y delatan el tono de las relaciones con el mundo americano,
sobre todo en materia de gusto. La aparición de elementos de esa procedencia en los hogares sevillanos,
tanto de gente adinerada como
modesta, ya no constituye una rareza y un síntoma de la participación en la Carrera de Indias, al haberse aceptado como algo cotidiano.
Algunas devociones marianas
de procedencia ultramarina, como Guadalupe o Copacabana, se hicieron
sitio en el horizonte cultual de la población sevillana.
Al mismo tiempo los materiales y técnicas transferidos se abrieron paso en los talleres
profesionales de la ciudad, provocando importantes cambios
en la decoración, el mobiliario
y la joyería, para acomodarse
a los gustos de una sociedad
sevillana que haría suya esta estética
con matices foráneos14.
Fig. 3. Diego López. Retrato
de García Príncipe. Museo de Bellas Artes de Sevilla.
16.
La Sevilla americana ha sido estudiada, sobre todo, en su entidad monumental15. Sin embargo, hay
un hecho que se hace visible
a través de los documentos y
en menor medida a partir de los testimonios
materiales.Y es que la imagen de la ciudad que se benefició de los negocios ultramarinos no es tanto la de estas
edificaciones de envergadura,
aun reconocibles, como la de sus casas, calles y barrios.
Es el palimpsesto sevillano
que registra la huella de ese
pasado esplendor, los espacios por los que se desenvolvieron
los agentes del comercio indiano y europeo. Hay que reivindicar, por tanto, la existencia
de una ciudad barroca modelada
al gusto de estos mercaderes,
y, en particular, los indianos16.
En su descubrimiento
será, sin embargo, imprescindible
acudir a las fuentes.
Se ha
dicho que las fortunas amasadas en la Carrera de Indias
cristalizaron en forma de
grandes patrimonios artísticos. Al ser plataforma de este tráfico comercial,
Sevilla sería la beneficiaria
de esta acción transformadora. Y sobre todos los barrios en que se asentaba esta población, que se extendían
entre la collación de santa María y el tramo oriental de la muralla, en una cuña que comprendía los más destacados de san Isidoro y san Nicolás. Este fragmento
urbano equidistaba de los principales accesos de los mercaderes a la ciudad: la puerta
de la Carne, al norte, y la puerta
del Arenal, a poniente. La primera se relacionaba con
el camino real a Madrid y la segunda con el puerto fluvial. (fig. 4)
Fig. 4. La ciudad de los mercaderes.
El censo de población de san Nicolás muestra
un elevado número de comerciantes, extranjeros,
vascos e individuos identificados como
navegantes y cargadoresde Indias.Enlosregistrosparroquiales
vemos apellidos extranjeros como Dongo,
Ziboli, Reclus, Mahuis,Ypermans,
Schut, Licht, entre otros, y
vascos como Arriola, Martín
de Asunsolo,Verástegui, etc. Sin embargo, sólo una pequeña porción de esta densa e inestable población foránea tuvo casa en propiedad. E incluso hubo quien
acabó mudándose a la collación de santa María, para acercarse al puerto y tener un mejor control del tráfico naval. Es el caso de Diego
Maestre, que abrió su casa familiar en este lugar, después
de vivir algunos años en la
Botica17.
De este pasado esplendor
del barrio de san Nicolás quedan algunos
testimonios. Muy transformado
se encuentra el inmueble que mandó construir el genovés
Nicolás María Villa en la calle
de san José18.También del XVIII es la finca que se encuentra en uno de los chaflanes
de la manzana delimitada por las calles Mámoles, Aire
y Federico Rubio. Perteneció a Lorenzo Ignacio de Ibarburu. Su portal principal está rematado por un soberbio escudo de armas. En el extremo
opuesto de este fragmento urbano se encuentra otra pieza del mismo siglo, que perteneció al comerciante Juan Basilio Castañeda19.
(fig. 5)
Fig. 5. Antigua casa de Lorenzo Ignacio de Ibarburu. Sevilla
En la inmediata collación de santa
María son muchos los indicios existentes
de la ciudad moderna e indiana.
Pero hay una calle que representa todo lo que fue el poderío económico y la capacidad ostentatoria de esta clase mercantil:
la Pajería, la actual calle
Zaragoza. Es una vía que entonces
discurría en paralelo a la muralla y estaba vinculada, como el laberinto callejero de la puerta del Arenal, al tráfico portuario. Este hecho explica su
atractivo para quienes negociaban con Indias y buscaban acomodo en las inmediaciones del puerto. Allí habían
tomado posición años atrás los franciscanos, con el llamado Cuarto
de Indias, donde se formaban los misioneros destinados a cumplir su ministerio en
Ultramar. Las carmelitas también
poseyeron casa en esta vía, en
el palacio que el indiano Lorenzo de Cepeda regaló a su hermana,
santa Teresa de Jesús, hasta la erección
de su casa de la collación de
santa Cruz (1586)20. La santa celebró entusiasmada
el patio, donde podía protegerse
del insoportable calor sevillano21. Las huertas
del inmueble lindaban con el
convento de San Francisco.
Fig. 6. Vista de la antigua
calle de la Pajería, hoy Zaragoza.
A mediados del XVII el proceso de ocupación de la vía aún no había concluído.
Así lo ponen de manifiesto los documentos, que aluden a la llegada de nuevos inquilinos, que construirían
sus casas principales, de gran porte
y ostentosas fachadas, algunas con portadas de piedra, jardín y, sobre todo, agua
de pie.Todavía puede apreciarse
un tenue rastro de ese pasado esplendor (fig. 6).
Precisamente entonces construyeron allí su casa los Sánchez López, que acababan
de llegar a la ciudad, proviniente
de la capital del virreinato novohispano.
Un símbolo de la prosperidad
de este linaje, enriquecido en el ejercicio del comercio con Indias.
Esta cultura pendular, de interferencias
recíprocas, dejó en Sevilla un gran poso. Un residuo que ha permitido estudiar el comportamiento de esta
gente de ambos mundos en el puerto sevillano22.
Hijos de estas circunstancias fueron los hermanos Juan y Pedro de Soto Sánchez, ambos nacidos –antes que el siglo– en la villa riojana de Anguiano, siguiendo distintos rumbos a partir de su llegada a Sevilla, en la segunda década
del siglo XVII. Juan permaneció
en la ciudad del Guadalquivir hasta su muerte, en
tanto que su hermano prosiguió hasta las Indias, avecindándose en la capital novohispana, donde alcanzó una posición de privilegio,
ejerciendo como diputado en la Universidad de Mercaderes23.
Pedro
preparó su viaje en el verano
de 1617. En el registro ida informó que iba a Nueva España con “una cargazón de mercaduría”24.
Y retornó dos años más tarde, para reabastecerse y proseguir con los
negocios25. Fue
la última vez que pisó el puerto sevillano. A partir de entonces llevaría sus negocios desde México, posiblemente con el concurso de su hermano Juan, que desde Sevilla actuaría como enlace comercial. El éxito de esta empresa
compartida fue indiscutible y le permitió a Pedro
alcanzar una gran notoriedad pública. Fue alguacil del santo Oficio y en 1644 fue recomendado para ostentar el cargo de cónsul del comercio, lo que se produjo cuatro años más
tarde26. Las fuentes
avalan su brillante trayectoria y dan cuenta de su cercanía al virrey:
“…Lo ha hecho en muchos negoçios de hacienda, con utilidad y augmento de la de su Magd siendo
pª diferentes efectos, desta Calidad, nombrado por el Comercio
de aquel Reyno por su diputado, Comisario
y Conssul y especialmente pª
el ajustamiento y comferencia q se tuuo de orden del Virrey conde de Saluatierra para que
el Conssulado tomasse sobre si la Administracion
de las Alcaualas y cobrança
de lo que aquella ciudad deuia
por esta quenta”27.
Manifestó su posición hasta en los detalles, como en la posesión de media docena de esclavos28. O también en la calidad
de su círculo de amistades29.
Más noticias sobre su vida y su
círculo familiar nos las da
el poder para testar otorgado a favor de su sobrino, el capitán Felipe de Navarijo, el 29 de abril de 166130.
En el documento quedó constancia de su última voluntad y asimismo noticia de su naturaleza y antecedentes familiares. De ahí la identidad de su esposa, Catalina de Castro y de sus dos hijos,
Juan y Pedro, quienes a la sazón
residían en Sevilla, casados
con sus primas31.
Frente a esta trayectoria de notoria resonancia, la de Juan de Soto es poco
menos que invisible. En los
registros de la Casa de Contratación
no aparece, ni hay mención alguna a sus actividades32. Este discreto
discurrir no tiene correspondencia con el nivel de riqueza alcanzado, tanta como para compartirlo con su familia y dejar algunas partidas a beneficio de su villa natal. En el testamento dictado el 22 de mayo de 1654 hizo
algunos legados a los principales centros religiosos de la localidad. Así, mandó dos mil reales a la ermita de la Magdalena,
donde se había bautizado, “los quales se gasten en reparos”, a cuya cofradía remitió
otra cantidad igual.Al
monasterio benedictino de Nuestra Señora de Valvanera
donó otro tanto, en la confianza de la celebración de un novenario. Por último, se acordó del concejo de la villa, al que premió
con doscientos ducados de plata33. No olvidó a su ciudad de adopción, a la que proporcionó una notable partida de
dinero, como contribución al proceso de canonización de
san Fernando34.
Su muerte, a principios de marzo de 1657, motivó la mudanza de los sobrinos a Sevilla, que tendrían que
cumplir su última voluntad, haciéndose cargo de la herencia, en lugar de su
padre, que inicialmente fue
nombrado como administrador de la misma35.
El menor de los juanes, que asumió la responsabilidad de arreglar los asuntos del difunto, decidió permanecer en la ciudad y heredar sus negocios. Que se sepa tuvo tratos
de paños en los soportales de la plaza de san Francisco, tomando para ello en arrendamiento una tienda en 165736.Además, se ocuparía de reclamar la jurisdicción de Anguiano para sí y
su familia. Pidió para ello la colaboración de sus parientes de Matute, Bobadilla, Campo de Uruñuela
y Nájera37. Unos
meses más tarde, ya en el 60, pudo tomar posesión de las jurisdicciones
del señorío y tolerancia de la villa38.
Con su hermano Pedro también aceptaría, en 1662, la herencia paterna39. Entraría en ella,
además de la casa principal de la Pajería, el inmediato
corral del Negro, situado en
la calle Rosas40. Aunque
no parece que tuviera la intención de ocupar la vivienda, puesto que dos años más
tarde retornaba a Nueva España, con la intención –quizás- de recuperar el sitio que
le correspondía en México por
fallecimiento de su padre. Desde entonces se pierde su pista
en Sevilla41. En
cambio, Pedro tenía intenciones de radicar en la ciudad, al objeto de controlar desde esta orilla los negocios familiares. Evidentemente, el pacto de sangre seguiría vigente con el fin de favorecer las
actividades mercantiles.
Pero volvamos atrás
y reparemos en los hábitos del adinerado y heterogéneo colectivo de mercaderes
de Indias, considerando la más notoria manifestación
de su status, la casa. Como se
ha dicho, la familia Almonte
adquirió un viejo caserón que acondicionó a los nuevos usos. Un inmueble que afrontaba con la portada principal de la iglesia de
san Vicente. En la piel del
edificio, que es lo poco que
queda de él, podemos reconocer la grandeza de su fábrica. El portal en piedra con los dos escudos de armas pertenecientes a las respectivas
ramas familiares y un amplio patio de arcos de medio puntos en
dos niveles sobre columnas de mármol, ponen de manifiesto la dimensión social de los personajes que la habitaron.
En mejores condiciones se conserva la casa de
otro distinguido comerciante, esta vez de origen corso, Tomás de Mañara. En este caso
el edificio es de mayor empaque
y calidad arquitectónica, pues está construido
con mármol importado de Génova. Constituye por tanto un hito
en la arquitectura señorial sevillana del diecisiete y
es, después de la Casa de Pilatos,
el más importante vestigio de la renovación de la arquitectura doméstica de los tiempos
modernos.
Podríamos considerar otros ejemplos para ilustrar una práctica habitual en la época que, probablemente hubo de darse forma a la morada de los Soto López, aunque desafortunadamente esta operación sólo la podemos conocer por las referencias de archivo, puesto que en el posible lugar
que ocupó el viejo caserón hoy se levanta otro que no guarda relación con el que describen dichas fuentes. Ellas hablan de una finca que se ubica en la esquina de las calles Pajería (Zaragoza) y Catalanes (Cristóbal de Morales), concretamente en la que tenía una vía de servicio42, es decir, la
que se localiza hacia el sur.
(fig. 7)
Fig. 7. Detalle del plano de Olavide, con la ubicación de la casa de los Soto López.
Todo indica que era una vieja fábrica enmascarada
por la intervención a la que me referiré
en las páginas que siguen. El inmueble había sido adquirido por Juan en el concurso de acreedores del jurado Pedro Fernández de santa María43.
Inicialmente estaba compuesto por la casa principal y un módulo
accesorio. Cuando se emprendió la reforma, su propietario tenía en mente
construir unas “casas principales con jardin y agua de pie”44.
De la
relación de gastos menudos generados por la obra, entre el 3 de julio de 1656
y el 6 de diciembre de 1657, sabemos
quiénes fueron los operarios y cuales fueron sus cometidos.Y lo primero
que nos llama la atención de
esta reforma arquitectónica es la presencia de
los alarifes para dar las medidas de la calle (“a los alarifes que vinieron a dar las medidas de la calle 4 ps”45), en convergencia con las necesidades
municipales de acondicionamiento del viario.Así se evitaba la colisión con lo público que podía producirse en una intervención que entrañaba el cambio de fachada. Evidentemente tenía
que ver con la suplantación de la vieja
fábrica en ladrillo por otra más acorde con las necesidades expresivas del nuevo propietario, de cantería. En su prosecución
fue llamado también el cantero mayor46.
Sobre esa base iba el escudo de armas, “que biene a ser vn aguila en canpo
rraso con ocho candados abiertos por orla en piedra
blanca”47. Una pieza contratada en julio del
57 con el maestro Antonio Rodríguez.
Las cuentas de la obra aparecen consignadas en el libro mayor del difunto Juan de Soto (nº 26, 1652-1657),
concretamente en el folio 128,
cuya primera partida data del 15 de julio de 1656
–y asciende a 8900 reales- y
la última es del 12 de febrero
de 1657 -alcanzando los 24.640 reales-,
en total diez entradas contables con un monto total de 122.657
reales48.
El edificio en su
estado primitivo no reunía las condiciones esperadas por sus nuevos moradores. El alarife Andrés Pérez
de Híjar se encargó del proyecto de reforma, empleándose por un largo periodo de
tiempo, que se tasó en 359 jornales y medio49.
Bajo su égida trabajó un gran equipo de técnicos, cuyos nombres figuras en los documentos.
La dimensión real de la obra no puede medirse con los datos aportados por las fuentes. Cabe deducir que se trató de una reforma integral de fachadas e interiores, con
mantenimiento de gran parte
de la estructura. Ésta se organizaba en torno
a patio y jardín. Por la minuta
del raspador de ladrillo, Juan
de Arroyo, sabemos que se intervino
sobre “salas, corredores, patio, cocinas y todo el demas edifiçio”, en total “dies piezas grandes y catorze piezas pequeñas, galeria alta y corredores y almatrajas”50.
En el tratamiento de fachada y espacios transitorios se siguió el patrón de la casa principal sevillana
desde el renacimiento (casas
de Pilatos y Mañara), ocultando el modesto ladrillo mudéjar bajo capas de mármol italiano. Así se hacía ostentación
de una riqueza que concordaba
con la dignidad exhibida por
el propietario.Y así, en la crujía
principal, donde estaban la
casa puerta, había una pila
donde manaba el agua conducida por la media paja contratada, otro signo de distinción social51.
Los trabajos también incidieron sobre otros dos ámbitos singulares en la vivienda señorial, el oratorio y el
jardín. Al primero se le dotó
de un altar acorde con las exigencias
del nuevo morador, así como
un nuevo tratmiento polícromo de muros. En esta tarea
se emplearon tres de los artífices de mayor reputación en la época, Martín Moreno, Juan de
Valdés Leal y Juan Gómez Couto. El primero se ocupó de
tallar las esculturas y presumiblemente el propio retablo52.
Un retablo que fue policromado
por Gómez Couto, que también se ocupó
de la pintura de las paredes de la capilla y de otras estancias53.
Por su parteValdés Leal pintó el cuadro que centraba el altar y representaba la
Asunción de la Virgen54. La desaparición de
la casa, con el consiguiente desmantelamiento
del mobiliario, nos priva del conocimiento de esta otra obra
del gran maestro barroco, que por su
cronología hubiera sido interesante para conocer mejor su progreso artístico55.
Por lo
demás, se instalaron unos balaustres, suponemos que marcando el presbiterio o en el antepecho de una ventana al exterior
(“de tornear vnos balaustres para la capilla”56).
Por distintas menciones sabemos que el jardín fue renovado con la incorporación de elementos de carácter monumental. En la relación de gastos aparecen mencionadas diversas figuras esculturas en piedra,
tal vez- y una fuente traída de Cádiz, que iban a cambiar sustancialmente el concepto ornamental de este
espacio abierto57.
En el verano del 58 la mayor parte de las obras de rehabilitación y acondicionamiento
están acabadas. Una detrás de otra, las cartas de pago van dando por cancelado el compromiso con los distintos artífices intervinientes en las mismas.
La contribución del herrero Gonzalo del
Pino, consistente en “toda la rrejeria, barandas de fierro, puertas del jardin, almas, pescantes, veleta y todo lo demas”, fue cifrada -el 9 de abril- en 14.674 reales58. Al vidriero Juan
Bautista de León, el día 22 de agosto,
se le abonaron 4.769 reales,
entre otras cosas,“por las bidrieras de las bentanas de las galerias”59.
El ceramista (“maestro de hazer azulejos”) FernandoVicente deValladares, percibió 9.045 reales, “que son por
el balor de treze mill ochoçientos y diez y ocho azulejos
alizares berduguilos olanbrillas
adeferas canales volas cañones ladrillos mazaries [sic] y otros jeneros tocantes al dho mi ofiçio”60.
Todos ellos fueron
artífices de relevancia en sus respectivos campos.
Tanto
los responsables del cambio en
el oratorio, Valdés, Gómez Couto y Moreno, como quienes participaron en el resto de los obras.Valladares
es el último miembro de una
distinguida familia de ceramistas sevillanos. León ejerció durante años como vidriero
de la catedral, al igual que
el alarife Pérez de Híjar61. En definitiva, la operación sustentada por los Soto López iba
dirigida tanto al acondicionamiento
de la morada en la que viviría
uno de sus miembros, como a hacer ostentación
de la dignidad familiar. No de otro
modo se entiende la envergadura
del proceso constructivo.
De puertas adentro
cambia la perspectiva de la casa. Ni el mobiliario ni las obras de arte tienen
correspondencia con las ínfulas
aristocráticas del propietario.
Evidentemente, no todos los
participantes en la Carrera
de Idias hicieron gala de la sensibilidad
y el buen gusto propios de las
élites económicas del país en pleno siglo XVII. Ni siquiera en su afán
por acomodarse al patrón nobiliar. Las colecciones artísticas publicadas de los miembros de este colectivo son desiguales en calidad y número
de piezas62.
La colección artística de Soto se componía de veinticinco pinturas,
entre ellas once láminas, y
tres esculturas. De los cuadros sólo se dice que eran de “diferentes devosiones”. Entre las piezas de pequeño formato destacaban, por mostrar su origen,“seis laminas pequeñas de pluma”. Por ese mismo motivo es de resaltar “la hechura de un niño jesus de marfil”, e igualmente, varias
piezas del mobiliario, como prueba del sincretismo cultural:“vn escrittorsito del Japon con su bufete…
tres tivores de losa de china… vnos viobos de papel… [y] ottros viovos de lienso de la Histª de la enttrada
del tartaro en la china”63.
En conclusión, reconocemos en los Soto López una
familia que labró su fortuna en
la Carrera de Indias, construyendo
su pequeña historia, una historia que discurre entre las
dos orillas del mar hispano,
entorno a los enclaves de Sevilla y México. En ambos hicieron exhibición de su poder económico e influencia social a través de sus
posesiones inmobiliarias.
Antonio Rodríguez,
maestro cantero, vecino de la
collación de San Nicolás, ha tratado
con Andrés de Ygoa, cajero de
don Juan de Soto López, que “por esta presente carta me obligo a haçer a toda costa vn escudo de armas que biene a ser vn aguila en canpo
rraso con ocho candados abiertos por orla en piedra
blanca y de toda satisfaçion que viene a ser las armas de los sotos en conformidad del dibujo que tengo en mi poder firmado
del presste snº puº el qual dho escudo me obligo a haçer en toda perfeçion
a satisfaçion del suso dho y de pas que dello entiendan dentro de dos meses que
enpiezan a correr y contarse desde oy dia de la fha de esta carta en adelante
asistiendo por mi persona a
el poner el dho escudo sobre la puerta pl de las casas principales quel dho don Juº de Soto Lopz tiene en esta
ciud en la collaçion de Santa mª en la calle de la pajeria y por Raçon de todo ello
se me a de dar setesientos Rs”, doscientos en mano y el resto una vez cumplido el encargo, en el plazo de dos meses. Firmado: Juan de Acosta, mr. albañil64.
“Sepan qtos esta
carta ven como nos martin moreno maestro escultor y entallador vezº de esta çiud
de sª en la collaçion de San
salbador y Juº de baldes maestro
pintor vezº de esta dha ciud
en la collaçion de oniun santorun anbos de vn acuerdo y conformidad
y cada vno por lo que nos toca otorgamos y conozemos que damos carta de pago a don Juº de Soto lopz veo de
esta dha çiudad de contia de tres mill duçientos y çinquenta Rs de a trª y quatro ms
cada vno en mda de vellon a saber yo el dho martin moreno de mill nobeçientos y ochenta Reales por la escultura del Retablo que yçe para
la capilla de vnas casas prinçipales que son en esta çiud en
la collaçion de Santa mª en
la calle de la pajeria que quedaron por ves de juº de soto vezº
que fue de esta çiud difunto que dios aya= E yo
el dho Juº de baldes de los
vn mill duçientos y setenta Rs Restantes por la pintura
del lienzo que se puso en el dho Retablo yncluso en la dha
cantidad veynte Reales q costo la piedra para e[roto]ara que anbas las dhas partidas azen los dhos tres mill doçientos y çinquenta Rs los quales cada vno
de nos por la parte q le toca confesamos aberlos Rdo del dho don Juº de soto Lopz en mda [roto] de qdo en diferentes bezes y pdas de que cada
vno por la parte que le toca nos damos
por pagados a nuestra boluntad y Rn las leyes de la… //
le otorgamos esta carta de pago…” Firmado: Martín Moreno y Juan
deValdés, en el mismo día65.
“Sepan qtos esta
carta ven como yo Juan gomz de Couto pintor y estofador veº deesta çiudad
d sª en la collaçion de san
visente otorgo y conozco que doy carta de pago a don Juan de Soto Lopz vzo de esta
dha çiudad de contía de ocho mill çiento y ochenta Reales de a trª y quatro mrs cada vno
en mda de bellon que son por
el estofado y dorado del Retablo que se yço para la capilla de vnas casas prinçipales que son en esta çiudad
en la collaçion de Santa mª
en la calle de la Pajeria que quedaron por ves de Juº de soto veº q fue de esta
çiudad difunto y por Racon de
aber pintado dha capilla y las salas altas y bajas y dado de negro a ochenta y quatro Rejas y dorar los estremos dellas y barandas de corredores y la pintura
del jardin y casa puerta y techos de Corredores y todo lo demas que fue nezssº hazer en dhas casas”, que ha cobrado en diferentes
partidas66.
Relación de los gastos realizados en la reedificación de las casas principales
de la calle Catalanes.
Fol. 409r, nº 21.
“Yten se abonan ocho mill çiento y ochenta reales que valen doscienttas y setenta y ocho mill çientto y veinte mrs por los mismos que se gastaron y dieron a Juº gomez de coto Mrº
pintor que doro y dio de negro a ochenta y quatro Rejas
y los corredores y dio de verde
a los cançeles y çeloçias y
pinto la sala alta y capilla y doro el Retablo de la capilla y hiço la pintura necesaria en el Jardin y casa puerta y pinto el techo del corredor y por esta obra se le dieron los dhos ocho mill çiento y ochentta reales como pareçe
por menor en la quentta de esta partida ffº 38 del libro de gastos.”
Nº 22. Gasto en escultura
[margen]: “Yten se abonan a el dho Don Juan de Sottto tres mill dosçienttos //vto y çinquentta reales que valen cientto y diez mill y quinientos mrs por los mismos que se gasto en la obra
de escultura que hiço Martin
moreno pª la capilla el gasto que se hiço fue mill noueçienttos y ochentta reales y el lienço adbocaçion de la Asunpçion de nra señora que pinto Juan de Valdes se le dio
por el mill dosçientos y cinquentta
reales y veinte que costo vna piedra
para ara comforme a la quentta del dho libro ffº 35 monto todo los dhos tres
mill doçienttos y çinquentta
reales, de cuia cantidad dieron carta de pago Andres perez y ffranco de camaraça Maestro albañil y capintero ante Germo de guebara”.
Además, 1.239 reales “en el empedrado de la calle donde se saco la puerta //410r Principal y
enpedrar la callejuela que lindan con dhas casas y sirbe para el seruision de ella y de sus caualleriças”, y en blanquear con yeso mate.
Fol. 410r.: En gastos menores
9.566 reales, entre otros mármol para umbral // vto y 746 reales “en el adereço
del jardin y figuras que en el se puçieron” y 756 más por una piedra para el escudo
de armas para encima de la puerta de la calle, incluido lo dado al maestro escultor
que abrió dichas armas.
También se ha comprado al convento de la Encarnación media paja de agua.
F. 411r:“En la ciudad de cadiz compro vna fuentte
con su pedestal que le costo
nouencientos y sesentta reales…” y tuvo de coste, hasta ponerla, 1.327 r.67
1.
HURTADO DE MENDOZA, A., Cada loco con su tema, ó el Montañés indiano, en MESONEROS ROMANOS,
R. de, ed., Dramáticos contemporáneos de
Lope de Vega,“Biblioteca de Autores Españoles”, Madrid, M. Rivadeneyra, imp-ed., 1858, t. II, Jornada 1ª, pág. 457.
2.
VILAVILAR, E. y LOHMANNVILLENA, G., Familia, linajes y negocios entre Sevilla y Las Indias, los Almonte, Madrid, Mapfre, 2003.
En la misma dirección se orienta un trabajo previo de Vila, Los Corzo y los
Mañara: tipos y arquetipos del
mercader con Indias, Sevilla,
Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1991.
3.
Sobre la Sevilla americana habría mucho que decir, demasiado para la dimensión del presente trabajo. Bástenos, no obstante, la síntesis de CHAUNU, P., Sevilla y América. Siglos XVI y XVII, Sevilla, Universidad, 1983.
4.
COVARRUBIAS Y HOROZCO, S. de, Tesoro de la lengua castellana, Madrid,
Turner, 1984, pág. 734.
5.
RÍPODAS
ARDANAZ, D., ed., Lo indiano
en el teatro menor español de los siglos XVI y XVII, Madrid, Atlas,
1991. Por el contrario,Tirso de Molina lo eligió como un tipo simpático.
6.
Dice más,
considerándolo como
el “reconocimiento de las diferencias insalvables que habían producido entre
los peninsulares y los que estaban establecidos en América, españoles o criollos”. USLAR PIETRI,
A., Nuevo Mundo.
Mundo Nuevo, 253
7.
SANDOVAL-SÁNCHEZ, J. A.,
“Juan Ruiz de Alarcón”, en CHANG-RODRÍGUEZ, R., coord., Historia
de la literatura mexicana. Desde sus orígenes hasta nuestros días,
México, Siglo XXI eds., 1996,
vol. 2, pág. 562.
8.
Son numerosas
las publicaciones que informan
de esta empresa artística, centrándose en ella el de Ramón de la Campa,“Un ejemplo de patronazgo nobiliario en la catedral de Sevilla: la capilla de la Concepción Grande
y Don Gonzalo Núñez de Sepulveda”, en RAMALLO ASENSIO, G. A., coord., El comportamiento de las catedrales españolas. Del Barroco a los Historicismos, Murcia,
Universidad, 2003, págs. 425-448.
9.
No es la primera vez que me ocupo de constatar este hecho. Recientemente lo he
significado en “Extranjeros en Sevilla
y sus colecciones artísticas en la Sevilla
barroca”,
en el
Congreso Internacional”Imagen y Apariencia”, Murcia, 19-21
de 2008.
10.
NAVARRETE PRIETO, B., Ignacio de Ries, Madrid, FAHAH, 2001, págs. 27 y 64-65.
11.
KINKEAD, D. T., “Juan de Luzón and the sevillian painting trade
with the New World
in the second half of the Seventeenth Century”, Art Bulletin, LXVI,
1984, pág. 305 y 310. El reciente regesto documental de Kinkead aporta más noticias al respecto. Pintores y doradores en Sevilla. 1650-1699. Documentos, Bloomington, Authorhouse, 2007.
12.
QUILES, F., “Cornelio Schut el Mozo, un retratista en la Sevilla del barroco”, Goya. Revista de Arte, 325,
2008, págs. 299-311.
13.
“Extranjeros en Sevilla”, op. cit.
14.
QUILES, F., “El arte en un emporio mercantil, la Sevilla barroca”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, 43, 2006,
págs. 67-90.
15.
En clave monumentalista
y sentimental se expresa CASCALES RAMOS, A., La
Sevilla americana. Edificios emblemáticos de la época indianista Sevilla, eds. Alfar, 1990. Otra otra perspectiva es la de MARTÍN DELGADO, J. M., GUTIERREZ, R. y SANCHEZ,
C., en
su libro: Andalucía
en América. El legado de Ultramar, Barcelona, Lunwerg, 1995.
16.
He abordado este capítulo en la historia del arte y el urbanismo sevillanos en distintas publicaciones, con una primera síntesis en el libro Sevilla y América. Comercio,
ciudad y arte, Sevilla,
Bosque de Palabras, 2009.
17.
Por esta realidad se ha interesado también FALCÓN, T., abordándola en una reciente publicación: La iglesia de San Nicolás
de Bari de Sevilla. Una parroquia del siglo XIII en un templo barroco, Sevilla,
Hdad. de la Candelaria, 2008.
18.
FALCÓN,T., La iglesia de San Nicolás, op. cit.,
págs. 38-39.
19.
Según ha demostrado Falcón. IDEM,
La iglesia de San Nicolás, op. cit.,
págs. 37-38
20.
MADRAZO, P. de, Sevilla y Cádiz, Barcelona, Daniel Cortezo, 1884, reed.
El Albir,
1979, pág. 689.
21.
En carta a la madre priora de las carmelitas descalzas de Malagón hablaba del fuego sevillano:“¡Cuán mejor verano tuviera con vuestra reverencia que en el fuego de Sevilla!”
Antología de las obras de Santa Teresa de Jesús, Barcelona, Linkgua eds., 2004, pág. 124.
22.
El arte
de ida y vuelta ha sido abordado en infinidad de publicaciones. En muchas de ellas queda patente el lugar prevalente del puerto de Sevilla como espacio donde se producen los intercambios. El vínculo intercultural fue
celebrado en una exposición que llevó por título el del catálogo, que fue coordinado por Guiomar DE CARLOS BOUTET:
España y América. Un oceano de negocios. Quinto
centenario
de la Casa de la Contratación, 1503-
2003,. Madrid, Sociedad
Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2003.
23.
FERNÁNDEZ DE RECAS, G. S., Aspirantes americanos a cargos del Santo oficio: Sus genealogías ascendientes, México, Lib. de M. Porrúa, 1956,
pág. 128.
24.
En el registro de Contratación figura Pedro de Soto
López como natural
de Anguiano, soltero e hijo de Juan de Soto y de Bárbara López,
que viaja a Nueva España como mercader. A[rchivo] G[eneral de] I[ndias], Contratación, 5354, nº 25; Pasajeros, l. 10, e. 889.
25.
En la segunda inscripción se dice:“Pedro de Soto Lopez=
digo que yo
tengo de
Pasar a las Prouinçias de Nueua España por mercader soltero y como tal tengo echa vna cargaçon de mercadurias que son las
contenidas
en estas tres fes de rregistro de q ago Pressentaçion”. Asimismo: “yo soy mercader notorio tratante y contratante en todo genero de mercadurias y como tal tengo hecha una
cargazon surtida de cantiad de mas de trezientas mill mrs.”. AGI, Contratación, 5365,
n. 30; 5354, n. 25; Pasajeros, l. 10,
e 1811.
26.
“En carta
que escriui aV. Magd el año de 1644 di quenta como para
el buen cobro de las Alcaualas hauia soliçitado que Pedro de Soto lopez fuese conssul por ser aproposito para poner en corriente la cobrança desta Renta como lo hizo en los años de la administraçion, mediante lo qual se le satisfecho a V. Magd lo que era de obligaçion del conssulado y con este corriente se ha hecho el asiento
del terçero cabeçon con la siguridad que se
ve en la escritura que el conssulado otorgo, a que acudio Pedro de sotto
como diputado con el Zelo que siempre, al seruiçio de V. Mgd…” AGI, Audiencia de México, 36, n. 16; 1647-V-11. La patente de familiar del Santo Oficio es de 1648
y se encuentra entre los fondos de la Roth Collection, en
la Universidad de Leeds. www.leeds.ac.uk/library/spcoll/ handlists/164MSRoth.pdf, visitada en noviembre de 2008.
27.
“Es patrimonial de la Ziud de Mexico,
y de edad de diez y ocho años as [sic]
y el de 645 que cursaba la facultad de canones, en aquella Unibersidad le nombro el Virrey Conde de Salvatierra, por su suficiençia, y partes, por
consiliario,
della y siruio en esto con
aprouacion y Pedro de soto lopez su padreVeçino de la dha Çiud lo ha hecho en muchos negoçios de hacienda, con utilidad y augmento de la de su Magd siendo pª diferentes efectos, desta Calidad, nombrado por el Comercio
de aquel Reyno por su diputado, Comisario y Conssul y especialmente pª el ajustamiento y comferencia q se tuuo de orden del Virrey conde de Saluatierra para que el Conssulado tomasse sobre si la Administracion de las Alcaualas y cobrança de lo que aquella ciudad deuia por esta quenta…” Pedro de Soto López. Méritos. AGI, Indiferente general,
113, 78; 1-IV-1648.
28.
Liberados como deseo póstumo. A[rchivo] H[istórico] N[acional], Inquisición, 1727, exp. 2.
29.
Tiene dedicado un libro de aritmética: REATÓN PASAMONTE, A., Arte menor de arismetica, y modo de formar campos.Trata las cventas qve se qveden ofrecer en los reynos de Sv Magestad: por estilo mvy claro,
y breve para qve se aprendan sin maestro, Mexico,Viuda de Bernardo
Calderon, 1649. Hay un ejemplar
en la Biblioteca de la Universidad de Texas at Austin, Benson Collection LAC-Z, Rare Books,
call nr. GZ 371.32 R235.
30.
Traslado
en el documento en:
A[rchivo] H[istórico] P[rovincial de] S[evilla]. Sección P[rotocolos] N[otariales], lib. 3693,
fols. 213-216vto.
31.
Idem, fol. 15r. Pedro contrajo matrimonio con su prima Jerónima de Herrera y Soto en 1658. La dote fue otorgada por Juan, con cargo a los bienes del difunto tío, ascendiendo a 224.262
reales de plata, de ellos 11.638 en menaje y plata labrada.AHPS-PN, 3696, fols. 802-803.
32.
Tan sólo la participación en
unos autos por cuentas pendientes con el padre fray Juan
del Espíritu Santo, general de los carmelitas descalzos (1639). AGI, Contratación,
831. Autos entre partes del año 1639, nº 13.
33.
AHPS-PN, lib. 3694, fols.
187-196.
34.
“Yten doscientos ducados de plata que por la clª
37 del dho su testamentto manda de limosna para ayuda a la canonisacion del sto Rey Don Fernando
de que dieron Rezibo de dha
limosna el dor Don Diego Camargo canonigo de la staYgª y el Lizdo Don Juan Diçido palacios racionº de ella y Martin de Arratia como deputados de la mesa
cappar…” Recibo del 4 de abril
de 1657. AHPS-PN, lib. 3705,
fol. 427vto.
35.
Así lo recoge el inventario de los bienes del difunto. AHPS-PN,
lib. 3706, fols. 377-515.
36.
Carta de pago dada por Francisco de los Santos,
platero de oro, por valor de 35.229 reales. AHPS-PN, lib. 3695,
fol. 566. El mismo Francisco de los Santos
arrendó a
Juan de Soto la tienda
de paños, que estaba situada bajo los portales la plaza
de San Francisco. Idem, 567.
37.
. AHPS-PN, lib. 3699, fol. 430; 9-XII-1659.
38.
AHPS-PN, lib. 3700, fol. 825.
39.
AHPS-PN, lib. 3703, fols.
121-123.
40.
A petición de Juan y Pedro de Soto López y del arrendatario, Pedro Ortiz de Castro, el alcalde
alarife Andrés Pérez de Híjar, visitó el corral de vecinos que llaman de los
negros. AHPS-PN, lib. 3705,
fols. 527-528, 542-7.
41.
AHPS-PN, lib. 3707, fol. 554.
42.
En la relación de pagos aparece mencionada esta calle: Desembolso de 1239 reales por “el empedrado de la calle donde se saco la puerta //410 Principal y enpedrar la callejuela que lindan con
dhas casas y sirbe para el seruision de ella y de sus caualleriças…”AHPS-PN, lib. 3705, fols. 409vto-410r. Curiosamente, los Soto habían adquirido el corral de los Negros, que se encontraba en la calle de Roças, que hoy se recibe el nombre de Rositas.
43.
AHPS-PN, lib. 3693, fols.
213-16.
44.
AHPS-PN, lib. 3706, fols. 394vto-95r.
45.
IDEM, fol. 246r.
46.
“En 23 de septienbre 70 Rs de vellón que se dieron mas al cantero mayor para el aderezo de dha canª.” Idem,
246vto.
47.
AHPS-PN, lib. 3694, fol. 875r.
48.
“Comforme a el libro maior del dho Juan de soto defuntto forrado en esterlin colorado nº 26 que
empieça 1652; y se continua hasta el de mill y seios y çinqta y siete //vto a fº 128 tiene el dho Juan de soto armada quenta con
el dho Don Juan de soto su
sobrino del dinº que le
entrega para la labor
de dha casa y empiesa la primera partida en quince
de jullio del año passado de seisçientos y cinqta y seis en la queal le haçe cargo de ocho mill y nouecienttos reales de vellon y coninua hasta dose de febrero de seiçientos y cinquenta y siete con
la vltima partida que ymporta veinte y quatro mill y seisçientos y quarentta reales de vellon y todas son dies partidas que summan y montan çiento y veinte y dos mill seisçienttos y çinquenta y siete reales de von y en libro maior de ymbentario q a criado el dho don Juan de soto forrado en
esterlin asul que empieça en siete de mco del año
pasado de seiçienttos y çinquentta y siette y se continua
adelantte a fº 65 abona a los bienes del dho Juan de sotto para los gastos de dha obra los
dhos çiento y veinte y dos mill seiçienttos y cinta y siette reales…”AHPS-PN,
lib. 3706,
fol. 399r-vto.
49.
Por lo que percibió nada menos que
48.022 reales, 5.752
por la mano
de obra.
AHPS- PN, lib. 3697, fol.
245; 22-VIII-1658.
50.
AHPS-PN, lib. 3697, 331; 12-X-1658.
51.
Adquisición de dos pilas de marmol para la casapuerta. Idem, fol.
249.
52.
En realidad el documento alude a “la escultura del Retablo que
yçe para la capilla”, una confusa expresión que permite atribuir al artífice también la obra de ensamblaje. Por su parte,Valdés, fue retribuido por “la pintura del lienzo que se puso en el dho Retablo”.AHPS-
PN, lib. 3697, fol. 257r. Publicado por KINKEAD, D.T.,“Nuevos datos sobre los pintores Juan de Valdés Leal
y Matías de Arteaga y Alfaro”, Archivo Hispalense, 200,
1982, pág 183.
53.
La carta de pago, transcrita en este artículo, fue dada a conocer por KINKEAD,
D.T., en Pintores y doradores en Sevilla. 1650-1659. Documentos, Bloomington, Author-house, 2006, págs. 205-206.
54.
En el asiento 22 de las cuentas de la obra se alude al “lienço adbocaçion de la
Asunpçion de nra señora que pinto Juan
de Valdes se le dio por el mill dosçientos y cinquentta reales”AHPS-PN, lib. 3705,
fol. 490r.
55.
A la vista de las dos versiones modernas que se conservan de este artista, ambas de gran formato: la de la National
Gallery of Washington, que mide 215 x 156 cms., pudo ser un cuadro de altar,
aunque probablemente procediera de un edificio religioso, como se desprende del hecho de haber estado en el Alcázar en 1810; supone un paso grande en la evolución del maestro,
por lo que ha sido fechada en la segunda mitad de los sesenta. La del Museo de Bellas Artes
de Sevilla procede de la desaparecida la iglesia de san Agustín, habiendo siendo fechada en los
primeros años de los setenta.VALDIVIESO, E., Juan deValdés Leal, Sevilla, Guadalquivir, eds., 1988, págs. 252,
158-159.
56.
Idem, fol. 248vto.
57.
“De traer vna
figura para el Jardin 8 R ½. De azer las figuras del Jardin
426 R. Mas a Andres pague p quenta de otras 2 figuras que ha de traer 30 R. […] En 28 de junio de traer vna rreja del jardin”. Idem, fol. 249r.
58.
Carta de pago por “toda la rrejeria barandas de fierrro puertas de fierro del jardin almas
pescantes veleta y todo lo de mas…”
AHPS-PN, lib. 3698, fol.
229; 9-IV-1659.
59.
“…Y ansimismo de las bidrieras que se pusieron en las demas bentanas de las dhas casas y en ojas de lata para
las canales del agua y en enrrejados y otras cossas”.AHPS-PN, lib. 3697, fol. 243, 22-VIII-1658.
60.
Materiales entregados entre el 5 de agosto de 1656
y el 13 de octubre de 1657.
AHPS-PN, lib. 3698, fol. 839; 4-IX-1659.
61.
CRUZ ISIDORO, F., Arquitectura sevillana del siglo XVII. Maestros mayores de la Catedral y del Concejo Hispalense, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1997, págs. 109-111.
62.
De ello me ocupo en: Sevilla y América. Comercio, ciudad y arte, en prensa.
63.
AHPS. PN., 3694, 1657-I. Of. 5. 327 vto.
64.
AHPS-PN,
3695, fol. 875.
Publicado por KINKEAD, D. T., Pintores y doradores en Sevilla. 1650-1659. Documentos, Bloomington,Author-house, 2006,
págs. 205-206. La transcripción es propia.
65.
AHPS-PN, 3697, fol.
257. KINKEAD, D.T.,“Nuevos datos sobre los pintores Juan deValdés Leal y Matías de Arteaga
y Alfaro”, Archivo Hispalense, 200,
1982, pág 183.
La transcripción también
es mía.
66.
AHPS-PN, lib. 3697,
fol. 256. Publicado por KINKEAD,
D.T., Pintores y doradores en Sevilla. 1650-1659. Documentos, Bloomington, Author-house, 2006, págs. 205-206.
67.
AHPS-PN, lib. 3705, fols. 409-411.