Vista detalle
“Cuando comemos por emociones estamos buscando en la comida aquello que no podemos resolver de otra forma”
Griselda Herrero advierte de que comer mirando el móvil o la televisión “nos impide escuchar a nuestro cuerpo mientras comemos”, fundamental para gestionar las emociones relacionadas con la alimentación
Javier Almendro Delia - 08/07/2019
La comida puede ser sustituta del equilibrio emocional. De hecho, para la profesora Griselda Herrero, doctora en Bioquímica y diplomada en Nutrición Humana y Dietética, asegura que “cuando comemos por emociones estamos buscando en la comida aquello que no podemos resolver de otra forma, por lo que la comida es una herramienta que nos ayuda a gestionar las emociones”. No obstante, el efecto es momentáneo, “pues el problema o el motivo que nos llevó a comer persiste tras la ingesta”, aclara.
La doctora Herrero Martín ha hecho hoy estas manifestaciones coincidiendo con la inauguración del curso ‘Alimentación emocional: ¿Cómo nos relacionamos con la comida?’, que forma parte de la oferta formativa de los XVII Cursos de Verano de la UPO. Herrero, que es investigadora y profesora del Área de Nutrición y Bromatología de la Universidad Pablo de Olavide, dirige el seminario, que se imparte hasta mañana en la sede ‘Rectora Rosario Valpuesta’ de Carmona.
Cuestionada sobre la influencia de las nuevas tecnologías en los hábitos alimenticios, la también directora de Norte Salud Nutrición explica que comer mirando el móvil o la televisión “nos impide escuchar a nuestro cuerpo mientras comemos: saber qué nos transmite una comida, a qué nos recuerda, cómo nos hace sentir, cómo de llenos estamos… eso es conectar con nosotros, fundamental para gestionar nuestras emociones relacionadas con la alimentación”.
La doctora Herrero, quien durante la primera jornada del curso ha pronunciado las conferencias ‘Alimentación emocional: cómo nos relacionamos con la comida (psiconutrición)’ y ‘Sentidos, alimentación y emociones’, afirma que una alimentación saludable dentro del marco de unos hábitos saludables ayuda a prevenir enfermedades, aumentar la esperanza de vida y mejorar la calidad de vida, porque “cuando le damos a nuestro cuerpo los nutrientes que necesita nuestro cerebro funciona mucho mejor, nos sentimos más activos, con más energía y más animados, mejor predispuestos y de mejor humor”.
Además, comer de forma saludable “no es tan complicado”, pero requiere de un trabajo interno, “sobre todo si hay un componente emocional de por medio”. Por ello, el “comer consciente” ayuda a “trabajar con la parte de los sentidos y a conocer qué sentimos cuando comemos”, añade. Y defiende que es posible una alimentación adecuada a pesar de los conflictos emocionales “siempre que aprendamos cuándo comemos por hambre y cuándo por una emoción”, además de “saber identificar el hambre de la saciedad y aprender a gestionar nuestras emociones sin recurrir a la comida”.
En cualquier caso, está claro que las emociones influyen en gran medida en la forma en que comemos porque “las emociones son parte de nosotros y a veces nos llevan a elegir lo que comemos”, buscando en la comida el refugio “que no encontramos de otra forma quizá por falta de herramientas”. Los trastornos alimentarios también afectan a las emociones, de manera que las personas que padecen anorexia o bulimia “suelen volverse más tristes, reprimidas, aisladas socialmente e introvertidas”. Por otro lado, emociones como el estrés, la ansiedad, la rabia, el miedo, el aburrimiento o la inseguridad “también nos llevan a realizar comportamientos alimentarios inadecuados buscando calmar esa emoción”, explica.
En cuanto a la importancia de los sentidos, Griselda Herrero asegura que “comemos por los sentidos”, y estos influyen en la decisión de elegir comer o no comer, incluso de la cantidad, aunque la apetencia por ciertos sabores “viene determinada de forma innata”, y el aprendizaje “nos lleva a potenciar los sabores dulces y salados, principalmente”. En este sentido, el comer consciente “nos ayuda mucho a trabajar con la parte de los sentidos y a conocer qué sentimos cuando comemos”, concluye.