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La mediación en el ámbito escolar, cada vez más frecuente para prevenir la conflictividad
La experta en mediación, Rocío Navarro señala como principales ventajas del proceso mediador el carácter voluntario y la participación de las partes en la resolución del conflicto
Olavide en Carmona - 16/07/2014
Rocío Navarro, experta en mediación familiar y profesora de la Universidad Pablo de Olavide, ha destacado hoy la importancia que la mediación está adquiriendo en el ámbito escolar: “en la actualidad son cada vez más los programas de mediación educativa que se aplican en institutos y colegios dada la enorme conflictividad que se produce entre los miembros de la comunidad educativa”.
Rocío Navarro es experta en mediación familiar y profesora de la Universidad Pablo de Olavide.
Estas declaraciones han ido realizadas hoy en el “Taller sobre casos prácticos y habilidades en mediación” que se está realizando en el marco de cursos de verano que la Universidad Pablo de Olavide organiza en su sede de Carmona y en el que ha impartido la ponencia “El mediador como gestor de conflictos: ¿un nuevo perfil profesional?”.
Además del ámbito escolar, Rocío Navarro considera que la mediación puede aplicarse a cualquier sector que tenga partes enfrentadas, resaltando el entorno familiar, el laboral, el empresarial, así como el de las comunidades de vecinos y los menores infractores. En este último caso, “como alternativa al sistema penal tradicional, facilita la reeducación y la reinserción del menor”.
En lo referente a la mediación familiar, Navarro se detiene algo más, ya que sostiene que es en este sector en el que se obtienen más beneficios, aún cuando las partes no lleguen a acuerdo. “El hecho de que las partes puedan trabajar y gestionar el conflicto supone un efecto ya beneficioso porque conlleva un cambio de actitud”. Los conflictos más habituales en este terreno son las crisis matrimoniales, los problemas entre padres e hijos, etc.
En esta línea, la profesora universitaria recuerda un caso en el que una abuela no conseguía estar con su nieto tras el divorcio de su hijo. Interpuso varias denuncias con el gasto económico y el desgaste emocional que eso supone y no lograba su objetivo. Finalmente y gracias a un proceso de mediación, la que fuera su nuera y ella comprendieron la necesidad de estudiar cómo permitir que el menor pudiera disfrutar de lo que merecía, según ha relatado.
Rocío Navarro define la mediación como “una actitud en la gestión de los conflictos que permite minimizar las disfunciones y maximizar los aspectos positivos”. Para Navarro, el mediador debe actuar de manera imparcial y neutral con el fin de ayudar a los mediados a obtener un acuerdo satisfactorio.
El buen mediador, continúa la experta, debe ser abierto, inteligente, paciente, ingenioso, hábil, honesto, observador, creativo, empático, flexible, neutral, con buen carácter; del mismo modo, ha de tener habilidades suficientes para manejar de manera adecuada las emociones y tensiones que tengan lugar en un conflicto, así como dominar técnicas de comunicación verbal y no verbal, entre otras.
Además de los requisitos del buen mediador, Navarro incide en la necesidad de una buena formación de la persona que interceda en los conflictos. Según la Ley Reguladora de la Mediación Familiar, esta profesión podrá ser desarrollada por personas con titulación universitaria o título de grado en las disciplinas de Derecho, Psicología, Psicopedagogía, Sociología, Pedagogía, Trabajo Social o Educación Social. Es, como podemos ver, una disciplina que se despliega en múltiples ámbitos profesionales y sociales.
Por último, la experta nos cuenta las ventajas de mediar para resolver un conflicto. Según Navarro, debemos destacar su carácter voluntario, así como la participación activa de las partes y la responsabilidad directa de éstas en llegar a un acuerdo. Para que esto suceda, sigue la profesora universitaria, el mediador debe generar el clima necesario para favorecer que las personas en conflicto expresen sus necesidades e intereses. Del mismo modo, subraya “su carácter personalísimo, ya que en un proceso de mediación las personas están obligadas a asistir a las sesiones. Otras ventajas evidentes son la flexibilidad y la rapidez frente a un proceso judicial tradicional”, concluye Rocío Navarro.